Leyendo "Mater Populi Fidelis"
Aparte de que me parece obligado remitir al artículo de Bruno Moreno sobre este mismo tema, quisiera dejar consignadas aqui algunas reflexiones sobre el reciente documento “Mater Populi Fideli“.
Lo esencial del documento es un pronunciamiento acerca de los títulos “Corredentora” y “Mediadora” aplicados a María Santísima.
Respecto del título “Corredentora”, el documento, tal como lo veo, hace dos cosas: por lado, da una serie de razones que más bien apoyan el uso de ese título mariano, y por otro lado, se pronuncia aparentemente en forma negativa acerca del mismo, aportando como fundamento, por un lado, dichos de Papas y Cardenales, y por otro, argumentos que miran a la mala interpretación que ese título puede tener.
Las razones que da el documento que más bien parecen suficientes para justificar ese título mariano son las siguientes:
1) Un texto de San Bernardo que según el documento, habla de la cooperación de María en el Sacrificio Redentor de Cristo, y la mención de Arnaldo, amigo de Bernardo, que según el documento “considera por primera vez la cooperación de María con el Sacrificio del Calvario”.
2) Un pasaje de Lumen Gentium n. 56, donde dice que la Virgen “cooperó a la salvación de los hombres con fe y obediencia libres.”
3) Un documento de la Congregación de Ritos y del Santo Oficio de 1908 que elogia la costumbre de añadir al nombre de Jesús el de “su madre, nuestra corredentora, la bienaventurada María”;
4) El primer Papa que usó el término Corredentora fue Pío XI, en el Breve del 20 de julio de 1925, dirigido a la Reina del Rosario de Pompeya: “Pero recuerda también que en el Calvario te convertiste en Corredentora, cooperando en crucificar tu corazón por la salvación del mundo, junto con tu Hijo crucificado”: Pío XI, Ad B. V. M. a sacratissimo sacrario in Valle Pompeiana, en Sacra Poenitentiaria Apostolica, Enchiridion Indulgentiarum, Typis Polyglottis Vaticanis, Roma, 1952, n. 628.
5) San Juan Pablo II aplicó el título “Corredentora” a la Virgen por lo menos en siete ocasiones.
Las razones que da el documento en contra del uso de ese título mariano:
1) El Card. Ratzinger dijo en 1996 que “el significado exacto de los títulos no está claro y la doctrina contenida en ellos no está madura. Una doctrina definida como de fide divina pertenece al depositum fidei, es decir, a la revelación divina transmitida en las Escrituras y en la tradición apostólica. Todavía no se ve claramente de qué modo la doctrina expresada en esos títulos está presente en la Escritura y en la tradición apostólica”.
2) Y en 2002 dijo el Card. Ratzinger: “La fórmula Corredentora se aleja mucho del lenguaje de la Escritura y de la patrística, y por ello causa malentendidos… Todo proviene de Él, como afirman especialmente las cartas a los Efesios y a los Colosenses. María es lo que es gracias a Él. El término “Corredentora” oscurecería su origen”.
3) Comenta el documento: “El entonces cardenal hacía referencia a las cartas a los Efesios y a los Colosenses, donde el vocabulario utilizado y el dinamismo teológico de los himnos presentan la centralidad redentora única y fontal del Hijo encarnado, de modo que excluyen la posibilidad de añadir otras mediaciones, ya que «toda bendición espiritual» nos es dada «en Cristo» (Ef 1,3), porque en Él somos hijos adoptivos (cf. Ef 1,5) y en Él hemos sido agraciados (cf. Ef 1,6). «Por medio de su sangre tenemos la redención» (Ef 1,7), y Él «derramó sobre nosotros» (Ef 1,8) su gracia. En Él «fuimos hechos herederos» (Ef 1,11) y fuimos predestinados. Dios quiso también que en Él «habitara toda la plenitud» (Col 1,19) y que «por medio de Él y para Él fueran reconciliadas todas las cosas» (Col 1,20). Este himno de alabanza sobre el lugar único de Cristo invita tanto a situar a cualquier criatura en un papel claramente receptivo, como a una cautela religiosa y prudente al considerar cualquier forma posible de cooperación en el ámbito de la Redención.”
4) El Papa Francisco se ha pronunciado en al menos tres ocasiones en contra de ese título mariano, argumentando que María «nunca quiso tomar para sí nada que perteneciera a su Hijo. Ella nunca se presentó como corredentora. No, discípula». La obra de la Redención fue perfecta y no necesita adición alguna. Por tanto, «Nuestra Señora no quiso quitarle a Jesús ningún título. Ella no pidió para sí ser una cuasi redentora o una corredentora: no. El Redentor es uno solo, y ese título no se comparte». Cristo «es el único Redentor: no hay corredentores con Cristo». Porque «el sacrificio de la Cruz, ofrecido con alma amorosa y obediente, presenta una satisfacción superabundante e infinita».
Concluye entonces el documento: “Dada la necesidad de explicar el papel subordinado de María respecto de Cristo en la obra de la Redención, es siempre inoportuno (la versión italiana dice ”inappropriato“) usar el título de Corredentora para definir la cooperación de María. Este título corre el riesgo de oscurecer la única mediación salvífica de Cristo y, por tanto, puede generar confusión y desequilibrio en la armonía de las verdades de la fe cristiana, porque «en ningún otro hay salvación; pues no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el cual debamos ser salvos» (Hch 4,12). Cuando una expresión requiere muchas y continuas explicaciones para evitar que se desvíe de su significado correcto, no sirve a la fe del Pueblo de Dios y se vuelve inconveniente. En este caso, no ayuda a exaltar a María como la primera y máxima colaboradora en la obra de la Redención y de la gracia, porque el peligro de oscurecer el papel exclusivo de Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre para nuestra salvación —el único capaz de ofrecer al Padre un sacrificio de valor infinito— no constituiría un verdadero honor para la Madre. En efecto, ella, como «sierva del Señor» (Lc 1,38), nos señala a Cristo y nos pide que hagamos «lo que Él os diga» (Jn 2,5).”
—————————————————————–
Estas razones contrarias al uso del título “Corredentora” aplicado a la Virgen hacen surgir algunas dudas.
Parece claro que el documento no dice que ese término, aplicado a la Virgen, sea contrario a la fe católica. Sería muy extraño, en efecto, que lo dijese habiendo Papas que lo han utilizado sin problemas.
En cuanto a lo “inoportuno” o “inapropiado” del término, que es la nota que el documento le pone, queda la duda de si se está hablando solamente del vocablo o de lo que el vocablo significa.
Lo segundo parece difícil de aceptar, porque el mismo documento habla en tono aparentemente aprobatorio de María como “la primera y máxima colaboradora en la obra de la Redención y de la gracia”, y solamente dice que el término “Corredentora” no ayuda a exaltar esa función mariana, cosa que no sería cierta, entonces, si el término “Corredentora” se entendiese precisamente en ese sentido.
Dice también este documento que “la participación de la Virgen María, como Madre, en la vida de su Hijo —desde la Encarnación hasta la Cruz y la Resurrección— confiere un carácter único y singular a su cooperación en la obra redentora de Cristo.”
Es claro que el mismo documento matiza, entonces, su propia afirmación antes citada acerca de que es necesaria “una cautela religiosa y prudente al considerar cualquier forma posible de cooperación en el ámbito de la Redención.”
Por lo mismo el documento dice: “Tradicionalmente, la cooperación de María en la obra de la salvación ha sido tratada desde una doble perspectiva: tanto desde el punto de vista de su participación en la Redención objetiva, realizada por Cristo en su vida y, de modo particular, en su Pascua, como desde la influencia que ella ejerce actualmente sobre aquellos que han sido redimidos. En realidad, estas perspectivas están relacionadas entre sí y no pueden abordarse de manera aislada.”
En realidad, la distinción entre “cooperar o colaborar en la Redención” y “corredimir", al menos si se toma este último término en el sentido que Papas y Santos lo han usado en el pasado en la Iglesia, parece bastante esfumada.
—————————————————————–
Quedaría entonces la dificultad basada en el vocablo mismo y en su posible mala interpretación. Pero esa es una dificultad que podría objetarse contra muchas afirmaciones claves de la fe cristiana y católica. Es clásica, por ejemplo, la acusación de canibalismo contra los primeros cristianos por la mala comprensión de la doctrina eucarística. Sin duda que uno de los argumentos contra la definición de la infalibilidad del Papa en el Concilio Vaticano II fue que sería mal interpretada. No hablemos del tortuoso camino que siguió la doctrina de la Inmaculada Concepción de María antes de ser definida dogmáticamente por la Iglesia. Nestorio no veía cómo la unicidad de la Persona en Cristo es compatible con la estricta Divinidad del Hijo, y menos aún cómo una mujer podría ser Madre de Dios. Los arrianos no entendían cómo afirmar esa misma estricta Divinidad del Hijo evitaba el politeísmo. Lutero, ya hereje él mismo, pero afirmando todavía la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía, pronto tuvo que hacer frente a la “prudencia” de Zwinglio y Calvino que sólo querían ver en la Eucaristía una presencia simbólica del Señor. En todos esos casos los riesgos de mala interpretación eran evidentes y ciertos. Si algo caracteriza a la fe católica es el uso de afirmaciones audaces y osadas, que luego es necesario explicar, pero que es necesario también hacer, si se quiere permanecer bajo la regla de la fe. La Iglesia ha rechazado la falsa prudencia de los Arrios, los Nestorios, los adversarios de la definición dogmática de la infalibilidad papal, los que creían que la Inmaculada Concepción de María se oponía a la universalidad del pecado original, etc.
—————————————————————–
En este caso, la verdad de fe que el documento ve en peligro es la unicidad de Jesucristo como Redentor. Pero es claro que esa unicidad no puede ser entendida al modo protestante, al modo en que el protestantismo entiende, por ejemplo, la unicidad de la mediación de Cristo, leyendo 1 Tim. 2,5: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”, en un sentido que excluye toda mediación creada, contra la doctrina católica, que este mismo documento enseña, ante todo cuando habla, como dijimos, de María como “la primera y máxima colaboradora en la obra de la Redención y de la gracia”, pero también cuando dice que: “Entre los elegidos y glorificados junto con Cristo, en primer lugar está la Madre; por ello podemos afirmar que existe una colaboración singular de María en la obra salvífica que Cristo realiza en su Iglesia.”
De hecho, el documento reconoce que en 1921 el Papa Benedicto XV instituyó la fiesta de María Mediadora. Respecto del Concilio Vaticano II, el documento, hablando de la mediación de María, dice que “el Concilio no hizo declaraciones dogmáticas y prefirió ofrecer una síntesis amplia sobre “la doctrina católica acerca del lugar que debe atribuirse a la Bienaventurada Virgen María en el misterio de Cristo y de la Iglesia”.
En realidad, el Concilio Vaticano II dijo también lo siguiente: “la Santísima Virgen es invocada en la Iglesia con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora.” (Lumen Gentium, 62, donde se cita en nota al pie a León XIII, enc. Adiutricem populi, 5 sept. 1895: AAS 15 (1895-96) 303. San Pío X, enc. Ad diem illum, 2 febr. 1904: Acta I, p. 154; Denz. 1978a (3370). Pío XI, enc. Miserentissimus, 8 mayo 1928: AAS 20 (1928) 178. Pío XII, mensaje radiof., 13 mayo 1946: AAS 38 (1964) 266.)
