Más sobre el título "Corredentora" aplicado a la Virgen

Corredentora

Comenzamos con un supuesto diálogo entre dos personas, seguimos con una breve reseña de textos del Magisterio, y terminamos citando partes de la “Mariología” del P. Merkelbach.

-          Es siempre inapropiado llamar a la Virgen “Corredentora”.

-          ¿Porqué?

-          Porque sólo hay un Redentor, que es Cristo.

-          Pero el término “Corredentora”, aplicado a la Virgen, no niega eso, porque significa que la Virgen colabora en la Redención realizada por Jesucristo.

-          No, el término “Corredentora” significa que la Virgen comparte el acto redentor con Jesucristo en pie de igualdad.

-          ¿Por qué ha de significar el término necesariamente eso?

-          Porque ése es el sentido natural de las palabras que comienzan con la partícula “co”.

-          Según eso, la Virgen tampoco puede ser colaboradora ni cooperadora en la Redención, porque eso implicaría que labora y opera en la Redención en pie de igualdad con N.S. Jesucristo. Sin embargo, “Mater populi fidelis” dice que la Virgen colabora y coopera en la Redención.

-          Todo el mundo sabe que cooperar en un acto no es lo mismo que realizarlo.

-          Toda cooperación implica una cierta participación en la acción con la que se coopera, pero hay distintas formas de participación: material o formal, próxima o remota, instrumental o dispositiva. El ponerle el prefijo “co” a la acción en cuestión, en algunos casos estará más justificado que en otros, por ejemplo, cuando la cooperación sea próxima y formal más que cuando sea remota y material. De modos, sabemos que un “copiloto” no hace las mismas cosas que hace un piloto. Veamos. Una proposición puede concederse en un sentido y negarse en otro, pero si se la niega sin más, se la niega en todos sus sentidos posibles.María es Corredentora” puede entenderse en un sentido de igualdad con Cristo o en un sentido de subordinación a Cristo. Se puede conceder lo segundo y negar lo primero, pero si se niega la proposición sin más, se está negando también lo segundo. Ahora bien, alguna actividad de María influye en algo en la Redención de los hombres, o no. En el segundo caso, no se puede decir que la Virgen colabora o coopera con la Redención. En el primer caso, y si además consta que esa cooperación es formal y próximaes claro que la Virgen corredime, si bien en forma subordinada a Cristo.  Por tanto, si se niega sin más que la Virgen es Corredentora, se niega también, lógicamente, que la Virgen colabore o coopere, al menos de un modo cercano y estrechamente, en la Redención.

-          Es que justamente, es absurdo decir que Cristo necesita de la Virgen para realizar la Redención.

-          No tan absurdo: para poder redimirnos, al menos del modo en que Él libremente quiso hacerlo, el Señor necesitaba nacer de una mujer.

-          Pero entonces la “corredención” de la Virgen se reduce a su función maternal.

-          No solamente a su maternidad en sentido biológico, porque la Virgen, como dicen los Padres, dio a luz a Cristo con su mente, con su fe, antes de darlo a luz con su cuerpo. La Virgen colabora en forma activa, consciente y libre de la Redención, porque Dios ha querido que el “Fiat” de María hiciese posible la salvación de los hombres.

-          En todo caso eso se reduce a la concepción y nacimiento del Salvador, y no se aplica a su muerte en la Cruz por los pecados de los hombres.

-          También se aplica allí, porque el “Fiat” de María abarca todo lo que el Verbo de Dios quiso hacer y padecer mediante la naturaleza humana que recibió de ella. Al pie de la Cruz, la Virgen sigue pronunciando el “Fiat” que dijo el día de la Anunciación.

-          Pero es que una vez que el Señor nació de la Virgen, ya no necesitó de ella para realizar la obra de la Redención muriendo por nosotros, ahí el papel instrumental de la Virgen ya no tiene sentido.

-          Sin duda, Dios no necesita de la Virgen. Pero ha querido libremente asociarla a la obra de la salvación del género humano.

-          Es que no se ve en qué consistiría esa asociación de la Virgen al pie de la Cruz.

-          Ahí tenemos que recurrir a las palabras de Cristo Crucificado, cuando hablando del Apóstol Juan, le dice a la Virgen: “Mujer, ahí tienes a tu hijo.” Y al mismo Juan le dice “Hijo, ahí tienes a tu Madre”.  ¿De qué modo habrá engendrado la Virgen a Juan, sino espiritualmente, esto es, a la vida de la gracia, y cómo ha podido hacerse eso sin que la Virgen se asociase de algún modo al acto redentor por el cual la gracia de Dios entra en este mundo?

-          Es que sigue sin verse el modo de esa asociación de la Virgen al acto redentor de Cristo.

-          ¿Cómo ha obrado Cristo Nuestro Señor la redención del género humano?

-          Ofreciéndose al Padre en la Cruz como víctima propiciatoria por nuestros pecados. Por eso lo que nos salva es el Sacrificio de Cristo en el Calvario, actualizado incruentamente en cada Eucaristía, que por eso mismo tiene una parte que se denomina el Ofertorio.

-          ¿Y no ha participado en esa ofrenda del Hijo al Padre la Virgen junto con su Hijo, ofreciendo a Cristo, y uniendo su sufrimiento, libremente aceptado, al sufrimiento redentor del Verbo Encarnado? “Stabat Mater dolorosa, iuxta crucem lacrimosa, dum pendebat Filius”.

-          ¿Faltó algo, entonces, al acto redentor de Cristo?

-          No faltó nada, ni de lo necesario, ni de lo que, sin ser necesario, Dios libremente quiso que concurriese a ese acto.

-          Y por eso es que el término “Corredentor” no se puede aplicar a los otros creyentes, sino solamente a la Virgen.

-          Los creyentes cooperamos en la Redención subjetiva, que es la aplicación de la gracia de Cristo a las almas, pero María ha cooperado en la Redención objetiva, en el mismo Sacrficio de Cristo en la Cruz.. Es este sentido que sólo ella es Corredentora. Tanto Juan como María están al pie de la Cruz, pero sólo a María ha querido libremente el Señor asociar a su acto redentor, mediante el “Fiat” que ella pronunció en la Anunciación y sigue pronunciando allí mismo, por el cual ella se entrega a la Voluntad de Dios, adhiriéndose a la ofrenda del Hijo al Padre por nuestros pecados. 

-          ¿No puede explicarse todo eso simplemente por la intercesión de María, que suplica a Dios que nos conceda la gracia?  

-          Es que no se es madre simplemente por pedirle a alguien que le dé la vida a otra persona, sino por darle la vida a otra persona.

-          Pero la Virgen podría darnos la vida de la gracia por su intercesión ante Dios para que Él nos comunique esa vida.

-          En ese caso, todos los santos del Cielo, y todos los que oran por nosotros en la tierra, serían nuestras madres y padres espirituales, que no es ciertamente el caso. Cuando Jesús dice a San Juan “Ahí tienes a tu Madre”, está señalando un carácter propio de la Virgen.

-          Pero la Virgen no es causa eficiente de la gracia, los mismos Papas lo admiten.

-          Esos mismos Papas dicen que la Virgen es causa meritoria de la gracia, no “de condigno”, pero sí “de congruo”. En efecto, Nuestro Señor nos redime mereciendo para nosotros la gracia “de condigno”, es decir, en estricta justicia, porque Él, que es el Santo de Dios, se ofrece por todos nosotros. Asociándose al ofrecimiento de Cristo con su propio ofrecimiento, la Virgen participa también del mérito de ese ofrecimiento, pero no “de condigno”, es decir, en estricta justicia, como su Hijo, sino “de congruo”, es decir, porque quiso Dios libremente que el mérito de la Virgen, asociado al de su Hijo, jugase un papel en la concesión de la gracia a los hombres.

-          Pero entonces es realmente válida la dificultad que dice que la Virgen no puede haber merecido la gracia para ella misma, siendo así que es una gracia de Cristo, dependiente del sacrificio de Cristo en la Cruz, la que hizo Inmaculada a la Virgen.

-          Es que justamente, la Virgen no es una causa necesaria de la gracia, bastante es que Dios haya libremente querido que ella fuese Madre espiritual de los otros seres humanos redimidos por Cristo, no hubiese tenido sentido, en todo caso, que fuese Madre de sí misma.

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Oigamos estas palabras del Papa León XIII, en su Encíclica “Adiutricem Populi”, de 1895:

“¡Con qué razón, además, todas las naciones y todas las liturgias, sin excepción, han aclamado su gran renombre, que ha crecido con el paso de los siglos! Entre sus muchos otros títulos, la encontramos aclamada como «Nuestra Señora, nuestra Mediadora», «la Reparadora del mundo entero», «la Dispensadora de todos los dones celestiales».

Este texto de León XIII además sugiere otra pregunta: con la forma de argumentar que usan algunos, ¿podemos llamar “Señora” a la Virgen? ¿No hay acaso “un solo Señor”, como dice San Pablo en Ef. 4, 5-6: “un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos”? 

¡Justo ahora que se termina de reparar la Catedral de “Notre Dame” de París!

San Pio X, en su Encíclica “Ad diem illud laetissimum”, de 1904, en los cincuenta años de la definición de la Inmaculada Concepción por Pio IX:

Además, la Santísima Madre de Dios debe ser alabada no solo por haber provisto la materia de su carne al Dios Unigénito que habría de nacer de miembros humanos (San Beda Venerable, L. IV, sobre Lucas XI), mediante la cual se prepararía un sacrificio para la salvación de los hombres; sino también por tener el deber de custodiar y alimentar dicho sacrificio, y así, en el tiempo señalado, presentarlo al altar. Por consiguiente, la costumbre de la vida y las labores nunca se disociaron entre la Madre y el Hijo, de modo que las palabras del Profeta se aplican igualmente a ambos: «Mi vida se consume en dolor, y mis años en gemidos» (Salmo 30, 11). Pero cuando llegó la última hora del Hijo, su Madre permaneció junto a la cruz de Jesús, no solo absorta en el espectáculo del monstruoso acontecimiento, sino alegrándose claramente de que su Unigénito fuera ofrecido por la salvación del género humano, y sufrió tanto que, de haber sido posible, habría soportado con mucha más voluntad todos los tormentos que padeció el Hijo (San Buenaventura I Sent. d. 48, ad Lit. dub. 4). — Pero de esta comunión de dolores y voluntad entre María y Cristo, mereció convertirse en la dignísima reparadora del mundo perdido (Eadmeri Mon. De Excelencia de la Virgen María, cap. 9), y por tanto, en la dispensadora de todos los dones que Jesús nos adquirió con su muerte y sangre.

En efecto, no negamos que la distribución de estos dones sea un derecho privado y propio de Cristo, puesto que ambos nos fueron obtenidos por su única muerte, y él mismo es el mediador entre Dios y los hombres por su poder. Sin embargo, por lo que hemos dicho, la comunión de los dolores y aflicciones de la Madre con el Hijo, esto le fue dado a la augusta Virgen, para que ella fuera la mediadora y conciliadora más poderosa del mundo entero con su Hijo unigénito (Pío IX en la bula “Ineffabilis"). La fuente, por tanto, es Cristo, y de su plenitud todos hemos recibido ( Juan 1:16); de quien todo el cuerpo, compacto y unido por todas las coyunturas que lo sustentan… recibe el crecimiento del cuerpo para su edificación en la caridad ( Efesios 4:16). Pero María, como bien señala Bernardo, es un acueducto (Serm. de temp., en Nativ. BV, de Aquaeductu , n. 4). o incluso el cuello, por el cual el cuerpo se une a la cabeza, y del mismo modo la cabeza ejerce fuerza y virtud sobre el cuerpo. Pues ella es el cuello de nuestra Cabeza, a través del cual todos los dones espirituales se comunican a su cuerpo místico (San Bernardino, Sen., Cuadrángulo sobre el Evangelio Eterno, Sermón X, a. 5, c. 3).

