El P. Hernán Urdaneta analiza en profundidad el tema de la nulidad matrimonial en la Iglesia

El P. Hernán Urdaneta Fernández es administrador parroquial de Sant Genís de L’Ametlla del Vallès. Está cursando estudios en Derecho Canónico.

¿Considera que hoy en día se está abusando del hecho de buscar la nulidad matrimonial para poder volverse a casar?

Para responder correctamente a esta pregunta creo que haría falta una tesis doctoral, porque habría que analizar infinidad de datos y circunstancias. Sin embargo, me atrevo a decir alguna cosa. Cuando la Iglesia vive una gran crisis, también en cuanto a la moral matrimonial, es comprensible que surjan dudas bien intencionadas, pero no necesariamente bien informadas. En un tema tan delicado sería muy grave juzgar temerariamente.

Para hablar con propiedad, habría que tener las estadísticas del número de demandas de nulidad introducidas y comparar con el número de divorcios, analizar muy bien los datos en función de cada diócesis, todo un trabajo de investigación… Sin ser tan riguroso, mi percepción es que la secularización de la sociedad, tan generalizada en Cataluña, seguramente influye en que pocas personas se sometan al juicio de la Iglesia sobre la validez de su matrimonio, conscientes de que no se puede iniciar una relación amorosa con otra persona si se está ligado por un enlace matrimonial previo. La pérdida de la práctica religiosa seguramente influye en que ya muchas personas no vean la necesidad de casarse por la Iglesia antes de vivir con otra persona.

¿Qué lleva a una persona a pedir que se averigüe la posible nulidad de su matrimonio?

Los motivos son diversos. En algunos casos se llega a plantear el inicio del proceso de declaración de nulidad como consecuencia de un proceso de conversión, después de llevar años divorciados y alejados de la Iglesia, a veces habiendo comenzado a vivir con otra persona. Otros pueden decidirse al querer contraer matrimonio nuevamente, con otra persona, después de un fracaso matrimonial. También por motivos de conciencia, para saber la verdad sobre su situación personal.

Durante el tiempo que estuve trabajando en el Tribunal Eclesiástico de mi Diócesis, una de las tareas que debía hacer era atender a personas que pedían información sobre la declaración de nulidad de su matrimonio. En algunos casos pude percibir que había dificultada en comprender que no se trata de algo similar a un divorcio, sino que es un proceso que busca conocer la verdad sobre la validez o no de un matrimonio celebrado. La mentalidad divorcista ha calado mucho en nuestra sociedad. Muchas personas pensaban que se trataba de hacer una solicitud y obtener una especie de “divorcio por la Iglesia”, una especie de trámite administrativo con un resultado garantizado.

¿Cuál sería el “recorrido correcto” para llegar a plantearse la nulidad de un matrimonio?

Lo normal es que cuando un matrimonio tiene problemas en la convivencia, busque apoyo en la Iglesia para resolverlos y salir adelante. Y lo normal sería que familiares y amigos ayuden a los matrimonios a mantenerse unidos. La nulidad no es una solución pastoral a un problema de convivencia, es el posible resultado de una averiguación sobre la validez de un matrimonio y sólo se debe llegar allí cuando los intentos de salvar el matrimonio no lo hayan conseguido.

Es cierto que hay casos en los cuales la convivencia se hace imposible, independientemente de que el matrimonio sea válido o no. Para ese caso existe la separación.

Pero, entonces, ¿qué pasa con las dudas sobre la validez de un matrimonio?

Si se ha hecho todo lo posible por salvar el matrimonio y se ha llegado a la separación, considerándose imposible la reconciliación, entonces es cuando se puede plantear la posibilidad de averiguar si el matrimonio fue nulo, en caso de que haya algún elemento que permita plantearse esta duda. Pero en todo caso, lo mejor es no llegar a esta situación, sino conseguir la reconciliación, incluso cuando puede haber dudas muy fundadas sobre la invalidez del matrimonio. Una vez resueltos los problemas de convivencia y aquello que impidió la validez del matrimonio, la Iglesia tiene un mecanismo para que se vuelva a dar el consentimiento matrimonial, ahora sí, en condiciones y estemos ya ante un matrimonio válido. Lo que prefiere la Iglesia es eso: salvar el matrimonio, es lo mejor para los propios esposos, sus hijos - en caso que los haya -, y la sociedad en general.

