Teofobia en el Parlamento uruguayo

Cráneo

Con ocasión de la aprobación del proyecto de ley de eutanasia ayer en el Senado de la República Oriental del Uruguay. 

Si alguien desea ir a un sitio en el que se hable de religión, una opción es asistir a una sesión del Parlamento uruguayo en el que se trate algún proyecto de ley que represente un avance en la demolición de alguno de los bienes básicos de la existencia humana.

Ojo, no va a escuchar discursos religiosos de parte de los que se oponen a estos proyectos, es decir, de parte de los vulgarmente llamados “conservadores”, que muchas veces son, justamente, creyentes.

No. Éstos muestran más bien una tendencia al raciocinio lógico, la prueba científica, el rigor discursivo, etc. Los que por lo general no dejan pasar diez minutos luego de iniciada la sesión sin hacer alguna referencia de tipo religioso son los que promueven estos proyectos de demolición de lo humano. Hay una especie de hado o fatalidad que los empuja invenciblemente a frases tales como “yo no soy creyente”, “estamos en un país laico”, “aquí hay personas de todas las posturas filosóficas y creencias religiosas, y también no creyentes”, etc.

Hay que reconocer que esa dedicación habitual a lo religioso e incluso a lo divino no deja de ser algo envidiable, de lo cual los mismos creyentes carecemos a veces, sumergidos como estamos en el tráfago de las diversas actividades cotidianas.

Fue San Pablo el que dijo “oren sin cesar”. De una cierta bizarra manera algo de esto hay en la actitud del no creyente, muchas veces ateo, que tiene a la religión entre uno de sus temas acostumbrados.

Claro, se objetará lo del título: eso es odio a Dios, “teofobia”. Bien, pero aun suponiendo que sea así ¿no está el odio más cerca del amor que la indiferencia? Y además ¿cómo odiar lo que no existe?  Uno trata a veces de imaginar el retrato del ateo ideal, y parece lógico visualizarlo como alguien que no se acuerda nunca de Dios.

En mi caso, por ejemplo, estoy convencido de que el Centauro no existe. Y por eso mismo, ya ni me acuerdo de cuándo fue la última vez que pensé en el Centauro.

Pero los legisladores teófobos del Parlamento uruguayo viven pensando en Dios, al menos eso se colige del hecho de que no pueden estar unas simples diez horas discutiendo la legalización de la eutanasia, por ejemplo, sin soltar alguna referencia religiosa, o antirreligiosa, que para el caso es lo mismo.

Eso se entiende en un trasfondo espiritual agónico, es decir, de lucha. Lucha contra Dios, claro está. El problema es de orden lógico: ¿cómo luchar contra lo que no existe?

En definitiva, la única cura para la teofobia es la fe.

Pero para que no digan que invento cosas, voy a repasar algunos de los momentos a mi juicio salientes de la discusión del proyecto de ley de eutanasia en el Senado de la República.

El primer puesto en el podio le corresponde a la Senadora Verónica Miranda que comenzó su exposición precisamente con estas palabras: “Dios ha muerto, nosotros lo hemos matado”, aclarando luego que se trataba de una cita de Nietzsche.

Cualquier comentario desmerecería la pureza de este testimonio. Es como la quintaesencia del laicismo uruguayo.  No es que no se pueda hablar de religión, es que no se puede hablar a favor de la religión.  Una auténtica laicidad (cosa imposible, lo reconozco) prohibiría también hablar en contra de la religión.

Véase el desparpajo con que los teófobos uruguayos hablan en público, a tiempo y a destiempo, nueva versión bizarra de San Pablo, cuando los creyentes se sienten muchas veces obligados a hacer prodigios de prudencia, respetos, remilgos, considerandos, aclaraciones y explicaciones.

Por su parte, la Senadora Bettiana Díaz reconfortó a todo el mundo con el anuncio de que el Estado permite la actividad de todas las religiones. Pero el Estado no puede permitir la actividad de las religiones, porque el Estado, al menos en el orden actual de cosas en el que Dios ha revelado sobrenaturalmente la religión verdadera, carece absolutamente de competencia en materia religiosa, fuera de la salvaguarda del justo orden público, por ejemplo, si alguna religión quisiese practicar sacrificios humanos como los que había en América antes de la llegada del cristianismo. Lo último que puede pasar por la cabeza de cualquier creyente es pedirle permiso al Estado para creer y practicar su fe.

