Los misterios que faltan al Rosario
Estar en octubre y hablar del Rosario es algo ineludible. «Se ha visto por experiencia –dice san Luis María de Montfort- que los que tienen grandes señales de predestinación aman y recitan con gozo el avemaría, y cuanto más son de Dios, más aman esta oración… No tengo mejor secreto para conocer si una persona es de Dios, que el examinar si le gusta rezar el Rosario. Y digo si le gusta, por cuanto puede suceder que una persona está en incapacidad natural y aún sobrenatural de recitarlo, pero lo ama siempre y lo inspira a otros» (Tratado de la Verdadera Devoción, 250-251).
No dudo de que por un grande amor al Rosario, recientemente hay quienes se han rasgado las vestiduras informando de «una osada propuesta» presentada en la última Feria del Libro llevada a cabo en Buenos Aires, por el señor Juan Carlos Villa Larroudet respecto de la presentación de su minuciosa investigación. El autor de ese trabajo propone «completar el Rosario actual con la meditación de la “vida oculta” de Jesús y algunos otros cambios».

La próxima consagración del mundo al Inmaculado Corazón de María, que verificará el Papa Francisco este 13 de octubre, ante la imagen original de nuestra Señora de Fátima es una invitación para lanzar una mirada retrospectiva al siglo pasado que podría ser descrito más que ningún otro, como el siglo de las tinieblas y de la muerte.