En realidad, la nulidad no es otra cosa que demostrar que no hubo realmente matrimonio.

Exactamente. La declaración de nulidad no anula nada, sino que es un proceso mediante el cual se investigan las circunstancias en las que se llevó a cabo el matrimonio, para determinar si hay motivos que permiten llegar a tener certeza moral de que no se daban todos los elementos necesarios para la validez del matrimonio. Por eso se piden testigos que puedan explicar lo ocurrido durante el noviazgo, la celebración y los primeros momentos del matrimonio, carácter de los contrayentes, etc. En ocasiones es necesario hacer una evaluación psicológica.

¿Cuáles son los motivos para que un matrimonio sea inválido?

El matrimonio es la alianza entre un hombre y una mujer para establecer una comunidad para toda la vida, ordenada al bien de los esposos y a la generación y educación de la prole. De manera que no hay matrimonio cuando falta un elemento esencial al consentimiento matrimonial, por ejemplo, cuando se actúa por un miedo insalvable, o cuando se niega una de las características esenciales del matrimonio: la indisolubilidad o la unidad, cuando se excluye la posibilidad de engendrar hijos, en algunos casos también cuando ha habido engaño sobre alguna cualidad de la persona. A partir de 1983, debido a los avances de la psicología también se admiten motivos en esta área, como la incapacidad para asumir las obligaciones esenciales del matrimonio, o lo que se llama grave defecto de discreción de juicio; es decir: incapacidad para consentir el matrimonio con una persona concreta, o para vivir aquello para lo cual se ha comprometido.

Pero hoy en día si la inmadurez se puede considerar causa de nulidad es un coladero, en donde cabe prácticamente cualquier caso.

En teoría, no. San Juan Pablo II insistía en que tiene que ser una circunstancia que impida, no sólo que dificulte, el matrimonio. Estamos hablando de situaciones bastante graves, no de una mera dificultad.

¿Qué ocurre en la realidad?

No me atrevo a aventurar una respuesta sobre la calidad de las sentencias de todos los tribunales del mundo, no tengo información suficiente para poder responder con honestidad. Las veces que he asistido a jornadas de canonistas mi percepción ha sido de profesionales que toman muy en serio un trabajo muy delicado, personas que estudian y se preparan bien, para poder conocer la verdad. Claro, tampoco seamos ingenuos, en un momento en que vemos cómo algunos obispos promueven activamente pecados que claman al cielo, sin que pase nada, es razonable pensar que habrá de todo en la viña del Señor…

¿Hay algún tipo de medidas de control en el proceso, para evitar excesos?

El proceso funciona como una demanda judicial, buscando precisamente el mayor rigor posible. Una de las personas que interviene en el proceso es el llamado “defensor del vínculo”, es decir, un canonista que tiene como oficio defender razonablemente la validez del matrimonio en cuestión. En caso de no estar conforme con la sentencia, puede apelar, para que la causa sea revisada por otro tribunal, que habitualmente está en una ciudad distinta. Durante varios siglos esta apelación era obligatoria, como medida que buscaba alcanzar una sentencia en la que no hubiera ninguna sospecha.

Hace pocos años el Papa Francisco modificó el proceso y ahora esta apelación no es obligatoria. Habrá que ver con el tiempo si esto afecta la calidad de las sentencias.

Todo sistema en el que intervienen seres humanos puede fallar. Si bien, el proceso de declaración de nulidad tiene mecanismos para procurar que un tema tan delicado sea tratado con el mayor respeto por la verdad.

¿En qué porcentaje de casos se consigue la nulidad?

Sólo conozco estadísticas muy antiguas, de Estados Unidos, no tengo datos recientes, ni más cercanos geográficamente.

Se acusa a la Iglesia de que la gente que tiene dinero consigue la nulidad fácilmente. ¿Qué hay de verdad en ello?

Creo que es una acusación injusta. El proceso de declaración de nulidad lleva un tiempo y tiene unos gastos. Intervienen diversos profesionales que tienen derecho a percibir unos honorarios por su trabajo. Cuando el Papa Francisco hizo la modificación al proceso mencionada antes, también insistió en que cualquier persona pudiera acceder al mismo, aunque no tenga recursos. Esto ha movido a las diócesis a plantear mecanismos para asegurar que no sea un “lujo” que puedan permitirse algunos, sino que quienes no tengan dinero suficiente para costear el proceso también puedan realizarlo.