Es evidente, pues, que estamos lejos de poder atribuir a la Madre de Dios el poder de producir la gracia sobrenatural, que es de un solo Dios. Sin embargo, puesto que sobresale por su santidad y unión con Cristo, y es asumida por Cristo en la obra de la salvación humana, merece para nosotros, como se dice, de congruo, lo que Cristo mereció de condigno, y es la principal ministra de las gracias que se conceden. Él se sienta a la derecha de la Majestad en las alturas (Heb .1, 3); pero María está a su derecha como reina, el refugio más seguro de todos los que están en peligro y la más fiel ayudante, de modo que nada hay que temer ni de qué desesperar, con ella como guía, ella como auspicio, su propiciatoria, su protectora (Pío IX en la bula “Ineffabilis”).”

Las referencias de San Pio X a la Bula “Ineffabilis Deus” de Pio IX, de 1854, parecen referirse a pasajes como éstos:

Y, en efecto, era totalmente apropiado que una madre tan maravillosa resplandeciera siempre con la gloria de la más sublime santidad y estuviera tan completamente libre de toda mancha de pecado original que triunfara por completo sobre la antigua serpiente.”

“…al explicar las palabras con las que Dios, desde el principio del mundo, anunció los remedios preparados por su misericordia para la regeneración de los hombres, confundieron la audacia de la serpiente engañosa y elevaron maravillosamente las esperanzas del género humano: «Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu descendencia y la suya» (Gn. 3:15), enseñaron que, mediante esta profecía divina, el Redentor misericordioso del género humano, es decir, el Hijo unigénito de Dios, Jesucristo, estaba clara y abiertamente señalado; Se designó a su Santísima Madre, la Virgen María; y al mismo tiempo se expresó claramente la enemistad de ambos contra el demonio. En consecuencia, así como Cristo, mediador entre Dios y los hombres, habiendo asumido la naturaleza humana, destruyó el decreto de condenación que había contra nosotros, sujetándolo triunfalmente a la cruz, así también la Santísima Virgen, unida a Él por un vínculo íntimo e indisoluble, fue con Él y por medio de Él, la eterna enemiga de la serpiente venenosa, y aplastó su cabeza con su pie inmaculado.

“Pues Eva, por desgracia, escuchó a la serpiente y cayó de su inocencia original y se convirtió en su esclava; en cambio, la Santísima Virgen incrementó continuamente el don que había recibido en su origen y, lejos de escuchar a la serpiente, con ayuda divina destruyó por completo su violencia y poder.

“Pero, como si todas estas formas de hablar, por espléndidas que fueran, no bastaran, afirmaban también, con expresiones muy claras y precisas, que, en lo que respecta a los pecados, ni siquiera se debe mencionar a la Virgen María; porque a ella se le había concedido una gracia superior a la que se concede a los demás, para que pudiera vencer totalmente todo tipo de pecado. Aseguraban también que la gloriosísima Virgen fue la que restauró a sus primeros padres; la dadora de vida de la posteridad; aquella a quien el Altísimo, desde todos los tiempos, había elegido y preparado para sí; que Dios la había predicho cuando le dijo a la serpiente: «Pondré enemistad entre ti y la mujer»; que, sin duda, aplastó la venenosa cabeza de la serpiente.”

La S. C. del Santo Oficio (Sección de Indulgencias) en el Decreto Sunt Quos amor, de 26 jun. 1913 [AAS 5 (1913) 364] alaba la costumbre de añadir al nombre de Jesús el nombre «de su madre, corredentora nuestra, la bienaventurada María»

La oración indulgenciada por el Santo Oficio en que se llama a la Bienaventurada Virgen María «corredentora del género humano» [22 en. 1914; ASS 6 (1914) p. 108].

La afirmación más fuerte parece haber sido la de Benedicto XV en la Carta Apostólica Inter sodalicia, de 22 mar. 1918 [ASS 10 (1919) 182]:

«De tal modo juntamente con su Hijo paciente y muriente padeció y casi murió; de tal modo, por la salvación de los hombres, abdicó de los derechos maternos sobre su hijo. y le inmoló, en cuanto de ella dependía, para aplacar la justicia de Dios, que puede con razón decirse que ella redimió al género humano juntamente con Cristo»

Pío XI en la Carta Apostólica Explorata res, de 2 feb. 1923 [ASS 15 (1923) 104]: «La Virgen dolorosa participó juntamente con Cristo en la obra de la redención».

El Concilio Vaticano II, en la Constitución Lumen Gentium n. 61: “La Santísima Virgen, predestinada desde toda la eternidad como Madre de Dios juntamente con la encarnación del Verbo, por disposición de la divina Providencia, fue en la tierra la Madre excelsa del divino Redentor, compañera singularmente generosa entre todas las demás criaturas y humilde esclava del Señor. Concibiendo a Cristo, engendrándolo, alimentándolo, presentándolo al Padre en el templo, padeciendo con su Hijo cuando moría en la cruz, cooperó en forma enteramente impar a la obra del Salvador con la obediencia, la fe, la esperanza y la ardiente caridad con el fin de restaurar la vida sobrenatural de las almas. Por eso es nuestra madre en el orden de la gracia.

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Hablando de María, dice el P. Merkelbach, O.P., en su “Mariología”, que citamos traduciendo del texto latino de 1939:

1º De un modo singular, verdaderamente cooperó a la misma redención, no sólo físicamente, sino también voluntaria y moralmente. Mediador secundario es aquel que voluntariamente, por un título especial, ha cooperado realmente a nuestra redención. Pues bien, la Bienaventurada Virgen cooperó a la redención de manera especial: a) preparándose para ser la madre del Redentor, y mereciendo de modo de congruo diversas circunstancias de la encarnación, como se ha dicho; b) prestando su consentimiento al misterio de la encarnación para el fin de nuestra redención y salvación, según las palabras del ángel (Lc 1, 31); c) compadeciéndose con Cristo inmolado en la cruz, y ofreciéndolo con afecto de voluntad en sacrificio, lo que Él mismo quería realizar pública y solemnemente por nuestra salvación. 2º De un modo singular, mereció nuestra salvación.  Mediador secundario es aquel que por Cristo y bajo Cristo mereció nuestra salvación y todas las gracias de la salvación. Llena de gracia y de caridad de Cristo, ofreció su compasión junto con su Hijo para nuestra salvación, conforme a la voluntad de Dios. Por lo tanto, pudo merecernos en cierto modo la salvación y las gracias de la salvación, que Cristo merecía estrictamente de condigno (por estricta justicia). 3º De un modo singular, intercede eficazmente por nosotros. Mediador secundario, en sentido propio, es aquel que por su oración poderosísima puede obtener para nosotros todos los auxilios de la salvación. Pues bien, así es la Bienaventurada Virgen, que fue instituida por su Hijo en la cruz para ejercer perpetuamente este oficio (n. 162). Ergo. Así pues, como reparadora, concurre de algún modo a la satisfacción por nuestros pecados, removiendo así los obstáculos para la salvación. Como llena de gracia, nos mereció de alguna manera los beneficios de la redención: la gracia y la gloria. Como abogada, por oficio intercede por nuestra salvación y nos obtiene los medios de la salvación y las gracias, y las distribuye.” (pp. 313 – 314)

Respecto del texto de San Pablo en 1 Tim. 2, 5: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”, dice Merkelbach: “De ahí que las palabras del Apóstol no deben ser forzadas en exceso, como hicieron los protestantes. Porque, si de igual modo se presionara el texto de Mateo 23, 9-10: «No llaméis padre a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el que está en los cielos. Ni seáis llamados maestros, porque uno solo es vuestro Maestro, el Cristo», entonces habría que concluir que no existe ninguna paternidad fuera de la de Dios, ni magisterio alguno fuera del de Cristo.” (p. 319)

Cristo, en efecto: a) es el mediador principal y perfecto, que pudo pagar con su propia sangre el precio mismo de la redención y realizar nuestra reconciliación con Dios. María cooperó a esta obra dispositivamente y ministerialmente: preparando al Salvador para llevar a cabo la reconciliación, y siendo constituida como ministra para interceder por nosotros y aplicar así a nosotros los frutos de la redención. b) Cristo es el mediador suficiente por sí mismo, que no necesita de ninguna ayuda, y por sus propios méritos —y de condigno, por estricta justicia— nos unió a Dios. María, en su mediación, es dependiente, y toda su eficacia la recibe de los méritos de Cristo. c) Cristo es el mediador absolutamente necesario, para que se dé una satisfacción condigna; María es mediadora necesaria hipotéticamente, en cuanto Dios lo ha establecido libremente. d) Finalmente, Cristo es el mediador totalmente universal, incluso mediador de la misma Bienaventurada Virgen. Ésta, en cambio, ejerce la mediación respecto de los demás, ya que no puede ser mediadora de sí misma: ni se mereció a sí misma la plenitud inicial de gracia, ni la inmunidad de la mancha original, pues ella misma necesitó ser redimida por su Hijo —aunque de un modo más sublime.” (p. 320)

“… de un modo singular la mediación de la Virgen trasciende la mediación de los santos, a) porque cooperó no sólo a la preparación de la Redención —como los patriarcas o los profetas del Antiguo Testamento— o a la aplicación de los frutos de la redención —como los bienaventurados en el cielo—, sino a la misma obra redentora, desde su inicio hasta su consumación en la cruz; b) porque, de algún modo mereció junto con Cristo para todos las gracias que Cristo mereció para ellos de condigno (por estricta justicia); c) porque, por ser la Madre de Dios Redentor y nuestra madre espiritual, su intercesión es poderosísima y universal, de manera que puede obtenernos todos los medios de salvación.” (p. 321)

Existe, sin embargo, una doble diferencia entre este mérito de la Bienaventurada Virgen y el nuestro: 1º La Virgen no sólo pudo merecer algunas gracias de congruo para otros, sino todas y cada una; 2º no sólo mereció así las gracias para ser aplicadas en acto segundo a cada ser humano, sino también en acto primero adquirir todas las gracias para la redención del género humano. La razón de esta diferencia está: tanto en el oficio universal de la Bienaventurada Virgen María, como Madre de Dios, Madre de Aquel que es el Redentor de todos, consocia en la obra de la redención, y Madre espiritual de todos; como también en que sólo ella cooperó al mismo acto redentor. Por eso, por la misma naturaleza de su función y de su actividad, ésta tiende naturalmente al bien de toda la redención.” (pp. 329)

