InfoCatólica / La Puerta de Damasco / Categoría: General

22.02.23

Miércoles de Ceniza

“Te compadeces de todos, Señor, y no aborreces nada de lo que hiciste; pasas por alto los pecados de los hombres para que se arrepientan, y los perdonas, porque tú eres nuestro Dios y Señor” (cf Sab 11,23-24). Estas palabras de consuelo y de confianza figuran en la antífona de entrada de la santa Misa del Miércoles de Ceniza.

Dios es “compasivo y misericordioso, lento a la cólera y rico en amor”, nos dice también el profeta Joel (cf Jl 2,12-18). La misericordia es el límite que el bien divino impone al mal también en nuestra propia vida, si nos abrimos al perdón de Dios: “por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado” (cf Sal 50).

La Cuaresma, enseña Benedicto XVI, “es el tiempo privilegiado de peregrinación interior hacia Aquél que es la fuente de la misericordia”: “Ahora es el tiempo favorable, ahora es el día de la salvación” (cf 2 Cor 5,20-6,2). Cristo nos acompaña en esta peregrinación hacia el Padre a través del desierto de nuestra pobreza, de nuestra indigencia, de nuestro desamparo. Él nos guarda y nos sostiene en la intemperie de la tentación y de la desesperanza.

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18.02.23

Leyes

Asistimos a un auténtico aluvión de leyes y, por desgracia, muchas de ellas no parecen estar orientadas a promover las condiciones de vida social que permitan a las personas conseguir su propia perfección. La sociedad no es un archipiélago formado por islas incomunicadas, sino que se compone de personas – seres relacionales –, de grupos intermedios y de comunidades de pertenencia como la familia y la nación, que preceden al individuo para ayudarlo a desarrollar su proyecto vital. Para que las leyes contribuyan al bien común, han de respetar los derechos fundamentales e inalienables de todo ser humano, el más básico de los cuales es el derecho a la vida; han de promover el bienestar social y el desarrollo, y han de contribuir a la paz.

Quienes promueven determinadas leyes – eutanasia, aborto, “ley trans” - argumentan que lo que buscan es “ampliar derechos” y que estas leyes no obligan a aquellos ciudadanos que piensan de modo diferente. Este razonamiento es un tanto falaz, porque presenta como “derechos” realidades que no son tales y, además, parece ignorar la repercusión de determinadas acciones en los valores y en los hábitos de las personas: una leyes malas hacen peor a la sociedad. Y este deterioro es un asunto que nos concierne a todos.

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13.02.23

La caridad pastoral. Homilía en el funeral de D. José Domínguez González

Funeral de don José Domínguez González (Luneda, 17 de septiembre de 1932 - Vigo, 9 de febrero de 2023)

Parroquia de san Pablo, Vigo, 13 de febrero de 2023

 

“Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera” (Mt 11,28-30).

Cada vez que celebramos la santa Misa acogemos esta invitación del Señor: acudimos a él para encontrar en su Sagrado Corazón alivio y descanso.

El corazón de Cristo es el del Buen Pastor. Toda su existencia es una manifestación ininterrumpida de su caridad pastoral: “Él siente compasión de las gentes, porque están cansadas y abatidas, como ovejas sin pastor (cf. Mt 9, 35-36); él busca las dispersas y las descarriadas (cf. Mt 18, 12-14) y hace fiesta al encontrarlas, las recoge y defiende, las conoce y llama una a una (cf. Jn 10, 3), las conduce a los pastos frescos y a las aguas tranquilas (cf. Sal 22-23), para ellas prepara una mesa, alimentándolas con su propia vida” (San Juan Pablo II).

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31.12.22

Benedicto XVI y la centralidad de Dios

Recuerdo aquel 19 de abril de 2005 cuando, poco antes de las seis de la tarde, comenzó a salir la fumata blanca que anunciaba la elección del nuevo Papa. Me encontraba en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano. Era un integrante más de aquella muchedumbre de personas que prorrumpió en aplausos y aclamaciones cuando el cardenal protodiácono pronunció el “Habemus Papam” – “¡Tenemos Papa!”- .

El elegido era el cardenal Joseph Ratzinger, quien escogió para sí el nombre de Benedicto XVI. De modo tímido, saludó a los fieles desde el balcón principal de la Basílica: “Después del gran Papa, Juan Pablo II, los señores cardenales me han elegido a mí, un sencillo, humilde, trabajador en la viña del Señor”. Delante de mí estaba un grupo numeroso de seminaristas del Colegio Norteamericano de Roma que mostraban un entusiasmo incluso superior al que se suele ver en un animado partido de béisbol. El 24 de abril, en una soleada mañana, tuve también el privilegio de participar en la Misa del Inicio del Pontificado.

En esos días, paseando por el puente de Sant’Angelo, me encontré con el cardenal Carles, entonces arzobispo de Barcelona. Lo saludé y le agradecí que los cardenales hubiesen regalado a la Iglesia un papa como Benedicto XVI. Él me contestó sencillamente: “Hemos elegido al mejor”. Era una certeza que muchos compartíamos. La excelencia de Joseph Ratzinger era tan destacada que sería imposible ocultarla: como teólogo y profesor, como arzobispo de Múnich y Frisinga, como Prefecto de la Congregación de la Fe en Roma… Y, estaba seguro de ello, también como Papa.

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23.12.22

La Navidad y el asombro

En su obra “Rosario”, el obispo y poeta Gilberto Gómez González pone en labios de la Virgen unas palabras que describen su asombro como madre al contemplar a Jesús recién nacido: “Dichosos estos ojos que te miran/ deslumbrados - mis ojos que te comen -, / oh Hijo del Altísimo. / Dichosas estas manos que te palpan/ temblorosas – por miedo a que te rompas -, / oh carne de mi carne, carne mía”.

La Navidad tiene mucho que ver con la admiración que despierta lo más grande contenido en lo más pequeño. El Catecismo de la Iglesia Católica dice que “todo en la vida de Jesús es signo de su misterio”. Un acontecimiento humilde, el nacimiento de un Niño, remite a la gloria de Dios, que se hace próxima y que ilumina la noche de Belén y todas las noches de los tiempos.

El asombro movió a san Francisco de Asís a recrear el nacimiento de Jesús: “Deseo celebrar la memoria del Niño que nació en Belén y quiero contemplar de alguna manera con mis ojos lo que sufrió en su invalidez de niño, cómo fue reclinado en el pesebre y cómo fue colocado sobre heno entre el buey y el asno”. El hermoso signo del pesebre, magníficamente presente en Vigo en la Casa das Artes, nos impulsa a compartir la emoción y la alegría que inundó el corazón de san Francisco en la gruta de Greccio en la Navidad de 1223.

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