Si se determina que no hay motivos de nulidad, ¿se puede seguir recurriendo o ya es irrevocable?

El planteamiento del proceso es que el matrimonio tiene el beneficio del derecho, es decir, se asume que el matrimonio es válido y para declarar la nulidad se tiene que probar que no lo es. Cuando se inicia el proceso se establece lo que se llama la fórmula de dudas, donde se establece concretamente qué motivos de nulidad se estudiarán (estos motivos se llaman capítulos). Si no se consigue alcanzar una certeza de nulidad por esos motivos, la sentencia se puede apelar. También es posible, si aparecieran razones suficientes, volver a iniciar el proceso por otros motivos diferentes de los estudiados en un principio.

¿Quiere añadir algo?

Existe el peligro, por la mentalidad divorcista, de ver la nulidad como la solución a los problemas matrimoniales. Creo que el esfuerzo se debe poner en ayudar a los matrimonios a superar las crisis que se pueden presentar a lo largo de la vida. Es muy importante también la preparación al matrimonio. El matrimonio no es un lujo para superdotados, Dios da habitualmente la capacidad para vivirlo, pero requiere crecer en virtudes para estar a la altura de las necesidades, para vivir con gozo el hermoso plan de Dios para la familia. Y cuando hay problemas en un matrimonio vale la pena hacer el esfuerzo de rescatar la relación, es lo mejor para todos, aunque requiera trabajo y paciencia y sufrimiento, pero al final el resultado vale la pena.

Por Javier Navascués

16 comentarios

  
Urbel
La reforma del Derecho canónico resultante del Concilio Vaticano II introdujo desafortunadamente motivos extremadamente subjetivos y no tradicionales que permiten considerar nulo un matrimonio que antes nunca lo habría sido.

Es especialmente el canon 1095 del Código de 1983, al que se refiere el sacerdote entrevistado, y que establece lo siguiente:

"Son incapaces de contraer matrimonio: 1) quienes no tienen suficiente uso de razón; 2) quienes sufren una grave falta de discernimiento acerca de los derechos y deberes esenciales del matrimonio para dar y recibir mutuamente; 3) quienes, por razones de naturaleza psíquica, no puede asumir las obligaciones esenciales del matrimonio".

De hecho cuando los cónyuges desean hoy obtener una declaración de nulidad de su matrimonio para poder volver a casarse en la Iglesia, se basan casi siempre y con éxito en el canon 1095.
06/02/23 11:57 AM
  
Urbel
El sacerdote entrevistado echa en falta estadísticas sobre el aumento de las declaraciones de nulidad matrimonial y sus causas.

Yo tomo los datos que siguen, pocos e incompletos pero muy expresivos, del artículo publicado por el padre Bernard de Lacoste FSSPX con el título "Validez de las nulidades matrimoniales" en el número 273 (2021) de la revista "Tradición Católica" (Madrid).

En su Tratado de Derecho canónico Raoul Naz da algunas estadísticas antiguas de las causas matrimoniales de la Rota romana. Entre 1935 y 1946 la Rota romana pronunció en promedio cada año 70 sentencias acerca de causas matrimoniales. De esas 70 sentencias, alrededor de 32 eran declarativas de nulidad, es decir, un poco menos de la mitad.

La revista francesa "L´année canonique" publicó en el número de 2014-2015 un estudio estadístico sobre la actividad de los tribunales eclesiásticos de Ile-de-France entre 1983 y 2005. He aquí algunos extractos :

Año 1983 1993 2003 2013
Causas 16 48 55 105
Nulidades 62% 80% 88% 92%

A continuación se analizan los principales argumentos invocados.

Antes de 1983 la mayoría de las declaraciones de nulidad provenían de la exclusión de un elemento esencial para el matrimonio (procreación, fidelidad o indisolubilidad).

Después del Código de 1983 ocupa el primer lugar la grave falta de discernimiento (canon 1095, 2°), luego la incapacidad de asumir las obligaciones del matrimonio (canon 1095, 3°), por último la exclusión de un elemento esencial en el matrimonio, finalmente fraude y miedo grave.

Un juez eclesiástico de París reconoció con respecto al nuevo canon 1095:

"A veces parece que se da una extensión demasiado amplia a estos argumentos considerados como un todo".