Pero saliéndonos ahora, aunque no del todo, del terreno estricto de la teofobia, hay otros pronunciamientos que merecen ser recordados.

Está lo que llamo el “principio de Jack el Destripador”, enunciado por Ope Pasquet, que no ha sido electo para esta legislatura, pero que de todos modos estaba allí ocupando una banca. Este principio dice que lo que importa es la libertad de la elección y no su contenido. Esta iluminación habría hecho mucho por destrabar las cosas en tiempos del famoso “serial killer” londinense.

Otra revelación tuvo como fuente a la Senadora Graciela Bianchi, que sostuvo que la eutanasia nos hacía tomar conciencia de nuestra mortalidad. En nuestro caso al menos ya estábamos enterados de la ineluctable necesidad de morir que afecta al género humano, sin que ese conocimiento nos haya venido de saber que existe la eutanasia, además, no alcanza con la eutanasia para fundamentar esa universal necesidad de morir, ya que no todas las personas que mueren son víctimas de la eutanasia.

También manifestó su molestia la Senadora Bianchi porque en el proyecto finalmente aprobado se sigue manteniendo el concepto de que existe un ideario institucional y se contempla de algún modo la objeción de conciencia institucional. En realidad eso es sólo aparente, lo que dice el proyecto de ley es que las instituciones cuyos principios filosóficos se opongan a la eutanasia podrán “tercerizar” el “servicio” para que sus usuarios puedan acceder al mismo en otros lugares.

Eso no quita la responsabilidad de esas instituciones en el crimen de la eutanasia, porque va a ser en su calidad de usuarias de esa institución que las personas van a poder ser eliminadas.

Pero además, que puede existir un “ideario institucional” es evidente. Porque sin duda, como dijo la Senadora Bianchi, solo las personas individuales tienen conciencia moral, y por eso tienen también la capacidad de unirse a otras personas precisamente para promover ciertos bienes morales, que por tanto pasan sin duda alguna a formar parte del ideario de la institución. Es lógico entonces que la objeción de conciencia pueda extenderse también a las instituciones, porque al final es siempre la conciencia de las personas integrantes de esas instituciones lo que se está defendiendo.

Esto abre, sin embargo, la reflexión sobre el negro futuro de los médicos en el Uruguay, a los que se obliga a elegir entre la traición a su conciencia y a su ética profesional, y la lucha continua por hacer valer su objeción de conciencia ante un sistema que se habrá vuelto inevitablemente contra ellos. 

Volvemos a Ope Pasquet, que sostuvo que la eutanasia se practica ya en forma amplia y oculta en nuestro país, porque se administra la sedación paliativa. Más allá de las condiciones concretas en que eso se haga en cada caso, la sedación paliativa en sí misma considerada no es eutanasia. El principio general es que se debe siempre dar los calmantes necesarios para aliviar el dolor del paciente (salvo que el paciente los rechace, obviamente), aunque se prevea, sin buscarlo de ningún modo, que en forma colateral eso pueda acelerar su defunción. Eso es el “principio de doble efecto” que tiene amplia aplicación en moral, por ejemplo, en la posibilidad de operar a una mujer embarazada que tiene cáncer, aun previendo, sin buscarla, la consecuencia que consiste en la muerte del feto.

Pero supuesto, sin concederlo, que la sedación paliativa sea eutanasia, el argumento “esto ya se hace por tanto hay que legalizarlo” lleva a consecuencias obviamente desastrosas. El único aspecto positivo que tendría su aplicación sería que efectivamente pondría fin al delito en nuestra sociedad, ya que todas las actividades que hoy son delictivas dejarían de serlo.

El Senador Andrés Ojeda manifestó que el tema en discusión no era religioso, ni filosófico, ni moral, ni ético, sino estrictamente jurídico. Si lo jurídico es lo que queda después de haber quitado todas esas otras dimensiones, entonces se abre el gran interrogante acerca de su naturaleza. Por ejemplo, la ley penaliza el homicidio. ¿En base a qué clase de consideraciones? No puede ser que lo penalice porque sí, o porque alguien tiró una moneda al aire. Existe la coincidencia de que el homicidio, además, es moralmente condenable en prácticamente todos los códigos éticos de la humanidad. Se estaba discutiendo si se penaliza o no a la persona que mata a otra a su pedido para que no sufra. Discutir esto aparte de consideraciones éticas es como nadar en el aire.

