Biblia e Iglesia

La Biblia, el conjunto de los libros que conforman la Sagrada Escritura, sigue despertando en los hombres de hoy, como en los de otras épocas de la historia, un gran interés. Karl Jaspers afirmaba que mediante la Biblia se abren en nosotros las profundidades que nos permiten atisbar el fundamento de las cosas. ¿Quién no ha visto reflejadas las grandes experiencias de los hombres y de los pueblos en las páginas de la Escritura? ¿Cómo no pensar en Job a la hora de enfrentarse al problema del mal? ¿Cómo no evocar el Cantar de los Cantares para descifrar la indescifrable hondura de los multiformes rostros del amor? ¿Cómo no conmoverse ante los relatos de la Pasión de Cristo que nos ofrecen los Evangelios? ¿Cómo no hacer memoria del Éxodo cuando un pueblo pasa de la esclavitud a la libertad?

Aunque muchos enfoques sean posibles al aproximarse a la Biblia, la clave que permite adentrarse en su sentido es la fe eclesial. La Biblia, tal como hoy la conocemos, ha nacido en la Iglesia: ha sido la Iglesia naciente la que ha reconocido en los textos de la Escritura el hablar de Dios, la palabra de Dios en las palabras humanas. En ella, en la Escritura, la primitiva Iglesia plasmó su testimonio creyente acerca de Jesucristo, la Palabra de Dios encarnada. Los escritos del Nuevo Testamento brotan de la profesión de fe en Jesucristo, muerto y resucitado, Hijo de Dios y Salvador del mundo. Lo que las Escrituras de Israel prometían se había cumplido definitivamente en Él, la Palabra última de Dios.

El canon bíblico, el conjunto de libros que fueron recibidos como inspirados por el Espíritu Santo, se fijó a la luz de la regula veritatis, la regla de fe de la Iglesia. En esos libros, proclamados en la Liturgia, la Iglesia reconoció la palabra que Dios comunica a los hombres, porque esos libros eran verdaderamente testimonio normativo de la Palabra con mayúsculas, del Verbo de Dios hecho hombre. En contra de lo que muchas veces se piensa, el Cristianismo no es una “religión del Libro”, sino una religión de la Palabra, que es Cristo.

A lo largo de los últimos decenios la interpretación de la Escritura, la exégesis bíblica, ha conocido enormes progresos. Los autores humanos de la Biblia son verdaderos autores y, en consecuencia, para comprender y explicar lo que ellos querían decir con sus textos se impone el recurso a los métodos histórico-críticos: la crítica textual, la crítica literaria y la crítica histórica. Pero limitarse a un análisis crítico de la Escritura es quedarse a medio camino. La Iglesia siempre ha entendido que la Escritura ha de ser interpretada “con el mismo Espíritu con que fue escrita”. Es decir, la lectura crítica de la Biblia ha de integrarse en una más amplia interpretación teológica atenta al contenido y a la unidad de toda la Escritura, a la Tradición viva de la Iglesia y a la analogía de la fe; a la conexión de las verdades de la fe con el Misterio Pascual de Jesucristo.

Sólo así, leída desde la fe en el interior de la Iglesia, la Sagrada Escritura despliega toda la profunda riqueza de su sentido. No estaban equivocados los Padres de la Iglesia cuando afirmaban: “La Sagrada Escritura está más en el corazón de la Iglesia que en la materialidad de los libros escritos”. Porque si la Biblia es un texto, su contexto propio de interpretación es la Iglesia. Sólo así, leída eclesialmente, la palabra bíblica se convierte “en el Espíritu” en palabra viva y eficaz que Dios dirige hoy a los hombres.

Guillermo Juan Morado.

5 comentarios

  
Luis Fernando
A lo largo de los últimos decenios la interpretación de la Escritura, la exégesis bíblica, ha conocido enormes progresos.


Permítame que lo ponga en duda.
01/10/08 9:11 PM
  
RNA
Padre, respecto al tema de la exégesis, ¿qué opina de la labor de la Pontificia Comisión Bíblica, que presidió el propio Ratzinger? ¿Y del documento "La Interpretación de la Biblia en la Iglesia? Hay quien lo ve "contaminado" de "modernismo" y " liberalismo teológico". Y sin embrago, en mi experiencia personal y de los que me son cercanos, ese tipo de investigación y esa manera de razonar y analizar los textos devuelve la fe a los seres humanos de nuestro tiempo.
02/10/08 9:13 PM
  
Guillermo Juan Morado
Me parece un documento muy equilibrado.
03/10/08 8:32 AM
  
Luis Fernando
Es un buen documento, pero no equilibrado. En mi opinión, claro. Vale poco pero es la que tengo.
03/10/08 8:44 AM
  
RNA
Bueno, si ayuda a que personas alejadas de la Iglesia por su imagen de ultramontanismo, regresen a una Iglesia que acoge la razón, el estudio, la crítica, etc. como facultades humanas reflejo de lo que tenemos de imagen y semejanza de Dios... entonces lo de equilibrado o deseliquilabrado (en qué sentido, además?) me da igual. Es un buen documento. Atrae al Hombe de los siglos XX o XXI. Que son los nuestros.
03/10/08 12:31 PM

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