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17.03.23

Eufemio Romano habla del apogeo de la Adoración Eucarística Perpetua, iniciativa del P. Justo Lofeudo

Eufemio Romano Molina, con 77 años, nacido en Almagro (Ciudad Real) y residente en Toledo, padre de familia de 3 hijos y 4 nietos, viudo y jubilado es adorador perpetuo en la Capilla Arzobispal de la Inmaculada en Toledo desde su inauguración en 2005 y colaborador del P. Justo Antonio Lofeudo, MSE, desde el inicio de la capilla en Toledo y desde 2016 en la apertura de capillas de Adoración Eucaristía Perpetua AEP, en España, junto con otros dos misioneros más.

¿Qué supone para usted poder colaborar con el P. Justo Lofeudo junto con otros seglares en la creación de capillas de adoración perpetua?

Es difícil de explicar. Es una gracia, un honor, un privilegio del Señor que se fija en gentes normales y corrientes para llevar a cabo la extensión de su Reinado Eucarístico derramando su gracia y depositando su confianza en nosotros. Es también una responsabilidad muy grande. ¡Es algo tan grande poder acercar a los hermanos a Jesús! Es practicar la caridad con Jesús y con los hermanos. Colaborar con el P. Justo es un privilegio, un don del Señor.

Además a sus 77 y estando viudo puede dedicarse a tiempo completo a las cosas de Dios…

Sí, el Señor va preparando sus caminos, y ahora puedo estar disponible para ir a donde el Señor quiera y nos llame. No hay un plan previsto, sólo estar dispuesto y disponible y el Señor llama a donde quiere.

¿Cómo le ha transformado su vida la adoración eucarística?

Todo adorador del Santísimo Sacramento experimenta una transformación silenciosa, sigilosa, inapreciable para uno mismo, y esto porque en cada momento de adoración el Señor nos va cambiando, nos va puliendo, actúa sobre nosotros si nosotros nos abandonamos a su acción transformante. La santa Madre de Calcuta, decía que cada hora de adoración hacía que nuestra alma sea más radiante en el Cielo. En la adoración estamos expuestos a su amor que nos va dando aquello que necesitamos para llevarlo a los demás. Por ejemplo, paz. Por la adoración ponemos a Dios en el centro de nuestras vidas y, por otra parte, estar en adoración te ayuda a poner las cosas en su sitio. En un mundo como el que el Señor ha dispuesto que vivamos ahora cada uno, es experimentar que Dios está ahí a tu lado, siempre, en todo momento, y te da como decía antes la paz, su Paz y te vuelve portador de paz. Jesucristo es la Luz y la Verdad, por eso en los momentos que estás con Él, adorándolo, encuentras la luz en medio de tanta oscuridad, de tanta confusión, y puedes discernir dónde está el error y la falsedad.

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