Otro principio que se invocó frecuentemente es el del “precedente anestesiante”. Siempre ha habido resistencia en nuestro país, se dijo, ante las reformas legislativas, por ejemplo, las ocho horas, el divorcio, etc.

Sacando lo de las ocho horas y cosas por el estilo, es cierto que la legislación uruguaya viene siguiendo desde hace décadas un camino de destrucción que se continúa naturalmente con la legalización de la eutanasia. En esa misma línea no es delirante prever la próxima legalización de la pedofilia y el bestialismo. Para lo primero ya se está preparando a la infancia con la “educación sexual” potenciada por la ideología de género, para lo segundo vendrá bien el ambiente de creciente “animalismo” en nuestra sociedad, en el que los animales tienden cada vez más a ocupar el lugar de la familia faltante. Y entonces se volverá a escuchar el conocido argumento: “Siempre hubo resistencia en nuestra sociedad a las reformas legislativas”.

Una observación general que no carece de relación con el tema de la teofobia es el carácter más bien tristón de las libertades que defienden y promueven los progresistas. Son libertades para romper un matrimonio, para morir, para matar, para mutilarse, para ir en contra de la naturaleza humana, para drogarse (la marihuana), etc.

Se entiende, sin duda, el carácter inquieto de los teófobos cuando se piensa que lo que ocupa los altares en los que vierten su veneración son deidades tan adustas como éstas.

Más aún, mueve a compasión. Hay que rezar por los legisladores teófobos uruguayos, más allá de la ineluctable necesidad de combatirlos en lo político.

Obviamente, la estrella de la jornada fue la libertad. Ya algo dijimos al respecto al analizar el “principio de Jack el Destripador”. Pero decir que la estrella de la jornada fue la libertad es lo mismo que decir que la jornada fue acerca del suicidio, no acerca de la eutanasia. A no ser que se tratase de la libertad para matar, como la que tenía James Bond, Agente 007, y que el proyecto de ley aprobado concede a los médicos y a las instituciones de salud.

El principio ético general es que no se puede matar al ser humano inocente. Lo de “inocente” se agregó siempre, precisamente para hacer lugar a la legítima defensa, la acción policial, la guerra justa y la misma pena de muerte cuando se aplica legalmente. Esto de la pena de muerte es muy interesante, porque probablemente la rechacen todos los legisladores uruguayos, sin hacer lugar a la consideración de que en todo caso se aplicaría por grandes crímenes, y luego, una parte de esos mismos legisladores uruguayos aceptan legalizar el aborto y la eutanasia, en los que no hay de por medio ningún crimen que castigar.

Pero entonces, dado ese principio, la inmoralidad del suicidio es patente, porque también en el suicidio se mata a un ser humano inocente, que sólo deja de ser inocente, y se vuelve injusto agresor contra sí mismo, precisamente en el acto de matarse, y no por algún crimen previo que justifique de algún modo ese acto.

O sea, el suicidio también es homicidio, y por eso es éticamente condenable.

Por supuesto, en el caso del suicidio es donde estos legisladores pro-muerte insisten sobre todo con la libertad. ¿Cómo no voy a poder ser libre de disponer de mi propia existencia? Es que no lo soy. Cuando quise acordar, ya existía, nadie me preguntó nada acerca de la conveniencia de nacer o no y de hacerlo en tal época, en tal lugar, etc. E inevitablemente, como reveló la Senadora Bianchi, acompañada en esto también por la Senadora Patricia Kramer, faltó decir, vamos a morir todos, salvo, agrego yo siguiendo a San Pablo, los que estén vivos en la Segunda Venida de Cristo.

Pero además, mi existencia es humana, igual que la del prójimo. ¿Puedo disponer de una existencia humana? En caso afirmativo, también de la del prójimo. En caso negativo, tampoco de la mía.

Pero mi existencia es mía, se dice, porque soy libre. ¿Dejo de ser libre frente al prójimo? ¿Mi existencia es mía porque soy libre, o no soy libre de matar al prójimo, porque su existencia no es mía? Hay que decidirse. Si la libertad viene de la propiedad sobre la existencia, todavía no sé por qué mi existencia es mía.  Si la propiedad sobre la existencia viene de la libertad, adiós prójimo.

