(InfoCatólica) En su discurso, el Santo Padre repasó la trayectoria de este siervo de Dios nacido en Londres en 1865, hijo de diplomático español y madre inglesa, y subrayó cómo su formación cosmopolita contribuyó a su servicio en la diplomacia pontificia.
El Papa indicó que Merry del Val fue llamado desde muy joven al servicio de León XIII y, posteriormente, enviado como Delegado apostólico a Canadá. Además, recordó su paso por la actual Pontificia Academia Eclesiástica, institución que llegó a presidir y que celebra este año su 325º aniversario. León XIV resaltó cómo el cardenal comprendió que la diplomacia de la Iglesia debía estar guiada por la fidelidad sacerdotal.
Nombrado arzobispo titular de Nicea con 35 años y creado cardenal por san Pío X a los 38, Merry del Val desempeñó el cargo de Secretario de Estado. El Pontífice afirmó que su juventud no fue un obstáculo, señalando que la madurez en la Iglesia no depende de la edad, sino de la identificación con Cristo.
Asimismo, el Papa hizo hincapié en la doble dimensión del cardenal como diplomático y pastor, recordando su dedicación a niños y jóvenes en Trastevere. Citó varias invocaciones de las Letanías de la Humildad (*), oración asociada a su nombre, como reflejo de su actitud espiritual ante las responsabilidades que desempeñó.
Según señaló el Papa, estas letanías ofrecen un modelo válido para quienes ejercen responsabilidades en la Iglesia y, en especial, en la diplomacia vaticana.
León XIV evocó también el lema episcopal del cardenal —«Da mihi animas, cetera tolle»— y su testamento, en el que pidió que esa única frase figurase en su tumba, situada en las criptas de San Pedro. Igualmente, citó la invocación final de las letanías: «Que los demás sean más santos que yo, con tal que yo sea todo lo santo que pueda», como resumen de su vivencia cristiana.
El Papa concluyó su intervención animando a la familia Merry del Val y a todos los presentes a inspirarse en esta figura, especialmente quienes colaboran con el Sucesor de Pedro en el ámbito diplomático. Finalizó encomendando esa misión a la intercesión de la Virgen María, a quien el cardenal profesó una profunda devoción.
(*) Letanías de la Humildad
Jesús manso y humilde de Corazón,
-Óyeme.
(Después de cada frase decir: Líbrame Jesús)
Del deseo de ser lisonjeado,
Del deseo de ser alabado,
Del deseo de ser honrado,
Del deseo de ser aplaudido,
Del deseo de ser preferido a otros,
Del deseo de ser consultado,
Del deseo de ser aceptado,
Del temor de ser humillado,
Del temor de ser despreciado,
Del temor de ser reprendido,
Del temor de ser calumniado,
Del temor de ser olvidado,
Del temor de ser puesto en ridículo,
Del temor de ser injuriado,
Del temor de ser juzgado con malicia
(Después de cada frase decir: Jesús dame la gracia de desearlo)
Que otros sean más amados que yo,
Que otros sean más estimados que yo,
Que otros crezcan en la opinión del mundo y yo me eclipse,
Que otros sean alabados y de mí no se haga caso,
Que otros sean empleados en cargos y a mí se me juzgue inútil,
Que otros sean preferidos a mí en todo,
Que los demás sean más santos que yo con tal que yo sea todo lo santo que pueda,







