A cada uno lo suyo: Al César y a Dios

Homilía para el Domingo XXIX del Tiempo Ordinario (A)

Leemos en el evangelio según San Mateo que los fariseos “llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta” (cf Mt 22,15). Ni siquiera se la formulan directamente, sino por medio de algunos “discípulos”, acompañados por partidarios de Herodes.

La pregunta realmente era capciosa: “¿es lícito pagar impuesto al César o no?”. Quienes le interrogan buscan que Jesús contradiga la voluntad de Dios, afrentando la soberanía divina sobre Israel, o que, por el contrario, se indisponga contra el emperador de Roma, que en aquel entonces era Tiberio, y contra el rey Herodes, aliado suyo.

Parecía un callejón sin salida, una alternativa imposible. Sin embargo, el Señor consigue sorprenderlos con su respuesta, dejándolos literalmente sin palabras. Frente a un denario, la moneda del impuesto, Jesús pregunta: “¿De quién son esta imagen y esta inscripción?”. Le contestaron: “Del César”. “Pues dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mt 22,21).

Nosotros debemos preguntarnos qué se le debe al César y qué se le debe a Dios. Naturalmente el César, que tiene la autoridad política, no es Dios. Hay un único Dios. Al poder político debemos darle lo que le pertenece: pueden ser los impuestos, puede ser el respeto, puede ser, también, la obediencia. “Deber de los ciudadanos es cooperar con la autoridad civil al bien de la sociedad en espíritu de verdad, justicia, solidaridad y libertad”, nos recuerda el Catecismo (n. 2239).

A Dios hay que darle “lo que es de Dios”; por lo de pronto, aquello a lo que obligan sus mandatos, un deber que atañe a toda persona y a toda su vida: Amarle sobre todas las cosas, no tomar su Nombre en vano, santificar las fiestas, honrar al padre y a la madre, no matar, no cometer actos impuros, no robar, no mentir, no consentir pensamientos ni deseos impuros y no codiciar los bienes ajenos.

Si el César, la autoridad del Estado, se sabe – también en la práctica - sometido a Dios, vinculado a la hora de legislar, de gobernar y de hacer justicia a los imperativos de la ley moral natural; es decir, al “sentido moral original que permite al hombre discernir mediante la razón lo que son el bien y el mal, la verdad y la mentira” ordenando hacer el bien y prohibiendo hacer el mal (cf Catecismo 1954), será más fácil obedecer a la autoridad del Estado.

Si, por el contrario, la autoridad política se apartase de la ley moral natural haciendo pasar por verdad lo que es mentira o haciendo pasar por bien lo que es mal, un cristiano – y, en general, un ciudadano honesto – tendría que recordar que “hay que obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hch 5,29). Ninguna autoridad, por más respaldada que esté por los votos, puede legitimar, por ejemplo, la muerte de un inocente, la discriminación racial o la prohibición de tributar culto a Dios.

En su visita a Alemania, el papa Benedicto XVI ha recordado que no carece de sentido, sino todo lo contrario, reflexionar racionalmente sobre lo que somos, pues en esa realidad nativa que nos viene dada podemos descubrir las normas que derivan, en última instancia, de la voluntad de Dios: “El hombre no es solamente una libertad que él se crea por sí solo. El hombre no se crea a sí mismo. Es espíritu y voluntad, pero también naturaleza, y su voluntad es justa cuando él respeta la naturaleza, la escucha, y cuando se acepta como lo que es, y admite que no se ha creado a sí mismo. Así, y sólo de esta manera, se realiza la verdadera libertad humana” (Berlín, 22-IX-2011).

No resulta indiferente para el logro de la propia vida y para edificar una sociedad justa que sepamos distinguir y armonizar los derechos del César y los derechos de Dios.

Guillermo Juan Morado.

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8 comentarios

  
Norberto
Los "derechos del Cesar", en una democracia , los marca la Constitución, la cuestión se complica cuando el Poder ejecutivo hace que el Legislativo y el Judicial sean poderes subordinados al Ejecutivo; ítem plus, si no hay posibilidad de reacción frente a los abusos de poder, entonces es legítima la desobediencia civil y la objeción de conciencia fiscal, p.e.

La simplicidad de los planteamientos en la época del Señor se han vuelto complejos en el momento actual en España, p.e. cuando hay sospecha de que altos cargos no puedan haber sufragado el patrimonio que poseen con sus sueldos, al menos los que perciben oficialmente, hay mucha ilegalidad e ilegitimidad en "los césares" actuales en España.

Entre tanto plurisueldo y muchipensión los pobres y necesitados los atiende Cáritas, el invierno se presenta morrocotudo, menos mal que todavía no entró el frío, cuando llegue habrá quien muera de hambre y de frío, mientras "los cesares" cambian de palacete, y los presupuestos de los S. Sociales se agotan, sin embargo no se agotan los plurisueldos y las muchipensiones.


GJM. Lo llamativo, lo curioso, es que las administraciones públicas manden a las personas necesitadas a las parroquias. Se ve que ahí no rige la "aconfesionalidad": "los servicios públicos cada vez reducen más sus recursos, y cada vez más son las personas que acuden a Cáritas para solicitar recursos básicos".

