(NCR/InfoCatólica) En un artículo publicado en el National Catholic Register, el canadiense P. Raymond de Souza ha hecho balance de los primeros cien días del pontificado de León XIV, que se cumplirán mañana, día 16 de agosto.
El broche de estos cien días ha sido la «efusiva recepción que recibió en el Jubileo de la Juventud en Roma». En los últimos años, multitud de comentaristas han mostrado preocupación por el descenso del número de fieles en los actos papales, pero el Jubileo ha demostrado que los católicos siguen amando al Papa y la tendencia a la baja no tiene por qué ser permanente.
El P. De Souza señaló que este primer periodo del nuevo pontificado se ha caracterizado por la «consistencia en el estilo» y la ausencia de prisa en la toma de decisiones. «El Papa León parece coincidir en que la Iglesia necesita menos Robert y más Pedro», en referencia a su nombre antes de ser Papa, Robert Prevost. En efecto, se ha generalizado la sensación de que «las idiosincrasias personales del Papa, por muy entrañables que fueran en su día, han llegado a su fin».
Hay una serie de indicios, poco importantes en sí mismos, pero significativos, que muestran indica que el Papa León «está dispuesto a conformar su persona con el oficio petrino». Entre ellos, el P. De Souza señala que esté «vistiendo como deben vestir los papas, viviendo donde deben vivir los papas, incluso restaurando costumbres de la época de Juan Pablo II, como la procesión del Corpus Christi y la Misa de entrega del palio del 29 de junio».
A eso se une que «sus discursos han sido cristocéntricos y misioneros, el núcleo de la identidad católica». Asimismo, el Papa habló con los Jóvenes en el jubileo con gran fluidez en tres idiomas: italiano, inglés y español. «Tener un papa que se desenvuelve con facilidad en los dos idiomas más hablados del mundo católico –inglés y español– es una gran ventaja».
En resumen, desde el comienzo de su pontificado, «el Santo Padre ha servido a la Iglesia más como estabilizador que como impulsor del desorden». Para el sacerdote, puede que esta situación de tranquilidad y normalidad no dure, «pero mientras dure, es una bendición que hay que disfrutar».
En parte esa calma de los primeros cien días del pontificado se ha mantenido porque el Papa ha pospuesto las primeras decisiones que podrían ser polémicas, resistiendo las presiones para que tomara medidas que diversos grupos en la Iglesia consideran urgentes. Como ejemplos, el P. De Souza señala el proceso sinodal (que León XVI ha mantenido por el momento, pero sin comprometerse firmemente con él), la cuestión de la liturgia tradicional, el nombramiento de obispos de sedes importantes en Estados Unidos y, significativamente, el nombramiento de su propio sucesor al frente del Dicasterio para los Obispos. La única excepción importante ha sido declarar a San Juan Enrique Newman Doctor de la Iglesia, una acción que apenas ha suscitado críticas.
Para el P. De Souza, el Papa sabe bien que «las decisiones que finalmente tome podrían erosionar parte de la buena voluntad que prevalece actualmente». Por el momento, sin embargo, «el verano de la buena voluntad continúa» y el Papa León no tiene motivos para desear que termine antes de tiempo.