Sin duda que en la eutanasia hay un componente suicida, porque el eutanasiado, al menos a tenor de lo que se discutió en el Senado, es alguien que pide que lo maten y es por tanto autor intelectual de su propia muerte. Pero el suicidio tiene la particularidad de que si es exitoso no deja nadie a quien penalizar. La eutanasia, en cambio, también es homicidio en el sentido más usual del término, o sea, cuando el que mata y el muerto son personas distintas. En este sentido, es claro que se la debe penalizar.

Se habló de que se estaba obligando a vivir a personas que ya no quieren hacerlo, y que no pudiendo por su misma condición de salud eliminarse ellas mismas, requieren que las elimine otra persona. Pero prohibir que se atente contra un bien no es obligar al titular de ese bien a disfrutar de él. En nuestro país está prohibida la esclavitud. ¿Nos obligan entonces a todos a ser libres? Por el mismo razonamiento, nos obligan a tener los bienes que tenemos, porque está prohibido el robo, etc.

Se dijo también que al reconocer el derecho a la vida, la Constitución de la República protege a todos los ciudadanos en el goce de la vida, y que por tanto, cuando la persona concluye que la vida ya no le proporciona goce alguno, puede renunciar a ese derecho.

Pero esa interpretación es absurda en sí misma. Si se tiene derecho al goce de la vida tal como lo entienden estos intérpretes, entonces antes de hacerse eliminar por un médico cuando ya no se experimenta el goce vital, sería mucho más práctico demandar al Estado por incumplimiento del deber constitucional. Y si se entiende que la protección que demanda la Constitución es puramente negativa, solamente defendiendo al ciudadano de aquello que podría privarlo del goce vital, de todos modos es claro que en esos casos el Estado no habría cumplido con su deber y sería pasible de demanda.

Hay que reconocer además que es exagerada la glorificación de la libertad que hacen los promotores de la licencia para matar, cuando luego resulta que la propuesta concreta está enmarcada dentro de una serie de requisitos, básicamente, que hay que tener determinados problemas de salud para poder ejercitar esa libertad.

Eso es menos de lo que se esperaría frente a tan rotundas afirmaciones libertarias, y sí sería más coherente con ello que la persona tuviese derecho a ser eliminada con sólo pedirlo libremente, sin necesidad de padecer ninguna dolencia.

Por eso también es que se habla de “pendiente resbaladiza” en estos casos, porque la lógica al final se impone y no va a haber mucho que replicar a los que en el futuro pregunten porqué a ellos no se los puede eliminar y a los otros sí, si es cuestión de libertad.

Claro, eso de que “pregunten” es una forma de decir. Todos sabemos que estas campañas las arman los grupos interesados en legalizar tal o cual cosa, y luego se busca una demanda que justifique ese cambio.

En ese sentido, no faltó, obviamente, el abundante componente lacrimógeno basado en testimonios de personas que ciertamente transitan situaciones durísimas. Pero las cosas hay que pensarlas en abstracto para poder entenderlas. La fórmula “queremos legalizar X” + “Fulano sufre porque X no está legalizado”, sirve para legalizar las barbaridades más antisociales que quepa imaginar. Funciona igual para cualquier delito, y efectivamente, hasta ayer la eutanasia era delito en Uruguay.

Hizo gala de grande y admirable ingenuidad Ope Pasquet cuando preguntó si es que acaso no vamos a tener confianza en los médicos. Por lo visto, la fe en la muerte va a acompañada por la confianza en los que van a ser obligados a suministrarla.  Uno creería oír a Rousseau hablando del “buen salvaje” totalmente inocente. Semejante ingenuidad va contra la naturaleza misma de un Poder Legislativo, porque si se legisla, es porque las personas tenemos una facilidad muy grande para hacer el mal.

No faltó tampoco el lugar para la confesión más o menos explícita. Fue el turno de la Senadora Constanza Moreira señalar el hecho de que en nuestra época, por los avances de la medicina, se vive más tiempo, y que eso hace que nuestras sociedades sean sociedades envejecidas, con el montón de problemas que eso origina. Hay demasiados viejos y viejas. Es altamente sugerente que una reflexión así surja en medio de la discusión sobre la legalización de la eutanasia. El lema de fondo, parafraseando a Marx y Engels, sería “Ancianos del mundo, moríos”.

