Cheverly, el pueblo donde católicos y otros cristianos construyen comunidad

La fe como motor de convivencia

Cheverly, el pueblo donde católicos y otros cristianos construyen comunidad

En un tiempo de individualismo y secularización, este enclave de Maryland demuestra que la vida cristiana puede generar vínculos auténticos. La parroquia de San Ambrosio y las actividades comunes son el corazón de esta comunidad.

(NCRegister/InfoCatólica) En Cheverly, un pequeño municipio de Maryland a 20 minutos del Capitolio de Estados Unidos, ha surgido en los últimos años una comunidad cristiana intencional que reúne a familias católicas y de distintas denominaciones. Su vida cotidiana combina actividades culturales, oración y ayuda mutua, en un ambiente de fuerte cohesión.

El grupo «Well-Read Moms» es un ejemplo de ello. Varias madres se reúnen para leer y comentar obras clásicas como Ruth, de Elizabeth Gaskell, mientras los padres tienen su propio club de lectura, en el que recientemente dialogaron sobre Cartas del diablo a su sobrino, de C. S. Lewis.

Estas iniciativas forman parte de un fenómeno que se repite en otras zonas del país, donde, al mismo tiempo que declinan antiguos barrios católicos en ciudades industriales, surgen nuevos núcleos de vida cristiana conocidos como «comunidades intencionales».

En algunos lugares, el crecimiento se refleja en nuevas parroquias, escuelas o vocaciones sacerdotales. En otros, como Cheverly, se trata de comunidades más pequeñas que se forman de manera espontánea gracias a familias que buscan un entorno acogedor para criar a sus hijos en la fe. La expansión del teletrabajo tras la pandemia también ha facilitado que muchos se trasladen a lugares semejantes a los descritos en el libro La opción benedictina, de Rod Dreher.

Fundada en 1918 como barrio para trabajadores federales, Cheverly cuenta hoy con 6.000 habitantes. Según estimaciones de los propios vecinos, alrededor de 100 familias forman parte de esta red cristiana, caracterizada por un marcado espíritu ecuménico. «Aquí hay un grupo de cristianos muy intencionales», señaló Kate Fowler, madre de tres hijos educados en casa. «Es una mezcla muy hermosa de bautistas, presbiterianos, anglicanos, cristianos sin denominación y católicos».

Las reuniones son constantes: convivencias en fiestas litúrgicas, encuentros en parques, misas compartidas en la parroquia de San Ambrosio, charlas ofrecidas por religiosos y excursiones familiares. También existe un grupo de padres que se reúne de madrugada para orar. «Nos sorprendió la naturalidad con la que surgieron amistades auténticas, tanto con católicos como con otros cristianos», recuerda Fowler, que ahora espera su cuarto hijo.

La comunidad también comparte compromisos comunes. Tras leer y comentar The Anxious Generation, de Jonathan Haidt, varias familias decidieron no dar teléfonos móviles a sus hijos hasta los 14 años. «Estamos dispuestos a tomar estas decisiones juntos», explicó Amy Quinn, otra madre de la comunidad.

La ayuda mutua es otro rasgo esencial. John Shelton, recién llegado con su familia, contó cómo, tras una inundación en su casa, los vecinos se movilizaron para acoger a sus hijos, llevar comidas y colaborar en las reparaciones: «Fue una prueba más de la fortaleza comunitaria de Cheverly».

Aunque el pueblo carece de tiendas, cafeterías o supermercados, cuenta con parques, actividades municipales y espacios deportivos que favorecen el encuentro. La parroquia de San Ambrosio, con una activa comunidad hispana, es uno de los principales centros espirituales.

«Creo que todos buscamos personas con valores centrados en Cristo y en el Evangelio, y eso es lo que atrae a tantas familias aquí», afirmó Jamie Pugliese, vecina de Cheverly que regresó a la fe tras casarse y volver a su localidad natal.

La experiencia de esta pequeña localidad de Maryland refleja cómo la fe puede ser el motor para construir comunidades vivas, fraternas y orientadas a Dios, incluso en un entorno secularizado.

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