Así pues, Cristo, desde su entrada en el mundo y movido por su sumo amor hacia el Padre, decidió cumplir su beneplácito; y con esa voluntad, siempre continuada, destinó toda su vida y todos sus actos —no considerados separadamente, sino como ordenados a la pasión y a la muerte, en las cuales debían completarse y consumarse— a nuestra salvación. Por eso las Escrituras suelen atribuir de modo especial la redención al sacrificio sangriento de la cruz. De manera semejante, la Bienaventurada Virgen, con su consentimiento inicial al advenimiento del Salvador y a la obra de la redención —consentimiento nunca revocado—, destinó todos los actos con que cooperó con su Hijo en su vida y en su obra, a nuestra salvación, pero como ordenados a su muerte sangrienta y a ser completados en ella. Por ello, así como por su consentimiento inicial comenzó ya a ser nuestra madre y colaboradora de la redención, así al pie de la cruz perfeccionó y consumó su cooperación, de modo que, constituida por Cristo mismo en madre de todos los redimidos, permanezca para siempre solícita de nuestra salvación. En la cruz, pues, el Pontífice de la Nueva Ley: 1º, como Dios-hombre, por su oblación por los pecados ofreció una reparación condigna e infinita; 2º, como cabeza del género humano, pudo merecer y difundir para todos las gracias de la salvación; 3º, como sacerdote eterno, destinó y aplicó todas sus satisfacciones y méritos a la salvación de todos, e impetró del Padre la aplicación de esos méritos. Del mismo modo, la Bienaventurada Virgen, asociada al sacerdocio de Cristo casi ministerialmente: 1º, como Madre del Dios-hombre, con el dolor de la oblación de su Hijo, ofreció una satisfacción no estrictamente equivalente, pero sí muy grande y congrua; 2º, llena de gracia y de suma caridad hacia Dios y hacia los hombres, mereció de congruo por todos; 3º, hecha ya Madre de todos los redimidos, ordenó y destinó su cooperación al sacrificio de la cruz para la salvación del género humano, y obtuvo del Padre, junto con el Hijo, la aplicación de los frutos de ese sacrificio.” (p. 331)

Debido a la cooperación de la Bienaventurada Virgen en la obra de la redención, ya se la suele llamar Corredentora. Muchos dijeron que el término debía ser menos aprobado —entre los cuales estábamos nosotros mismos— porque, según su etimología, parece equívoco. Pero el significado de los términos depende sobre todo del uso. Ahora bien, conforme al uso ya recibido, ese término tiene ya una significación totalmente correcta de una cooperación subordinada a la obra de la redención; al menos en varias lenguas. Por tanto, nada impide ya que lo usemos en esas lenguas; en otras, se puede añadir cuando convenga una declaración de su sentido verdadero: a saber, que la Bienaventurada Virgen cooperó secundariamente a nuestra redención, y en sentido estricto y formal, en cuanto que dio la vida humana de Cristo y su sangre, el precio de la redención, y además lo ofreció junto con Cristo y por Cristo por la liberación del género humano de la servidumbre diabólica.” (p. 333)

Sólo Cristo pudo redimirnos. Luego María no puede redimir ni ser corredentora. Respuesta. Sólo Cristo, no María propiamente, pudo redimirnos. Distingo: — por sí mismo, de condigno y de modo perfecto, concedo; — de modo imperfecto, de congruo y por otro, niego. María no pudo satisfacer por los pecados de condigno, de modo suficiente y consumando la redención; pero sí pudo hacerlo insuficientemente, de congruo, y por Cristo y en virtud de los méritos de Cristo. Luego, no es Redentora principal ni perfecta, sino de algún modo secundaria y subordinada, y dependiente de Cristo. (p. 337)

2º Objeción: “María misma es redimida; luego no puede ser mediadora en la redención ni corredentora.” Respuesta: Distingo:  — No puede ser mediadora en su propia redención, ni corredentora de sí misma: concedo. — No puede ser mediadora ni corredentora de otros: niego.” (pp. 337)

3º La redención es una obra una e indivisible. Luego María misma es redimida, y por tanto no es corredentora de sí, ni es corredentora de los demás. Respuesta. Distingo: — La redención es una obra una e indivisible según la causa principal y perfectiva, concedo; — según la causa secundaria y subordinada, y según los efectos, niego. Un único agente principal puede servirse de una o de varias causas ministeriales, y así la obra, una en sí misma, puede ser divisible según las diversas acciones de las causas subordinadas y según los diversos efectos que por medio de ellas se derivan de distintos modos.” (pp. 338)

4º Cuando dos causas subordinadas concurren a un mismo efecto, es necesario que ambas produzcan el efecto total. Luego no se debe afirmar en modo alguno que la Santísima Virgen cooperó a la redención o que mereció con Cristo todos los bienes de la salvación, dado que no pudo merecer ni su propia gracia, ni para Cristo la gloria ni la exaltación de su cuerpo. Y si se dijera que su influjo debe limitarse a ciertos efectos, eso se haría arbitrariamente, de modo que podría someterse a límites aún mayores; y así ya no habría ningún fundamento para decir que la Santísima Virgen es mediadora en la obra misma de la redención.”

Respuesta: a) Niego el supuesto, es decir, que el principio deba aplicarse; y b) aun si se aplicara, niego la consecuencia. a) El principio invocado vale sobre todo respecto de la causa eficiente principal e instrumental, mientras que María —al menos por muchos de sus actos— sólo obra de manera previa y dispositiva respecto del acto del Redentor.Por lo cual puede responderse: la Santísima Virgen cooperó, sin ninguna excepción, a la obtención de absolutamente todos los frutos de la redención, puesto que su consentimiento al advenimiento del Redentor y al sacrificio redentor de la Cruz fue condición y causa de la obra redentora: pues si ella no hubiese consentido, Cristo no habría venido ni habría salvado. Esto no es una opinión teológica, sino una verdad revelada sobre la cual, a causa de algunas dificultades aparentes, no corresponde al teólogo dudar, sino recibirla con reverencia, y conformar y reformar conforme a ella nuestros demás conocimientos naturales.  María —dice Ireneo, Adv. haer. III, 22— «por su obediencia, se hizo causa de salvación para sí misma y para todo el género humano». b) Sin embargo, de que ella haya sido de algún modo causa efectiva de toda la obra, no se sigue legítimamente que lo haya sido también, en todos los aspectos, como causa meritoria, sino sólo de aquellas cosas cuyo mérito no repugna, y para cuyo merecimiento ella fue ordenada. Es axioma solemne en teología: El principio del mérito no cae bajo mérito. Y por eso no pudo merecer su propia redención ni la gracia, que se supone ya poseía para poder prestar el consentimiento meritorio, y que precede a su consentimiento; —y con mayor razón no pudo merecer la misma obra del Redentor, que es principio de todo mérito y de toda gracia. Tampoco pudo ni debió la Santísima Virgen merecer la gloriosa resurrección y exaltación de Cristo, porque, como cooperadora de la redención, no fue ordenada a merecerlas, ya que no son efectos de la redención en cuanto tal. Así, pues, en su mediación permanece totalmente dependiente de la mediación de Cristo, porque sólo en virtud de la pasión y de la gracia de Él, con Él, de algún modo mereció y satisfizo por nosotros, y porque Cristo pudo merecer las circunstancias no necesarias de la encarnación, como es el que la Santísima Virgen no sólo fuese constituida físicamente Madre del Dios-hombre, sino que libremente, y sobre todo sobrenaturalmente por la caridad, consintiese al advenimiento del Salvador y a la obra de la salvación para la salvación de todos.” (pp. 338 – 339)

6.º La Santísima Virgen no pudo cooperar de modo inmediato al acto redentor, sino, a lo sumo, cooperó muy remotamente, a saber, físicamente, para que se realizara la Encarnación. Luego, de ninguna manera es corre­dento­ra.

Respuesta: a) La Virgen no pudo cooperar inmediatamente al acto redentor mismo, pues no pudo disponer de modo inmediato de la carne, la sangre y la vida del Hijo, que son el precio de la redención, sino solo por mediación del Hijo, que era quien disponía inmediatamente de sí mismo; ni pudo ofrecer de modo inmediato el sacrificio mismo, es decir, ejercer la acción sacrificial, porque no era sacerdotisa, sino solamente por medio del Sumo Sacerdote de la Nueva Ley; ni pudo suscitar en el Hijo el acto mismo de la voluntad por el cual Él podía satisfacer y merecer por nosotros de modo condigno, sino sólo por su propio acto, concurriendo de algún modo a la redención por mediación del mérito de Cristo.

b) Sin embargo, no debe decirse solamente que cooperó para que se hiciese la Encarnación, sino también para que se hiciese la redención, y no de modo meramente físico, sino plenamente libre, consintiendo ante el Ángel mediante actos humanos de fe, obediencia y caridad, en orden a la salvación de los hombres, tal como formalmente se le proponía. Así nos dio al Redentor en cuanto Redentor, y la redención; aportó el precio de la redención: la carne, la sangre, la vida de Cristo; dio la víctima que habría de ser sacrificada por nosotros. Por ese consentimiento inicial se hizo verdadera cooperadora de la redención, y no cooperó de modo tan remoto, sino más bien próximo: pues la cooperación no se distingue como remota o próxima por la distancia temporal, sino por la magnitud del influjo sobre la obra y por la conexión con ella. Ahora bien, el consentimiento de María fue absolutamente necesario para la redención, la cual depende totalmente de él, ya que sin ese consentimiento no habría existido, y, dado ese consentimiento, se cumpliría con certeza absoluta. c) Por su consentimiento inicial, jamás revocado sino mantenido irrevocablemente, María perseveró en cooperar por medio de todos aquellos actos ordenados al Redentor: no solo lo revistió de carne mortal, para que se ofreciera como víctima por los hombres, sino que también lo alimentó con su leche, lo presentó en el templo, lo nutrió y custodió con innumerables cuidados, y, nunca separada de Él en la vida y en la comunión de sus trabajos, cuando llegó la hora señalada, permaneció firme ante el altar, como dice Pío X en la encíclica Ad diem illum (2 de febrero de 1904). Así, cada vez más, y estando de pie junto al altar de la cruz, consintiendo en los dolores de la compasión, es decir, consintiendo en la muerte de su Hijo que nos redimía, puede decirse que cooperó de modo completamente próximo, como quien entrega el precio que otro ha de pagar y redimir, y presentando, y en lo que de ella depende, ofreciendo, la víctima que el sacerdote la ha de ofrecer en sacrificio; no obstante, no cooperó inmediatamente, sino por mediación del Hijo, porque no pudo realizar el mismo acto redentor y sacrificial junto con el Hijo. d) Nadie duda de que a todo esto cooperó no de modo meramente material, sino formal, teniendo en vista nuestra salvación. e) También concurrió con cooperación moral, porque así como el Hijo era movido por el mandato del Padre a obedecer, así no podía no ser movido por el consentimiento de la Madre, en plena conformidad con la voluntad de Dios. María deseó intensamente nuestra salvación, y así trajo a Cristo a la tierra; por eso dio su consentimiento a la redención y estuvo junto a la cruz del Hijo. A todo lo cual Cristo no pudo dejar de atender, sino que era movido de modo connatural. Por tanto, María, por su consentimiento, deseo y afecto, movía moralmente y disponía a su Hijo para llevar a cabo la redención del género humano. Así pues, la Santísima Virgen cooperó como quien consiente en aquello sin lo cual la obra no se habría realizado; como quien manda o aconseja, a lo cual Cristo no podía dejar de atender; y como quien participa, aunque de modo mediato, en cuanto que ofrece el medio.” (pp. 340 – 342)

 

22 comentarios

  
Federico Ma.
Muchas gracias, Néstor. Muy buen post. (Excepto por poner, en lugar del Doctor Seráfico, al impío Bonaparte, ¡y encima canonizado! Jaja).

Ahí lo curioso (aunque no quiero dar ideas...) es que no se haga tanta (aunque sí alguna) cuestión con el título de "Mediadora", siendo que, como dice la SE, "...único es el Mediador...". Es decir, en este caso no se habla ni siquiera de "Comediadora". Pero cualquiera entiende rectamente el papel mediador de la Virgen como subordinado al de Cristo, participando de su mediación, como dice la Lumen gentium, n. 61.

