9.08.20

El Rey de la apostasía

El sucesor de Francisco Franco en la Jefatura de Estado a título de rey, Juan Carlos Alfonso Víctor María de Borbón y Borbón, ha tenido que salir de España tras la avalancha de informaciones sobre su posible enriquecimiento ilícito, probable delito fiscal, etc. Enriquecimiento del que se aprovechó, sobre todo, una señora de castidad más que dudosa llamada Corinna zu Sayn-Wittgenstein, con quien el monarca emérito mantuvo una relación que iba bastante más allá de la amistad.

El revuelo en España es considerable, pero más allá de la rabiosa actualidad, conviene señalar una serie de hechos que pueden ayudar a formarse un juicio sobre la figura de don Juan Carlos:

1- Perjuro y usurpador del trono que correspondía a su padre

El 22 de noviembre de 1975, Juan Carlos I prestó juramento ante las Cortes españolas. El juramento se lo tomó Alejandro Rodríguez de Valcárcel, presidente de las Cortes: 

- Señor, ¿juráis por Dios y sobre los santos evangelios cumplir y hacer cumplir las leyes fundamentales del reino, y guardar lealtad a los principios que informan el movimiento nacional 

- Juro por Dios y ante los santos evangelios cumplir y hacer cumplir las leyes fundamentales del reino, y guardar lealtad a los principios que informan el movimiento nacional.

- Si así lo hiciereis, que Dios os lo premie. Y si no, que os lo demande.

No era la primera vez que el sucesor de Franco juraba defender los principios del movimiento nacional. La primera fue el 22 de julio de 1969, también ante las Cortes españolas. Justo después de su juramento dijo: “Quiero expresar en primer lugar, que recibo de su excelencia el Jefe del Estado y Generalísimo Franco la legitimidad política surgida del 18 de julio de 1936“.

Pues bien, nadie puede dudar que Juan Carlos de Borbón y Borbón juró en falso sobre la Biblia y los Santos Evangelios. 

No está de más recordar en qué consistían las leyes fundamentales del régimen franquista. Para ello, basta citar lo que dijo sobre el propio Franco San Juan XXIII, Papa:

Da leyes católicas, ayuda a la Iglesia, es un buen católico… ¿Qué más quieren?

Tampoco es baladí señalar que según las propias leyes de sucesión de la monarquía liberal borbónica, a quien correspondía ser Rey era a Don Juan, Conde de Barcelona, padre de Juan Carlos. El hijo, por tanto, usurpó el derecho del padre, aunque éste finalmente accedió a renunciar a sus derechos dinásticos. Señal, dicho sea de paso, de que dichos derechos existían, porque no se renuncia a lo que no se tiene. La cuestión tuvo su miga, como pueden comprobar ustedes escuchando el siguiente relato de Antonio García-Trevijano (*), posiblemente el único republicano auténtico que ha habido en España en el último medio siglo.

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27.07.20

Cristo, rey de los corazones y de las naciones

Error condenado por el beato Pío IX en su Syllabus:

LV. Es bien que la Iglesia sea separada del Estado y el Estado de la Iglesia.

Encíclica Imortale Dei, León XIII

Por esta razón, así como no es lícito a nadie descuidar los propios deberes para con Dios, el mayor de los cuales es abrazar con el corazón y con las obras la religión, no la que cada uno prefiera, sino la que Dios manda y consta por argumentos ciertos e irrevocables como única y verdadera, de la misma manera los Estados no pueden obrar, sin incurrir en pecado, como si Dios no existiese, ni rechazar la religión como cosa extraña o inútil, ni pueden, por último, elegir indiferentemente una religión entre tantas. Todo lo contrario. El Estado tiene la estricta obligación de admitir el culto divino en la forma con que el mismo Dios ha querido que se le venere. Es, por tanto, obligación grave de las autoridades honrar el santo nombre de Dios. Entre sus principales obligaciones deben colocar la obligación de favorecer la religión, defenderla con eficacia, ponerla bajo el amparo de las leyes, no legislar nada que sea contrario a la incolumidad de aquélla. Obligación debida por los gobernantes también a sus ciudadanos

Encíclica Quas Primas, Pío XI

erraría gravemente el que negase a Cristo-Hombre el poder sobre todas las cosas humanas y temporales, puesto que el Padre le confirió un derecho absolutísimo sobre las cosas creadas, de tal suerte que todas están sometidas a su arbitrio. Sin embargo de ello, mientras vivió sobre la tierra se abstuvo enteramente de ejercitar este poder, y así como entonces despreció la posesión y el cuidado de las cosas humanas, así también permitió, y sigue permitiendo, que los poseedores de ellas las utilicen.

Acerca de lo cual dice bien aquella frase: No quita los reinos mortales el que da los celestiales. Por tanto, a todos los hombres se extiende el dominio de nuestro Redentor, como lo afirman estas palabras de nuestro predecesor, de feliz memoria, León XIII, las cuales hacemos con gusto nuestras:

El imperio de Cristo se extiende no sólo sobre los pueblos católicos y sobre aquellos que habiendo recibido el bautismo pertenecen de derecho a la Iglesia, aunque el error los tenga extraviados o el cisma los separe de la caridad, sino que comprende también a cuantos no participan de la fe cristiana, de suerte que bajo la potestad de Jesús se halla todo el género humano.