—————————————————————–
Pero además, este mismo documento dice:
“Por un lado, no podemos ignorar el uso muy común del término “mediación” en los más diversos ámbitos de la vida social, donde se entiende simplemente como cooperación, asistencia o intercesión. En consecuencia, se aplica inevitablemente a María en un sentido subordinado, y de ningún modo pretende añadir eficacia o poder alguno a la única mediación de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre. Por otro lado, es evidente que hubo una mediación real de María para hacer posible la verdadera Encarnación del Hijo de Dios en nuestra humanidad, porque era necesario que el Redentor naciera «de mujer» (Gál 4,4). El relato de la Anunciación muestra que no se trató de una mediación meramente biológica, pues subraya la presencia activa de María, que pregunta (cf. Lc 1,29.34) y acepta con firmeza: «Fiat» (Lc 1,38). Esta respuesta de María abrió las puertas a la Redención esperada por toda la humanidad y que los santos han descrito con dramatismo poético. También en las bodas de Caná, María desempeña un papel de mediación cuando presenta a Jesús las necesidades de los esposos (cf. Jn 2,3) y cuando pide a los sirvientes que sigan las indicaciones de Jesús (cf. Jn 2,5). En el Concilio Vaticano II, el término mediación se refiere principalmente a Cristo y, a veces, también a María, aunque de modo claramente subordinado. De hecho, en referencia a ella, se prefirió emplear una terminología distinta, centrada en la cooperación o en la ayuda materna. La enseñanza del Concilio formula claramente la perspectiva de la intercesión materna de María con expresiones como «múltiple intercesión» y «protección materna». Estos dos aspectos, unidos, configuran la especificidad de la cooperación de María en la acción de Cristo por medio del Espíritu.”
Antes este mismo documento había dicho que “este himno de alabanza sobre el lugar único de Cristo invita tanto a situar a toda criatura en un papel claramente receptivo, como a mantener una cautela religiosa y prudente al considerar cualquier forma posible de cooperación en el ámbito de la Redención.” Lo cual, como vemos, es nuevamente matizado por el mismo documento, al hablar de “la presencia activa de María”
—————————————————————–
Ahora bien, la conclusión de todo el largo párrafo antes citado, en el documento, es ésta: “En sentido estricto, no podemos hablar de otra mediación de la gracia que no sea la del Hijo de Dios encarnado.”
Parece inevitable la impresión de que la conclusión de ese párrafo lo contradice. Se remite a una nota al pie de página para justificar esa afirmación, y se trata de…¡el Papa Francisco! (Audiencia General (24 de marzo de 2021): L’Osservatore Romano, 24 de marzo de 2021, p. 8.)
Pero no queda ahí la cosa, porque el documento continúa inmediatamente:
“Al mismo tiempo, debemos recordar que la singularidad de la mediación de Cristo es “inclusiva”, es decir, que Cristo hace posibles diversas formas de mediación en el cumplimiento de su proyecto salvífico, de modo que, en comunión con Él, todos podamos ser, de alguna manera, colaboradores de Dios, “mediadores” los unos para los otros (cf. 1 Cor 3,9). El Concilio Vaticano II afirmó que «la única mediación del Redentor no excluye, sino que suscita en las criaturas una cooperación diversa, participada de una única fuente». La participación de María en la obra de Cristo se hace evidente si partimos de la convicción de que el Señor resucitado impulsa, transforma y capacita a los creyentes para colaborar con Él en su obra. Si esto es verdad para cada creyente —cuya cooperación con Cristo se hace tanto más fructífera cuanto más se deja transformar por la gracia—, con mayor razón debe afirmarse de María, de un modo único y supremo.”
Es inevitable entonces que uno se pregunte si todo lo que se dice en este párrafo sobre las mediaciones creadas subordinadas a la única mediación de Cristo es en sentido “no estricto”, y cuál sería entonces ese sentido no estricto, dado que, según el texto antes citado, “en sentido estricto, no podemos hablar de otra mediación de la gracia que no sea la del Hijo de Dios encarnado.”
—————————————————————–
El documento entra a continuación en consideraciones acerca de la Maternidad espiritual de la Virgen respecto de todos los creyentes, en relación con el título “Mediadora de todas las gracias”.
El documento resume toda la cooperación de María en la obra salvífica de Cristo bajo el concepto de su Maternidad: “En esta maternidad de María se resume todo lo que podemos decir acerca de la maternidad según la gracia y del lugar actual de María con respecto a toda la Iglesia.” El documento dice que esa maternidad “encuentra su fundamento en el hecho de que ella es la Madre de Dios, y prolonga su maternidad hacia los discípulos de Cristo y también hacia todos los seres humanos. En este sentido, la cooperación de María es singular y se distingue de las cooperaciones «de las demás criaturas”.
A continuación, sigue el rechazo de una imagen de la Virgen como “pararrayos” que, más allá de que se la comparta o no, no se ve bien cómo empalma con lo anterior.
Luego el documento se centra en la maternidad de María en el orden de la gracia.
En primer lugar, y obviamente, rechaza el documento la idea de que la Virgen tuviese un depósito de gracia separado de Dios, y de que ella sea la “fuente” de la gracia.
Luego dice el documento que no es posible que la Virgen juegue un papel en la comunicación misma de la gracia a las almas, y en general explica la mediación de María en el orden de la gracia en términos de “intercesión”.
Dice el documento: “Si tenemos en cuenta que la inhabitación trinitaria (gracia increada) y la participación en la vida divina (gracia creada) son inseparables, no podemos pensar que este misterio pueda estar condicionado por un “paso” a través de las manos de María.”
Y enseguida añade: “El cardenal Ratzinger había explicado que el título de María como mediadora de todas las gracias no se basaba claramente en la revelación divina, y, en consonancia con esta convicción, podemos reconocer las dificultades que ello conlleva tanto en la reflexión teológica como en la espiritualidad.”
Concluyendo entonces: “Para evitar esas dificultades, la maternidad de María en el orden de la gracia debe entenderse como dispositiva. Por un lado, por su carácter de intercesión, ya que la intercesión materna es expresión de aquella «protección materna» que permite reconocer en Cristo al único Mediador entre Dios y los hombres. Por otro lado, su presencia materna en nuestra vida no excluye diversas acciones de María que fomentan la apertura de nuestros corazones a la acción de Cristo en el Espíritu Santo. Así, de distintos modos, nos ayuda a disponernos para la vida de gracia que sólo el Señor puede infundir en nosotros.”
De todo esto no se concluye, obviamente, que María no sea Mediadora de todas las gracias, sino que en todo caso lo es solamente a título dispositivo y de intercesión.
—————————————————————–
Sin entrar a discutir la afirmación según la cual la gracia no puede pasar por las manos de María, de todos modos el fundamento que se aporta aquí para esa afirmación no parece suficiente. En efecto, la inhabitación trinitaria y la gracia creada son efecto en nosotros de los Sacramentos, concretamente, del Bautismo. Y la causalidad de los Sacramentos en el orden de la gracia no es meramente dispositiva, sino eficiente, bien que, obviamente, instrumental.
Es decir, no se puede excluir totalmente la participación de algo creado, y no solamente a título de causa dispositiva, sino de causa eficiente instrumental, en la misma comunicación de la gracia a las almas.
Dice Santo Tomás en IIIa., q. 62, a. 1: “La causa instrumental, en cambio, no obra en virtud de su propia forma, sino en virtud del impulso con que es movida por el agente principal, y por eso el efecto no se asemeja al instrumento, sino al agente principal: una cama, por ejemplo, no tiene semejanza con el hacha que la corta, sino con la idea que está en la mente del artífice. Pues bien, éste es el modo de causar la gracia los sacramentos de la nueva ley: se administran por disposición divina para causar ellos la gracia. Y por eso dice San Agustín en XIX Contra Faustum: Todas estas cosas —habla de los sacramentos— se realizan y pasan, pero la virtud —o sea, la de Dios—, que por ella se opera, permanece siempre. Y esto es a lo que propiamente hablando se llama instrumento, a aquello mediante lo cual uno actúa. Y por eso se dice en Tit 3,5: Nos salvó por el lavado de la regeneración.”
“Causa vero instrumentalis non agit per virtutem suae formae, sed solum per motum quo movetur a principali agente. Unde effectus non assimilatur instrumento, sed principali agenti, sicut lectus non assimilatur securi, sed arti quae est in mente artificis. Et hoc modo sacramenta novae legis gratiam causant, adhibentur enim ex divina ordinatione ad gratiam in eis causandam. Unde Augustinus dicit, XIX contra Faust., haec omnia, scilicet sacramentalia, fiunt et transeunt, virtus tamen, scilicet Dei, quae per ista operatur, iugiter manet. Hoc autem proprie dicitur instrumentum, per quod aliquis operatur. Unde et Tit. III dicitur, salvos nos fecit per lavacrum regenerationis.”
—————————————————————–
Continúa el documento “Mater populi fideles”:
“Como nos recuerda el Catecismo, la gracia santificante es «ante todo y principalmente el don del Espíritu que nos justifica y nos santifica». No es simplemente una ayuda o una energía que se posee, sino «el don gratuito que Dios nos hace de su vida, infundido en nuestra alma por el Espíritu Santo», que puede describirse como la inhabitación de la Trinidad en lo más íntimo, como amistad con Dios, como alianza con el Señor. Sólo Dios puede realizarlo, porque implica superar una desproporción «infinita». Esta donación de la Trinidad, esta «penetración [del mismo Dios] en el alma» (illabitur), implica un efecto transformador en lo más profundo del creyente. Santo Tomás de Aquino, para indicar esa penetración en lo íntimo del ser humano, empleaba este verbo, aplicable únicamente a Dios: illabi, porque sólo Dios, al no ser criatura, puede alcanzar la intimidad personal sin violar la libertad ni la identidad de la persona. Sólo Dios alcanza el centro más íntimo de la persona para realizar su elevación y transformación cuando se entrega como amigo, y por eso «ninguna criatura puede conferir la gracia». Santo Tomás lo repite al hablar de la gracia sacramental: como causa principal, «sólo Dios causa el efecto interior de los sacramentos; bien porque sólo Dios penetra en el alma, en la cual se produce el efecto sacramental, y por otra parte, nada puede obrar inmediatamente donde no está presente; bien porque la gracia, que es el efecto interior de los sacramentos, procede exclusivamente de Dios».
Ya vimos que lo que dice Santo Tomás es que efectivamente los Sacramentos causan la gracia, si bien, obviamente, a título de causas instrumentales. De hecho, lo dice este mismo documento, precisamente cuando llama a la gracia “efecto interior de los sacramentos”.
—————————————————————–
Pero además, en este pasaje del documento parece sugerirse, al menos, una identificación entre la Gracia Increada y la gracia creada, que es contraria a la doctrina católica.
Todos sabemos que en la teología post-conciliar hubo una corriente protestantizante que negaba la gracia creada y dejaba en pie solamente la Gracia Increada, es decir, la Santísima Trinidad en tanto que presente en el alma del justo.