Entonces, lo de MPF, a saber, "...es siempre inapropiado...", ¿te parece que es un error sin más?

Cordial saludo.

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Eso de "Bonaparte" nos muestra la maldad intrínseca de ChatGPT, que ofrece sus servicios como traductor con la oculta finalidad de ir minando poco a poco el acervo doctrinal :)

Pero es cierto, la Iglesia no ha tenido siquiera la "prudencia" de llamar a la Virgen "Comediadora", o "Coseñora" ("Notre Co-Dame"), o "Correina". Recordemos que hay un solo Señor, una sola fe...

A mí me parece claro que "siempre inapropiado" implica que el uso que los Papas, en documentos magisteriales, hicieron de ese término, era inapropiado, lo cual entiendo que es demasiado decir. Como dice Merkelbach, el sentido de los términos viene con el uso. ¿Qué significaba "prosopon" en griego antes de los Concilios trinitarios y cristológicos? Era la máscara que se ponían los actores en las tragedias. Ahora lo entendemos como "persona". Y no poco riesgo de modalismo hay con "prosopon", pues justamente, los modalistas dicen que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son como máscaras que se pondría una única Persona divina.

Dice ChatGPT (esperemos que esta vez no aparezca Voltaire o alguno de esos):

"Hubo objeciones históricas al uso teológico de “πρόσωπον (prósōpon)” en la Trinidad precisamente porque, en ciertos contextos, podía entenderse con un matiz modalista. Pero el problema no era la palabra en sí, sino el sentido que se le atribuía.

¿Por qué se cuestionaba “prósōpon”?

En griego clásico, prósōpon puede significar:

Rostro / aspecto visible

Máscara teatral

Personaje o rol representado

Por eso, algunos temían que, al decir que en Dios hay tres prósōpa, se entendiera:

“Un solo Dios con tres rostros, manifestaciones o papeles”

…lo cual es exactamente la tesis modalista (una sola persona divina que se manifiesta de tres modos distintos).

Testimonios y controversias

1. Los sabelianos (modalistas) sí usaban prósōpon en sentido herético

Sabelio hablaba de:

“un solo hypóstasis con tres prósōpa”
(es decir: una persona real con tres manifestaciones).

Eso generó desconfianza en el término.

2. Crítica de muchos nicenos al prósōpon no clarificado

En el siglo IV, teólogos como Basilio el Grande y Gregorio Nacianceno prefirieron hablar de:

μία οὐσία, τρεῖς ὑποστάσεις
una ousía (naturaleza), tres hypóstasis (realidades personales subsistentes)

porque hypóstasis expresaba subsistencia real, no “máscara” o “rol”.

3. Atanasio aceptaba prósōpon si se interpretaba correctamente

Atanasio a veces usa prósōpon como sinónimo de hypóstasis, pero aclarando que no implica “rol” sino realidad personal.

Ejemplo implícito del criterio atanasiano:

Si prósōpon = mera manifestación → error modalista
Si prósōpon = subsistencia personal real → aceptable

4. El concilio de Alejandría (362) permitió ambos términos bajo aclaración

Allí se determinó que:

No era obligatorio usar hypóstasis

Se podía usar prósōpon siempre que no significara “máscara o modalidad”, sino persona real subsistente".

Esa última referencia al concilio de Alejandría habría que ver, en todo caso pongo esto de la Enciclopedia Católica:

"Finalmente, en Occidente se reconoció que el verdadero equivalente de hipóstasis no era substantia , sino subsistentia , y en Oriente que entender prosopon en el sentido del término latino persona excluía la posibilidad de una interpretación sabeliana. Por consiguiente, en el Primer Concilio de Constantinopla se reconoció que los términos hipóstasis , prosopon y persona eran igualmente aplicables a las tres realidades divinas."

//www.newadvent.org/cathen/11726a.htm

Saludos cordiales.
08/11/25 7:54 PM
  
Federico Ma.
Gracias.

En este caso, otra objeción que podría presentarse o plantearse viene por la analogía con el rechazo, por parte del Santo Oficio hace un siglo más o menos, de la expresión o título "Sacerdos" aplicado a la Virgen (la cual expresión, si bien es claro que no tiene tantos testimonios a favor como "Corredentora", entiendo que fue empleada incluso por S. Pío X). La objeción argüiría que la Iglesia tiene potestad para desterrar y prohibir el uso, por parte de los fieles, de ciertos términos por el peligro que, a su juicio, podrían implicar para la fe y su recta comprensión, aun cuando tales términos admitan un recto sentido. Así santo Tomás dice que no conviene aplicar a Cristo el predicado de "creatura" sin más, si bien, dice, es en sí válido merced a la comunicación de idiomas, pero podría entenderse en sentido arriano, de allí que convenga precisarlo (S. Th., III, q. 16, a. 8). De hecho, la Nota no se mete tanto en la cuestión doctrinal, sino en la expresión de la misma mediante un determinado término, lo cual dice ser siempre inapropiado por el peligro para la recta comprensión de la doctrina.

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Entiendo que en aquella época no se ponía mucho en relieve el sacerdocio común de los fieles, en el cual, de algún modo al menos, sin duda que ha de estar comprendida, y yo diría, eminentemente, la Virgen, como oferente, o mejor, co-oferente, como dice en los textos citados, del Sacrificio del Calvario.

En lo relativo a prohibir términos que en si son lícitos, hay que estar atentos, me parece, a que las consecuencias de prohibirlos no sean peores que las de no prohibirlos, porque la prohibición de un término puede llevar con el tiempo a la negación de la cosa designada por él.

Como digo en el "post", salvo que queramos fijar dogmáticamente el sentido de "Corredentora" en algo que implique igualdad con Cristo, contra el hecho de que no hay tal igualdad en el uso de "copiloto", por ejemplo, hay que admitir un posible sentido de "Corredentora" que implique, en forma ortodoxa, una acción subordinada a la acción de Cristo. Entonces, negar sin más la validez de "Corredentora" puede hacer la impresión de que se está negando toda colaboración de la Virgen en la Redención, porque en términos puramente lógicos, cuando una proposición tiene un sentido aceptable, no se la niega sin más, sino que se la distingue, y se dice "en este sentido es verdadera, en este otro sentido es falsa".

En ese caso,por más explicaciones que se dé, lo que queda en la mente de la gente es que "Corredentora no", y eso, con el tiempo, puede llevar a que se borre toda idea de colaboración de María en la Redención.

De hecho, sería interesante ver qué cosa exige dar más explicaciones: que se use el término "Corredentora" o que se prohíba su uso.

Saludos cordiales.
08/11/25 9:20 PM
  
Garrigou
Sin duda, Dios no necesita de la Virgen. Pero ha querido libremente asociarla a la obra de la salvación del género humano.
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Esto es discutible. El pecado original viene por Eva que arrastra a Adán, quedando constituida Eva como "madre de todos los vivientes" en la carne herida por el pecado original.

Por eso, para salir del pecado original, un Nuevo Adán tiene que contar con una nueva Eva, que se haga madre espiritual de todos los vivientes en el espíritu.

El artículo olvida que la Santísima Virgen advierte que el privilegio más importante de los concedidos por Dios a la Inmaculada es la de la Corredención (en atención al pecado original). Lo advierte la propia Virgen en Amsterdam, pero es de cajón porque el momento culminante de Cristo es su Redención en la Cruz, por lo que el momento clave de María es su Corredención al pie de la Cruz.

Su Maternidad divina, su Inmaculada Concepción, su Virginidad perpetua, su Arrebatamiento al Cielo,...etc todo apunta a lo más importante, su Corredención del género humano, porque allí Ella es constituída como Madre de todos los vivientes en el espíritu.

Cristo no podía decir "todo está consumado" sin dejarnos a María como Madre espiritual, porque de no hacerlo así, la restauración recapitulatoria de Cristo al origen no está completa, porque no habría una María Madre espiritual que restaurara recapitulatoriamente a la Eva madre carnal.

El resto del artículo es correcto. Para mí gusto demasiado prolijo porque de querer abarcar tanto difumina un tanto -aunque se cite- el fiat de María en el Calvario, que es la clave, porque sin Corredención no hay Redención posible, como sin el asesinato de Cristo no hay Redención posible.

Es decir, la redención de Cristo lleva necesariamente tan implícita la Corredención de María, como que el hombre perfecto Cristo tenía necesariamente que ser asesinado por Satán en la Cruz para que el demonio deshiciera sus propia obra -la paternidad espiritual sobre el género humano - para que así Dios pueda constituirse como Padre Adoptivo de los hombres que nacemos en pecado original.

Por eso en Amsterdam, la oración que pide la Santísima Virgen, y que fue amputada por el Vaticano, termina de una manera tan misteriosa.

"Deja que el Espíritu Santo viva en los corazones de todos los pueblos, para que sean preservados de la degeneración, del desastre y de las guerras. Que la Señora de Todos los Pueblos, QUE UNA VEZ FUE MARIA, sea nuestra Abogada, Amen".

Es tan importante la Corredención que el Cielo quiso dejar bien claro en Amsterdam que quien nació Inmaculada como María fue consumada como Corredentora al pie de la cruz, de ahí que "una vez fue María" como ahora es Madre Corredentora.

La mujer tomada de Adán en el texto genésico es denominada la Mujer - pero su traducción literal sería Adana o varona porque fue hecha de varón. Tras el pecado original Adana / Varona recibe un nuevo nombre: Eva.

Eso mismo ocurre en la Cruz que deshace el pecado original. La Virgen entra al Calvario como María y sale como Nuestra Madre, es decir, Corredentora. Recibe un nuevo nombre. El nombre más bello : Madre, al tiempo que el Todopoderoso recibe el nombre mas bello : Padre.

Madre espiritual de los vivientes y Corredentora son sinónimos espirituales perfectos.

Sin duda, Dios si necesita de la Virgen.

Ella es cuasi-divina.


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Pues no. Dios no necesita de la Virgen, porque ni siquiera ha necesitado de la Encarnación del Verbo para salvarnos. Dios es Omnipotente. Si quiere, dice "Hágase", y estamos salvados todos.

Y aún habiendo Encarnación, primero, no tenía porqué haber una Madre, Dios podría haber asumido la naturaleza humana por un simple acto de la Voluntad divina. Y habiendo como hay una Madre, no tenía porqué jugar la Madre de Dios el papel corredentor que ha jugado de hecho, según el plan divino. Estamos en el orden de los libres y gratuitos decretos de Dios.

En cuanto a lo más grande de la Virgen, es la Maternidad divina. Obviamente es mucho más ser Madre de Dios que ser Madre de los hombres.

Y la Virgen siguió siendo María después del Calvario: "Todos estos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos." (Hechos 1, 14).

El demonio nunca tuvo una paternidad real sobre los hombres. No una paternidad física, obviamente, y en cuanto a la paternidad espiritual, el padre comunica la vida, el demonio hizo lo contrario, destruir la vida de la gracia en las almas.

Cuando Jesús le dice a los judíos "Ustedes son hijos de su padre, el diablo", está hablando metafóricamente, y también de la semejanza entre las obras que hacen los que quieren matarlo y las obras del diablo, y en definitiva, al influjo del demonio, por medio del pecado, comenzando por el pecado de Adán, sobre los hombres, que lleva a que ahora quieran matar a Jesús.