El nuevo canon 1095 ha permitido multiplicar las declaraciones de nulidad en proporciones tales que los tribunales matrimoniales desde 1983 han perdido credibilidad ante los católicos firmes en la fe ("rígidos", dirían otros).
06/02/23 12:04 PM
  
JacinTonio, laico, desde Madrid
¿Cuál es la gravedad del pecado que cometen los que se casan, sabiendo de antemano que ese "matrimonio" suyo es INVÁLIDO?

¿Cuál es la gravedad del pecado que cometen los que intentan que se declare nulo su matrimonio, sabiendo que realmente fue VÁLIDO?

¿Cuál es la gravedad del pecado que cometen los que, después de intentarlo, obtienen esa declaración de nulidad, sabiendo de antemano que su matrimonio fue realmente VÁLIDO? ¿No siguen en realidad casados, aunque se haya declarado nulo su matrimonio?

Se habla poco del pecado, y mucho de requisitos y ausencia de requisitos.

¿No está la aceptación voluntaria de unión matrimonial, en primer lugar, para su validez, por delante del amor? Se puede amar a muchas personas, pero sólo se puede contraer matrimonio con una.
06/02/23 12:16 PM
  
Juan Francisco
Muy buenas respuestas a preguntas algo simplonas.

Si uno quiere saber si se está pasando de integrista puede preguntarse: ¿le pongo tantas pegas a los vicios del consentimiento matrimonial como le pondría a los vicios del arrepentimiento en la confesión?

A nadie medianamente bien formado le cabe duda de que sin arrepentimiento no hay confesión válida. Sin embargo, hay una tendencia rara a pensar que, pese a la gran inmadurez y a la inercia con la que se casa la mayoría de la gente hoy en día, su consentimiento matrimonial es perfecto.
06/02/23 1:10 PM
  
Urbel
¿Demasiado integrista?

Dígale usted al Banco que el consentimiento de sus jóvenes clientes hipotecarios está viciado por falta de madurez.

Y sin embargo el favor del matrimonio no es menos importante que el favor del crédito hipotecario. Al contrario, mucho más importante para el orden social.

A diferencia del arrepentimiento en el tribunal de la penitencia, el matrimonio toca al bien común de la Iglesia y de la sociedad. Por eso la Iglesia lo protegió siempre con extraordinario rigor y celo. Hasta llegar a la disolución actual por pretendidas causas psicológicas.
06/02/23 2:04 PM
  
El gato con botas
"Lo normal es que cuando un matrimonio tiene problemas en la convivencia, busque apoyo en la Iglesia para resolverlos y salir adelante"
¿Ah, sí?¿ dónde?
06/02/23 2:41 PM
  
Juan Pablo B.
Los únicos interesados por una declaración eventual de nulidad , son los buenos católicos .

Pues a los otros no le importa nada .
06/02/23 4:23 PM
  
El divorcio me repugna
Me han parecido muy sensatas y prudentes las respuestas que ha dado el padre Hernán Urdaneta.

He sufrido en mis carnes que mi esposa pidiera el divorcio de mí y las leyes inicuas españolas lo concedieran sin más. A mí el divorcio me repugna.

Luego ella solicitó la declaración de nulidad eclesiástica, que también fue concedida, aunque no por los capítulos que ella solicitaba. En efecto, el tribunal eclesiástico la concedió por grave defecto de discreción de juicio y por incapacidad de asumir las obligaciones esenciales del matrimonio por causa de naturaleza psíquica; ambas causas por parte de ella. Le prohibieron también volver a contraer matrimonio canónico sin licencia expresa del tribunal.

Yo no sé si el canon 1.095 es un coladero, pero lo cierto es que hay personas que tienen esa incapacidad y la Iglesia ha acertado reconociendo lo que la ciencia dice al respecto. En mi caso estuve casado con una psicópata integrada, que es incapaz de amar y de donarse, tal como exige el matrimonio.

Para mí todo esto ha sido -y continúa siendo- un calvario, a pesar de los casi ocho años transcurridos desde que ella decidió divorciarse.

Con relación al proceso de nulidad, he decir que fue impecable por parte de la Iglesia, pero muy, muy lento (unos tres años) y ello nos produjo mucho dolor innecesario a mi hija y a mí. Considero que el veredicto fue muy acertado y acorde con la verdad.

