1.05.08

Mes de Mayo: Hija de Sión

“Regocíjate, hija de Sión; grita de júbilo, Israel; alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén. El Señor será el rey de Israel, en medio de ti” (Sofonías 3,14.15b).

Contemplar a María, en el mes de mayo, es meditar sobre el plan salvador de Dios. Desde toda la eternidad, Dios estableció un designio benevolente, un proyecto de salvación. Él ha querido darse a conocer a nosotros y hacernos partícipes de su vida. Dios y el hombre no son realidades mutuamente aisladas, paralelas, incomunicadas. Dios ha pensado en cada hombre y cada hombre alcanza su destino, su realización, su meta y su fin en la comunión con Dios.

Libremente, movido sólo por su bondad y sabiduría, Dios quiso hacernos capaces - en una medida absolutamente imprevisible, considerada desde parámetros meramente humanos - de responderle, de conocerle; en definitiva de amarle. Gradualmente, como un buen pedagogo, nos ha ido llevando de la mano para que podamos acoger su revelación. En las cosas creadas ha dejado impresa una huella de sí mismo y, en diversa etapas, ha ido dispensando su salvación.

Todo el Antiguo Testamento muestra el celo de Dios por los hombres. Establece una alianza con Noé, con la pluralidad de las “naciones”, con todos los hombres vivientes. Elige a Abraham, para congregar en un pueblo a los hombres dispersos. Forma a Israel y, por medio de Moisés, le dio su Ley. A través de los profetas, Dios sembró en la humanidad la esperanza de una Alianza nueva y eterna. Una esperanza que será mantenida, ante todo, por los pobres y los humildes del Señor; por aquellos que sólo esperan de Él la salvación.

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Hacia la beatificación del Cardenal Newman

Se habla de una próxima beatificación del cardenal John Henry Newman (Londres, 21 de febrero de 1801- Edgbaston, 1 de agosto de 1890). Su figura y su pensamiento conservan una perenne actualidad.

Con razón ha sido considerado como un profeta de nuestro tiempo, amén de un precursor del Concilio Vaticano II. Su proceso de beatificación va adelante; al parecer, ya muy avanzado. En la oración para pedir esta gracia, se ruega a Dios que su santidad sea reconocida por todos para que “la lealtad a Cristo y a la Iglesia, su amor a la Inmaculada Madre de Dios, y su comprensión para con los hermanos que viven en la incertidumbre y en la duda”, puedan servir hoy de guía al pueblo cristiano.

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Una oración a María, en Mayo

María, Madre de Jesús,
Virgen Inmaculada.
Tú eres la señal que puso Dios en nuestra historia,
anunciando al Emmanuel.
Tú, elegida antes de que existiese el mundo,
destinada a hacer resplandecer la Gloria del Creador.

María, Madre de Jesús,
Virgen Inmaculada,
¡Mujer!
De ti ha nacido el Redentor.
De ti nos vino la alegría de la fe,
¡Hija de Sión!

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28.04.08

Rosa d’abril

Con estas palabras, “Rosa de abril”, comienza el famoso himno, el Virolai, dedicado a Nuestra Señora de Montserrat. El autor de la letra fue el sacerdote y poeta Jacinto Verdaguer y el de la música, el maestro Josep Rodoreda. Es especialmente emotivo escuchar el canto de este himno, interpretado por la escolanía, en ese santuario mariano.

Este año se celebra en Italia una “semana montserratina”, que incluye diversos actos. Entre ellos, una conferencia del P. Abad, Josep M. Soler, sobre “Los santos peregrinos de Montserrat”. Han sido muchos. El más ilustre, sin duda, San Ignacio de Loyola. Pero también han peregrinado a Montserrat santos de nuestros días, como San Josemaría Escrivá de Balaguer. María ha sido, a lo largo de la historia, y sigue siendo en el presente, el mejor camino para llegar a Jesús.

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27.04.08

Bien por el alcalde de Zaragoza

A algunos políticos parece que les ha entrado la fiebre laicista. O más que laicista, anti-religiosa, con una especial querencia por lo anti-católico. A algunos les estorba el crucifijo; como si la cruz de Cristo fuese una ofensa o un reto a las instituciones públicas.

Un debate similar tuvo lugar en su día en Italia. Y el crucifijo fue respetado como “signo de civilización”, de ciudadanía, como huella de una realidad –el cristianismo – sin la cual no se pueden comprender las instituciones en las que vivimos; tampoco las políticas.

¿Qué simboliza la cruz? El amor de Cristo. Un amor universal, reconciliador, pacificador. En el aeropuerto de París, en el Charles de Gaulle, es posible ver, en diversos paneles que adornan los muros interiores, fotografías de personajes que han obtenido el Premio Nobel de la Paz. Son retratos de figuras conocidas, de diversos credos, de distintas procedencias, de avatares biográficos variados. Pero están allí, convocados por una especie de ecumenismo de lo humano que sabe apreciar lo mejor de lo que somos, las posibilidades que nuestra condición puede alumbrar y hacer florecer.

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