15.10.21

CXVI. La «espiritualidad» de los cuerpos en el cielo

1436. –¿En qué consiste el cuarto y último don de la sutileza que poseen los cuerpos resucitados?

–En el capítulo del cuarto y último libro de la Suma contra los gentiles, Santo Tomás se ocupa de la existencia y naturaleza de la sutileza en la siguiente explicación: «El alma que disfruta de Dios se unirá perfectísimamente a Él y participará de su bondad en grado sumo conforme a su propia medida».

Se puede pensar que del mismo modo: «el cuerpo se sujetará perfectamente al alma, participando de sus propiedades en cuanto es posible, en clarividencia de los sentidos, ordenación del apetito corporal y en todo género de perfección natural; pues tanto más perfecta es una cosa en la naturaleza cuanto su materia se sujeta más perfectamente a la forma».

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2.10.21

CXV. El cuerpo de los bienaventurados

1420. –¿Cuáles serán las características de los cuerpos resucitados?

–Después del capítulo de la Suma contra los gentiles dedicado a la incorruptibilidad de los cuerpos resucitados, que hará que el hombre sea inmortal, en el siguiente, se ocupa de las condiciones de tales cuerpos. Comienza por recordar que cada uno de los resucitados tendrá su cuerpo íntegro, en todas sus partes, porque «por el mérito de Cristo se quitará en la resurrección lo defectuoso de la naturaleza que es común a todos»[1]. El cuerpo humano resucitará íntegro en todas sus partes. Además, quedarán restaurados todos los fallos de la naturaleza, y sin enfermedad, ni sus secuelas, ni ningún deterioro, que haya tenido.

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15.09.21

CXIV. La resurrección del cuerpo y la Eucaristía

1406. –¿La composición de los cuerpos resucitados en la vida eterna será la misma que en la vida temporal?

–Después de los anteriores capítulos de la Suma contra los gentiles, dedicados a los cuerpos resucitados, Santo Tomás se ocupa en otro de la naturaleza del cuerpo en esta nueva condición, porque explica que: «Como vemos que todo cuerpo compuesto de contrarios se ha de corromper necesariamente, hubo quienes dijeron que los hombres resucitados no tendrían tales cuerpos compuestos de contrarios».

Se dieron varias doctrinas respecto a ello. «Unos, movidos por el dicho de San Pablo: «se siembra un cuerpo animal, resucita un cuerpo espiritual« (1 Cor 15, 44), afirmaron que nuestros cuerpos no resucitan en naturaleza corporal, sino que se convierten en espíritus»,

De una manera parecida: «Otros, movidos por la misma afirmación, dijeron que nuestros cuerpos eran en la resurrección sutiles y semejantes al aire y al viento ya que el «espíritu» se llama aire y así, «espirituales» equivale a aéreos».

Por último: «Y otros, con ocasión de lo que dice San Pablo hablando de la resurrección: «Hay cuerpos celestes y cuerpos terrestres» (1 Cor 15, 40), dijeron que las almas tomaran en la resurrección cuerpos no terrestres sino celestes».

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1.09.21

CXIII. Los resucitados y el milenio

1394. –¿Los resucitados serán inmortales?

–Después de la explicación de la resurrección, que ha ofrecido Santo Tomás en los capítulos anteriores, presenta dos consecuencias, en los dos siguientes. La primera es que: «en la resurrección futura los hombres resucitarán de modo que no volverán a morir».

Para confirmarla da varios argumentos filosóficos y teológicos. Uno de los meramente racionales es el siguiente: «Si los hombres resucitados vuelven a morir, volverán a resucitar de dicha muerte o no». En el primer caso: «hay que afirmar que resucitarán, porque «si no resucitan, las almas permanecerán perpetuamente separadas, cosa que no conviene, como ya se dijo (IV, c. 79). En el segundo caso, «si no resucitan después de una segunda muerte, no hay razón para que resuciten después de la primera».

No obstante, en este segundo caso, a pesar de todo: «si han de volver a morir, habrá un proceso infinito, que alternarán la muerte y la vida en un mismo sujeto». Pero es también un inconveniente, porque: «es preciso que la intención de Dios se dirija a algo determinado», y, en cambio, «la alternación sucesiva de vida y muerte es como una cierta transmutación, que no puede ser un fin, ya que el fin es contrario a la esencia del movimiento, porque todo movimiento tiende hacia algo», que es su término o fin.

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16.08.21

CXII. La racionalidad de la resurrección de la carne

1380. –¿Se puede demostrar el dogma de la resurrección de la carne?

–El hecho de la resurrección de la carne, indicado expresamente en la Sagrada Escritura es un dogma de fe, que está contenido en el Símbolo de los Apóstoles –«creo en (…) la resurrección de la carne»[1]– y no se puede demostrar. Sin embargo, se puede confirmar racionalmente. Así lo indica Santo Tomás, a continuación, al escribir: «Además, supuesto lo que anteriormente se demostró, puede servir para mostrar la futura resurrección de la carne»,

Manifiesta su racionalidad y posibilidad con tres argumentos. El primero es filosófico y se basa en dos tesis antropológicas ya probadas. La primera es que: «las almas humanas son inmortales, pues permanecen después de los cuerpos y desligadas de los mismos». La segunda es el carácter de forma de la substancia alma, que permite su unión substancial con el cuerpo, porque: «El alma se une naturalmente al cuerpo, porque es esencialmente su forma».

De las dos tesis se sigue esta conclusión: «el estar sin el cuerpo es contra la naturaleza del alma. Y nada contra naturam puede ser perpetuo. Luego el alma no estará separada del cuerpo perpetuamente».

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