Este pasaje de “Mater populi fidelis” comienza adjudicando al Catecismo de la Iglesia Católica una identificación entre la Gracia Increada y la gracia santificante que no se encuentra en el Catecismo mismo. En efecto, lo que dice el Catecismo en el lugar citado por el documento es: “2003 La gracia es, ante todo y principalmente, el don del Espíritu que nos justifica y nos santifica.”
Como se ve, el Catecismo habla de ahí, no de la “gracia santificante”, como le hace decir el documento, sino de “la gracia”, y es lógico que así sea, porque dice de ella que es principalmente (no únicamente, por tanto) el don del Espíritu Santo, el cual sin duda que no se identifica con la gracia santificante.
Dice el Catecismo de la Iglesia Católica: “997 La gracia es una participación en la vida de Dios. Nos introduce en la intimidad de la vida trinitaria: por el Bautismo el cristiano participa de la gracia de Cristo, Cabeza de su Cuerpo. Como “hijo adoptivo” puede ahora llamar “Padre” a Dios, en unión con el Hijo único. Recibe la vida del Espíritu que le infunde la caridad y que forma la Iglesia. (…) 2000 La gracia santificante es un don habitual, una disposición estable y sobrenatural que perfecciona al alma para hacerla capaz de vivir con Dios, de obrar por su amor. Se debe distinguir entre la gracia habitual, disposición permanente para vivir y obrar según la vocación divina, y las gracias actuales, que designan las intervenciones divinas que están en el origen de la conversión o en el curso de la obra de la santificación.”
Este carácter de “participación” y de “disposición” del alma que tiene la gracia santificante muestra que es algo creado, distinto por tanto de las tres Personas divinas.
—————————————————————–
Es cierto que el documento “Mater Populi Fideles”, al decir que la gracia santificante es “el don del Espíritu Santo”, se puede entender en el sentido de la gracia santificante no es el mismo Espíritu Santo, sino algo que Él nos da. Pero esto entra en tensión con la otra descripción que trae el documento de la gracia santificante, cuando dice que “puede describirse como la inhabitación de la Trinidad”.
La gracia santificante no es la inhabitación de la Trinidad. Es cierto que la inhabitación de la Trinidad no es la Trinidad misma, sino algo creado, al menos en el sentido de que si Dios no hubiese creado nada, habría sin duda Trinidad, pero no habría inhabitación de la Trinidad. Pero la inhabitación de la Trinidad no es la gracia santificante.
Por la inhabitación trinitaria, la Santísima Trinidad misma está en nuestra alma. Obviamente que no se trata de un estar local, como alguien está en una habitación. Se trata, enseña Santo Tomás, de que hay una transformación de nuestra alma que la capacita para conocer y amar a Dios de un modo propiamente divino, por el cual Dios está presente en nosotros, en tanto que conocido y amado, de un modo especial. Dice Santo Tomás en Ia., q. 43, a.3:
“A la persona divina le corresponde ser enviada por cuanto que existe en alguien de un modo nuevo. Y le corresponde ser dada, en cuanto que es tenida por alguien. Ninguna de estas cosas puede suceder más que por la gracia santificante. Pues hay un modo común por el que Dios está en todas las cosas por esencia, potencia y presencia, como la causa está en los efectos que participan de su bondad. Por encima de este modo común, hay otro especial que corresponde a la criatura racional, en la que se dice que Dios se encuentra como lo conocido en quien conoce y lo amado en quien ama, y porque, conociendo y amando, la criatura racional llega por su mismo obrar hasta el mismo Dios. Según este modo especial, no solamente se dice que Dios se encuentra en la criatura racional, sino también que está en ella como en su templo. Así, pues, ningún otro efecto, a no ser la gracia santificante, puede ser el motivo por el que la persona divina esté de un modo nuevo en la criatura racional. Consecuentemente, sólo por la gracia santificante la persona divina es enviada y procede temporalmente. Por lo mismo, no se dice que tenemos sino sólo aquello de lo que podemos hacer uso y disfrutar libremente. Poder disfrutar de la persona divina sólo es posible por la gracia santificante. Sin embargo, por el mismo don de la gracia santificante, se tiene el Espíritu Santo, que habita en el hombre. Por eso, el mismo Espíritu Santo es dado y es enviado.”
—————————————————————–
Esa transformación de nuestra alma, entonces, consiste en que ella adquiere una cualidad, creada, por supuesto, que la capacita para conocer y amar divinamente, por así decir, a Dios, y por lo cual se puede decir que Dios habita en nosotros de un modo nuevo, en tanto que puede ser alcanzado de un modo nuevo por nuestros actos de conocimiento (en esta vida fe, en la otra visión) y de amor. Esa cualidad esprecisamente la gracia santificante. Dice nuevamente Santo Tomás en Ia. IIae., q. 110, a. 2:
“…la voluntad divina ayuda gratuitamente al hombre infundiendo en su alma un don habitual. Y tiene que ser así, porque no es congruente que el amor de Dios provea menos a quienes llama a la posesión del bien sobrenatural que a quienes promueve a la posesión del bien natural. Mas en el orden natural provee a las creaturas no sólo moviéndolas a sus actos naturales, sino también comunicándoles determinadas formas y virtudes, que sean principio de estos actos, y merced a las cuales se ven inclinadas por sí mismas a sus propios movimientos; y así estos movimientos recibidos de Dios se les hacen connaturales y fáciles, según aquello de Sab 8,5: Dispone todo con suavidad. Por consiguiente, con mucha más razón infunde en aquellos a quienes mueve a conseguir el bien sobrenatural eterno ciertas formas o cualidades sobrenaturales, mediante las cuales pueden ser movidos por El con suavidad y prontitud a la consecución de aquel bien. Y así resulta que el don de la gracia es una cualidad.”
La inhabitación de la Trinidad, entonces, no es la gracia santificante, sino un efecto de la gracia santificante.
La misma gracia santificante no es que sea un efecto de la inhabitación trinitaria, como parece afirmar este documento, sino más bien de la acción divina en nosotros.
—————————————————————–
Lo que ante todo interesa señalar aquí, es que la inmediatez divina, en el misterio de la gracia, no puede ser tanta que suprima la distinción entre el Creador y la creatura. Ya que hablamos de expresiones que pueden ser malentendidas, algunas expresiones del documento, en efecto, hacen pensar en una impensable mezcla de lo divino con lo humano en el misterio de la gracia.
En efecto, es al menos necesaria esa mediación de una cualidad creada que es la gracia santificante. El ser de Dios y el ser del hombre siguen siendo cosas distintas. Paradójicamente, eliminar la gracia creada y dejar solamente la inhabitación trinitaria es eliminar todo contacto real entre Dios y el hombre, o bien, identificar panteísticamente a Dios con el hombre.
Dios no cambia. Si tampoco el hombre cambia, entonces no se ha producido contacto nuevo alguno entre ellos, si es que siguen siendo realidades distintas. Pero si el hombre ha de sufrir una transformación para que ese contacto sea posible, esa transformación no puede sacar al hombre de su condición de creatura, no puede convertirlo en Dios, y por tanto, ha de consistir en un efecto creado, una cualidad creada, que es justamente la gracia santificante, por la cual y sólo por la cual se puede decir que Dios se une de modo nuevo con la creatura racional.
—————————————————————–
En cambio, “Mater populi fidelis” dice: “La misma gracia creada, entonces, no actúa como un “intermediario”, sino que es un efecto directo de la amistad que Dios concede al tocar directamente el corazón humano. Y así, siendo Dios quien obra la transformación de la persona cuando se entrega como amigo, no hay intermediario entre Dios y el ser humano transformado. Sólo Dios es capaz de penetrar tan profundamente para santificar, hasta hacerse absolutamente inmediato, y sólo Él puede hacerlo sin anular a la persona.»
Como se ve, esto es contrario a lo que enseña Santo Tomás de Aquino, cuando dice que “A la persona divina le corresponde ser enviada por cuanto que existe en alguien de un modo nuevo. Y le corresponde ser dada, en cuanto que es tenida por alguien. Ninguna de estas cosas puede suceder más que por la gracia santificante”, y que “ningún otro efecto, a no ser la gracia santificante, puede ser el motivo por el que la persona divina esté de un modo nuevo en la criatura racional”, y que “sólo por la gracia santificante la persona divina es enviada y procede temporalmente”.
—————————————————————–
Por eso el Concilio de Trento, al hablar de la justificación, y luego de mencionar sus causas extrínsecas, a saber, la final, la eficiente y la meritoria, habla de su causa intrínseca, es decir, su causa formal, y dice: “Finalmente, la única causa formal es la justicia de Dios, no aquella con que Él es justo, sino aquella con que nos hace a nosotros justos [Can. 10 y 11], es decir, aquella por la que, dotados por Él, somos renovados en el espíritu de nuestra mente y no sólo somos reputados, sino que verdaderamente nos llamamos y somos justos, al recibir en nosotros cada uno su propia justicia, según la medida en que el Espíritu Santo la reparte a cada uno como quiere [1 Cor. 12, 11] y según la propia disposición y cooperación de cada uno.”
El Concilio distingue expresamente entre la Justicia que es Dios mismo, y aquella con la que nos hace justos a nosotros, que es algo creado, pues se nos da según medida, como dice ahí mismo el Concilio.
Por eso el canon 10 del Concilio de Trento en su Decreto sobre la Justificación, dice así: “Can. 10. Si alguno dijere que los hombres se justifican sin la justicia de Cristo, por la que nos mereció justificarnos, o que por ella misma formalmente son justos, sea anatema.”
Este canon condena dos errores extremos opuestos entre si: el primero dice que sin la justicia de Cristo podemos ser justificados, pero el segundo dice que somos justificados formalmente por la misma justicia que es Cristo, es decir, por la misma justicia que es Dios (recordemos que por la Simplicidad divina, Dios se identifica con sus atributos, y que Cristo es Dios), es decir, en definitiva, que la misma Divinidad se convierte en una especie de forma determinante de nuestra alma.
Con lo cual obviamente que desaparece la distinción real entre el hombre y Dios y estamos en pleno panteísmo.
—————————————————————–
Continúa el documento: “Ninguna persona humana, ni siquiera los Apóstoles o la Santísima Virgen, puede actuar como un dispensador universal de la gracia. Sólo Dios puede dar la gracia y lo hace por medio de la humanidad de Cristo, ya que “Cristo-Hombre posee la plenitud de la gracia como unigénito del Padre”.”
Dice sin embargo San Pablo en 1 Corintios 4, 1: “Que todo hombre nos considere de esta manera: como servidores de Cristo y dispensadores de los misterios de Dios.” Algunas traducciones dicen “administradores”. que no es menos fuerte. Es claro que San Pablo sobreentiende aquí el carácter meramente instrumental de su dispensación y de su administración.