Pero el demonio nunca ha tenido derechos sobre los hombres. Lo que ha habido es una permisión divina de que el demonio domine a los pecadores, como hubo una permisión divina para que los judíos y los romanos crucificasen a Cristo, sin que por ello ellos tuviesen derecho de hacerlo.

En cuanto a las revelaciones privadas, no obligan en la fe, y menos las partes que han sido censuradas por la Iglesia.

Dios no necesita de ninguna creatura. Y lo "cuasi divino" no existe, entre Dios y las creaturas la distancia es infinita y toda creatura será siempre como nada delante de Dios, por más grande que sea comparada con otras creaturas.

Saludos cordiales.
08/11/25 10:39 PM
  
María de África
De todo este galimatias yo lo que me pregunto es la necesidad de este documento que, se quiera o no, pone en solfa toda la Mariología analizando todo lo que la Iglesia ha dicho de la Santísima Virgen durante siglos. En el supuesto de que hubiera, que no lo sé, una corriente que peticionara un nuevo dogma se podría hacer como se hizo con las dubia: dar la callada por respuesta. ¿Por qué se contesta lo que no se pregunta y no se contesta lo que sí se pregunta?
Como mínimo es una imprudencia meter un problema perfectamente evitable en una Iglesia llena de problemas mucho más acuciantes. Ante este tipo de sorpresas una se pregunta si no son deliberadas formas de echar balones fuera o si se trata de dar más razones a los protestantes para que se enronquen en su idea de que los católicos adoramos a la Virgen o la ponemos a la misma altura que Jesucristo. Este documento achata a los católicos y envalentona a los protestantes de una manera clarísima y ya se leen comentarios de católicos revisando el papel de María con la intención de rebajarla, y hasta hay alguno que le empieza a parecer que las Letanias Lauretanas pueden ser exageradas. Hay que tener en cuenta la flojedad de los católicos laxos, que son la mayoría, y no hay que darles argumentos para que no recen el Santo Rosario porque los que lo rezamos somos los mismos que acudimos a la Adoración Eucarística sin mezclar ambas cosas, por algo lo primero es una devoción y lo segundo una adoración.

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Exacto, aquí no se cuela el mosquito y se traga el camello, sino que se cuela la bacteria y se traga la ballena.

Saludos cordiales.
08/11/25 11:17 PM
  
Josep
La obra de la Redención de la humanidad fue llevada a cabo únicamente por Jesucristo, el único Salvador.
Pero Dios quiso asociar a María a la obra redentora de su Hijo.
Así pues, nada impide que llamemos a María Corredentora.
En lugar de Mediadora se puede usar el término Medianera, siendo Cristo el único Mediador entre Dios y los hombres.

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Es que si restringimos absolutamente y en todo sentido la mediación a sólo Cristo, vamos contra lo que la Iglesia ha creído siempre de la Virgen. O bien, entramos en un juego de palabras entre "medianera" y "mediadora", cuya diferencia no podemos explicar.

Saludos cordiales.
08/11/25 11:24 PM
  
Javier
La sangre que corre por las venas del recién nacido ¿es de la madre o del recién nacido?

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Escolásticamente, habría que decir: si "de" significa "origen", es de la madre (y en el caso en que haya un padre humano natural - que no es el de Jesús - del padre), si significa "sujeto", es del recién nacido.

Saludos cordiales.
09/11/25 1:26 AM
  
Garrigou
Sin duda, Dios si necesita de la Virgen.

Ella es cuasi-divina.
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Adviértase esto porque es pasado por alto frecuentemente.

Dios Padre y María Madre del género humano lo son espiritualmente.

No hay criatura excepto María que sea madre espiritual.

La Sagrada Escritura nos informa: Isaías 14:12-14

12 ¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. 13 Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; 14 sobre las alturas de las nubes subiré, y seré SEMEJANTE al Altísimo.

Aquí observamos como Satanás quiso hacerse semejante al Altísimo, es decir a Dios Padre: Quiso hacerse padre de criaturas, y en cierto sentido lo consiguió.

Cristo mismo nos lo confirma en Juan 8:44: Sois de vuestro PADRE el diablo y queréis hacer los deseos de vuestro padre. Él fue un homicida desde el principio, y no se ha mantenido en la verdad porque no hay verdad en él.

Es decir, fue tan grave el pecado original, tal calamidad, tal horror, tal abominación, tal desolación, que el género humano misteriosamente es desahijado de Dios Padre para ser re-ahijado en Satanás, que instigando dicho pecado quedó maldito por Dios, por pecar contra el Espíritu Santo.

Por eso, Satanás tiene derechos sobre el género humano. Si morimos en pecado mortal no vamos a un infierno para hombres, sino que vamos al infierno de los demonios, porque tienen filiación sobre nosotros por el pecado original.

Por eso, en el plan de salvación de Dios, se necesitaba re-ahijar no solo a los hombres con Dios Padre, sino re-ahijarlos con una Criatura como María, que es la adversaria de Satanás. Es su némesis recapitulatoria, porque ella ahija en la Cruz a la descendencia humana, que es lo que Satanás ahijó en la abominación desoladora del pecado original.

Por eso le aplasta la cabeza contra la tierra a aquel que se hizo elevar hasta el trono de Dios Padre.

Lo más grande de María es la Maternidad Espiritual del Género Humano, es decir la Corredención.

Y por ser Madre espiritual, atributo de Dios Padre, Ella es cuasi-divina.

Y María es necesaria para el Plan de Dios de salvación del género humano como era necesaria la encarnación del Hijo de Dios en Cristo y su asesinato en la cruz

Porque para deshacer el pecado original era tanto necesario que el género humano se le concediera la paternidad espiritual de Dios Padre como era antes del pecado original, como necesaria era una Madre espiritual para ser némesis recapitulatoria de la paternidad de Satanás.

Sin pecado original el género humano no habría gozado de una maternidad espiritual sino solo de la Paternidad de Dios Padre, pero por la salvajada de Satanás, Dios concibió ese plan antisatánico que es la Redención de Cristo por el que además se gana a Nuestra Madre con respecto a la situación original.

Dios saca del gran mal de Satanás un gran bien : la maternidad espiritual de una criatura que una vez fue María, hija de Dios, para convertirse al pié de la Cruz en una nueva Eva, Madre espiritual.

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Ver mi respuesta al mensaje anterior.

Saludos cordiales.
09/11/25 1:30 AM
  
Óscar Farias
La obra de Jesucristo en la cruz fue completa!!!
Nada hay que sacarle nada hay que agregarle !!!
María fue una mujer extraordinaria!!!

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Lo que pasa es que en este caso, "completo", según el plan de Dios, incluye cosas que son necesarias y cosas que son libremente queridas por Dios, entre ellas, la Virgen como Corredentora.

Saludos cordiales.
09/11/25 12:36 PM
  
Federico Ma.
Mira esto, Néstor:

Acta Synodalia Sacrosancti Concilii Oecumenici Vaticani II: Periodus prima [Vol. I], pars IV, p. 99:

"Omissae sunt expressiones et vocabula quaedam a Summis Pontificibus adhibita, quae, licet in se verissima, possent difficilius intelligi a fratribus separatis (in casu a protestantibus). Inter alia vocabula adnumerari queunt sequentia: « Corredemptrix humani generis » [S. Pius X, Pius XI]; « Reparatrix totius orbis » [Leo XIII]; « materna in Filium iura pro hominum salute abdicavit » [Benedictus XV, Pius XII], « merito dici queat Ipsam cum Christo humanum genus redemisse » [Benedictus XV], etc;".

Aquí está el enlace: archive.org/details/ASI.4/page/n95/mode/2up
09/11/25 1:31 PM
  
Federico Ma.
Lo llamativo es que ahí las Actas del Concilio Vaticano II dicen expresamente que esas expresiones o vocablos, como "Corredentora", se han omitido porque podrían ser difíciles de entender para los protestantes, pero "en sí" dice que son "verdaderísimas".

Sin embargo, la Nota MPF dice en el n. 18: "El Concilio Vaticano II evitó utilizar el título de Corredentora por razones dogmáticas, pastorales y ecuménicas". No se da ninguna referencia. Las razones ecuménicas, que son las únicas que mencionan las Actas en el pasaje referido, se mencionan en último lugar. Se hace muy difícil, por no decir imposible, entender cómo puede evitarse por razones dogmáticas el empleo de un título empleado por Papas y que se declara expresamente ser "en sí" "verdaderísimo"...

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Lamentablemente, de un tiempo a esta parte nos tienen acostumbrados a esa forma de "citar", como cuando en este mismo documento, "Mater Populi Fidelis", citan lo que el Catecismo dice de la gracia, hablando del Espíritu Santo, como si lo dijese de la gracia santificante. No es solamente cuando ChatGPT cita algo que hay que ir a cotejar con el original...

De todos modos, hay una lección encerrada aquí, parece. ¿Realmente han sido tan buenos los frutos de omitir ciertas verdades para no molestar a los hermanos separados? (ésta debe ser la reina de las preguntas retóricas).

Saludos cordiales.
09/11/25 1:55 PM
  
Pedro de Madrid
María es la MADRE del Redentor y ser madre está por encima de todo. Si no hubiese madre no hubiese Redentor
09/11/25 5:54 PM
  
Pedro de Madrid
Hubo Redentor porque hubo Madre, sin madre no hubiese Redentor
09/11/25 5:57 PM
  
Juan Mariner
La Madre de Dios como Coadyuvante en la Redención, seguro.

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Por lo que dicen los Papas, es propiamente Corredentora, porque la Redención se hace por la ofrenda que Cristo hace de Sí mismo en la Cruz, y la Virgen, dicen ellos, al consentir con esa ofrenda de Cristo y compartir a su modo los sufrimientos de Cristo, ofrece ella también al Padre la Víctima que nos trae la salvación.

Saludos cordiales.
10/11/25 11:06 AM
  
Betania in albis
Hablar de María como “corredentora” siempre me ha parecido un terreno delicado. Aunque entiendo la intención devocional detrás del término, veo peligros reales en su uso, especialmente cuando no se explica con precisión. Y lo que no es factible es que haya que explicarlo en notas al pie de página, con decenas de párrafos aclaratorios, para evitar malentendidos; porque esas notas las lee un ínfimo porcentaje de católicos. La mayoría sencillamente no las verá, no las entenderá o no las recordará. Esto hace que el término, en la práctica, se convierta en una fuente constante de confusiones, interpretaciones erróneas y exageraciones devocionales.

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La intención devocional es en todo caso algo secundario. Lo que ante todo importa es la verdad de la fe, y qué cosas son verdades de fe, aunque no sean de fe definida, y qué otras cosas no lo son. Si algo es una verdad de fe, aunque no sea definida, lo que es por lo menos "muy delicado" es decir que no hay que decirlo.

Y como ya se ha dicho más de mil veces, la misma objeción se puede poner contra un sinnúmero de verdades de fe: que en Dios hay tres Personas, que María es Madre de Dios, que en la Eucaristía comemos la Carne de Cristo y bebemos su Sangre, que María es Señora, que es Reina, que es Mediadora (cfr. Lumen Gentium 62),

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Peligros:

Por un lado, muchos católicos, sin quererlo, pueden interpretarlo de forma equivocada y terminar equiparando a María con Cristo. Eso no solo confunde, sino que roza lo arriano en algunos y lo idolátrico en otros: Cristo queda rebajado, María elevada indebidamente.

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Lo dicho arriba. El "poder interpretar en forma equivocada" se aplica a todas las verdades de fe. Al Señor, nada menos, se le fueron una cierta cantidad de discípulos cuando dijo eso de comer su Carne y beber su Sangre.

