Desde el próximo domingo celebraremos una misa ad orientem
Mis lectores son gente tenaz, de buena memoria e insistentes en sus interpelaciones. Dices algo y, como es natural, luego preguntan qué pasó, no sea que te hayas tirado un farol y después de la bravuconada la cosa quede en el aire. Los hay incluso que, Dios les conserve la vista, me dicen que yo amago, digo, pero que ni hablo claro ni me atrevo a llevar a cabo mis proyectos porque en el fondo soy un asustadizo. Pues vale.
Hace ahora como mes y medio que escribí un post con el título “Misa ad orientem” que terminaba con estas palabras: “No descartamos iniciar a medio plazo alguna celebración “ad orientem” como también digo que jamás me opondría a que se celebrase por el rito extraordinario si así se solicitase”.

Belleza o fealdad son ideas muy particulares. Hay categorías mensurables y las hay que naranjas de la China, que solo entran en el apartado gustos personales, que es una sección muy particular sobre la que, ya saben ustedes, no hay nada escrito.
Pues sí. Y se pueden rasgar las vestiduras con las manos y los pies, vestirse de saco y ceniza y comenzar las cuarenta horas en desagravio. Por mí como si quieren lanzar una campaña en las redes contra ese cura infocatólico que dice cosas tan raras. A mí plin.
Todo un bombazo la carta que han hecho pública hace unos días los cardenales Burke, Brandmuller, Cafarra y Meisner. Según cuentan ellos mismos, preocupados por la confusión que observan en el pueblo de Dios tras la publicación de “Amoris Laetitia”, se han dirigido al santo padre pidiendo aclaración para las cuestiones más controvertidas, especialmente el capítulo octavo de la exhortación apostólica. Tras dos meses de esperar respuesta en vano, decidieron trasladar la carta al pueblo de Dios.





