¿Qué lugar ocupa Cristo en los debates católicos?

Copio el siguiente comentario que dejó el lector Foix en el artículo “Pío XII y la opinión pública dentro de la Iglesia” del blog “Cor ad cor Loquitor”:

“Estoy de acuerdo, con [Luis Fernando] y con las palabras de Pio XII. Fuera de las materias que forman el núcleo dogmático de nuestra fe, creo que podemos conversar de todo lo demás con mesura, con respeto y sin malevolencia.

La diversidad de opiniones sobre un asunto la concibo como cosa buena y, a menudo, necesaria para un mayor enriquecimiento de nuestro juicio y para decantar un criterio sólido sobre las cosas. Ortega y Gasset, en el capítulo X de su libro “El tema de nuestro tiempo” desarrolla su teoría del punto de vista que, a mi entender, es muy acertada: dos personas están mirando un cuadro; uno, muy cerca, percibe todos los detalles, las minúsculas pinceladas de la obra; el otro lo mira de lejos y contempla el cuadro en su conjunto con sus ejes, puntos de vista y sus puntos de fuga. ¿Están los dos viendo el mismo cuadro? Sí, los dos miran el mismo cuadro. Pero…¿ven lo mismo? No, no ven lo mismo y sin embargo están mirando el mismo cuadro.

¿Qué significa esto? Que el punto de vista no descompone la realidad sino que organiza la realidad. No haya miedo a distintos puntos de vista si media el debido respeto en los enunciados.”



Me recuerda este vídeo de un cuadro pintado en menos de 5 minutos al que me llamó la atención el lector Ignacio:

Los que ya habían visto el vídeo verán algo diferente de los que lo ven por primera vez. Ante la Pasión, Muerte y Resurreción de Jesús, ¿vemos todos lo mismo? Los apóstoles que oyeron por primera vez la noticia de la Resurrección de Jesús también experimentaron algo diferente de los que hemos oído sobre la Resurrección de Jesús y creído en ella toda nuestra vida. Estaban encerrados juntos por miedo a los judíos, quizá discutiendo entre ellos el gran acontecimiento. Según el evangelio del II Domingo de Pascua: “Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: ‘Paz a vosotros’” (Jn. 20, 19). Aparece de repente (como la gran sorpresa revelada al final del vídeo) aunque había estado con ellos en todo momento.

Los desalentados discípulos de camino a Emaús hablaban sobre lo que había pasado, intentando encontrarle el sentido a la situación en que se encontraban, cuando el Señor se apareció también a ellos y se unió a la discusión, aclarándolo todo de tal forma que Su Presencia les hizo arder el corazón, como se dijeron después. Pero, permanecían cegados a esa Divina Presencia. ¿Qué lugar ocupa el Señor en los debates entre los católicos? ¿Cuánto tiempo tardamos en reconocer al Señor entre nosotros? ¿Le dejamos al Señor hablar en nuestras conversaciones sobre la fe o sólo nos dejamos inquietar por nuestros vanos pensamientos?

Si nos inquietamos, recurramos al Señor para que nos defienda, como expresa muy bien Lope de la Vega:

Dulce Señor, mis vanos pensamientos
fundados en el viento me acometen,
pero por más que mi quietud inquieten
no podrán derribar tus fundamentos.

No porque de mi parte mis intentos
seguridad alguna me prometen
para que mi flaqueza no sujeten,
ligera más que los mudables vientos.

Mas porque si a mi voz, Señor, se inclina
tu defensa y piedad, ¿qué humana guerra
contra lo que Tú amparas será fuerte?

Ponme a la sombra de tu cruz divina,
y vengan contra mí fuego, aire, tierra,
mar, yerro, engaño, envidia, infierno y muerte.

Nuestro Señor siempre está dispuesto a ayudarnos por el camino con Su Luz, como hizo por los discípulos de camino a Emaús, especialmente cuando Él es la meta de nuestros intercambios con otros.

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Estación IV del Vía Lucis – Los discípulos de camino a Emaús

P Te adoramos, oh Cristo resucitado, y te bendecimos.
T Porque con tu Pascua has dado la vida al mundo.

Del Evangelio según San Lucas (Lc 24, 13-19. 25-27)

“Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante una dos leguas de Jerusalén. Iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. El les dijo: ¿qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino? Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó: “¿Eres tu el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?” El les preguntó: “¿Qué"? Ellos contestaron: “lo de Jesús, el Nazareno, que fue un Profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo” (…) Entonces Jesús les dijo: “¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?” Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura.