Además, cuando en ese pasaje el documento dice que “solo Dios puede dar la gracia”, cita a Santo Tomás de Aquino en Ia. IIae., q. 112, a. 1, donde Santo Tomás dice que “es imposible que una creatura cause la gracia”, pero precisamente, en la respuesta a a la segunda objeción dice el Aquinate: “Así como en la persona de Cristo la humanidad causa nuestra salud por la gracia merced a la acción divina que opera como agente principal, así también los sacramentos de la nueva ley, derivados de Cristo, son por sí mismos causa instrumental de la gracia, pero la causa principal es la virtud del Espíritu Santo, que obra en ellos, según aquello de Jn 3,15: Quien no renace del agua y del Espíritu Santo, etc.”
—————————————————————–
A continuación, el documento recuerda lo obvio: “Ella coopera en la economía de la salvación con una participación derivada y subordinada; por lo tanto, cualquier expresión sobre su “mediación” de gracia debe entenderse en una analogía remota con Cristo y su única mediación”, lo cual sin duda es el modo en que siempre se ha entendido en la Iglesia la mediación de la Virgen.
El documento advierte correctamente contra “cualquier descripción que haga pensar, de manera neoplatónica, en una especie de efusión de la gracia por etapas, como si la gracia de Dios descendiera a través de intermediarios distintos —como María— mientras su fuente última (Dios) permaneciera desconectada de nuestro corazón”, cosa que habría que ver si ha sido sostenida alguna vez por algún mariano en la Iglesia, y que en todo caso ha debido ser un error marginal.
Luego dice: “Cualquier otra manera de entender esta cooperación de María en el orden de la gracia, especialmente si se pretende atribuir a María alguna forma de intervención o instrumentalidad perfeccionadora o de causa segunda en la comunicación de la gracia santificante, debe prestar especial atención a ciertos criterios ya mencionados en la Constitución Dogmática Lumen Gentium:”
O sea que finalmente tampoco está del todo cerrada esta vía. Concretamente, lo que dice el documento es que “Ella, con su intercesión, puede implorar para nosotros los impulsos interiores del Espíritu Santo, que llamamos “gracias actuales”. Se trata de aquellos auxilios del Espíritu Santo que también actúan en los pecadores, con el fin de disponerlos para la justificación, y asimismo en aquellos que ya están justificados por la gracia santificante, con el fin de impulsarlos al crecimiento. En este sentido preciso debe interpretarse el título de “Madre de la Gracia”.”
En definitiva, como el resultado de esas gracias actuales será la misma infusión de la gracia santificante, si se trata de la justificación de un pecador, o en caso contrario, al menos en el crecimiento en esa gracia, como dice el documento, entonces ahí tenemos el camino para que la misma gracia santificante quede incluida en ese título mariano de “Mediadora de todas las gracias“.
Y todavía hay que decir que si los Sacramentos pueden tener causalidad instrumental en la producción de la misma gracia santificante, entonces no se ve como hacer un argumento “a priori” en contra de una causalidad semejante de la Virgen Santisima.
—————————————————————–
El hecho es que el documento agrega una argumentación en este sentido: “Algunos títulos, como Mediadora de todas las gracias, tienen limitaciones que no facilitan la correcta comprensión del papel único de María. En efecto, ella, que es la primera redimida, no pudo haber sido mediadora de la gracia que ella misma recibió. No se trata de un detalle sin importancia, porque revela algo central: que también en ella el don de la gracia la precede y procede de la iniciativa absolutamente gratuita de la Trinidad, en anticipación a los méritos de Cristo.”
El argumento no es concluyente, entendemos, porque también debemos decir que N. S. Jesucristo es el Salvador de todos los hombres, y que murió por todos en la Cruz, y evidentemente que N. S. Jesucristo no es Salvador de Sí mismo ni murió en la Cruz por Sí mismo.
En definitiva, parece que lo menos que se puede decir es que a la luz de este documento “Mater Populis fideli” no se puede decir que la Iglesia haya rechazado definitivamente el título de “Corredentora” aplicado a la Virgen.
El Magisterio de la Iglesia debe ser lógico, claro y ordenado, porque no está para crear confusión, sino para disiparla. Entiendo que eso es una urgente necesidad del momento actual de la Iglesia, sobre todo mirando al Dicasterio para la Doctrina de la Fe.
20 comentarios
Mediadora y Corredentora, son títulos desproporcionados, lo mismo que el de "Esposa del Espíritu Santo": con el Evangelio en la mano, no hay por donde tomarlos.
Me basta con el título de "Madre", que fue el que utilizó Jesús, cuando nos la entregó.
___________________________________
En efecto, el documento, como digo en el "post", da muchos elementos para una argumentación a favor de los títulos de "Corredentora" y "Mediadora" aplicados a la Virgen. Eso es justamente lo que lo hace poco claro, teniendo en cuenta la resolución final que adopta respecto del primero de esos términos.
Decir que el título de "Mediadora" es desproporcionado contradice a "Mater Populi Fidelis", como se ve por el "post". Y en cuanto a "Corredentora", si lo cambiamos por "Colaboradora en la Redención" o "Cooperadora en la Redención" estamos repitiendo lo que dice este documento, por eso insisto en que es un documento poco claro.
En cuanto a "Madre", sólo, no es suficiente. La Virgen es Madre de Dios, título que se presta ampliamente a la mala interpretación.
Saludos cordiales.
Esa es nuestra realidad pastoral, no para juzgar, sino para comprender con lucidez que la fe popular, tan bella y potente, aún necesita madurar en profundidad teológica y en una vivencia más unificada del misterio cristiano. No basta con el fervor; hace falta formación, conversión interior y un corazón que entienda que toda gracia viene de Cristo y que María, en su humildad, no eclipsa jamás al Hijo, sino que lo señala y lo entrega.
Por eso creo que hoy no conviene —ni pastoral ni doctrinalmente— insistir en la proclamación del dogma de “Corredentora”. La cosa está verde, muy verde todavía. No porque el misterio mariano no lo merezca, sino porque el corazón del pueblo aún no está preparado para comprenderlo sin deformarlo, sin reducirlo a sentimentalismo o malinterpretarlo como si María rivalizara con el Redentor.
El Espíritu Santo, que guía a la Iglesia en cada época, ha inspirado prudencia y sabiduría tanto a Benedicto XVI como al Papa Francisco. Ambos, desde estilos distintos pero complementarios, han evitado apresurar definiciones que podrían generar confusión más que claridad. Es una pedagogía divina: antes de nuevos títulos, el Espíritu pide que volvamos a las raíces del Evangelio, a la fe viva, al amor por la Eucaristía, al encuentro personal con Cristo.
Ojalá también comprendan esto algunos que, con buena intención pero poca caridad, se lanzan a insultar a pastores como el cardenal Fernández o a quienes, desde Roma, buscan custodiar la unidad de la Iglesia. No se trata de hooligans doctrinales, sino de discípulos. El núcleo del problema no es un título más o menos para María, sino nuestra falta de sintonía con el Espíritu Santo, que siempre antepone la comunión al entusiasmo, la verdad al grito, y la caridad a la polémica.
---------------------------------------
Cierto, tratemos de no gritar. Como señalo en alguna otra respuesta, decir que ese título es "siempre inoportuno (o "inapropiado")" elimina toda explicación que consista en decir que por ahora o en el momento actual no se lo ve conveniente.
Por otra parte, si todo el problema que hoy día tiene la Iglesia consiste en las desviaciones reales o posibles de la piedad popular, oh maravilla, qué bien que estamos, hagamos tres tiendas, etc. Pero no, en realidad hay otras cosillas que son de bastante más peso que llamar a la Virgen "pararrayos contra la Justicia divina" o cosas por el estilo.
Si a mí me preguntan si acepto un bosque de pararrayos con tal de que no haya por ningún lado ningún Cardenal, Obispo o Sacerdote diciendo que hay que cambiar la doctrina de la Iglesia sobre la homosexualidad, por ejemplo, pues vengan los pararrayos.
Porque al final, si se puede comulgar en situación de pecado grave y sin arrepentimiento, y si los actos homosexuales en definitiva no son pecaminosos, o al menos, si las parejas homosexuales, que son tales en tanto que realizan esos actos, son bendecibles, ¿en serio necesitamos un Redentor? Fijarse que esa cuestión es lógicamente anterior a la cuestión de si se puede o no asociar a alguna creatura a la obra de ese Redentor.
Pero en fin, todo tiene su lado positivo y Dios saca los bienes de los males. Me late que está por producirse un renacer de la piedad popular y mariana en la Iglesia, y que este documento no va a tener un rol insignificante en ese renacimiento.
Es curioso, pero un puede llegar hasta a tener un poco olvidada a su madre, hasta que suceden ciertas cosas.
Saludos cordiales.
Por lo tanto la mayor parte de las oraciones, antífonas e himnos marianos, y no digamos las letanías, quedan tocados si una hace caso al documento, y eso se refleja ya en la cantidad de comentarios generados en las redes que más parecen de protestantes que de católicos u ortodoxos. Es decir que, queriendo o sin querer, han impulsado un antimarianismo ya que de nada sirve acudir en nuestras tribulaciones a Nuestra Señora si es perfectamente prescindible porque ni siquiera puede interceder, eso sí, nos ama mucho, pero con su mediación ante Dios no podemos contar. Y ahora me dirá el Prefecto que él no ha dicho eso y, si no lo ha dicho, ¿cómo es que tanta gente está entendiendo eso? Y si las peticiones hay que tomarlas "con prudencia" mucho más las alabanzas porque solo Dios tiene el poder y solo Él debe ser alabado. ¿Qué hacemos entonces con la Santísima Virgen Madre de Dios y Madre nuestra, Cardenal Fernández?
Otra cosa muy extraña es que el Dicasterio para la Causa de los Santos exija milagros para beatificar o canonizar cuando ya sabemos que todo el poder es de Dios y que ninguna persona humana hace milagros si no es por el poder de Dios, al santo se le reza como intercesor, pero si llamar Mediadora o Intercesora a la Virgen es pasarse, mucho más será pretender que San Judas Tadeo interceda en una curación. Lo que antes todos los católicos entendíamos perfectamente ahora lo entendemos imperfectamente gracias a este documento, si es que se le hace algún caso porque es perfectamente prescindible.
-----------------------------------------
Sin duda es posible que haya alguna remota tribu en la cual algunos católicos o al menos catecúmenos que están en sus primeras clases piensen que tenemos dos Redentores, Cristo y María, que obran al unísono y con igual título en la redención del género humano, pero eso es un problema que normalmente debe resolverse en las siguientes clases del catecumenado.
Los católicos padecemos sin duda muchas taras, pero no tantas que no tengamos muy asumido, por lo general, ese esquema de causalidad segunda y subordinada que, como Ud. dice, es como la clave de toda la Mariología, y sin el cual este mismo documento no habría sido posible.
Y no hemos dicho nada todavía si será verdad que en estos tiempos de James Martin, de peregrinaciones LGTB a San Pedro, de salas para oraciones de musulmanes en la Biblioteca Vaticana, de bendiciones a parejas homosexuales, de comunión dada a pecadores públicos sin necesidad de arrepentimiento y confesión, es realmente el punto clave a dilucidar si hay o no algún exceso en la piedad mariana de algún grupo.
Saludos cordiales.
