Nos han perdido el respeto
Es mi impresión, y como tal lo cuento. Servidor, como toda persona de bien, acepta las sentencias judiciales y las acata, no como otros que cuando algo no les agrada salen a la calle y la arman. Pero una cosa es acatarlas y otra que todo me parezca perfecto. El último derecho que estoy dispuesto a perder es el del pataleo, aunque sea un pataleo pacífico.
En pocos días dos pronunciamientos judiciales me han disgustado profundamente, y los dos han saltado a la prensa el mismo día.
El primero es el que anula la no renovación en su puesto de una profesora de religión tras haber contraído matrimonio civil con un divorciado. El obispado de Almería había considerado que no era posible seguir dando clases de religión y moral católicas y vivir en pública contradicción con la doctrina que tiene que explicar. Pues nada. Admitida en su puesto y con derechos todos los atrasos.


Belén Santamaría es la hasta hoy, que sepamos, responsable de sensibilización de Cáritas Salamanca. Parece ser, según todas las informaciones, la responsable de decir no a la campaña que una asociación taurina de Salamanca quería hacer en favor de Cáritas, y que ha conseguido montar una tremenda polémica, cabrear al personal y que la gente del mundo del toro esté que echa las muelas. Y con ellos, muchos católicos.
Hace no mucho, y por razones que no vienen ahora a cuento, estuve almorzando con un altísimo cargo de una gran entidad financiera. En estos casos ya se sabe, el sacerdote invitado, pue sabemos de todo un poco y, cómo no, de la Iglesia. Hasta que alguien lanza la pregunta directa: “¿y a usted qué le parece este papa?”
Tenía hecho el propósito de no hablar de Cáritas en una temporada. Lo mantengo. Lo de hoy sea una excepción que espero sea aceptada con benevolencia.