En definitiva, algunos integrantes del Senado manifestaron incomodidad porque en las redes sociales se los calificó como agentes de la muerte. Lamentablemente, eso es lo que son, sin duda alguna. 

El Uruguay, creación de la masonería, sigue coherentemente su marcha hacia el abismo.

Como no podía ser de otro modo, ya ha surgido la idea de llamar a un plebiscito derogatorio. Lamentablemente es una idea desastrosa. En el plano de los principios, el derecho a la vida no se pone a votación, y en el plano estratégico, es segura la derrota en un medio como el nuestro, compitiendo con el gobierno que tiene a su disposicón todos los recursos para lavar cerebros y narcotizar conciencias. Y esa derrota lograría galvanizar la eutanasia en el Uruguay. 

La única salda, fuera de un eventual veto presidencial, es la derogacion parlamentaria, lo cual supone la lucha por la correspondiente parcela de poder político. Los católicos tenemos que dejar de pensar que si dejamos que los no católicos gobiernen el país todo va a funcionar maravillosamente, es un pensamiento bien extraño si se lo considera un poco. 

En Jn. 3, 16 se lee: “Tanto amó Dios al mundo, que envió a su único Hijo, para que todo el que cree en Él no muera, sino que tenga vida eterna”. Y una de las frases atribuidas al Sagrado Corazón de Jesús dice: “Mira este corazón, que tanto ha amado a los hombres, y no ha recibido en pago más que ingratitudes”

Ante el Corazon de Jesús están nuestros corazones, llenos de toda clase de miserias, incluidos los corazones de los legisladores teófobos. Toda nuestra existencia se resume en la lucha que el Corazón de Jesús lleva adelante para apoderarse de nuestros corazones y sanarlos. Sólo la empecinada y tenaz resistencia hasta el fin de nuestra vida puede abrirnos finalmente las puertas de la condenación eterna

Que la Santísima Virgen interceda por todos nosotros y por el Uruguay.

12 comentarios

  
FSolano
En Costa Rica la eutanasia es ilegal y se acaba de restringir aún más la norma técnica que limita el aborto. Tremenda diferencia entre Uruguay y Costa Rica.

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Deo gratias.

Saludos cordiales.
16/10/25 9:44 PM
  
Mario Alfredo
Ya lo decía Heinrich Böll: "Me aburren los ateos, se la pasan hablando de Dios".

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Tal cual. Saludos cordiales.
16/10/25 11:55 PM
  
Santiago
Somos los "últimos de la tabla" en Hispanoamerica, quizás peleando con Cuba este triste privilegio.
El amargo invento del "Uruguay laico y plural", exitoso mientras la población era mayoritariamente católica, se cae a pedazo, ante la decadencia moral de una población no evangelizada.

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Eso mismo. Saludos cordiales.
17/10/25 2:12 AM
  
Federico Ma.
"Porque nuestra lucha no es contra enemigos de carne y sangre, sino contra los Principados y Potestades, contra los Soberanos de este mundo de tinieblas, contra los espíritus del mal que habitan en el espacio" (Ef 6, 12).

Muchas gracias, Néstor: muy buen post. Se hace difícil entender esa llamativa conjunción de maldad y estupidez sin algún influjo preternatural, del lado demoníaco. Que Dios se apiade del querido Uruguay.

Por lo de "se debe siempre dar los calmantes...", entiendo que se trataría de ofrecerlos, toda vez que, como decía Pío XII, también está la posibilidad de aceptar el dolor prefiriendo prescindir de calmantes.

En cuanto a lo de "todos moriremos", santo Tomás dice ser opinión más segura y más común que efectivamente todos moriremos: Suppl, q. 78, a. 1.

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Me has hecho caer en la cuenta de que el "todos moriremos" merece un "post" aparte.

En efecto, alguna vez hemos bromeado con compañeros "pro-vida" sobre lo bueno que sería contratar esos aviones que usan en los incendios y dejar caer toneladas de agua bendita sobre el Palacio Legislativo.