De veras, cuesta entender tanta histeria. Un documento medido, en comunión con Benedicto XVI y con Francisco, que simplemente recuerda que no es el momento oportuno para proclamar la corredención, parece haber desatado una tormenta entre ciertos católicos de teclado rápido y discernimiento lento. Y lo peor: lo hacen en nombre de la Virgen, creyendo defenderla a fuerza de gritos y descalificaciones.
Pero seamos sinceros: ¿de verdad creen que María se siente honrada cuando ve a sus hijos despotricando públicamente contra un texto aprobado por el Papa, insultando al cardenal Fernández y sospechando de Roma? Lo dudo. La Madre del Silencio no necesita cruzados de Facebook, sino corazones dóciles.
Quizás sea hora de entender —de una vez— que la prudencia no es cobardía, sino sabiduría; que la Iglesia camina con el Espíritu, no con la ansiedad de las redes; y que los tiempos de Dios no se aceleran a golpe de comentario airado. Tan difícil es de entender?
-----------------------------------
Por eso, debemos dejar de lado toda histeria y ansiedad en los comentarios. En realidad, el documento no habla de proclamar la Corredención ni de si es o no es momento oportuno para ello. Lo que dice el documento, como copié en el "post", es que "es siempre inoportuno (o "inapropiado") usar el título de Corredentora para definir la cooperación de María."
Ese "siempre" excluye toda consideración temporal y coyuntural acerca de si ahora es o no el momento oportuno para alguna cosa.
El problema, como he intentado señalar, es que decir que María es "la primera y máxima colaboradora en la obra de la Redención y de la gracia”, y que “entre los elegidos y glorificados junto con Cristo, en primer lugar está la Madre; por ello podemos afirmar que existe una colaboración singular de María en la obra salvífica que Cristo realiza en su Iglesia", y que “la participación de la Virgen María, como Madre, en la vida de su Hijo —desde la Encarnación hasta la Cruz y la Resurrección— confiere un carácter único y singular a su cooperación en la obra redentora de Cristo.”, todo ello, digo, le puede llenar bastante el plato a cualquier defensor del título "Corredentora", el cual podría muy bien decir "sí, eso es lo que quiero decir, gracias".
Y entonces, lo "siempre inoportuno (o "inapropiado")" de ese término vendría a quedar al mismo nivel de lo muy inoportunas o inapropiadas que a muchos han debido parecerles expresiones como "comer el Cuerpo y beber la Sangre del Señor", "Presencia real de Cristo en la Eucaristía", "Madre de Dios", "Infalibilidad del Papa", etc., etc.
Saludos cordiales.
1. No se puede dar por zanjado el tema de la "Corredentora". Se le encorseta y ya está. Para ese viaje no hacían faltas estas alforjas.
2. La "mancha" de Fiducia supplicans es insuperable.
[...]
------------------------------------
En efecto, al final parece que la montaña parió un ratón, o más bien lo absorbió, esta vez. Digo, porque con buena parte de este documento se podría hacer una decente argumentación a favor del título de "Corredentora" aplicado a la Virgen.
Saludos cordiales.
Para mí es un sabroso documento y OPORTUNISIMO, dado que, desde hace mucho tiempo, aunque sin aprobación explícita, se ha tolerado en la piedad de muchos católicos, incluso clérigos, toda una corriente que tiende a colocar a María Santísima en el mismo plano que a Jesucristo, lo cual es del todo incorrecto, dado que, como se deduce del documento de marras, ella debe ser contemplada en el grupo de los receptores de la redención y no en el del Actor de la misma (Confróntese el numeral 20).
-------------------------------------
En realidad Ud. contradice a "Mater Populis Fidelis", porque, como digo en el "post", en ese documento se dice que María es "la primera y máxima colaboradora en la obra de la Redención y de la gracia", y que “la participación de la Virgen María, como Madre, en la vida de su Hijo —desde la Encarnación hasta la Cruz y la Resurrección— confiere un carácter único y singular a su cooperación en la obra redentora de Cristo.” No es ella, según este documento, una mera receptora de la Redención, sino que el documento habla de "la presencia activa de María, cuya respuesta a la Anunciación "abrió las puertas a la Redención".
El problema que yo veo es que con todo esto no se sabe entonces en qué queda lo "inoportuno" o "inapropiado" del título "Corredentora". Porque al final la misma objeción se podría hacer a "Colaboradora" o "Cooperadora", a saber, que no hay dos laboradores o operadores de la Redención en pie de igualdad entre ellos, que la labor y la operación de Cristo en la Redención son perfectas y no necesitan de ningún agregado de algo creado, etc. Siempre va a haber que explicar el término que se use, sea cual sea.
Saludos cordiales.
Decir que la Santísima Virgen María es colaboradora (primera y máxima en el texto) o colaboradora (de un modo singular y único) no puede equipararse de modo alguno a la expresión: "corredentora".
Sería ingenuo plantear como justificativo una morfología similar (en este caso el prefijo co), sin atender a su semántica, ya absolutamente diferenciada.
Es claro que para las expresiones colaborar y cooperar, se pueden aplicar grados, medidas y calidades que no son aceptables en el término "redención".
Por ello podemos perfectamente decir: "el es un gran colaborador", o: "cooperó con lo minimo"; pero no podriamos decir "es poco redentora", o "algo redentora", porque la redención es un acto pleno y definitivo, que realizó Nuestro Señor Jesucristo con su entrega sacrificial, siendo hombre y Dios.
Y por ello el documento, sin ninguna contradicción interna, señala que el término es siempre inapropiado.
Coincido con Betania in albis.
Apena ver a tantos "devotos marianos" que olvidan que la verdadera devoción a María es imitar en serio sus virtudes, y que segun San Luis Grignion, las que más ama son: la humildad y la obediencia...
Bendiciones!
-------------------------------------
La Redención es un acto pleno y definitivo, pero no de tal manera que excluya toda cooperación de la creatura con el mismo, testigo, este mismo documento. Todo el asunto está, precisamente, en explicarlo así, que la "corredención" es cooperación en la Redención.
Después de todo, la palabra "corredención" no tiene ningún sello de fábrica que impida entenderla en ese sentido, y para lo único para lo que este documento sería "clarísimo" sería para eliminar una concepción "paralela" de la corredención que no ha pasado por la cabeza de ningún católico mariano medianamente formado, y que ciertamente no era la que estaba en la mente de los Papas que han usado en forma totalmente deliberada ese término, que ahora resulta que es "siempre inapropiado".
Y es mucho mejor explicar el término que censurarlo, porque si se lo censura, se abre la puerta a que se niegue pura y simplemente la cooperación de María en la Redención.
Saludos cordiales.
En teología y en la Fe debe prevalecer EL SENTIDO COMÚN, SENSUS FIDELIS.....
----------------------------------
En Teología deben prevalecer la Escritura, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia, por supuesto que también un rol la razón teológica, cuyo instrumento es la filosofía, la cual tiene como base el sentido común.
Las discusiones teológicas y eruditas son necesarias precisamente para proteger la fe y la piedad del pueblo fiel, lo malo no son esas discusiones, sino estar en ellas en el lado heterodoxo.
Saludos cordiales.
Y si en ese futuro —que Dios ya ve— una gran parte de los católicos, tanto de hoy como de mañana, fueran incapaces de comprender correctamente el término “Corredentora” sin desviarse de la ortodoxia, cayendo en interpretaciones que rozaran la herejía, comprometieran su salvación o, cuando menos, aumentaran no poco su purgatorio y retrasaran la llegada de la Parusía, entonces sería lógico pensar que ese término resulte inadecuado siempre.
Por eso, mientras el Espíritu sigue soplando en la historia, lo nuestro es mantenernos dóciles al momento presente y evitar debates que, más que iluminar, pueden confundir. Porque solo Dios, que ya ve el final desde el principio, sabe cuándo una palabra edifica… y cuándo, aun nacida del amor, puede enturbiar la verdad.
---------------------------------
Ciertamente, y si en ese futuro resulta que sólo la defensa del título "Corredentora" aplicado a María en la Iglesia ha terminado impidiendo que una mentalidad protestante se extienda entre los fieles, entonces, si pudiésemos contemplar tal panorama desde la calma Eternidad, comprenderíamos sin duda lo valioso de la actitud de aquellos que protagonizado dicha defensa.
Saludos cordiales.
No es solo cuestión de futuro o de posibles confusiones, sino de principio. El lenguaje de la fe no puede prestarse a equívocos, y este término, por su estructura, coloca a María en una aparente simetría con Cristo que ningún catecismo podría resolver del todo sin largas notas al pie. La teología es madre, pero también maestra de precisión: y lo que requiere demasiadas explicaciones quizás no deba decirse.
Además, el Espíritu Santo parece recordarnos que la verdadera grandeza de María está en su humildad: en ser sierva, no socia; en colaborar, no competir. Llamarla “Corredentora” podría, paradójicamente, restarle esa belleza discreta que es su mayor gloria.
Por eso, puede que el término sea inadecuado no por el paso del tiempo, sino por su propio peso. Porque hay palabras que, al intentar elevar, terminan deformando. Y quizás el Espíritu —tan amante de la claridad— prefiera que sigamos contemplando a María como lo que siempre ha sido: la criatura perfecta que, sin reclamar títulos, dijo simplemente “hágase”.
---------------------------------------
Como ya dije, la fe católica se especializa en expresiones que pueden ser malinterpretadas. La expresión "Madre de Dios", por ejemplo, por su estructura lingüística parece implicar una maternidad humana de la Naturaleza divina que no hay filosofía que pueda hacer cuadrar. Ciertamente hay que explicarla en su sentido ortodoxo, y para eso hay en la Iglesia algo que se llama "teología".
El lenguaje de la fe se presta a equívocos, si no va acompañado de las explicaciones del caso. Como ya señalé en el "post", los primeros cristianos eran acusados de canibalismo por quienes interpretaban erradamente la doctrina eucarística.
Y no es solamente una cuestión de "amor". Hay dos visiones contrarias entre sí en juego: la protestante, para la cual la acción divina excluye la acción de las creaturas, y la católica, para la cual la acción divina suscita la acción de las creaturas.
En cuanto a la humildad de la Virgen, consiste ante todo en la verdad. Por eso ella sí pudo profetizar sobre el futuro: "Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí".
Saludos cordiales.
"En cambio, “Mater populi fidelis” dice: “La misma gracia creada, entonces, no actúa como un “intermediario”, sino que es un efecto directo de la amistad que Dios concede al tocar directamente el corazón humano. Y así, siendo Dios quien obra la transformación de la persona cuando se entrega como amigo, no hay intermediario entre Dios y el ser humano transformado. Sólo Dios es capaz de penetrar tan profundamente para santificar, hasta hacerse absolutamente inmediato, y sólo Él puede hacerlo sin anular a la persona.»
Como se ve, esto es contrario a lo que enseña Santo Tomás de Aquino, cuando dice que “A la persona divina le corresponde ser enviada por cuanto que existe en alguien de un modo nuevo. Y le corresponde ser dada, en cuanto que es tenida por alguien. Ninguna de estas cosas puede suceder más que por la gracia santificante”, y que “ningún otro efecto, a no ser la gracia santificante, puede ser el motivo por el que la persona divina esté de un modo nuevo en la criatura racional”, y que “sólo por la gracia santificante la persona divina es enviada y procede temporalmente”."
