InfoCatólica / Sapientia christiana / Archivos para: Noviembre 2019

18.11.19

LXX. La esperanza y la salvación

793. –¿La gracia, además de causar la caridad y la fe, causa también la virtud teologal de la esperanza?

–En el capítulo siguiente al dedicado a la fe, de la Suma contra los gentiles, afirma Santo Tomás: «Puede demostrarse también por estas mismas razones que la esperanza de la bienaventuranza futura es causada en nosotros por la gracia»[1].

En la Suma teológica, se explica que: «el objeto de la esperanza es el bien futuro, arduo y posible de poseerse». Además, que: «una cosa es posible de dos modos: por nosotros mismos o por los demás, como se ve en Aristóteles (Ética III, 3, 13). En cuanto esperamos algo posible por el auxilio divino, nuestra esperanza alcanza al mismo Dios, por apoyarse en su auxilio»[2]. Indica que, por ello: «la esperanza se dirige principalmente a la bienaventuranza eterna y secundariamente a las otras cosas que se piden a Dios en orden a ella»[3].

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4.11.19

LXIX. La fe y la humildad

780. –La gracia causa la virtud teologal de la caridad, ¿causa también la fe?

–Probada la tesis sobre el amor como efecto de la gracia, en el capítulo siguiente de la tercera parte de la Suma contra los gentiles, Santo Tomás argumenta: «como la gracia divina causa en nosotros la caridad, es necesario que cause también la fe»[1].

En la Suma teológica, define el creer, que es el acto propio de la virtud teologal de la fe, como: «un acto del entendimiento determinado al asentimiento del objeto por el imperio de la voluntad»[2]. Explica más adelante que, por una parte: «el entendimiento del creyente asiente a la cosa creída no porque la contemple en sí misma o reduciéndola a los primeros principios, en sí evidentes, sino por imperio de la voluntad»[3].

Por otra, que: «aunque: «el creer depende, ciertamente de la voluntad del hombre», y, por tanto, de su libertad, «sin embargo, es necesario que la voluntad del hombre sea preparada por Dios mediante la gracia»[4].

Además de la libertad, por tanto: «es necesario asignar otra causa interior que mueva a asentir interiormente a la verdad creída». Advierte seguidamente que: «para los pelagianos, esa causa sería solamente el libre albedrío; por eso afirmaban que el comienzo de la fe está en nosotros, puesto que de nosotros depende el estar dispuestos a asentir a las verdades reveladas; y que su consumación viene de Dios, por quien nos son propuestas las verdades que debemos creer».

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