Saludos cordiales.
17/10/25 3:04 AM
  
Marta de Jesús
El Parlamento, como antiguamente las plazas del pueblo, sitio para evangelizar. Igual que internet, los propios hogares, etc. A mayores de la parroquia, por supuesto. Quizá acabemos en la cárcel, o incluso martirizados, o más probablemente silenciados, pero a por ello... La Palabra de Dios no está presa. Él proveerá.

Día triste para Uruguay y la dignidad de la vida humana. No quieren darle el poder de la vida a cada uno, eso es absurdo, además es contrario a nuestro ser criaturas de Dios. Quieren dárselo al estado. Y muchos están de acuerdo con ello. Terrible. Dios nos asista.

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Y en la práctica, el poder sobre la vida se lo dan a las instituciones de salud, públicas y privadas, pues los médicos, que son empleados de esas instituciones, deciden por sí y ante sí, sin intervención de un juez ni nada de eso, si la persona está o no está comprendida en lo que dice la ley y por tanto si se la elimina o no.

Por supuesto que el hecho de que esas mismas instituciones ahorren mucha plata eliminando enfermos cuya atención es costosa no debe preocuparnos en lo más mínimo, pues Ope Pasquet nos ha recordado el deber que tenemos de confiar en los médicos...!!!!!

Saludos cordiales.
17/10/25 1:04 PM
  
Chico
Aquí vemos claramente lo que es la fe católica que ilumina la razón . El autor del escrito es católico y por eso critica con robustez argumental y los rebate bien a todos los argumentos campanudos y sesudos de los Diputados que resultan inconsistentes y mentirosos. El E. S. da luz racional para criticar y mostrar a mentirosos y sus mentiras mientras que los mentirosos campanudos están inermes sin fuerza de razón para criticar a los católicos.

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Así sea, muchas gracias. Ayuda mucho también el estudio de la doctrina católica (el Catecismo)y la práctica de la filosofía tomista.

Saludos cordiales.
17/10/25 2:03 PM
  
Edgar
La Iglesia permite la ortotanasia??

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Si por "ortotanasia" Ud. entiende lo que encontré en Google:

"La ortotanasia es el término que se refiere a la "muerte correcta", que consiste en permitir que la muerte ocurra de forma natural en pacientes terminales, sin prolongar innecesariamente su agonía mediante tratamientos artificiales desproporcionados."

al respecto dice el Catecismo de la Iglesia Católica:

"2278 La interrupción de tratamientos médicos onerosos, peligrosos, extraordinarios o desproporcionados a los resultados puede ser legítima. Interrumpir estos tratamientos es rechazar el “encarnizamiento terapéutico”. Con esto no se pretende provocar la muerte; se acepta no poder impedirla. Las decisiones deben ser tomadas por el paciente, si para ello tiene competencia y capacidad o si no por los que tienen los derechos legales, respetando siempre la voluntad razonable y los intereses legítimos del paciente.

2279 Aunque la muerte se considere inminente, los cuidados ordinarios debidos a una persona enferma no pueden ser legítimamente interrumpidos. El uso de analgésicos para aliviar los sufrimientos del moribundo, incluso con riesgo de abreviar sus días, puede ser moralmente conforme a la dignidad humana si la muerte no es pretendida, ni como fin ni como medio, sino solamente prevista y tolerada como inevitable. Los cuidados paliativos constituyen una forma privilegiada de la caridad desinteresada. Por esta razón deben ser alentados."

Saludos cordiales.
17/10/25 2:19 PM
  
Francisco Javier
Según el mundanismo el "político ejemplar" es el progreizquierdista pepe mojica el que introdujo el aborto, gaymonio y la legalización de la marihuana solo porque viajaba en un bocho sin escolta y vivía en su propia casa, hasta gente de derecha gusta citarlo pero para mi solo es un impresentable mas que ya falleció. Bueno aca en el Salvador en los años 60s tuvimos a un presidente que viajaba en su motocicleta sin escolta pero gracias a que entonces también teníamos paz social nuestros fuertes principios católicos de entonces ayudaban al respeto al prójimo y castigo merecido al criminal, pero vino la teología marxista y relativista, el terrorismo de izquierda, jurisprudencia progre y después todo se acabó. Cuando un pais se seculariza cualquier abominación se puede legalizar y verse como ejemplo a seguir.

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Exactamente. Por algo Nuestro Señor dijo "Yo soy la luz del mundo".