Meditación de fragmentos sacados del Catena Aurea de Sto. Tomás de Aquino

1) “Los citados discípulos hablaban entre ellos de lo sucedido, no como creyendo en ello, sino como admirados por cosas tan extrañas. (Sto. Tomás de Aquino)

2) “Cuando hablaban de El, Jesús se aproximó y los acompañaba, para inculcar en ellos la fe de la resurrección y para cumplir lo que había ofrecido, de que ‘cuando estén congregados en mi nombre dos o tres, allí estoy yo en medio de ellos’ (Mt 18,20). (S. Beda)

3) “Primero se debe obrar y después se debe hablar. Nadie es atendido si antes no demuestra que practica lo que dice. La acción precede a la vista, porque si no limpias el espejo del entendimiento por medio de las acciones, no puede decirse que brilla la hermosura deseada. Por esto sigue todavía: ‘Delante de Dios y delante de los hombres’. Primero se debe agradar a Dios, y después, en cuanto sea posible, se debe cuidar de la inocencia ante los hombres, para que precediendo el honor de Dios, podamos vivir de modo que no se escandalicen los demás.” (Sto. Tomás de Aquino)

4) “El Señor probó a continuación que todo esto no sucedió de un modo eventual, sino como realización de lo que ya tenía planificado. Por esto sigue: ‘Y comenzando desde Moisés y de todos los profetas, se lo declaraba en todas las Escrituras que hablaban de El’, como diciendo: a pesar de que sois tardos, yo os volveré prontos explicándoos los misterios de las Sagradas Escrituras.” (S. Juan Crisóstomo)

5) “Y si Moisés y los profetas han hablado de Jesucristo y han predicho que entraría en la gloria por medio de la pasión, ¿cómo puede gloriarse de llevar el nombre de cristiano quien no se ocupa de investigar de qué modo las Escrituras se refieren a Cristo? En este concepto no aspira a la gloria que desea tener con Cristo por medio de la pasión.” (S. Beda)


Ante el Crucifijo

Yo soy la Luz y tú no me ves…
Yo soy el Camino y tú no me sigues…
Yo soy la Verdad y tú no me crees…
Yo soy la Vida y tú no te acercas a Mí…
Yo soy el Maestro y tú no me escuchas…
Yo soy el Jefe y tú no me obedeces…
Yo soy tu Dios y tú no me pides…
Yo soy tu gran Amigo y tú no me amas…
Si no te sientes feliz
no me lo reproches a Mí…
San Francisco de Asís


Preguntas del día [Puede dejar su respuesta en los comentarios]
: ¿Qué lugar ocupa Cristo en los debates católicos? ¿Cómo pueden nuestras conversaciones ayudar a otros a encontrar a Cristo?

Mañana –Vía Lucis V – Reconociendo a Jesús al partir el pan - “¡Señor mío y Dios mío!” (Jn. 20, 28)

9 comentarios

  
Gabaon
Pues la verdad es que Cristo es el gran ausente en muchos de los debates sobre él.

A mí me sorprende que a la hora de justificar la carnalidad con la que se hace la "defensa de la fe" se recurre tan pronto al testimonio de muchos Santos; se trata de copiar de ellos la vehemencia con la que hablaban en contra de los enemigos de la fe, pero de ellos no se copia la mesura, la caridad, ni la ausencia de pasiones viles que había en sus palabras. Así, en orden a hacer una "defensa de la fe" se termina presentando lo característicamente sublime de ella como lo más banal.

Y claro... es más fácil ubicar la carnalidad personal y el espíritu de contienda detrás del escudo de la apología, que recorrer el camino del dominio de la lengua y la santidad para una vez probada la virtud tratar de corregir al equivocado.
23/04/09 7:21 AM
  
anarico
María, me encanta tu blog porque en él encuentro unos aperitivos de lo más gustoso y estimulante para encender la pasión y el deseo de buscar la Verdad.
Hoy lo que nos tres de S. Juan Crisóstomo y S. Beda, es perfecto para que nos animemos más a salir del conformismo perezoso y del rollito facilón del autoengaño que no es otra cosa que perder la vida. Y sí, los tardos se vuelven prontos cuando se les explican los misterios de las Escrituras: la buena doctrina transforma a los hombrecillos en gigantes en un pis-pas. S. Beda "remacha el clavo" preguntando cómo se puede llamar cristiano quien no tiene deseo de conocer lo que dicen las Escrituras de Cristo. Tan claro y palpable como meter el dedo en la llaga nos señalan éstos santos la falla principal del catolicismo de nuestro tiempo.
Y como me he quedado en anteriores post con la gana de decir algo, lo digo ahora: el pasaje del Evangelio donde la Magdalena va al sepulcro y habla con el hortelano etc, etc, lo explica S. Francisco de sales, de forma, que es una gozada embriagadora de perfección. Siento no poder traerlo aquí para que todos degustéis un bocadito,
23/04/09 7:34 AM
  
Pedro
Creo que con demasiada frecuencia desplazamos a Cristo de nuestros debatesy preferimos polemizar sobre cosas mundanas de actualidad o sobre asuntos políticos relacionados con la Iglesia. Y no es que no podamos hablar de estas cosas [podemos y debemos hacerlo] sino que, en el fragor de la batalla dialéctica, Cristo queda oscurecido en esos debates y su Palabra orillada.