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Además, desde un punto de vista pastoral y ecuménico, la palabra genera más divisiones que frutos. En vez de acercar a los hermanos separados al misterio de Cristo, los aleja porque entienden —no sin razón— que se está atribuyendo a una criatura un papel que solo pertenece a Dios. Y eso dificulta el diálogo, oscurece el mensaje central del Evangelio y confunde lo esencial de nuestra fe: la única redención realizada por Cristo.

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Los hermanos separados no se van a acercar a nosotros porque dejemos de decir que María es Corredentora. Y si entienden que se atribuye a la creatura un papel que sólo pertenece a Dios, de modo indebido, lo entienden sin razón, porque no hicieron eso todos los Papas que ya cité y que usaron ese término. En realidad, si miramos los numerosos videos de conversiones de protestantes al catolicismo que hay en Youtube, vamos a ver que sí, que para muchos María fue un obstáculo, pero también vamos a ver que la conversión significó para ellos la aceptación total e incondicional de la doctrina mariana de la Iglesia.

Y si seguimos pensando que la mediación de María oscurece la de Cristo, es que pensamos de modo protestante, no de modo católico.

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Creo sinceramente que insistir en títulos ambiguos o sensibles puede convertirse en un obstáculo para la unidad, para la claridad doctrinal y para la misión de la Iglesia en el mundo. María no necesita más títulos para ser grande: ya es la Madre de Dios, la llena de gracia, la primera discípula, la que dijo “sí”. Para mí, eso basta y sobra, y preserva la fe cristocéntrica que la Iglesia siempre ha defendido

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Lo de la unidad ya venía en el párrafo anterior, pero lo hablamos ahora. Si algo contrario a la unidad ha habido en los últimos días ha sido la publicación de MPF. Por una problemática e hipotética unidad con los de afuera se ha perjudicado gravemente la unidad real y efectiva con los de adentro. El mundo de los posibles hipotéticos ha primado sobre el de las realidades categóricamente existentes.

Saludos cordiales.
11/11/25 12:40 AM
  
Betania in albis
Sinceramente, la interpretación que ofrece Néstor me parece demasiado personal y va más allá de lo que los Papas realmente han dicho. Afirmar que María es “propiamente Corredentora” porque ofreció al Padre la misma Víctima junto con Cristo suena teológicamente arriesgado y no refleja la precisión del Magisterio. Los Papas nunca han declarado que María sea corredentora en ese sentido estricto, porque eso equivaldría a colocarla en el mismo plano de la Redención con mayúscula. Y eso la Iglesia jamás lo ha hecho ni lo hará: la Redención es una, perfecta, completa y exclusivamente realizada por Cristo.

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Eso no es verdad. Véase lo que dijo Benedicto XV (tomo muchas referencias del "post" de Virginia Olivera: //www.infocatolica.com/blog/caritas.php/2511080500-378-maria-populi-fidelis-iens):

"De tal modo juntamente con su Hijo paciente y muriente padeció y casi murió; de tal modo, por la salvación de los hombres, abdicó de los derechos maternos sobre su hijo. y le inmoló, en cuanto de ella dependía, para aplacar la justicia de Dios, que puede con razón decirse que ella redimió al género humano juntamente con Cristo."

Ahí está todo lo que he dicho, que obviamente, no es invención mía: la Virgen también ofrece (inmola) al Hijo al Padre, y por eso es Corredentora.

Pio XI en "Misserentissimus Redemptor": “La benignísima Virgen Madre de Dios… habiendo dado y criado a Jesús Redentor y ofreciéndole junto a la cruz como hostia, fue también y es piadosamente llamada Redentora (Corredentora) por la misteriosa unión con Jesucristo y por su gracia absolutamente singular.”

Fijarse que aquí el Papa dice directamente "Redentora" y entre paréntesis aclara "(Corredentora)".

El Papa dice que es piadosamente llamada así, no que es llamada así inoportuna o inapropiadamente.

En ese mismo documento dice Pio XI: “Ella dio a luz a Jesús el Redentor, lo alimentó, lo ofreció como víctima en la cruz, por su oculta unión con Cristo, y una del todo singular gracia de Él, fue igualmente Reparadora...”.

Ni siquiera dice aquí "Correparadora", aunque es claro que hay que entenderlo así.

Pio XII vuelve sobre esa misma idea en "Mystici Corporis": "Ella fue la que, libre de toda mancha personal y original, unida siempre estrechísimamente con su Hijo, le ofreció, como nueva Eva, al Eterno Padre en el Gólgota, juntamente con el holocausto de sus derechos maternos y de su materno amor, por todos los hijos de Adán, manchados con su deplorable pecado.”

Otros pronunciamientos papales no incluyen el concepto de que la Virgen también ofreció al Hijo, pero sí traen claramente la idea de la Corredención:

Por ejemplo, Pio XII en "Haurietis Acquas": "Habiendo sido inseparablemente unida por la voluntad de Dios la Virgen Santísima con Jesucristo en la realización de la obra de la redención del género humano, de tal suerte que nuestra salud es fruto de la caridad y de los sufrimientos de Jesucristo, íntimamente unidos con el amor y los dolores de su Madre, es absolutamente conveniente que el pueblo cristiano, el cual ciertamente consiguió la vida divina de Cristo por María, después de haber dado, etc…"

En "Mystici Corporis": “Pues la que fue madre de Jesucristo según la carne y socia de Jesucristo en devolver a los hijos de Eva la vida de la gracia, justamente es también madre espiritual de todo el género humano.”

Pablo VI en el discurso de clausura del Concilio Vaticano II: “La divina maternidad en el fundamento de su especial relación con Cristo y de su presencia en la economía de la salvación. En este sentido hay que entender el nexo estrecho e indisoluble con que la Virgen Santísima estaba unida con Jesucristo en la obra de nuestra salvación, de que en diversas ocasiones nos habla también el Concilio, tanto en la Constitución sobre la Liturgia como en la Dogmática sobre la Iglesia.”

La Constitución sobre la Iglesia, "Lumen Gentium", n. 61: “Concibiendo a Cristo, engendrándolo, alimentándolo, presentándolo al Padre en el templo, padeciendo con su Hijo cuando moría en la Cruz, cooperó en forma enteramente impar a la obra del Salvador con la obediencia, la fe, la esperanza y la ardiente caridad con el fin de restaurar la vida sobrenatural de las almas. Por eso es nuestra verdadera Madre en el orden de la gracia.”

La obra del Salvador por la que se restaura la vida sobrenatural en las almas es justamente la Redención.

San Pablo II en "Salvifici Doloris": "En ella [María], los numerosos e intensos sufrimientos se acumularon con una tal conexión y relación, que si bien fueron prueba de su fe inquebrantable, fueron también una contribución a la Redención de todos… fue en el Calvario donde el sufrimiento de María Santísima, junto al de Jesús, alcanzó un vértice ya difícilmente imaginable en su profundidad desde el punto de vista humano, pero ciertamente misterioso y sobrenaturalmente fecundo para los fines de la salvación universal. Su subida al Calvario, su “estar” a los pies de la cruz junto con el discípulo amado, fueron una participación del todo especial en la muerte redentora del Hijo.”

Y en "Redemptoris Mater": "A los pies de la Cruz María participa por medio de la fe en el desconcertante misterio de este despojo. Es ésta tal vez la más profunda ‘Kénosis’ de la fe en la historia de la humanidad. Por medio de la fe la Madre participa en la muerte del Hijo, en su muerte redentora.”

Y aquí pone la idea de la ofrenda de la Virgen, sin poner la palabra: “Crucificada espiritualmente con su Hijo crucificado (cf. Gál. 2, 20), ella contempló con heroico amor la muerte de su Dios, ‘consintiendo amorosamente en la inmolación de su Víctima que ella misma había engendrado’ (Lumen gentium, 58). Ella cumple con la voluntad del Padre en nuestro beneficio y nos acepta a todos como sus hijos, en virtud del testamento de Cristo: ‘Mujer, he ahí a tu hijo’ (Jn. 19, 26)”.( Discurso Papal en el Santuario de Nuestra Señora de la Alborada en Guayaquil, 31 de enero de 1985, L’Osservatore Romano, 11 de marzo de 1985)

Y en esta Catequesis San Juan Pablo II lo dice explícitamente: "Además, el texto conciliar pone de relieve que el consentimiento que da a la inmolación de Jesús no constituye una aceptación pasiva, sino un auténtico acto de amor, con el que ofrece a su Hijo como ‘víctima’ de expiación por los pecados de toda la humanidad. Por último, la Lumen gentium pone a la Virgen en relación con Cristo, protagonista del acontecimiento redentor.”(L’Osservatore Romano, del 4 de abril de 1997, nº 14, ed. en lengua española, pg. 3, en la catequesis del Papa durante la audiencia general del miércoles 2 de abril, con el título: María, al pie de la Cruz, partícipe del drama de la Redención.)"

Y aquí está la Corredención, aunque no el término, en la enseñanza de San Juan Pablo II: “A lo largo de los siglos la Iglesia ha reflexionado en la cooperación de María en la obra de la salvación, profundizando el análisis de su asociación al sacrificio redentor de Cristo. Ya San Agustín atribuye a la Virgen la calificación de ‘colaboradora’ en la Redención (cf. De Sancta Virginitate, 6; PL., 40, 399), título que subraya la acción conjunta y subordinada de María a Cristo Redentor. […] En unión con Cristo y subordinada a él, cooperó para obtener la gracia de la salvación a toda la humanidad. El papel de cooperadora que desempeñó la Virgen tiene como fundamento su maternidad divina. … cooperó de manera totalmente singular a la obra del Salvador. […] Aunque la llamada de Dios a cooperar en la obra de la salvación se dirige a todo ser humano, la participación de la Madre del Salvador en la Redención de la humanidad representa un hecho único e irrepetible. […] María está asociada a la obra salvífica en cuanto mujer. El Señor que creó al hombre “varón y mujer” (cf. Gén. 1, 27), también en la Redención quiso poner al lado del nuevo Adán a la nueva Eva. La pareja de los primeros padres emprendió el camino del pecado; una nueva pareja, el Hijo de Dios con la colaboración de su Madre, devolvería al género humano su dignidad original.”(L’Osservatore Romano, del 11 de abril de 1997, nº 15, ed. en lengua española, pg. 3, en la catequesis del Papa durante la audiencia general del miércoles 9 de abril, con el título: La Virgen María cooperadora en la obra de la Redención.)"

En la fiesta de la Asunción y defendiendo la tesis que dice que la Virgen murió, dice San Juan Pablo II: "María, implicada en la obra redentora y asociada a la ofrenda salvadora de Cristo, pudo compartir el sufrimiento y la muerte con vistas a la Redención de la humanidad."(Catequesis del Papa durante la audiencia general del miércoles 25 de junio, La dormición de la Madre de Dios, L’Osservatore Romano en lengua española, nº 26 del 27 de junio de 1997, pg. 3.)

Etc.

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Que María tenga una participación singular, excepcional y sublime, sí; que sea única en su modo de colaborar, también. Pero siempre —siempre— en un nivel subordinado, dependiente, derivado y absolutamente secundario respecto a la obra salvífica de Cristo. Llamar “corredentora” en un sentido fuerte y sin matices introduce una ambigüedad que puede hacer pensar, erróneamente, que María y Cristo comparten un mismo acto redentor en igualdad, cuando en realidad su cooperación es subsidiaria, no paralela ni equivalente.

