El estilo cristiano
Homilía para el Domingo XXXI del TO (Ciclo A)
Estableciendo un contraste polémico con los escribas y los fariseos, Jesús perfila el estilo de vida de los cristianos, su manera de comportarse. No cuestiona el Señor la autoridad doctrinal de aquellos que ocupan “la cátedra de Moisés” y que, por sus conocimientos, interpretan la Ley dada por Dios a Israel: “haced y cumplid todo lo que os digan”, advierte (Mt 23,3). Sin embargo, esos maestros no son dignos de imitación, pues sus palabras no corresponden con sus obras: “no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos dicen, pero no hacen”.
¿En qué aspectos daban mal ejemplo los escribas y los fariseos? El evangelio señala tres razones: imponen cargas pesadas con sus complicadas interpretaciones de la Ley, todo lo que hacen es para que los vea la gente y buscan por encima de cualquier otra cosa el prestigio, el reconocimiento social (cf Mt 23,4-7). Estos tres motivos pueden estar también presentes en nuestras vidas, ya que la tentación de decir y no hacer, la tentación de la incoherencia, puede acecharnos también a nosotros.
Imponemos cargas pesadas a los demás cuando somos muy exigentes con ellos, sin dispensarles nada. Y muchas veces esa exigencia extrema en relación con los otros va acompañada de una alta condescendencia con nosotros mismos. No es esta la actitud de Jesús, que nos ofrece un yugo llevadero y una carga ligera (cf Mt 11,30) y que se muestra siempre dispuesto a socorrer al que lo necesita, tomando sobre sí nuestras dolencias y cargando con nuestras enfermedades (cf Mt 8,17).