Para Luis Fernando, todo mi apoyo

Los creyentes, en estos casos, nos sentimos muy limitados. La fuerza no viene de nosotros, sino de Dios. Y quienes hemos de dar ayuda, apoyo –creo que yo, un sacerdote, debo de hacerlo – nos sentimos muy fortalecidos cuando quienes más sufren nos piden menos.

No nos piden nada imposible; nos piden que recemos por ellos. Y eso, gracias a Dios, podemos hacerlo siempre.

Durante este tiempo he pensado, tantas veces, en la importancia de rezar la Liturgia de las Horas. La Iglesia nos pide, nos exige a los sacerdotes, que, ante todo, recemos por nuestros fieles. Y eso, rezar por ellos, podemos y debemos hacerlo.

Podemos, también, ofrecer el santo sacrificio de la Misa. Asistan más o menos feligreses. Espero que, tras esta etapa tan horrible, los que creen, los que sigan creyendo, acudan a Misa en masa. Que no se priven. Que vengan todos, en la seguridad de que habrá sitio, ahuyentada esta peste, para acogerlos.

Y a Luis Fernando, que tanto me ha ayudado, que tanto merece como buen cristiano - y a todos los que, en este momento, se sientan cansados y agobiados – el mismo apoyo y afecto.

Luis Fernando. Gracias, muchas gracias, por todo.

 

Un gran abrazo,

 

Guillermo Juan Morado.

 

Los comentarios están cerrados para esta publicación.