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Pero MPF no dice que sea "inoportuno" o "inapropiado" llamar a la Virgen Corredentora en un sentido fuerte y sin matices. Dice que es "inoportuno" o "inapropiado" llamarla "Corredentora", sin más, lo cual, frente a los textos que presentado, es como para quedar realmente perplejo.

Además, como se ha dicho ya mil veces, esa objeción se puede poner contra todos los términos importantes de nuestra fe. Pensemos lo que puede llegar a pensar quien oye decir que María es Madre de Dios o que en la Eucaristía comemos el Cuerpo de Cristo y bebemos su Sangre. Me parece que muchas veces usamos esos términos sin pensar en ellos y por eso no nos damos cuenta de las tremendas afirmaciones que se hacen en la fe católica y lo muy fácil que es malinterpretarlas.

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Por eso digo que la lectura que hace Néstor no es la de la Iglesia, sino una elaboración personal que corre el riesgo de confundir más que aclarar. María brilla más cuando su grandeza se entiende a la luz de Cristo, no cuando se la coloca en categorías que pueden oscurecer la unicidad absoluta del Redentor.

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Como se ve, las quejas no deben dirigirse al oscuro pecador Néstor, sino a los Papas que no han tenido problema en hablar de María en esos términos, que no he hecho más que repetir.

Saludos cordiales.
11/11/25 1:20 AM
  
Dicasterio2
Me impresiona, y no para bien, la soberbia que exhiben algunos cuando se rebelan contra documentos pontificios maduros, prudentes y profundamente reflexionados con especial mención a Benedicto XVI. La Iglesia, con la autoridad de su Magisterio, ya ha expresado con claridad que la participación de María en la obra de Cristo es singularísima, única en su género, incomparable con la de cualquier otra criatura. Y basta leer con calma las más de cincuenta letanías marianas del Rosario para comprobarlo: cada una de ellas eleva, honra y reconoce la grandeza espiritual de María sin necesidad de forzar títulos que el Magisterio nunca ha aprobado.

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Es falso que el Magisterio nunca los haya aprobado. En este "blog" y en otros ya han aparecido varias veces las intervenciones de Papas que usan ese título y lo explican en el sentido en que lo hemos explicado aquí.

Que se ignora ese hecho ciertamente que impresiona, y no para bien.

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Es sorprendente que, frente a esta riqueza incuestionable, haya quienes insistan en imponer términos cargados de ambigüedad doctrinal —como “mediadora de todas las gracias” o “corredentora”— que nunca han aparecido en el sensus fidei de las múltiples letanías lauretanas y, por razones teológicas y pastorales de peso, no aparecerán. Pretender lo contrario es ignorar deliberadamente la sensibilidad ecuménica, la precisión dogmática y la responsabilidad pastoral que la Iglesia tiene en su misión de custodiar la fe.

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Si los Papas han usados esos términos el hecho de que aparezcan o no en tal o cual letanía no significa en sí mismo nada.

Por otra parte, las letanías lauretanas contienen otras expresiones que a la luz de los criterios usados en MPF también deberían ser declaradas "inoportunas" o "inapropiadas".

Por ejemplo, se llama a la Virgen "Salus infirmorum" ("Salud de los enfermos"), título que es claro que le corresponde solamente a Nuestro Señor Jesucristo, al menos en el mismo sentido en que solamente a Él le corresponden los títulos de Redentor, Salvador, Mediador, etc.

Además, no todas las verdades de fe tienen porqué estar presentes en esas letanías ni en la Liturgia en general. Por ejemplo, el canon bíblico, la infalibilidad papal, que los Sacramentos son siete y cuáles son, etc.

Pero además, en la Liturgia sí está presente lo que se quiere significar con la Corredención de la Virgen. Por ejemplo, el Prefacio IV de Santa María Virgen:

"Ella, al aceptar el anuncio del ángel,
se hizo Madre de la Palabra encarnada
y, asociada a la obra salvadora de tu Hijo,
cooperó de modo singular en el misterio de la redención."

Y finalmente, las letanías lauretanas han ido evolucionado con el tiempo, e incorporando referencias a la Inmaculada Concepción, al Rosario, a la Asunción, etc. Decir que en el futuro no van a incorporar también la referencia a la Corredención es presumir de tener la bola de cristal.

Saludos cordiales.
11/11/25 5:44 AM
  
Betania in albis
Desde que la Letanía Lauretana —apro­­bada oficialmente en 1587 por Pío V (o al menos ampliamente usada desde entonces), jamás se ha incluido en ella una invocación que ponga en duda o diluya de algún modo que la Redención (con “R” mayúscula) es obra exclusiva de Cristo, ni que Él sea el único Mediador ante el Padre. La Letanía consta de más de cincuenta invocaciones que honran a María de modo singularísimo, exaltándola como “Madre de Cristo”, “Refugio de pecadores”, “Reina del Santísimo Rosario”, entre muchos otros títulos, sin jamás plantear que ella ocupe el papel redentor que corresponde a Cristo solo.

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Es claro que hay un sentido en el que solamente N. S. Jesucristo es "Salud de los enfermos", "Refugio de los pecadores", "Consolador de los afligidos", "Auxilio de los cristianos" y "Rey de la Misericordia".

Y también aparece en esas Letanías el título "Madre de la gracia", cuando es cierto que en un sentido solamente de Cristo procede la gracia que nos salva.

Además, el Concilio Vaticano II, en su Constitución "Lumen Gentium", tampoco pone en duda o diluye que Cristo sea el único Mediador ante el Padre cuando dice, en su n. 62:

"Por este motivo, la Santísima Virgen es invocada en la Iglesia con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora. Lo cual, embargo, ha de entenderse de tal manera que no reste ni añada a la dignidad y eficacia de Cristo, único Mediador."

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Esta fidelidad al orden teológico no es casualidad: muestra cuán cuidadosamente la Iglesia ha resguardado el misterio de la única Redención realizada por el Hijo de Dios y la mediación única de Él ante el Padre, mientras reconoce que María, en su humildad y obediencia, coopera en forma subsidiaria y derivada. Por tanto, todo lo que pretenda sugerir que ella sea “corredentora” o mediadora de todas las gracias equivalentes a Cristo no solo carece de fundamento en tan venerado texto, sino que contradice la tradición litúrgica y teológica que la Letanía ha mantenido fielmente durante siglos.

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El "por tanto" no se sigue de lo anterior. Porque varios Papas no sólo han "sugerido" que la Virgen es Corredentora y Mediadora, sino que lo han afirmado con todas las letras y rotundamente.

Por lo demás, sobre las Letanías Lauretanas ya contesté a un comentario anterior:

1) Con las enseñanzas de los Papas alcanza aunque no aparezcan en las Letanías Lauretanas.
2) No toda verdad de fe está expresada en la Liturgia en general, menos en las Letanías Lauretanas en particular.
3) Las mismas Letanías Lauretanas han ido creciendo con el tiempo, lo cual quiere decir que nada impide que sigan creciendo en el futuro.
4) La Liturgia en sus oraciones presenta muchas veces lo que se entiende por las palabras "Corredentora" y "Mediadora" predicadas de la Virgen.

Saludos cordiales.
11/11/25 5:47 AM
  
Génesis
Quienes se escandalizan porque el Dicasterio para la Doctrina de la Fe considera inconvenientes los títulos “corredentora” y “mediadora de todas las gracias” parecen olvidar un principio elemental de la vida eclesial: la liturgia es maestra de fe. La Iglesia no formula su doctrina a partir de entusiasmos particulares ni de intuiciones aisladas, sino de un discernimiento secular expresado ante todo en su oración oficial.

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La liturgia expresa y confirma la fe, pero no es la fuente de donde brotan las verdades de la fe. De hecho, como ya dije, hay muchas verdades de fe que no están en la Liturgia: el canon bíblico, la infalibilidad del Papa, que hay siete Sacramentos y cuáles son, etc., etc.

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Y ese dato, sólido y verificable, es muy iluminador:
los himnos litúrgicos marianos —los del Oficio Divino, las antiguas oraciones, las antífonas clásicas— proclaman a María con una riqueza impresionante, pero jamás le atribuyen funciones que oscurezcan la unicidad del Redentor. La Salve Regina, el Ave Maris Stella, la Alma Redemptoris Mater… todas ellas exaltan a María, la aman, la honran, la suplican, la bendicen; pero todas guardan un equilibrio nítido que jamás se rompe.

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Es cierto que esos himnos no atribuyen nada a la Virgen que oscureza la unicidad del Redentor, tampoco cuando la llaman "Salud de los enfermos", "Refugio de los pecadores", "Consuelo de los Afligidos", "Reina de la Misericordia", "Madre de la gracia", y tampoco lo harían, siendo así que en su sentido, claro, sólo N. S. Jesucristo es Salud, Refugio, Consuelo, Rey, y Fuente de la gracia; por tanto, si la llamaran "Corredentora" o "Mediadora".

Por ejemplo, el ya citado Prefacio IV de la fiesta de Santa María Virgen:

"Ella, al aceptar el anuncio del ángel,
se hizo Madre de la Palabra encarnada
y, asociada a la obra salvadora de tu Hijo,
cooperó de modo singular en el misterio de la redención."

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Esa es la sabiduría de la Iglesia.
Esa es la voz del sensus fidei verdadero.

Por eso no debería sorprender a nadie —y menos aún indignar— que el Dicasterio, actuando con fidelidad a la tradición orante, advierta que ciertos términos pueden resultar equívocos o doctrinalmente arriesgados para muchos fieles. La Iglesia no corrige la fe: la protege. No rebaja a María: la preserva de interpretaciones que podían deformar su figura o confundir a los más sencillos.

Una teología mariana sólida no necesita títulos que no aparecen en la liturgia universal ni en las definiciones dogmáticas.

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Como dije, hay verdades de fe que no aparecen en la Liturgia universal, y no todas las verdades de fe han sido definidas hoy por hoy dogmáticamente.

Además, si algo ha confundido a los sencillos en los últimos días es MPF.

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La belleza de María brilla más cuando permanece donde siempre ha estado: completamente unida a Cristo, y totalmente subordinada a Él.

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Exacto, así deben entenderse los términos "Corredentora" y "Mediadora", igual que se entienden los términos "Señora", "Reina", "Madre de la gracia", "Madre de la Iglesia", etc.

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Quien se irrita por esa prudencia quizá no ha entendido bien que la fe se expresa con más seguridad en la oración que en eslóganes teológicos.

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Quien llama "eslóganes teológicos" a expresiones que han sido utilizadas una y otra vez por los Papas todavía tiene que formarse más. De hecho, cuando los Papas quieren enseñar algo a la Iglesia, escriben una Encíclica o incluso definen un dogma, en vez de componer una oración litúrgica, lo cual llegado su momento también se hace, claro.

Saludos cordiales.
11/11/25 7:45 AM
  
eclesiam day
Resulta sorprendente —y en cierto sentido preocupante— que algunos se indignen porque el Dicasterio para la Doctrina de la Fe ha calificado los términos “corredentora” y “mediadora de todas las gracias” como inconvenientes, cuando basta mirar los dos pilares más sólidos de la enseñanza católica para comprender la prudencia de tal juicio: el Credo y el Catecismo.

El Credo, que condensa la fe apostólica con la mayor precisión posible, atribuye a Cristo, y solo a Cristo, la obra de la Redención y la mediación. María aparece en él como Madre, Virgen, Theotokos: títulos inmensos y gloriosos, pero siempre subordinados a Cristo. Si la Iglesia —a lo largo de dos mil años— no ha considerado necesario incluir ningún término que sugiera participación redentora en sentido estricto, es porque no le corresponde hacerlo. Una verdad que afecta al centro del misterio de Cristo no puede introducirse por entusiasmo devocional.