Habría que decirle, tambien en esto, al Estado: "Al César lo que es del César". Los impuestos, si se cobran, son para algo.
13/10/11 11:44 PM
  
Yolanda
En efecto, distinguir (y armonizar, sí, pero sobre todo distinguir) los derechos del César y los derechos de Dios, se ha vuelto difícil. Pero parec e que más que a nadie se les hace difícil a los políticos, y a los politiquillos no digamos... En un pueblo como el mío, los pobres (que son ya unos cuanto "nuevos pobres", hasta hace poco vecinos "normales") van, derechitos, de Servicios Sociales a la Parroquia.

Curioso que hagan eso los ayuntamientos. Y no menos curioso que para eso sí regresen a la iglesia quienes no la han pisado en las útimas décadas de su vida, quienes se han hartado de poner a caldo a los curas, etc. y lo hagan mandados por los políticos a los que han votado.


GJM. Quizá escandalice lo que voy a decir, pero la caridad de la Iglesia no es un servicio social del Estado. Va siendo hora de que pongamos las cosas en su sitio. La caridad tiene un orden: primero, los miembros de la Iglesia; luego, si hay, los demás. Hay que replantear todo el asunto, porque una parroquia no es un apéndice del Ayuntamiento. Si no recibe nada del César, nada le debe a los que solo tributan al César. Otra cosa es que, si se puede, se ayude a todos, por caridad.
14/10/11 12:03 AM
  
Nerea
El discurso de Santo Padre en el parlamento alemán,sus palabras aun resuenan en nuestros oidos, con que claridad distingue estos temas, con sana justicia abre el entendimiento de los legisladores,creo que su santidad tiene el don de la sabiduria y la transmite,desde el inicio del discurso,pone de ejemplo la oracion del rey Salomon.pide a Dios le de un corazón sensato para gobernar.

Me encanta también,la vida y obras de santo Tomás Moro,recuerdo que en un de las escenas de la pelicula "Un hombre para la Eternidad",al ambicioso pupilo que le pide le recomiende para un trabajo en el parlamento o en el departamento de justicia, el santo le dice hazte maestro, y le ofrece un puesto digno, indicandole que el mundo en el que el desea entrar es muy dificil mantenerse limpio,a lo que este rechaza por su ambición,volviendose en contra del santo.
14/10/11 12:08 AM
  
Norberto
Como sabe D. Guillermo sigo siendo D. de C. Parroquial por tanto hablo en primera persona, no de oídas: los S. Sociales envían a las personas, últimamente sin ni siquiera avisar, los lanzan en paracaídas y de bruces tienes a una persona con una familia detrás, normalmente mujer, a la que hay que atender y consolar - llevo dados cinco/seis pañuelos en los últimos meses - porque la gente llora, y luego se los quedan de recuerdo por haber recibido algo de consuelo y alguna ayuda económica.

Cuando salen llevan otra cara y algún euro que otro, poco más, porque hay poco que repartir entre muchos, mientras tanto los poseedores de plurisueldos y los muchipensiones de crucero por el Báltico, o así.
14/10/11 12:26 AM
  
Yolanda
Hermoso título el del nuevo libro. Y la "nota de cata" también promete. A ver si podemos leerlo pronto.
14/10/11 12:46 AM
  
Minero
Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios...

...y sin olvidarse de que el César también es de Dios.

GJM. Tiene razón. El César está sometido a Dios.
14/10/11 1:31 AM
  
jose bascones
A los políticos les incumbe legislar y administrar los asuntos temporales, pero siempre con sujección a la Ley de Dios.

Mientras realicen tal legislación y administración de lo temporal en el marco del respeto a la Ley Natural, que es la expressión de la Voluntad de Dios reconocible por la luz de la humana razón, están actuando dentro de los límites propios del César, pero si contrarían la Ley Natural están arrogándose los atributos que son propios de Dios.

En tal caso los políticos usurpan el puesto que corresponde a Dios, transgreden los justos límites de la política y juegan a ser ellos mismos dioses y aprendices de brujo.

Por lo tanto si ellos se inmiscuyen indebidamente en el dominio que es propio de Dios, que no se extrañen si los hombres y mujeres religiosos se lo hechamos en cara y les exhortamos a que vuelvan a su debido lugar de Césares.

Cuando el César se arroga los atributos de Dios, se convierte en un diablo usurpador de lugar de Dios, y por tanto los Obispos y fieles comprometidos, al advertírselo, no nos estamos metiendo en política, sino que son los políticos los que se han metido en la religión como elefantes en una tienda de fina porcelana.
17/10/11 12:12 AM
  
Beatriz
La caridad tiene un orden: primero, los miembros de la Iglesia; luego, si hay, los demás. Hay que replantear todo el asunto, porque una parroquia no es un apéndice del Ayuntamiento. Si no recibe nada del César, nada le debe a los que solo tributan al César. Otra cosa es que, si se puede, se ayude a todos, por caridad.
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Padre Guillermo, llego tarde y me ha interesado mucho esto. Hasta ahora no había tomado conciencia que la caridad tiene un orden: primero los miembros de la Iglesia, o también "la caridad empieza por casa". Le comento esto porque una de las quejas de los evangélicos (fanáticamente anticatólicos que nunca pierden la oportunidad de hablar mal de los sacerdotes) es que "el cura les negó ayuda" por ser evangélicos...en algún momento pensé que se trataba de un caso más de falta de caridad, de un antitestimonio, pero ahora gracias a usted me doy cuenta que ese cura estaba siguiendo el orden de la caridad: empieza por casa, y, si se puede, caridad con los que están fuera... Merece un post...

Gracias.
17/10/11 4:53 PM

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