Edith Stein y la empatía

El “Diccionario de la lengua española” define la palabra “empatía” como sentimiento de identificación con algo o alguien y como capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos.

A la empatía dedicó su tesis doctoral, dirigida por Edmund Husserl, Edith Stein (Breslavia, 12. X.1891 – Auschwitz, 9.VIII.1942). Stein – hoy Santa Teresa Benedicta de la Cruz – fue la primera doctora en Filosofía de Alemania. Defendió su tesis en 1916 en Friburgo, a cuya Universidad Husserl se había trasladado desde la de Gotinga. Obtuvo la máxima calificación, “summa cum laude”.

El contexto estaba marcado por la I Guerra Mundial. De hecho, con el estallido de la Guerra, en 1914, Stein había retrasado temporalmente la preparación de su tesis porque quiso compartir la suerte de sus compatriotas y, por ello, no dudó en presentarse como voluntaria para ejercer como enfermera auxiliar en un hospital militar austríaco, especializado en enfermedades infecciosas. En la atención a los soldados enfermos de tifus resultó determinante su capacidad de observación, su deseo de hacer las cosas bien, así como su conocimiento de la psicología y de la filosofía, en especial del tema de la tesis que ya entonces elaboraba: la empatía.

Edith se caracterizó por su percepción de lo que les sucedía a los enfermos. Tal como recoge Irene Chikiar Bauer en su reciente biografía “Edith Stein. Judía. Filósofa. Santa” (Barcelona 2025): «El más grave era un joven comerciante de Trieste. Su boca estaba constantemente llena de una mezcla de saliva y sangre, por lo que le indicaron que, cada vez que pasara a su lado, le limpiara la boca con una gasa: “El enfermo agradecía siempre este amable servicio con una mirada”. Edith captaba los gestos, las miradas de los pacientes. Observaba que “médicos y enfermeras hablaban junto a la cama de como si él no entendiera nada. Pero yo percibí en sus grandes y brillantes ojos que su conocimiento era perfecto y que atendía a todo lo que se decía”».

Después de ese ejercicio práctico de empatía en el hospital austríaco, retomó, ya a finales de 1915, la reescritura de su investigación. Para ella, la empatía es algo más que un conocimiento; es una experiencia concreta, no puramente idealista, en cuyo análisis es determinante considerar el “cuerpo vivo” de la persona. Es, en palabras suyas, un “vivenciar propio en el que se manifiesta otro vivenciar”. Tiene un componente emocional, porque la empatía no solo “representa” la vivencia de otro, sino que trata de “aprehender”, de asimilar, la vivencia ajena.

Es curioso que, en una etapa de su vida en la que aún no se consideraba a sí misma una persona religiosa, Edith Stein advierte que en la empatía “aparece la experiencia que un yo general tiene de otro yo general. Así aprehende el hombre la vida anímica de su prójimo, pero así aprehende también, como creyente, el amor, la cólera, el mandamiento de su Dios; y no de modo diferente puede Dios aprehender la vida del hombre”. En el fondo, Stein considera fenomenológicamente la fe religiosa, en cuanto manifestación de una dimensión profunda del hombre.

En 1939, siendo ya carmelita descalza, al recordar la etapa de su doctorado, escribió que, antes de llegar a Friburgo, tuvo alguna experiencia de carácter religioso que le marcó profundamente; una de ellas fue su visita a una iglesia católica de Frankfurt: “mientras estábamos allí en respetuoso silencio, entró una señora con su cesto y se arrodilló en un banco, para hacer una breve oración. Esto fue para mí algo totalmente nuevo. En las sinagogas y en las iglesias protestantes, a las que había ido, se iba solamente para los oficios religiosos. Pero allí llegaba cualquiera en medio de los trabajos diarios a la iglesia vacía como para un diálogo confidencial. Esto no lo he podido olvidar”.

Identificarse con el otro, compartir sus sentimientos, asimilar la vivencia ajena… Todo un programa, no solo teórico, sino existencial que marcó la vida, y hasta la muerte, de Edith Stein, víctima de un régimen tan despiadado como lo fue el nazismo.

 

Guillermo Juan-Morado.

Publicado en “Atlántico Diario”.

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