Respecto a la actitud de la Iglesia pues he constatado la falta de apoyo y de acompañamiento, la indiferencia, el dar como asumido que es "normal" que la gente se divorcie. Los que intentamos ser buenos cristianos no solamente tenemos que hacer frente a una sociedad pagana como la nuestra, sino también a una Iglesia que nos deja tan solos como si fuéramos protestantes.
07/02/23 12:14 AM
  
Ana Palacios
No se engañen, de Dios nadie se burla, lo que cada uno sembrare, eso cosechará (Gal 6:7). Muchos se toman esto a la ligera buscando convalidar sus nuevas uniones. Que los hombres digan lo que quieran, muchas leyes, artículos, requisitos y excepciones. Yo me quedo con la Palabra del Señor: no habéis oído que al principio, el que los hizo, varón y mujer los hizo, por eso, se unirá el hombre a su mujer, y los dos serán una sola carne? De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, que el hombre no separe lo que Dios ha unido. El que se separa de su mujer y se casa con otra comete adulterio. Y el que se casa con la mujer a la que su esposo dejó, también comete adulterio.
07/02/23 4:25 AM
  
JSP
1. Una entrevista interesante. Pero, no podemos obviar la interrelación existente entre Sagrada Escritura y Santa Tradición.
2. La Constitución Dei verbum del Concilio Vaticano II no interrumpe la doctrina católica: "la Tradición y la Escritura constituyen el depósito sagrado de la palabra de Dios, confiado a la Iglesia" (DV, 10). Por ello, se da entre ambas una mutua e íntima relación; "La Tradición y la Escritura están estrechamente unidas y compenetradas: manan de la misma fuente, se unen en un mismo caudal, corren hacia el mismo fin" (DV, 9); "Las palabras de los Santos Padres atestiguan la presencia viva de esta Tradición, cuyas riquezas van pasando a la práctica y a la vida de la Iglesia que cree y ora" (DV, 8).
3. Finalidad, unidad e indisolubilidad del matrimonio sin olvidar el carácter sacramental.
4. Conviene recordar que en la historia del Cristianismo no se repite la crónica de la corrupción tan considerable a que estuvo sometido el matrimonio en el A.T. Por lo que, el canon 1095 del Código de 1983 no debe convertirse en una escuela de libelo de divorcio vincular que intente anular el Sacramento por obra humana, "lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre." Es todo lo contrario, la doctrina del Señor Jesús y de Sus Apóstoles da lugar a que el matrimonio monogámico e indisoluble se institucionalice en los pueblos que se convierten y confiesan a Cristo,
5. La Reforma profunda del Señor Jesús, no la protestante, del matrimonio y de la familia afectó al conjunto de la geografía pagana, no sólo de Grecia y de Roma, sino también de aquellos otros ambientes culturales por los que se extendió el Cristianismo. El número elevado de divorcios no vinculares y el aumento en la demanda de solicitudes al Tribunal de la Rota de nulidad a través de su factible coladero es señal inequívoca de gran apostasía o "mentalidad de divorcio" o mentalidad sin Dios, sin Sacramento, es decir, de ruptura entre la interrelación Sagrada Escritura y Santa Tradición. Esto es, que existe mucha lectura de la Sagrada Escritura en la liturgia, pero que es estéril y vana en el testimonio de "vida cristiana y de la Palabra de Dios" según la Tradición. La liturgia debe unir a la Sagrada Escritura y a la Santa Tradición.
6. No seamos reacios a abordar el verdadero problema, pues no es distinto al de la Iglesia primitiva. En el mundo pagano siempre tuvo plena vigencia el divorcio, es más, en el mismo pueblo de Israel tenía plena vigencia el divorcio, porque la legislación y la praxis social de la época era esa, la del contexto del divorcio.
7. La falla, el verdadero problema, está en la evangelización, en la enseñanza catequética y en la hermenéutica exegeta de los textos bíblicos por el modernismo para adaptarse al mundo. El matrimonio y la familia debe ser abordado desde pequeños en las familias católicas y en la parroquia. La Iglesia Católica, a diferencia de la reforma protestante, siempre tuvo presente que los textos divorcistas del derecho civil, aun de los Emperadores o Estado cristianos, no cabe admitirlos como doctrina asumida por la Jerarquía. San Jerónimo es tajante: "Una cosa son las leyes del César y otra la ley de Cristo; una cosa es la ley de Papiniano y otra la de Pablo...". Esto es, los cristianos deben obedecer las leyes del César hasta cierto punto, pues no pueden seguir la praxis anticristiana; En la administración del matrimonio hay que distinguir entre rito religioso (sagrado) y rito civil, aunque no existiera un rito religioso y fuese sólo una oración al principio y se conservara la liturgia del matrimonio judaico: no es el matrimonio civil sino la unión en Cristo; Hay que diferenciar entre separación y divorcio. La separación de un matrimonio católico no es conforme al Derecho Romano, el cual tiene la posibilidad de contraer nuevo matrimonio, sino la simple separación de los esposos con la posibilidad de la Reconciliación.
07/02/23 2:58 PM
  
