Del templo idolatrico al Sagrario

Esta vez no van a leer sobre Tanzania, sino el hermoso testimonio de uno de nuestros misioneros en Extremo Oriente. Esta crónica la recibí hace apenas dos semanas. Al leerla, quedan comprometidos a rezar por los misioneros en aquellas lejanas tierras.

P. Diego Cano IVE.

——————–

Hace un año llegué a Taiwán. Recuerdo que, entonces, recién bajado del avión, salí a conocer el terreno misional con el Padre Pablo. Era la primera vez que caminaba por la zona de la Parroquia de Dayuan. No sabíamos ni un palabra de chino, salvo saludar, pero nos metimos en un templo pagano y ahí conocimos a un chino –llamado Li-, quien nos mostró uno por uno a los ídolos. Nos mostró hasta el tercer piso de ese lugar. Buena parte de nuestra comunicación era por medio de señas pues su inglés era mínimo y nuestro chino era nulo. Una parte del diálogo fue por gestos y lo demás era un lenguaje de sordos, pero a Dios, como nos enseñó San Pablo, le gusta valerse de nuestra debilidad.

La cuestión es que después de la “visita guiada” por este templo local lo invitamos a Li que venga a la Parroquia. Él aceptó venir, hizo las genuflexiones que le dijimos, reverenció a la Virgen –imitándonos- y luego lo invitamos a rezar ante el Sagrario, de rodillas. Él estuvo rezando unos instantes.

Solo Dios sabe lo que pasó en su alma, mientras él estaba rezando ante el Santísimo, pero nosotros somos testigos de hechos externos muy claros. Me explico. Ni bien terminó de rezar, muy contento nos dijo: “I’m happy”. Luego, nos preguntó donde dejar la limosna y nos dejó su tarjeta. Varias veces lo llamamos pero siempre había algún contestador.

Durante un año no tuvimos noticias de Li. Pero, ¿qué pasó? Pasó que, luego de un año sin tener noticias de él,  hoy vino a la Misa del Año Nuevo Chino y con gran alegría, pidió entrar al Catecumenado. Nos recordó que dos Sacerdotes extranjeros lo habían invitado hace un año. ¡Eramos nosotros! Al principio, no lo reconocí y luego me acordé quien era.

Este caso es muy interesante porque lo único que habíamos hecho fue invitarlo a rezar ante el Sagrario, pero algo pasó en su alma… Algo grande obró Jesús Sacramentado en esos 40 segundos en los que Li rezó de rodillas. Algo tan grande que lo llevó a decir que estaba feliz y que lo llevó a venir a la Iglesia un año después –y a venir precisamente en el día de Año Nuevo Chino, que acá es el día más importante de todos-. Algo tan grande que lo llevó oír toda la Misa –¡a pesar de que me olvidé siete caracteres!- y pedir entrar al Catecumenado. ¡Algo grande obró Jesús Sacramentado en él! Por algo, el Beato Manuel Gonzalez escribió que “el Corazón de Jesús no está en el Sagrario ni callado ni ocioso”. Es más, decía el Beato, “no hay en toda la tierra un lugar en donde se hable más y mejor y se trabaje más activa y fecundamente” que el Sagrario. Hoy comprobamos empíricamente lo que sabemos desde siempre: el máximo Misionero es Jesús Sacramentado.

Termino con una breve reflexión: ¡es muy importante ir a invitar a los paganos a la Iglesia! A veces no vemos frutos, pero a veces los vemos (aunque sea un año después, como en este caso). De nosotros depende trabajar y rezar por la conversión de los pobres infieles. De lo demás se encarga Dios. ¡Y qué bien que lo hace!

¡Cristo vence!

Padre Federico

Misionero en Extremo Oriente

19-02-15

 

3 comentarios

  
María de los Ángeles
Me ha gustado mucho, padre.
Y sobretodo el consejo del final. Invitar a los paganos a la iglesia que quizá se vean los frutos, aunque tarde como este caso maravilloso en que Jesús obró.
¡Firmes en la brecha!.
10/03/15 7:54 PM
  
María
Me encantó.
10/03/15 9:40 PM
  
Rafa
Hermoso

Las cosas como son, es muy "fuerte" lo que Dios nos ha regalado, el poder estar cara a cara con Él en el sagrario, es más, poder tenerlo dentro de nosotros, corriendo por nuestras venas.

Cuando me paro a pensarlo siempre acabo en la conclusión que es una bendita locura

Adelante Padre
11/03/15 11:27 AM

Los comentarios están cerrados para esta publicación.