No veo la diferencia entre lo que afirma usted (o Santo Tomás) y lo que afirma el documento. Si la gracia santificante es un instrumento o la mediación que utiliza Dios para llegar al corazón del hombre, pero esta gracia es creada y concedida por el, sigue siendo cierto que no hay mediación entre Dios y el hombre más que la de Dios mismo, a través de un efecto suyo que sería la gracia. No hay mediación de otra persona, que creo que es el núcleo del debate. No sé si lo entendí correctamente y por eso pregunto cuál sería la diferencia.
------------------------------------
Efectivamente, no hay una conexión directa entre los dos temas. Lo que sucede es que "Mater Populi Fidelis" saca el tema de la inhabitación trinitaria para argumentar en contra de la posibilidad de que una creatura tenga una intervención, aunque sea instrumental, en la producción de la gracia santificante, y por eso pone a la gracia santificante como efecto de la inmediatez divina, en vez ser causa de la misma.
El argumento es: “Ninguna creatura puede ejercer mediación alguna en la producción de la gracia santificante por parte de Dios. En efecto, la gracia santificante es producida por la presencia inmediata de Dios en el alma que es la inhabitación trinitaria. Es así que la Virgen es una creatura. Luego, Ella no puede ejercer mediación alguna en la producción de la gracia santificante por parte de Dios.”
Eso, como digo en el “post”, entra en conflicto con la tesis clásica de teología sacramental que dice que los Sacramentos, “signos eficaces de la gracia”, causan eficientemente la gracia santificante, no a modo de causas principales, que eso es solamente Dios, sino a modo de causas instrumentales.
Pero también entra en conflicto con lo que dice Santo Tomás, que es la gracia santificante la única causa de la presencia de Dios en nuestra alma en la inhabitación trinitaria, y entonces, lógicamente no puede ser un efecto suyo, ver además mi respuesta a Federico.
Saludos cordiales.
Tuve la misma impresión: por no poco de lo que dice la Nota, y hasta hay que ver si con mayor razón, se podría fundamentar la oportunidad del empleo del término "Corredentora" para la Virgen, máxime cuando expresamente habla de ella como Cooperadora en la obra de la Redención.
En el n. 1 dice algo extraño:
"Ella es la manifestación femenina de todo cuanto puede obrar la gracia de Cristo en un ser humano" (n. 1).
Esto entiendo que teológicamente es incorrecto, conforme a santo Tomás. Siempre se puede crecer en caridad. Así como no puede darse la creatura más perfecta, porque Dios siempre podría crear un ángel más perfecto, lo mismo siempre podría una creatura participar más de la vida divina, de la gracia. Y, entonces, ni siquiera en la Virgen se manifiesta todo cuanto puede obrar la gracia en un ser humano..., por más que, de hecho, haya sido la persona humana en quien más ha obrado la gracia.
------------------------------
Ahí me parece que "Mater Populi Fideli" está de acuerdo con la tradición, véase este pasaje de "Ineffabilis Deus" de Pio IX:
"Por lo tanto, muy por encima de todos los ángeles y santos, Dios la colmó maravillosamente con la abundancia de todos los dones celestiales derramados del tesoro de su divinidad, de modo que esta madre, siempre absolutamente libre de toda mancha de pecado, pura y perfecta, poseería esa plenitud de santa inocencia y santidad que, bajo la mirada de Dios, no se puede imaginar nada mayor, y que, fuera de Dios, ninguna mente puede llegar a comprender plenamente."
Recordar que los ángeles no pueden tener hijos y entonces no pueden ser tampoco Madres de Dios. "Curiosamente", el ser humano, que es naturalmente inferior al ángel, puede ser elevado a una altura mayor que cualquier ángel, no por la Unión Hipostática, que un ángel podría haber tenido, sino por la Maternidad divina.
Cierto, un ángel que fuese el Verbo hipostáticamente "enangelado" sería superior a la Virgen. Pero la frase de "Mater Populi Fideli" se refiere solamente al género humano, y ahí, sin duda que después de la Unión Hipostática, que es la prerrogativa de N. S. Jesucristo, no se puede pensar ni puede haber nada mayor que la Maternidad divina.
Saludos cordiales.
-------------------------------
Claro, pero esa inmediatez, como dice Santo Tomás, es hecha posible por la gracia, en vez de ser causa de la gracia como parece decir "Mater Populi Fideli".
Sin la gracia no podemos alcanzar inmediatamente a Dios, en tanto que Dios, mediante nuestros actos de conocimiento y amor. Es la presencia de la gracia santificante en el alma la que hace posible esa inmediatez divina, y en ese sentido, se trata de una “inmediatez mediata”, porque necesita de ese “médium” que es en nosotros la gracia santificante, esa cualidad sobrenatural que afecta y cualifica a nuestra alma haciéndola “partícipe de la naturaleza divina”, en el sentido de “capaz de conocer y amar divinamente”.
Una “inmediatez de ningún modo mediata” de Dios para con nosotros, que es lo que parece al menos proponer “Mater Populi Fideli”, sería algo ininteligible. Una unión nuestra con Dios que nos mantenga como creaturas distintas del Creador sólo puede realizarse a nivel de nuestras operaciones, no de nuestro ser, a menos que nuestro ser sea considerado, no en sí mismo, sino sólo en tanto que principio de esas operaciones. Lo contrario sería el panteísmo: el ser de Dios entrando a formar parte, de algún modo, de nuestro ser.
Esas operaciones son obviamente nuestras operaciones espirituales de conocimiento y amor. Por ahí ya vemos una primera mediación creada de esa unión nuestra con Dios, que son precisamente esos actos nuestros de conocimiento y amor. La “inmediatez”, entonces, sólo puede consistir en que esos actos nuestros alcancen a Dios mismo en Sí mismo, es decir, en tanto que Dios, pero eso es claro que no podemos hacerlo naturalmente.
Con nuestra inteligencia natural podemos conocer muchas cosas de lo que Dios es en Sí mismo, pero no podemos conocer el modo propiamente divino en que Dios posee esos atributos. Ése es el carácter analógico de nuestro conocimiento de Dios en esta vida. Ese modo divino, en esta vida lo creemos por la fe, y en la otra, Dios mediante, lo veremos por la visión.
Es cierto que en la visión beatífica, la misma Esencia divina es la “especie representativa” que ilumina el intelecto del bienaventurado, sin mediación de ninguna especie creada que sería radicalmente incapaz para hacernos ver a Dios.
Pero ahí mismo, dice Santo Tomás, hace falta la mediación de algo creado, el “lumen gloriae”, una luz subjetiva que capacita sobrenaturalmente a la inteligencia del bienaventurado para que pueda tener a la Esencia divina como especie objetivamente representativa de Ella misma.
Saludos cordiales.
--------------------------------
Lo que pasa es que la creatura más perfecta posible es imposible, justamente, mirando el orden de las naturalezas creables, que son como los números, que siempre admiten un número más grande.
Pero la Maternidad divina se sale fuera del orden natural de las naturalezas creables, es un don sobrenatural otorgado a una naturaleza creable, que la pone por encima de todas las naturalezas creables, exceptuando aquellas que fuesen asumidas hipostáticamente por una Persona divina, pero ahí ya no estaríamos hablando de "creaturas".
Otra cosa es preguntarse si la Virgen pudo ser más perfecta de lo que de hecho fue. Para decir que sí, el argumento sería que siempre se puede crecer en gracia, pero hasta por ahí nomás, porque es claro que al menos N. S. Jesucristo, en tanto que hombre, no pudo ser más perfecto que lo que de hecho fue. Y no sería incongruente que, en un orden inferior de perfección, eso mismo haya sucedido con su Madre.
Saludos cordiales.
a. Presencia operativa: como causa eficiente o principio - uno - de la nueva creación sobrenatural. Proponentes: Gabriel Vázquez, Paul Galtier.
b. Presencia intencional: como objeto o término - trino - del conocimiento y amor sobrenaturales. Proponentes: S. Tomás de Aquino, Francisco Suárez.
c. Presencia cuasi-formal: como cuasi-forma del alma justificada. Proponentes: Maurice de la Taille, Karl Rahner.
Mi entendimiento del tema es que la inhabitación trinitaria se realiza de los tres modos a la vez:
a. La presencia operativa es común a las tres Personas divinas como un solo principio o causa eficiente, y es tradicional y justamente apropiada al Espíritu Santo.
b. La presencia intencional es a la vez común y diferenciada de las tres Personas divinas, y puede ser justamente apropiada al Padre y al Hijo.
c. La presencia cuasi-formal es propia del Hijo y del Espíritu Santo, por la infusión de la gracia santificante y de la caridad de las que son cuasi-formas respectivas, y a través de las cuales son cuasi-formas accidentales del alma y de la voluntad respectivamente. Nota: éste es el tipo de presencia al que Jesús se refiere en la conclusión de su Oración Sacerdotal: "para que el Amor con que Tú me has amado [o sea el Espíritu Santo] esté en ellos y Yo en ellos" (Jn 17,26b).
La relación (causa -> efecto) entre la inhabitación trinitaria y la infusión de la gracia santificante y de la caridad depende del modo de inhabitación trinitaria:
a. Presencia operativa: (inhabitación como único principio o causa eficiente -> gracia santificante y caridad)
b. Presencia intencional: (gracia santificante y caridad -> inhabitación como término u objeto trino del conocimiento y amor)
c. Presencia cuasi-formal: inhabitación del Hijo y del Espíritu Santo como cuasi-forma del alma y de la voluntad = gracia santificante y caridad.
En resumen, Dios habita en el alma como causa eficiente de los dones sobrenaturales, como efecto de esos dones, y por los dones mismos.
----------------------------------------
En cuanto a la presencia divina "cuasi formal", Santo Tomás enseña que Dios no puede ser "forma" de ninguna creatura (Ia., q. 3, a. 8):
"...ni es posible que Dios entre de algún modo en composición de algo, ni como principio formal ni como principio material. En primer lugar porque, ya lo dijimos (q.2 a.3), Dios es la primera causa eficiente. Y la causa eficiente no tiene con respecto a la forma del efecto el mismo número, sino sólo la misma especie, por ejemplo, el ser humano engendra un ser humano. La materia, por su parte, no tiene con respecto a la causa eficiente ni el mismo número, ni la misma especie pues aquella está en potencia, ésta en acto. Segundo, como quiera que Dios es la primera causa eficiente, le corresponde ser, en cuanto tal, el primer agente. Lo que entra en composición con algo no es, en cuanto tal, el primer agente, sino que lo es el compuesto, por ejemplo, la mano no hace algo, sino que lo hace el hombre con la mano; o el fuego, que calienta por el calor. Se sigue de ahí que Dios no puede ser parte de algo compuesto. Tercero, porque ninguna parte del compuesto puede ser en absoluto lo primero en los seres; tampoco lo puede ser la materia y la forma, que son las primeras partes de los compuestos. Pues la materia está en potencia, y la potencia, como quedó demostrado (q.3 a.1) es siempre posterior al acto. La forma que es parte del compuesto es forma participada; de este modo, así como el que participa de algo es posterior al que lo tiene por esencia, así también sucede al mismo participado, por ejemplo, el fuego en lo que arde es posterior al fuego en sí mismo. Como quedó demostrado ya (q.2 a.3), Dios es absolutamente el primer ser."
