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15.01.24

XLVIII. Muerte obediente de Cristo

1. La obediencia a Dios[1]

La muerte de Cristo fue también por obediencia a su Padre, «tal como se dice en la Escritura: «se hizo obediente hasta la muerte» (Flp 2, 8)»[2]. Santo Tomás, en el artículo siguiente, prueba con tres razones la conveniencia de la obediencia de Cristo al precepto de su Padre de morir en la cruz.

La primera, porque: «porque esto convenía a la justificación humana a fin de que: «como por la desobediencia de un solo hombre muchos fueron pecadores, así por la obediencia de un hombre muchos son hechos justos» (Rom 5, 19)»[3].

Al comentar estas palabras de San Pablo, de las que se desprende que el primer pecado del hombre fue de desobediencia, advierte Santo Tomás que podrían parecer dudosas, ya que: «según la Escritura que: «El principio de todo pecado es la soberbia» (Ecle 10, 15)».

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4.01.24

XLVII. Voluntaria muerte de Cristo

1. Cristo, autor de su Pasión[1]

En la segunda cuestión de las dedicadas a la Pasión de Cristo, Santo Tomás determina quienes fueron sus autores. Su tesis es que su muerte se debió a cuatro causas eficientes, pero en distintos sentidos: el mismo Cristo y Dios Padre como autores principales, y los gentiles y los judíos, como ejecutores y responsables, sobre todo estos últimos.

En el primer artículo, sostiene que «Cristo fue muerto por sí mismo», es decir, que quiso sufrir voluntariamente su muerte, Justifica esta tesis con esta clara explicación: «De dos modos se puede ser causa de algún efecto».

De un modo: «actuando directamente sobre el efecto. Y de este modo, los perseguidores de Cristo le dieron muerte, porque le aplicaron la causa suficiente para morir, con intención de matarle, y con el efecto consiguiente, esto es, porque de aquella causa se siguió la muerte».

De otro modo: «actuando indirectamente», esto es, como causa eficiente indirecta, porque así en cuanto a la causa directa «no la impide, pudiendo hacerlo». Lo ilustra el siguiente ejemplo, podemos decir que: «uno moja a otro, porque no cierra la ventana, a través de la cual entra la lluvia», causa directa del remojo».

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