Hasta las narices, sí señor

Y como estar menos que enojados y hasta las narices delante de tanta sandez, majadería e inculto atrevimiento de quienes creen ser los próceres y preclaros directivos ya que no ejecutores de la moral y educación social. Sociedad que por ser “la suya” creen que debe ser la única usando con toda la desfachatez del caso un incalificable desprecio hacia toda la demás.

Esta única sociedad, la de ellos, desde el ir y venir de comentarios y opiniones que se oyen y escuchan en las ramblas no deja de ser para la inmensa gran mayoría de la gente de la calle, de los que han dado el callo trabajando 12 horas diarias, las que han parido por amor a la familia 3,4 y 5 hijos manteniéndolos con el mezquino sueldo de sus esposos en los años 50, 60 y 70 esforzándose en poder sustentar una sociedad unida alrededor de la familia y donde un hermanito era un don de Dios al que se amaba y por él se sacrificaba más de un capricho hedonista, pues no deja de ser, eso, una sociedad en pleno decaimiento estructural, un auténtico absurdo ilógico y manipulado por intereses de mil y una clase y manera pero ciertamente no a favor del bien común.

A la inmensa mayoría de gente le importa un bledo que algún diputado socialista presuma de querer tener un certificado de excomunión… ¡pobre! ¿Acaso hay mejor y a la vez peor certificado que la “auténtica” opinión pública y la conciencia que adormecida hoy reaparece cual juez inmisericorde al paso de los años?

Pero si lo desea bien puede ir a la Calle Añastro de Madrid, sede de la Conferencia Episcopal y pedirla. O bien exhiba, como debería ser, si su actitud es sincera, en plena sesión pública, su certificado de apostasía.

Qué tontería más infantil intentar comer el coco a algunos correligionarios afirmando que si el Secretario de la Conferencia Episcopal quiere legislar se presente a elecciones. Ni legisla el Obispo Martínez Camino ni los Obispos con el Código de Derecho Canónico Universal y el Evangelio en la mano lo hacen para Usted y aquellos que como Usted van entrado en casa de los demás y ¡venga! hasta la cocina como si todo fuera nuestro.

Lo que de verdad importa a la sociedad española a la que tanto político escondido detrás de los tránsfugas y corruptos intenta manejar despreciativamente es que Caritas esté dando un 40% de ayudas más que el año pasado, que tantos y tantos en la Iglesia, desde la Iglesia y con la Iglesia se estén más que preocupando, ocupando de los que tienen hambre y sed material y de justicia.

No se puede intentar atar de pies y manos a quien hace el bien y predica con ejemplos la justicia y la igualdad, claro está que sin dársela de santos ni de poseedores de la verdad, porque saben y creen que la Verdad que solo es Jesucristo, “quien jamás se sentó entre escarnecedores ni anduvo según los consejos de los impíos”.

No podemos intentar señalar con inapelables calificativos a nadie y la Iglesia no lo hace, quien vote a favor del aborto, por ejemplo, libremente opta públicamente y hace una clara opción. También dice Jesús que” “O se está con Él o en contra”. Y añade, y sería bueno que lo tuviera en cuenta más de un politiquero de circunstancias que: “Quien no recoge conmigo, desparrama”.

Y que locura además de los mil comentarios sin sentido que se oyen allá y acula, tener que escuchar la terrible sandez de que la Iglesia aleja de si al pueblo catalán por que el Obispo de Gerona prohíbe el préstamo de dependencias religiosas para una pantomima de referéndum sin sentido ni final sobre la independencia; pero ese será ya, quizás tema para otro café en las ramblas. De verdad que estamos hasta las narices, señor.