Lo que es forma accidental de nuestra alma es la gracia santificante, que es gracia creada, distinta de la Gracia Increada que es la misma Santísima Trinidad y que se apropia al Espíritu Santo.
Obviamente que Dios no puede ser accidente de nada. La gracia santificante hace presente en nuestra alma a toda la Trinidad, no solamente al Hijo y al Espíritu Santo. Por eso se habla de "inhabitación trinitaria".
Saludos cordiales.
--------------------------------------
No se cierra nada, porque es una sugerencia, no una orden. Y aunque lo fuera, sería de orden prudencial, no dogmático, porque las razones que se dan no son doctrinales, sino la posible mala interpretación, que como muchos ya hemos dicho, es algo inevitable en todas las grandes verdades de la fe cristiana y católica.
--------------------------------------
Madre de Dios y Nueva Eva puedan ser difíciles de entender, como todo el misterio, pero no se prestan a tanta posible confusión o excesos. Así como los dogmas de la Inmaculada y la Asunción. También son difíciles de comprender, pero no fáciles de malinterpretar.
--------------------------------------
Todo es fácil de malinterpretar, porque la Redención es un hecho sobrenatural y asombroso de la gracia divina. Se puede pensar que María es Madre de la Naturaleza divina, que dicha Naturaleza, por tanto, comenzó a existir a partir del "Sí" de María, que María es una excepción a la universalidad con que debe heredarse el pecado original, etc.
--------------------------------------
Además en ellos está todo lo que alcanzamos a ver. No veo que haga falta nada más. El tiempo dirá, por supuesto. Según me enteré ayer en un vídeo por internet, empezó a emplearse corredentora para frenar excesos marianos que llamaban a la Santísima Virgen Redentora. No una tribu de África o en la Amazonía apartados. Personas formadas en tiempos cristianos.
--------------------------------------
Sin duda, el tiempo dirá, porque lo que hace falta es lo que Dios ha querido que haga falta, y además, ya varios Papas han llamado "Corredentora" a la Virgen. En cuanto a que "Corredentora" corrige a Redentora, pues bien, ahí se ve el modo correcto de interpretar ese título mariano. Que además hay que recordar que algunos Papas, que tampoco pertenecían a ninguna tribu, la llamaron "Reparadora del mundo", o dijeron que con Cristo había redimido al mundo (ver en el "post").
--------------------------------------
Pero la verdad, más allá de los peligros, es que ese título, por lo visto, no aporta nada que no sepamos ya y que no esté incluido en otros títulos, su primera y singular colaboración. De hecho no paran de decir que el documento muestra a María como cooperadora especialísima. Por lo tanto nadie le quita nada. Ninguna otra criatura humana, ni angelical, ha sido Madre de Dios, ni Nueva Eva, ni Inmaculada... Lo de medianera de todas las gracias, en vez del mediadora, lo mismo. Existe un único mediador entre Dios y los hombres, nuestro Señor Jesucristo... con una especial colaboración por parte de Ella, pues Dios quiso ser encarnado en una Virgen.
--------------------------------------
En cuanto a que María es Mediadora, así lo dice entre otras fuentes el Concilio Vaticano II en Lumen Gentium n. 62.
Y si Corredentora está incluido en los otros títulos marianos, entonces es verdad, y se debe predicar de la Virgen.
Por el contrario, si está incluido en los otros títulos marianos, y se niega, entonces se niegan esos otros títulos, como se negaría que Sócrates es hombre al negar que sea mortal o mamífero.
--------------------------------------
Los problemas graves de la Iglesia no pasan por esta polémica con los títulos piadosos y devocionales hacia la Virgen, aunque por otro lado nos viene hasta bien para sumergirnos en todo ello y amarla como se merece. Además no se impide que las personas devocionalmente crean estar amándola más bajo este título.
--------------------------------------
Los títulos piadosos tienen que estar fundados en el dogma de fe y en la verdad revelada por Dios, porque la piedad cristiana no es un mero sentimiento subjetivo apartado de la realidad de la obra de Dios.
Sin duda que los problemas graves de la Iglesia hoy día no tienen que ver con que la misma Iglesia haya llamado y siga llamando "Corredentora" a María. Tienen que ver más bien con el "lobby" homosexual clerical que parasita y estrangula a la Iglesia desde altas posiciones jerárquicas y que quiere cambiar la doctrina católica.
Saludos cordiales.
-------------------------------
Todos los términos importantes de la fe católica pueden prestarse a confusión.
-------------------------------
Al fin y al cabo, Sí un ladrón está a la puerta y Yo le abro, ¿no estoy colaborando directa o indirectamente con su delito?
Creo que ante todo si hay corredención existe en la Anunciación ya que, de forma análoga María, de un modo tan particular como especial le abre las puertas a Cristo y, con él, a la redención de la humanidad. Creo que ahí esta la profundidad de la Anunciación: Que María, como portavoz de la humanidad, dice en su nombre sí a Dios de forma definitiva, constante y fiel, pues su sí se mantuvo aún después de la Cruz. Nunca aparto sus ojos ni desdeñó su fiat, al contrario, siempre lo reafirmo.
Sin embargo, en mi español al menos, lo que me han enseñado o lo que he entendido siempre, es que el prefijo "Co-" designa una igualdad más o menos relativa o absoluta (por ejemplo Co-autoria; en una obra participan dos o más, pero no hay un solo autor). Si bien la raíz de dicho prefijo esta en "Cooperar" y "cooperar" puede entenderse en sentido secundario (por ejemplo en frases como "coopera un poco"), lo cierto es que podría malinterpretarse (si problematizamos el tema) en que una corredención equivaldría a un trabajo de dos cuando es Cristo el único que nos trae la redención y media la gracia de forma principal (por no decir estricta, ya que él "principia" para que sus miembros, nosotros, las desplegemos en nosotros mismos y en los demás, intercediendo unos por otros).
----------------------------------
Tenemos también a "co-piloto", que no implica igualdad. Y sobre todo, tenemos que el significado de los términos viene del uso, no es algo que lleven impreso en sí mismos de modo indeleble. Si hay algo claro en este mundo es que los que defienden el título de "Corredentora" lo entienden en sentido subordinado, no en sentido de igualdad. Y repito, todo puede malinterpretarse, basta darse una vuelta por las objeciones más comunes de los protestantes contra la fe católica para poder hacer un catálogo de malas interpretaciones, de modo que si por eso fuese habría que silenciar la fe en su conjunto.
----------------------------------
Creo que un termino más claro, aunque popularmente despectivo, es el de "complice". El complice no comete el acto, pero su colarobación dió lugar, directa o indirectamente, a que el autor cometa el acto. Maria fue complice de Aquél a quien los fariseos llamarán más que criminal y, más que eso, Maria fue complice de la redención de Cristo, porque ella abrió la puerta al "ladrón" (parafraseando la parábola) que nos trajo la redención. Creo que (ni de lejos sé derecho o leyes) en el ejemplo que dí, quién abrió la puerta al ladron sería, por lo menos, un complice indirecto si hubo ignorancia. Pero en Maria no hubo ignorancia ni arrepentimiento. Es más, hubo un total uso de su libertad por la ausencia de pecado original. Y tal libertad la acepto dia a dia, amamantando, protegiendo, cuidando, educando (podría haber educado a Cristo para que se desvirtuase de su misión, pero ni lo hizo ni sería posible)... Maria fue más que complice, porque en todo colaboró para asentar la redención de su hijo. Maria fue un actor secundario, pero no como alguien menor sino como un Mentor, que sabe que el principal es su discipulo, no él, y sabe hacerse a un costado cuando cumplió su sutil papel.
----------------------------------
El punto central aquí es que la cooperación de María va más allá, porque ella también ofrece, en el Calvario, la ofrenda que nos reconcilia con Dios, es decir, Jesucristo Nuestro Señor.
Somos salvados porque Cristo se ofrece al Padre en la Cruz en sacrificio por nuestros pecados, pero Él ha querido asociar a su Madre a ese ofrecimiento.
Hay que juntar todos los hilos: cuando ella va a presentar al niño Jesús en el templo, ya lo está ofreciendo a Dios, y justo ahí el anciano Simeón le profetiza que una espada atravesará su alma, lo cual sucede precisamente en el Calvario, al pie de la Cruz, y justo ahí el Señor la entrega como Madre a San Juan y en él, a todos nosotros. Lo que está haciendo ahí María es lo mismo que hizo en la Anunciación, está diciendo "Fiat", hágase la Voluntad de Dios, o sea que está consintiendo al sacrificio redentor de su Hijo, se está asociando libremente a la misma voluntad humana del Señor que quiere entregar su vida por la salvación de los hombres, y por tanto, está participando también ella de la ofrenda que el Hijo hace de Sí mismo al Padre, que es justamente lo que nos redime, y por eso, nos está corredimiendo. ¿Era necesario esto? Claro que no, es que la Santísima Trinidad quiso libremente que fuese así, para que nosotros pudiésemos tener una Madre en lo espiritual.
----------------------------------
Creo que Maria ante todo pudo ser Corredentora en la Anunciación, pero no en la muerte de su hijo, porque el dolor mismo del Hijo es infinito, porque Dios es infinito, y apenas un segundo de cruz habrían bastado, con toda la humillación que suponia no sólo eso, sino ya la misma Encarnación, para redimirnos efectiva y totalmente (pues si en una monarquia ya es humillante ver a un rey vistiendo como pobre, cuánto más un Dios infinito, que no es que sólamente vivió entre pobres, sino entre pobres pecadores y moriria considerado como peor que criminal).
----------------------------------
Por eso, no es que fuese necesaria la mediación de María, porque en efecto, ni siquiera fue necesaria absolutamente hablando la muerte de Cristo en la Cruz, sino que fue el camino que Dios libremente eligió para salvarnos, y del mismo modo, libremente eligió también que la Madre del Salvador se asociase a su Sacrificio Redentor.
----------------------------------
Si en la Anunciación la actuación de María suple a la Encarnación de Cristo y, por ende, suple a la Redención, el dolor por su muerte complementará, no suplirá al acto redentor. Porque si entonces es corredentora por la cruz, entonces todos nosotros también, porque asumiendo las palabras de San Pablo podríamos decir "completo lo que falta a los padecimientos de Cristo". Y, más aún, seriamos en consecuencia todos corredentores (cosa que aceptaria, no estoy contraargumentando, pero si somos todos corredentores entonces el termino no adquiere gravedad como en María sola) ya que, así como somos parte del cuerpo de Cristo, también nosotros seriamos co-rredentores, porque viviendo en Cristo y predicando a Cristo hariamos parte también en la redención y la hacemos efectiva si bien la vida de gracia es don total de Dios.
