José Mª Carod (Director Pastoral Penitenciaria): “La caridad queda cercenada si excluimos a los presos”
José Mª Carod Félez. Religioso mercedario desde septiembre de 1975. Ordenado sacerdote en 1981. Licenciado en Teología y Master en Pastoral Penitenciaria. Trabaja 9 años en la pastoral juvenil por las comunidades mercedarias de Aragón, Cataluña y Valencia. 6 años párroco de la Virgen de la Paz de Zaragoza, una parroquia -entonces- marginada, marginal y marginal. En 1997 es nombrado capellán de la cárcel de jóvenes de Barcelona donde permanece. En 2002 es designado director del Secretariado de Pastoral Penitenciaria de Barcelona, cargo que continúa sirviendo. En 2003 es destinado a la comunidad del Hogar Mercedario de Barcelona. Una casa de acogida para presos de permisos o en tercer grado. Una comunidad formada por tres religiosos mercedarios y 9 presos. Allí vive actualmente y es desde donde nos responde a estas preguntas.
¿Qué supone para usted ser designado como responsable de la pastoral penitenciaria de Barcelona?
Para mí significa un voto de confianza de parte del Sr. Cardenal de Barcelona. Sabemos que el Señor no nos va a pedir nada que esté más allá de nuestras posibilidades. Por tanto, significa que tengo aún que redescubrir en mí posibilidades ignoradas. Y en Barcelona, en la Provincia Eclesiástica (que comprende las tres diócesis) se abre un vasto campo de acción. Después de casi 20 años podríamos decir que … estamos comenzando a ser voz de los sin voz.
¿Por qué es importante vivir con intensidad esta obra de misericordia?
Obra de misericordia, mandato de Jesús, examen al final de nuestra vida … como queramos llamarlo. Creo que en el evangelio todo se complementa, y nada excluye a nada. Jesús, en Mt 25 habla de los que pasan hambre, sed, los desnudos, extranjeros, enfermos … y los presos. Es tan importante vivir reconociendo en los presos a los hermanos pequeños de Jesús que -me atrevería a decir- la caridad hacia los hermanos necesitados se queda cercenada si excluimos a los presos. Y, por desgracia, eso es muy común entre muchos creyentes. Les molesta oir hablar de los presos. Cuando es Jesús mismo quien los nombra como necesitados de atención.
¿Cómo percibe día a día derramarse la misericordia de Dios en sus años de pastoral penitenciaria?
La misericordia de Dios se me ha manifestado en forma de agradecimiento; agradecimiento sincero y leal por parte de los presos. También en forma de perdón y arrepentimiento; aquí es cuando tiene sentido pleno el ser sacerdote, capellán de cárcel, para poder -en nombre de Dios- regalar el perdón a quien ha solicitado el sacramento.
De los presos (y del Señor) he aprendido a escuchar sin juzgarles, sin mirar el delito cometido, sin condicionamientos mediáticos. Descubrir el rostro de Jesús en medio de un mundo tan hostil es … un regalo.
He aprendido a tener hambre y sed de justicia. Constantemente. El sistema penitenciario de por sí es punitivo y no restaurador de las personas. Hambre de justicia, de que algún día inventemos un nuevo modo de ayudar a quienes cometen delitos. Encerrarlos en una cárcel es almacenar y acumular violencia y aún odio y venganza. Y en medio de todo ese mar de contradicciones el Señor se hace presente como: compañía, escucha, risa o lágrimas, esperanza, oración, silencio…