Persecución de la Palabra y tradiciones navideñas alrededor del mundo (Jn. 1, 14)
Empezamos la Octava de Navidad con el ejemplo de San Esteban, protomártir, que explicó y experimentó en persona cómo la Palabra “Vino a su casa y los suyos no la recibieron”, (Jn 1, 14) (como se oyó en el Evangelio de la Natividad del Señor). Este patrono de diáconos (uno de los primeros 7) explicaba con valentía su fe y como los que discutían con él “no encontraban argumentos, frente a la sabiduría y al espíritu que se manifestaba en su palabra, sobornaron a unos hombres para que dijeran que le habían oído blasfemar contra Moisés y contra Dios.” (Hechos 6, 10-11)
En su discurso ante el Sanedrín habló sobre la presencia de Dios en la historia de los judíos desde Abraham y la dureza de corazón del Pueblo elegido de Dios en el desierto con Moisés y con los profetas. Lo que resultó en su condena fue que exclamó con palabras del profeta Daniel sobre el Mesías: «Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios». (Hechos 7, 56) y murió entregando su espíritu al Señor y perdonando a los que le lapidaban.
La Iglesia ha estado sufriendo persecución durante siglos. Se pensaba que la canción “Los doce días de Navidad” era una forma de enseñar la fe católica en tiempos de persecución en Inglaterra. Pero esa idea es de tiempos modernos porque esa canción originó en Francia como una canción festiva sin implicaciones religiosas y lo que supuestamente enseñaba no diferenciaba a los católicos de los protestantes. Se confundió con otras canciones que sí usaban números para enseñar la fe. Los doce días se refieren a los que hay entre la Navidad y la Epifanía, que en ciertas épocas eran días de ayuno y oración.


“Dios, amador de los hombres, mezcla trabajos y dulzuras, estilo que El sigue con todos sus santos. Ni los peligros ni los consuelos nos los da continuos, sino que de unos y otros va El entretejiendo la vida de los justos.” (S. Juan Crisóstomo, Hom. sobre S. Mateo,8) Quizás se ve un poco de esa mezcla especialmente al final del Adviento, entre la alegría de la espera y el llamado “estrés navideño” (aunque aún no es Navidad). Se dice que a la miseria le encanta la compañía (“Misery loves company”). En ese caso, a los que están padeciendo un poco del “estrés navideño” les interesará recordar las dificultades que enfrentan los ciudadanos actuales de Belén, y la que enfrentó allí la Sagrada Familia poco antes de nacer Jesús (y cómo superaron éstos su “estrés”).
El Papa Benedicto XVI nos invitó durante el rezo del Ángelus de este pasado domingo a “aprender de [María y José] el secreto del recogimiento para gustar la alegría de la Navidad” (