----------------------------------
El "sí" de María en la Anunciación no suple a la Encarnación ni a la Redención, sino que las hace posibles, según el plan de Dios. Y tampoco el dolor que la Virgen sufre en el Calvario suple a la Redención de Cristo, sino que le permite a ella asociarse a esa Redención del modo dicho, ofreciendo a Cristo al Padre en forma subordinada a la ofrenda que Cristo hace de Sí mismo. Por eso nosotros no somos corredentores, al menos en el sentido pleno en que ella lo es, porque nosotros podemos colaborar en la Redención subjetiva, es decir, en la aplicación de la gracia de Cristo a las almas, pero no en la Redención objetiva, o sea, en la misma apertura de la puerta de la gracia divina que estaba cerrada por el pecado original. Es Cristo el que abre esa puerta con su Sacrificio, y María se asocia a ese sacrificio del modo dicho.
----------------------------------
Lo que es cierto es que nunca Maria va actuar por si sola o, mejor dicho, en menoscabo de su Señor e Hijo, sino que todo lo hace por amor a Dios.
----------------------------------
No sólo que todo lo que hace la Virgen lo hace por amor a Dios, sino que lo hace movida por la gracia de Dios, y por eso mismo ella no menoscaba la gloria de Dios, porque en las grandes cosas que Dios hace mediante ella brilla más todavía la grandeza de Dios. Por eso cuando Isabel le dice: "Bendita tú entre las mujeres", ella contesta: "Proclama mi alma la grandeza del Señor...porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí".
-----------------------------------
Pero bueno, esta es mi tesis y argumentación (más que opinión): que el termino "complice" es más idoneo y claro que el de "corredentora".
-----------------------------------
Obviamente que "cómplice" no se puede aplicar a la Virgen por las connotaciones delictivas que tiene, de hecho, las posibilidades de malinterpretación en este caso son mucho más obvias que en el caso de "Corredentora".
Saludos cordiales.
Le concedo la razón en lo que me dice. Me doy cuenta que en el fondo decirle "complice" a Maria es lo mismo que llamarla Corredentora pero de modo menos espiritual.
Estoy de acuerdo cuando dices que Maria se asocia con Cristo en la cruz en su dolor, pero no me convence del todo que el ofrecer de forma subordinada sea un acto corredentor, aunque pensandolo me doy cuenta que el dolor de María sino fue corredentor al menos fue tomado en cuenta por el Padre. Pienso que capaz justamente al carecer de pecado original es que María podía asociarse más eficazmente a este dolor de modo tal que fuese un dolor "redentor".
No me convence porque María no es la única que estuvo en la cruz, San Juan mismo estaba presente. No es que la pasión del Señor refiera mucho más al respecto, de como María se asocio al dolor de su hijo, aunque la sencillez de que este presente de mucho caldo para profundizar. Pero que se lo entregase a San Juan dice que por lo menos tuvo mayor fe y confianza que otros, y por otro lado amaba mucho al Señor, tal como él mismo nos lo sugiere en su evangelio. Sin embargo, mismamente, hay dos diferencias rádicales que agravan el dolor de Maria por sobre el del evangelista: 1. Que San Juan era pariente, mientras que María era su madre (y por tanto el dolor de Ella debió ser increiblemente tremendo); y 2. San Juan no era inmaculado pero María sí, y por tanto no sólo la conducta de Ella era naturalmente eficaz ante Dios, sino que también tenía su ser en orden, de modo que podía ser fiel aun en el medio de tal calamidad como para ofrecer a su hijo de modo análogo. Con esto quiero decir que pienso que también San Juan pudo asociarse de algún modo al sacrificio redentor, pues es él quien recibe favorablemente (también podría haberse negado) a la Madre de Dios para que de ese modo todos fueramos sus hijos en Cristo Jesús.
Lo que es cierto, a efectos de esto último, es que por la redención no nos "ganamos" sólo el cielo, sino que también ganamos una Madre, pues en ningún otro momento se nos da una madre como en la cruz. Por lo tanto por este lado dimensiono el papel transversal de María en la redención de Jesucristo, que elegió este último momento para legarnos tamaña herencia.
Otro aspecto en el capaz soy ignorante es cuando te refieres a la presentación de Jesús. Obviamente que María ofreceria a Jesus al Padre, pero tengo entendido que el padre de familia era quien debía presentar el primogénito a Dios, no la madre, y por tanto no "habría" un ofrecimiento solémne de Jesús al Padre por parte de María como para hacer una analogía en la cruficixión. A ver, lo lógico es que María queria presentar a su hijo y por más que José debiera hacer el acto solemnemente la intención de ella era la misma, por lo cual me parece razonable la analogía por más que su papel no fuera el de rescatarlo.
Aclaro que soy favorable a la corredención y mediación, pero en particular creo más en la corredención a partir de la apertura que María hace en la Anunciación, porque es el sí el que la asocia a la redención de Cristo.
--------------------------------
En efecto, tanto María como Juan están al pie de la Cruz, pero Jesús le da a María como Madre a Juan. Eso quiere decir que ella engendra a Juan espiritualmente, y ¿dónde lo hace, sino ahí mismo, uniéndose al acto por el cual Cristo nos engendra espiritualmente a todos al merecernos la gracia de Dios con su Sacrificio en la Cruz?
Por eso hay que decir que ella se unió a la ofrenda que Cristo hizo de Sí mismo al Padre y por eso es que ella es Corredentora.
En cuanto a la presentación de Jesús en el Templo, el texto de San Lucas habla de los dos, José y María, en plural: "le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor", "los padres del niño Jesús lo trajeron al Templo". Pero además, Simeón se dirige luego especialmente a María: "Una espada atravesará tu alma". Le está hablando justo del momento en que ella se ha de asociar al Sacrificio redentor de su Hijo.
Porque además, esa espada atravesará el alma de la Virgen "para que sean descubiertos los pensamientos de muchos corazones". Uno podría preguntar qué tiene que ver la Virgen con esto, que hace referencia a las distintas actitudes que los hombres tendrán hacia la Salvación obrada en Cristo, y en definitiva, al Juicio Final. En esas palabras se pone una relación entre el dolor de la Virgen al pie de la Cruz y la salvación de los hombres.
Se puede decir que simplemente Simeón habla allí de los efectos que tendrá el Sacrificio de Cristo en la Cruz, el cual por otra parte hará que una espada atraviese el alma de la Virgen, pero entonces la forma de decirlo resulta extrañamente complicada: "para que sean descubiertos los pensamientos de muchos corazones".
Y en cuanto al "Fiat" de la Anunciación, es el mismo "Fiat" del Calvario. El "Hágase" de la Virgen continuó a lo largo de toda su vida y culminó al pie de la Cruz. Ya cuando el Ángel le dijo que su hijo se iba a llamar "Jesús", que quiere decir, "Dios salva", le anunció que iba a ser la Madre del Redentor, y por tanto, el Sí de María en la Anunciación es ya un Sí a la Redención del mundo por medio de su Hijo. El contenido de ese "sí" se va clarificando a lo largo de toda la vida de la Virgen, que guardaba estas cosas en su corazón y las meditaba, hasta hacerse patente del todo al pie de la Cruz.
Cfr. este pasaje formidable de San Juan Pablo II, tomado del "post" de Virginia que recomiendo (//www.infocatolica.com/blog/caritas.php/2511080500-378-maria-populi-fidelis-iens#more47627):
“María, al aceptar con plena disponibilidad las palabras del Ángel Gabriel, que le anunciaba que sería la madre del Mesías, comenzó a tomar parte en el drama de la Redención. […] Sin embargo, la asociación de la Virgen a la misión de Cristo culmina en Jerusalén, en el momento de la pasión y muerte del Redentor. […] El Concilio subraya la dimensión profunda de la presencia de la Virgen en el Calvario, recordando que ‘mantuvo fielmente la unión con su Hijo hasta la Cruz’ (Lumen gentium, 58), y afirma que esa unión ‘en la obra de la salvación se manifiesta desde el momento de la concepción virginal de Cristo hasta su muerte’ (ib., 57). […] Además, el texto conciliar pone de relieve que el consentimiento que da a la inmolación de Jesús no constituye una aceptación pasiva, sino un auténtico acto de amor, con el que ofrece a su Hijo como ‘víctima’ de expiación por los pecados de toda la humanidad. Por último, la Lumen gentium pone a la Virgen en relación con Cristo, protagonista del acontecimiento redentor.”(L’Osservatore Romano, del 4 de abril de 1997, nº 14, ed. en lengua española, pg. 3, en la catequesis del Papa durante la audiencia general del miércoles 2 de abril, con el título: María, al pie de la Cruz, partícipe del drama de la Redención.)"
Ver el Evangelio desde María es como verlo desde dentro. Los varones nos ocupamos de lo externo, salimos a conquistar el mundo, pero lo hacemos porque tenemos un hogar del cual salimos y al cual volvemos.
Saludos cordiales.
En ese sentido estoy de acuerdo con las observaciones lingüísticas de Óscar Alejandro sobre el prefijo "co" que aplicado a la formación de nuevos vocablos no sugiere subordinación sino igualdad. En cambio en algunos casos ya establecidos como "cooperar" si se supone que hay desigualdad y subordinación y gradualidad.
No veo ningún problema en lo de "mediadora"
Soy muy devota de María, mi madre, con base en el Evangelio, entre el "haced lo que Él os diga" y el "he aquí a tu madre". Por supuesto creo todos los dogmas de la Iglesia Católica y comparto todas las devociones marianas bien entendidas.
Saludos cordiales
-------------------------------------
Es que el asunto de fondo no es tanto si a Ud. le parece conveniente o no ese título, sino qué piensa la Iglesia del mismo, y para eso no se puede prescindir del testimonio de los Papas anteriores que han usado sin problemas ese título.
Además, eso de "proponerlo a todos" no tiene sentido como interpretación de lo que dice MPF. Cuando algo puede ser hecho por algunos aunque no tenga porqué ser hecho por todos, no se dice que ese algo es "siempre inoportuno o inapropiado". Aunque en este documento no se da ley alguna ni se prohíbe propiamente hablando algo, es claro que lo que se presenta como inconveniente se lo presenta como inconveniente para todos.
Por tanto, también para los Papas que usaron este título sin problema alguno y así lo propusieron a todos los fieles.
El prefijo "co" no sugiere necesariamente igualdad. Ver por ejemplo "copiloto", "coadjutor". Un colaborador o un cooperante no necesariamente está en pie de igualdad con el agente principal, eso es claro y evidente. Hay muchas formas de colaborar o cooperar en la acción de alguien que no implican igualdad con ese agente ni con esa acción.
Saludos cordiales.
Salve María, castísima y purísima esposa de Dios Espíritu Santo. Templo y Sagrario de la Beatísima Trinidad. Concebida sin Mancha de pecado Original. Oh! Inmaculada Concepción, Mediadora de todas las Divinas gracias y Corredentora de nuestra salvación.”
Lo rezo después de cada misterio del Rosario antes del:
“ Oh Jesús mío, perdónanos nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de Tu Divina Misericordia. Amén” que nos pidió Nuestra Santísima Madre en Fatima.
Lo llevo rezando años. No voy a dejar de hacerlo. (Aunque sea siempre inoportuno).
“De Maria numquam satis”
Gracias.
---------------------------------
Gracias y saludos cordiales.
Esta publicación tiene 11 comentarios esperando moderación...
Dejar un comentario