Marta de Jesús
Sin entrar a valorar lo que puede estar pasando en la actualidad, me atrevo a profetizar, sin ser profeta, que el matrimonio, tal y como lo entendemos los católicos, quiere ser destruido por Satanás (el primer psicópata de la historia de Dios, que no fue creado psicópata, como bien sabemos), sus demonios y seguidores, también psicópatas no creados así. Con esto quiero decir que los cristianos que vayamos quedando acudiremos a #blindar# nuestras uniones con el Sacramento, así sea en unas nuevas catacumbas. Porque el matrimonio no es una carga, aunque por nuestra debilidad pueda ser difícil de vivir hasta que conseguimos ver más allá, hasta que nos ponemos en manos de Dios. Es una bendición del Cielo para ellos y para nosotras que NO querremos perder. Un vínculo de Amor recíproco, que el hombre, por muy poderoso que sea, no puede romper. Solo la muerte. Un precioso camino de Purificación.

Urbel tiene parte de razón. Pero los datos por sí mismos no lo explican todo. Lo de la psicología puede ser un coladero. Eso de la inmadurez, en fin... Como si antes se casaran totalmente maduros. Cuántos estaban a uvas y vivieron su maduración ya casados? Enrique VIII habría conseguido hoy una declaración de nulidad? El tiempo mostrará con más claridad los posibles errores. Un señor ha explicado que en su caso el proceso fue impecable. Así que confianza en la Iglesia. Una confianza que no niega errores, sino que aprende de ellos según van apareciendo. Mis oraciones por usted y su hija. También por la madre, mientras hay vida hay esperanza de que esas personas se dejen derretir por el Amor de Dios antes de partir.

Respuesta a un comentarista. Proyecto de Amor Conyugal está dirigido por un matrimonio católico. Ayudan a otros matrimonios. Tienen un blog en ReL. Como ése, otros por el mundo. Solo hay que informarse. Y tener la humildad de hacer frente a la verdad y dejarse sanar por Dios.
07/02/23 4:09 PM
  
Marta de Jesús
Se me olvidó comentar que las respuestas muy mesuradas. A última respuesta, la mejor. Interesante entrevista. No es fácil gestionar la secularización. No es fácil ver entre niebla. Dios nos guíe.
07/02/23 4:11 PM
  
JSP
1. Marta de Jesús, sólo comentarle que Satanás y sus demonios no padecen psicopatía, pues la anomalía psíquica en la conducta de la persona es propiamente, por el pecado en su origen, una enfermedad humana que puede ser estudiada. Pero Satanás y sus demonios, ángeles caídos, no pueden estudiarse en un laboratorio. A modo de ejemplo, en el filme El Exorcista la niña es sometida a toda clase de pruebas donde ningún psiquiatra puede explicar la causa de la posesión acontecida. Y por cierto, una posesión tampoco es causa de nulidad matrimonial, pues la libertad humana de elección no puede ser gobernada por ningún demonio.
2. No es una cuestión de cómo los católicos entendemos el matrimonio, de multidoxa subjetiva, sino que es criterio y norma moral universal de cómo es restaurado por Cristo como estaba proyectado en la Creación Mt 19. Esto es, que sin pecado original el matrimonio es unión en Cristo para procrear hijos de Dios y en la Nueva Creación lo mismo.
3. Cierto que Satanás y sus demonios quieren destruir al matrimonio y a la familia, pero es por el odio a la vida humana, porque Dios se hace Hombre. Pues, Cristo es el matrimonio y la familia, es el Santuario de la Vida en el plan de la Creación y ataca especialmente a la Mujer, porque es Su Madre, sin pecado original y personal.
4. El centro de Satanás y sus demonios es el odio y en cada batalla que gana por la tentación y la elección de los tentados, pecado personal, es mayor en el matrimonio donde se conjuga el Pecado propio suyo y donde atrapa a más esclavos para la segunda muerte. Pero, es la Cruz la que ha vencido al Pecado, y la Reconciliación no es imposible sino posible para el matrimonio sacramentado porque es unión en Cristo, como lo es Su Cuerpo místico. Y si pecadores empedernidos como María Magdalena, el buen ladrón o San Agustín se han convertido en Cristo no existe matrimonio que no se pueda convertir en Cristo, reconciliarse mediante la Cruz, pues para Dios nada es imposible: es más cuestión de estar con Cristo o con el Pecado y si se analizan los divorcios no vinculares son en una gran mayoría producto del amor al Pecado de uno o de los dos cónyuges. Y la Iglesia debe facilitar este proceso de conversión no obstaculizarlo, porque es luz y sal para el mundo, si no se cuenta entre los que han amado la oscuridad por acciones malvadas como puede ser el coladero del Código de 1983.
07/02/23 9:31 PM
  