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Entonces los Papas que han usado una y otra vez los términos Corredentora y Mediadora aplicados a la Virgen han ido contra el Credo, conclusión obviamente inaceptable, pero que se desprende lógicamente de lo que Ud. afirma.

Aquí no se trata de ningún entusiasmo devocional, sino de la verdad de la fe, y por eso el tema es importante: ¿es o no es ajeno a la fe decir que la Virgen es Corredentora y Mediadora? Si lo es, varios Papas han enseñado algo ajeno a la fe, pero además, es urgente decirlo, no alcanza con decir solamente que es "inoportuno" o "inapropiado". Si no lo es, entonces apechugar con ello, como con tantas expresiones pertenecientes a la fe que hay que explicar mucho y por menudo.

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El Catecismo de la Iglesia Católica, fruto de un consenso doctrinal universal, retoma con claridad esa misma línea: María coopera, intercede, acompaña, es modelo, es figura de la Iglesia… pero jamás se le atribuye un papel que comparta o duplique la única mediación del único Mediador. No por temor ni por tibieza, sino por fidelidad al Evangelio y a la tradición apostólica.

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El Catecismo dice:

969 "Esta maternidad de María perdura sin cesar en la economía de la gracia, desde el consentimiento que dio fielmente en la Anunciación, y que mantuvo sin vacilar al pie de la cruz, hasta la realización plena y definitiva de todos los escogidos. En efecto, con su asunción a los cielos, no abandonó su misión salvadora, sino que continúa procurándonos con su múltiple intercesión los dones de la salvación eterna [...] Por eso la Santísima Virgen es invocada en la Iglesia con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora" (LG 62).

970 "La misión maternal de María para con los hombres de ninguna manera disminuye o hace sombra a la única mediación de Cristo, sino que manifiesta su eficacia. En efecto, todo el influjo de la Santísima Virgen en la salvación de los hombres [...] brota de la sobreabundancia de los méritos de Cristo, se apoya en su mediación, depende totalmente de ella y de ella saca toda su eficacia" (LG 60). "Ninguna creatura puede ser puesta nunca en el mismo orden con el Verbo encarnado y Redentor. Pero, así como en el sacerdocio de Cristo participan de diversas maneras tanto los ministros como el pueblo fiel, y así como la única bondad de Dios se difunde realmente en las criaturas de distintas maneras, así también la única mediación del Redentor no excluye, sino que suscita en las criaturas una colaboración diversa que participa de la única fuente" (LG 62).

Como se ve por el Catecismo, el término "Mediadora", aplicado a la Virgen, no crea dificultad alguna, se lo explica (como se hace ahí mismo en el Catecismo) y ya está. Lo mismo, entonces, se puede decir del término "Corredentora".

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Quienes hoy se lamentan de que la autoridad eclesial declare “inconvenientes” estos títulos deberían meditar un hecho simple: si una expresión no aparece en el Credo y no está en el Catecismo, no puede ser elevada a categoría doctrinal sin grave riesgo de confusión. No es censura: es responsabilidad.
No es minimizar a María: es proteger la verdad de Cristo.

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Avisar eso a los Papas que han enseñado acerca del término Corredentora en forma clara e indudable. Al parecer Ud. habla de otra Iglesia situada en otro mundo posible, no de la de hecho existente.

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La Iglesia no improvisa.
La Iglesia no experimenta con el dogma.
La Iglesia, con sabia prudencia, evita todo término que pueda oscurecer lo que Cristo es y lo que María verdaderamente es.

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En efecto, los Papas que han usado el término "Corredentora", y el Concilio y el Catecismo cuando usan el término "Mediadora", no improvisan, no experimentan con el dogma, y con sabia prudencia, evitan todo término que pueda oscurecer lo que Cristo es y lo que María verdaderamente es.

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Ser claros no es falta de devoción: es fidelidad.

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Como ya dije, aquí la devoción es algo secundario, lo que ante todo importa es la verdad de la fe.

Saludos cordiales.
11/11/25 7:46 AM
  
Bethlen
En el debate sobre los términos “corredentora” y “mediadora”, es esencial señalar que no se cuestiona el contenido doctrinal que la Tradición y los papas han expresado, sino la oportunidad y claridad de las palabras, especialmente en el contexto actual. La Iglesia reconoce desde siempre la participación singularísima de María en la obra de Cristo, y eso permanece intacto. Lo que se ha venido subrayando —ya desde Benedicto XVI— es que ciertas expresiones, aunque correctas en un lenguaje teológico muy preciso, pueden generar confusión en la comprensión común de los fieles.

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Ah, bueno, ahora resulta que esas expresiones son dogmáticamente correctas y además, que pertenecen o pueden pertenecer a un lenguaje teológico preciso. En los últimos días daba la impresión de que mucha gente pensaba exactamente lo contrario.

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Muchos católicos, cuando oyen “corredentora”, entienden —erróneamente— una especie de redención paralela o compartida, como si Cristo necesitara complemento, y no la colaboración subordinada de la Madre. Y con “mediadora de todas las gracias”, en no pocos casos se percibe un conflicto con la única mediación de Cristo, que el Nuevo Testamento afirma sin ambigüedad.

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Y muchos católicos, a veces cuando están haciendo su primera catequesis en la infancia, han preguntado ¿quién creó a Dios?, o han entendido que el hombre es imagen de Dios porque Dios tiene cabeza, brazos y piernas, o que al ser María la Madre de Dios la misma Divinidad ha comenzado a existir con el "Fiat" de la Encarnación, o que el cuerpo es como un estuche del alma, o que después de la consagración se podría ver a Nuestro Señor Jesucristo con un microscopio o algo así, o que el Papa es infalible cuando dice, acertadamente por otra parte, que Peñarol es el mejor cuadro de fútbol del mundo, o que la Inmaculada Concepción es lo mismo que la Concepción Virginal, o que el sacerdote que está en pecado mortal no consagra válidamente, o que el que no está visiblemente unido a la Iglesia Católica no puede salvarse, o que las Tres Personas son formas de manifestarse a nosotros una única Persona divina, o que son tres dioses, etc., etc., etc.

Por eso existe en la Iglesia la Teología, porque desde que existe la Iglesia casi no ha hecho otra cosa, exagerando un poco, que explicar verdades de fe que por el modo en que "suenan" son difíciles de aceptar.

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Precisamente por esto, y para evitar interpretaciones equívocas, el reciente documento del Vaticano insiste en que, aunque las verdades que esos términos intentan expresar son valiosas, las palabras en sí resultan inconvenientes por su capacidad de inducir error entre los fieles. No se trata de corregir la doctrina mariana, sino de protegerla; no de minimizar la grandeza de María, sino de garantizarla dentro de la claridad cristocéntrica que siempre ha caracterizado a la Iglesia.

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Jamás la Iglesia ha procedido de ese modo. La Iglesia siempre ha agarrado el toro por los cuernos y ha explicado una y otra vez los términos difíciles. Las oscuridades no se arreglan con la censura, se arreglan con las explicaciones claras y ortodoxas.

Por el contrario, negar las palabras lleva a la postre a negar la doctrina. El único acceso que tenemos a la verdad de la fe son las palabras que le sirven de vehículo. Negar las palabras, sobre todo precisamente para la mente de los sencillos, es negar la verdad de fe que esas palabras expresan.

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Es un acto de prudencia, no de rechazo.
De fidelidad, no de novedad.
De respeto a la Madre, y de absoluta centralidad del Hijo.

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Está la prudencia según el Espíritu y está la prudencia según la carne. Si algo caracteriza al Magisterio de la Iglesia a lo largo de los siglos es la prudente audacia por la que ha optado regularmente por las expresiones fuertes, que siempre hacen retroceder a cierta clase de "prudentes". En ese sentido, eran mucho más "prudentes" los arrianos, que se conformaban con decir que el Hijo es la máxima creatura posible, evitando así todo riesgo o peligro de oscurecer la Unicidad de Dios, y entrando así también de lleno en la herejía.

Son más "prudentes" los protestantes, que luego de oír que Cristo es el único Mediador ya no quieren saber nada con ninguna mediación creada, porque en la cabeza de ellos ambas cosas son incompatibles, pero la Iglesia sabe, porque es su oficio, que no es así en la Mente de Dios.

En el fondo, es la "prudencia" del racionalismo, que olvida que nuestra inteligencia no es la medida de las cosas, y que si bien en la Revelación no puede haber nada contradictorio, es muy fácil que a nuestro corto intelecto le parezca contradictorio lo que en realidad no lo es.

Saludos cordiales.

11/11/25 3:46 PM
  
Betania in albis
Nestor dice:
La Constitución sobre la Iglesia, "Lumen Gentium", n. 61: “Concibiendo a Cristo, engendrándolo, alimentándolo, presentándolo al Padre en el templo, padeciendo con su Hijo cuando moría en la Cruz, cooperó en forma enteramente impar a la obra del Salvador con la obediencia, la fe, la esperanza y
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“Enteramente impar” significa de modo único, incomparable, sin igual, pero no equivalente. Es decir, María participó de manera singular y superior a cualquier otra criatura, pero siempre subordinada y dependiente del único Redentor, Cristo.

No equivale a “corredención” en sentido estricto.

“Corredentora”, si se entiende como co-redentora al mismo nivel, sería erróneo o equívoco, porque la Redención es una sola, realizada por Cristo como único Mediador (1 Tim 2,5).

En cambio, decir que María cooperó de modo singularísimo significa que su participación fue instrumental, maternal y subordinada, un “sí” libre que Dios quiso integrar en su plan redentor, pero no paralela ni complementaria en el mismo nivel que Cristo.

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Nadie entiende "Corredentora" "al mismo nivel". Es un fantasma, es un hombre de paja. Igual que nadie entiende "Madre de Dios" en el sentido de que María le haya dado la existencia a la Naturaleza divina, y nadie entiende la Eucaristía en el sentido del canibalismo. Y los Papas usaron el término "Corredentora" sin problema alguno, precisamente porque sabían cómo lo entendían ellos y cómo lo entendía la gente, y además estaban preparados para explicarlo, y lo explicaban, siempre que hiciese falta, porque además, eso era parte de su ministerio y no estaban apurados por irse a jugar al fútbol o a ver la tele.

Saludos cordiales.
12/11/25 8:01 AM
  
Giancarlo
"De tal modo juntamente con su Hijo paciente y muriente padeció y casi murió; de tal modo, por la salvación de los hombres, abdicó de los derechos maternos sobre su hijo. y le inmoló, en cuanto de ella dependía, para aplacar la justicia de Dios, que puede con razón decirse que ella redimió al género humano juntamente con Cristo."(Benedicto XV)

Ahí está todo lo que he dicho, que obviamente, no es invención mía: la Virgen también ofrece (inmola) al Hijo al Padre, y por eso es Corredentora.
(cita y dice Nestor en una respuesta a Betania in albis)

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¿Me parece o ahi tenemos una peligrosa "puerta abierta" para las futuras sacerdotizas lesbianas proaborto que idolatraran a la "Virgen Maria"?!...

Infocatolica cada dia "asombra"(espanta) mas. Y veremos si esta vez el sr Nestor publica este comentario mio...

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Claro, Benedicto XV y las sacerdotisas. Realmente la cosa venía de lejos, ¿eh?

Saludos cordiales.
12/11/25 5:21 PM

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