Y así no navegamos.
23/04/09 2:26 PM
  
María Lourdes
Gabaon, es verdad que, como señala, es más dificil ser santo que citar a santos. Pero, gracias a Dios, no parece que haya dos santos idénticos y además no nacieron todos santos.

Ya sabemos de sobra cómo los mismos apóstoles fueron hombres que discutían entre ellos sobre quién era el mayor entre ellos y que a pesar de vivir con Jesús también se dejaban llevar por sus sentimientos a veces (como los hermanos "de trueno" S. Juan y Santiago que pensaron en pedir que cayera fuego del cielo sobre las ciudades que no les querían recibir). S. Francisco de Sales, muy conocido por su dominio de sí y dulzura con los demás tardó años en controlarse porque su temperamento desde niño era muy inclinado a la ira. También es muy conocido cómo S. Pío de Pietrelcina echaba a veces penitentes del confesionario sin demasiada mesura.

Lo maravilloso es que a pesar de nuestras debilidades humanas la santidad está al alcance de todos y todos estamos llamados a ella para entrar en el Cielo. Dios sabe hacer diamantes con carbón. Por eso necesitamos la gracia divina, como tan bien comenta en su interesante blog. Un saludo.
23/04/09 2:44 PM
  
María Lourdes
Anarico, como dice Gabaon, no se puede quedar uno sólo con las palabras sino también se ha de imitar y dar buen ejemplo. Por eso me parece que meditar las Escrituras es indispensable para conocer más a fondo no sólo las palabras de Cristo, sino todo su forma de ser: de amar, de rezar, de hablar, de pensar... de olvidarse de sí mismo para pensar sólo en la voluntad de Su Padre.

Pero, también tenemos los católicos el gran privilegio de poder recibir al mismo Jesucristo en la Eucaristía y de tener contacto con Él por medio de los Sacramentos. Allí deberíamos de buscarle con frecuencia para dejar que sea Él más y más cada día el que actúe por medio de nosotros. En la Santa Misa encontramos a Cristo mismo en la Liturgia de la Palabra y de la Eucaristía, una combinación perfecta.

Me ha dejado con las ganas de leer lo que dice S. Francisco de Sales sobre Sta. María Magdalena. Cuando tenga tiempo lo investigaré más. Le agradezco también sus amables palabras.
23/04/09 2:56 PM
  
María Lourdes
Pedro, ¡qué imagen más preciosa la de la navegación! Se lee en el Nuevo Testamento que Jesús predicó desde el barco de S. Pedro, si no me equivoco. La Iglesia (en cierta forma una nave de S. Pedro) sigue llevando al Señor dentro de ella, pero a veces nuestros propios intereses (y orgullo) no dejan que sea Él el que guíe la conversación entre católicos o que sea Su Voz y no la nuestra la que se oiga.

Me parece que parte del problema es que no es fácil reconocerle al Señor en los demás, en reconocer que Él habla por medio de otros tanto o más que por medio de nosotros. Un saludo.
23/04/09 3:13 PM
  
Noby
ML
Creo que es necesario recuperar en el uso cotidiano del lenguaje las palabras coloquiales que mencionan al Señor y a lo religioso.No es igual decir "adiós" que "hasta luego",no es igual decir "Dios mediante" que "si no pasa nada",y así sucesivamente.A veces nos da vergüenza mostrarnos como cristianos,y yo creo que por ahí se empieza.
23/04/09 8:26 PM
  
María Lourdes
Noby, creo que tiene razón. ¡Qué diferencia entre Sta. María Magdalena, a quien sólo le importaba lo que pensaría Jesús de ella y los discípulos de camino a Emaús! Pero, hasta éstos le dijeron al desconocido que se acercó a ellos que pensaban que Jesús iba a librar a Israel.

Unos amigos míos que había conocido en la universidad muchos años antes de casarme, se sorprendieron al enterarse por mi invitación de boda que era católica. Eso me hizo pensar mucho sobre por qué unos que hablaban tanto conmigo no sabían que era católica aunque no lo estaba escondiendo y creía que era claro a otros.

24/04/09 3:21 AM
  
María Lourdes
Noby, se me acaba de ocurrir un ejemplo más para añadir a los que menciona. Cuando se oye a alguien estornudar, lo normal es decir en inglés: "God bless you", ("Dios le bendiga") pero se suele oír: "bless you", sin mencionar a Dios. Como dice usted, no es lo mismo. Un saludo.
24/04/09 5:34 AM

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