Muchos de los fieles católicos de hoy en día, por no decir la inmensa mayoría, han sido formados en la ignorancia de lo que enseñaba la Iglesia sobre el Reinado Social de Cristo. Y cuando se encuentran con la sana doctrina católica de siempre, les resulta extraña.

La cosa, en realidad, es más fácil de lo que parece aunque no lo vean en primera instancia. Que Cristo debe reinar en el corazón de cada creyente no es discutible. Es obvio. La cuestión es si no debe reinar también en las familias. Seguramente también están de acuerdo. ¿Y qué pasa con las instituciones “superiores” a las familias (*)? Me refiero, por ejemplo, a una parroquia o a un municipio. A una diócesis o al pueblo de una nación, ¿ahí no reina? ¿Y qué pasa con las naciones? ¿ahí tampoco le toca reinar?

¿Reducimos el reinado de Dios solo al ámbito de la persona, del individuo? ¿quizás solo al de la comunidad religiosa? ¿Qué hay que deba escapar a dicho reinado?

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16.05.20

Bugnini y la refoma litúrgica. No quito ni pongo Rey

Este vídeo con imágenes inéditas es un homenaje “in memoriam” al P. José López Calo (1922-2020), sacerdote jesuita y musicólogo de prestigio internacional que vivió en primera persona las pugnas y dificultades de la gran reforma litúrgica del Concilio Vaticano II. Con tal motivo preparó una conferencia titulada “Rememoraciones litúrgicas de un noventón” para las Jornadas Nacionales de Liturgia organizadas por la Comisión Episcopal de Liturgia de la CEE en Santander en el año 2017. Finalmente, no pudo pronunciar por su avanzada edad, pero fue leída por Oscar Valado y publicada en el número 357 de la revista Pastoral Litúrgica.

Lo que han leído ustedes en el anterior párrafo es la presentación del vídeo que van a ver. Lo único que voy a decir es que, como me comentaba un amigo sacerdote, parece que hay cosas que no se dicen hasta que uno tiene 95 años. Y yo digo que más vale tarde que nunca.

Dios tenga en su gloria al P. López Calo

8.05.20

Negrito como paradigma

Lean ustedes:

Se llamaba Negrito, tenía cuatro años y se ha convertido en el primer caso confirmado de gato infectado en España de coronavirus y el sexto en el mundo. En su hogar, en Catalunya, varias personas estaban enfermas de Covid-19 y una de ellas, su propietario, murió a causa de la enfermedad. A Negrito las cosas no le fueron mejor. Sufría una cardiopatía grave que, al empeorar, hizo que le tuvieran que practicar una eutanasia. Ahora, la autopsia ha revelado que este felino tenía material genético del SARS-CoV-2.

Eso, en La Vanguardia. Y en El Español:

Investigadores del Centro de Investigación en Sanidad Animal (CReSA, en sus siglas en catalán) han detectado el primer gato infectado por coronavirus de España, el sexto en todo el mundo.

El gato, de nombre “Negrito” y que ya ha fallecido, vivía con una familia con diversas personas afectadas por COVID-19 en Cataluña y padecía una enfermedad cardíaca.

En la primera noticia se nos da el nombre del animal y no el del dueño también fallecido. En la segunda, ni siquiera se habla de dueño que murió por Covid-19.

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25.04.20

Secuestrada, casi invisible

Del Oficio de Lecturas de hoy, sábado 25 de abril:

La Iglesia, habiendo recibido, como hemos dicho, esta predicación y esta fe, aunque esparcida por todo el mundo, la guarda con diligencia, como si todos sus hijos habitaran en una misma casa; y toda ella cree estas mismas verdades, como quien tiene una sola alma y un solo corazón, y, en consecuencia, las predica, las enseña y las transmite, como quien tiene una sola boca. Porque, si bien en el mundo hay diversidad de lenguajes, el contenido de la tradición es uno e idéntico para todos.

Y lo mismo creen y transmiten las Iglesias fundadas en Germania, así como las de los iberos, las de los celtas, las del Oriente, las de Egipto, las de Libia y las que se hallan en el centro del mundo; pues, del mismo modo que el sol, creatura de Dios, es uno e idéntico en todo el mundo, así también la predicación de la verdad brilla en todas partes e ilumina a todos los hombres que quieren llegar al conocimiento de la verdad.
Contra los herejes, San Ireneo de Lyon

Así era la Iglesia en el siglo II. Una misma fe, una misma predicación independientemente de dónde estuviera. Así ha sido la Iglesia duante 20 siglos. Ciertamente ha sufrido el embate de cismas y herejías, pero dentro de ella la fe era la misma. 

Hoy esa Iglesia prácticamente se ha desvanecido. No digo que haya dejado de existir -los mártires dan testimonio de su existencia-, pero no es visibile en amplias zonas del mundo. Basta ver lo que predican buena parte de los obispos alemanes y lo que predican los polacos. No profesan la misma fe. Y dentro de la propia Iglesia en Alemania no es igual lo que predica el cardenal Kasper que lo que predica el cardenal Woeki. No es lo mismo lo que predica el cardenal holandés Eijk que lo que predican la mayoría del resto obispos holandeses. Etcétera.

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