(Catholic Stand/Infocatólica) Nathan Krupa, bloguero y escritor católico ha relatado en el portal Catholic Stand un exorcismo en el que colaboró hace un año junto a otros amigos, a petición del exorcista diocesano. Le llamó la atención el ambiente sereno y de oración que había en la sala, muy distinto a lo que habitualmente se muestra en las películas de Hollywood.
Un diácono preparó una camilla frente a un altar con velas, sobre el cual después colocarían la Eucaristía para que el mismo Jesucristo estuviera presente. La persona a la que le iban a practicar el exorcismo (cuya identidad es, obviamente, confidencial) llegó serena y contenta, siendo informada de que debían restringir sus movimientos. El sacerdote estaba serio, concentrado, tranquilo y nada asustado. Todos los presentes rezaban mientras se llevaban a cabo los preparativos. Krupa y otros tres estaban encargados de sujetar a la persona cuando fuese necesario.
Una vez que la Eucaristía fue colocada en el altar, comenzó la batalla. Mientras Krupa, siguiendo las instrucciones del diácono, sujetaba sus piernas, la persona acostada en la camilla empezó a retorcerse y a sufrir convulsiones. A continuación, se puso a a rugir cuando el sacerdote la roció con agua bendita. Las convulsiones aumentaron, había risas, burlas, rugidos de ira y lenguaje ininteligible.
El presbítero comenzó a pedir a Dios que castigara a los demonios cada vez que se manifestaran, diciendo, por ejemplo: «por cada manifestación, libera a diez almas de las penas del purgatorio. Por cada insulto, concede la gracia de la conversión a tres satanistas de la zona. Por cada mentira, concede la gracia de la conversión a diez médicos que practican abortos».
Esto llamó mucho la atención de Krupa: «casi me echo a reír. Me pareció genial. Los demonios ya sufren el castigo supremo: la separación eterna de Dios. La mejor manera de castigarlos aún más es frustrar sus intentos de llevar almas al infierno. El diablo odia la salvación casi tanto como odia a Dios mismo».
Krupa continúa relatando que el sacerdote iba guiando a la persona sometida al exorcismo para que realizara una serie de renuncias que causaron que el demonio se enfadara considerablemente, como por ejemplo renunciar a una secta pentecostal a la que había pertenecido.
La sesión se alargó durante hora y media, y las manifestaciones fueron disminuyendo a medida que la persona renunciaba a sus pecados. Al terminar, la persona estaba tranquila y feliz.
¿Qué diferencias hay entre lo que nos narra Krupa y las películas de Hollywood? En la gran pantalla, las películas referentes a exorcismos suelen mostrar a un exorcista muerto de miedo, en un ambiente de terror, algo que no tiene sentido. El sacerdote conoce el poder del diablo, pero no le tiene miedo. «El diablo le temía a él», nos dice Krupa. San Juan de la Cruz enseña que el diablo teme al alma unida a Dios como teme a Dios mismo. Como sacerdote de Jesucristo y exorcista que actuaba bajo la autoridad de su obispo, el presbítero contaba con todo el respaldo de la Iglesia. Esta es la autoridad que Jesús le otorgó a Pedro cuando dijo: «te doy las llaves del reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo».
No por ello deja de ser una experiencia dura y dolorosa, porque el exorcismo es una batalla. La persona que se somete al exorcismo es liberada de la esclavitud de las tinieblas para que pueda entrar en el reino de la luz. Para ello Dios utiliza las armas de la misericordia, el perdón, el arrepentimiento, el amor y la compasión, a través de la Iglesia celeste y terrestre que reza unida.