Vladimir
Nunca he entendido la relación entre un matrimonio nulo y un matrimonio en problemas. Lo primero se refiere a deficiencias en la celebración original, lo segundo a una mala convivencia actual.
Nadie busca averiguar si su matrimonio es nulo, cuando le está yendo bien.
No veo por qué de una mala convivencia actual, se deba pasar a la consideración de que probablemente el matrimonio fue nulo, como si una cosa fuera causa de la otra.
08/02/23 9:57 PM
  
El divorcio me repugna
Vladimir:

En multitud de ocasiones un matrimonio nulo es causa de conflictividad posterior. Y es lógico que, ante esta situación, muchos cónyuges se pregunten si de entrada el matrimonio sería ya nulo. A veces, dada la problemática convivencia, un cónyuge se percata de que fue engañado o de que la otra persona es incapaz de asumir sus obligaciones conyugales.

En mi caso, a los pocos meses de convivencia yo me di cuenta de que mi esposa era incapaz de actuar de una manera medianamente normal y llegué al convencimiento moral y en conciencia de que el matrimonio era nulo. Pero jamás, jamás, actúe, ni siquiera de pensamiento, como si yo no estuviera casado ni nunca menosprecié el vínculo. Sabía y sé que la Iglesia suple las posibles deficiencias en el consentimiento y en otros aspectos y luché lo indecible para conseguir la armonía familiar.

Soporté durante años insultos, desprecios, ninguneos, malos tratos psicológicos e incluso a veces físicos. Finalmente, un día ella se divorció de mí de la peor manera y luego interpuso la demanda de nulidad eclesiástica. Intentó engañar al tribunal y mintió descaradamente, como también mintieron sus familiares, pero es imposible engañar a Dios y muy difícil engañar a su Iglesia y a los tribunales de su Iglesia y sus mentiras para nada le sirvieron. El peritaje psicológico de ambos fue contundente y el defensor del vínculo puso de manifiesto las mentiras de los "testigos".

Es verdad que muy probablemente todo esto no hubiera sucedido si no hubiera habido problemas en la convivencia. Pero también es cierto que dichos problemas vinieron causados fundamentalmente por las graves deficiencias psicopáticas que mi esposa tenía ya desde la adolescencia y que yo no pude o no supe detectar a tiempo. De hecho, ella, una católica supuestamente devota, no quiso ni intentó siquiera sanar el matrimonio y ha violado en todo momento los derechos de mi hija y míos, habiendo destrozado la vida de ambos, sobre todo la de mi hija, que es adolescente y carece de la madurez y de los mecanismos de defensa que yo sí poseo.

Es muy triste todo esto y le aseguro que aquí no estoy hablando de una situación en que uno se canse de su esposa e intente buscarse otra mejor.

Creo que es muy importante el vivir de acuerdo con la Verdad, especialmente para aquellos que creemos en el Dios que se autodefinió como Camino, VERDAD y Vida. Y cuando no ha habido matrimonio, pues no ha habido matrimonio. Triste, pero cierto.

09/02/23 2:14 AM
  
El divorcio me repugna
Marta de Jesús:

No sabe cuánto agradezco sus oraciones. Este ofrecimiento me ha tocado el corazón. Yo también voy a rezar por usted. No la conozco, pero somos hermanos en Cristo. Muchas gracias.
09/02/23 2:17 AM

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