Saludos cordiales.
17/10/25 8:31 PM
  
gustavo
Tanbien, sería bueno que evaluemos como llegan esas personas al poder, aunque tambien entiendo las trampas de la señora "democracia". Pero no exime a los catolicos de como deciden sus votos.

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Capítulo aparte, obviamente. Ningún católico, ningún cristiano, tiene justificación alguna para votar al Frente Amplio, por ejemplo, que si bien no es el único partido en que hubo votantes para esta abominación, sí es el único que la asumió como Partido, y le dio la inmensa mayoría de los votos siendo además el partido de gobierno, y ya había debutado antes con el aborto, el gaymonio, la marihuana, etc.

Pero claro, estamos en la época post-conciliar.

Saludos cordiales.
19/10/25 5:21 PM
  
Hugo Z. Hazckenbush
Como siempre coges el rábano por las hojas y acabas defendiendo verdaderas barbaridades.
El Estado (Cualquier estado de cualquier país que no sea una dictadura teocrática o marxista, que es lo mismo) no tiene competencias en materia religiosa, pero sí las tiene en cómo se ejerce la actividad religiosa y la influencia que dicha actividad tiene en el constructo legal general.
Es decir, que el Estado no regula si uno va a misa o no, o como se celebra dicha misa; pero sí articula si asistir a esa misa es obligatorio o no para el común de los mortales, puesto que el Estado, que es laico, es garante de las libertades en el país, incluida a religiosa.
Llevado a un tema del que hablas, el Estado no pude moralmente obligar a un paciente terminal ni a aplicarse la eutanasia ni a no aplicarla; pero sí tiene el deber de garantizar que el paciente puede tomar esa decisión en libertad, independientemente de que tú consideres que es un pecado o no.
Los tiempos del Estado Confesional terminaron.
Gracias a Dios.

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Nada de eso. El Estado laico no regula si asistir a Misa es obligatorio o no para todos los ciudadanos. El primero que pondría el grito en el cielo si el Estado laico decidiese que todo el mundo tiene que ir a Misa serías tú. El Estado laico simplemente no impone la asistencia a Misa ni la no asistencia a Misa, porque no le corresponde. Ha renunciado a esas cosas precisamente al hacerse laico.

Y repito, en la eutanasia no se trata de la decisión libre del paciente, se trata de la decisión libre del que lo mata. Cualquier Estado que cumpla mínimamente su cometido tiene que penalizar el homicidio.

Eso va más allá de lo confesional o no confesional. El homicidio no es un tema confesional.

Saludos cordiales.
20/10/25 10:05 AM
  
Tamayo
¿El homicidio no es un tema confesional?
¿Desde cuándo, desde Inocencio III tal vez?
La eutanasia es una decisión libre del paciente.
Decisión libre del que mata es eugenesia que siempre andan ustedes confundiendo.
Por ejemplo los presentadores del programa FOX AND FRIENDS hace poco propusieron la inyección letal para los indigentes en EEUU.
Eso sí es eugenesia y sí es homicidio desde las filas de la ultraderecha.
Algo que no ha suscitado ninguna crítica desde las filas cristianas porque se trata de la tv que es altavoz de Trump.
Pueden buscar en YouTube: Fox News Host calls for involuntary lethal inyection for homeless people.

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El homicidio no es un tema confesional porque no hace falta pertenecer a alguna religión para darse cuenta de que no se debe matar al ser humano inocente y que eso debe estar penalizado en la sociedad, y de hecho está penalizado en las sociedades no confesionales.

La eutanasia es libre decisión del que mata al paciente, porque no es simplemente suicidio, donde la persona se mata a sí misma, ni tampoco ayuda al suicidio, que por otra parte también sería libre decisión del que decide ayudar.

La eugenesia es sin duda algo grave, pero si a una persona la matan, el hecho de que la maten por eugenesia o no no cambia que hubo homicidio.

Por supuesto que la eutanasia involuntaria es peor todavía, pero no hace falta llegar a esas profundidades para tener ya el homicidio, que no puede ser nunca legalizado.

Saludos cordiales.
21/10/25 10:45 AM
  
Hugo Z. Hazckenbush
Pues a eso me refiero Nestor, un estado confesional (Piensa en el Afganistán musulmán) determina que las mujeres lleven burka o que los hombres hagan oración y eso no es tolerable.
En cuanto a la eutanasia se trata de la decisión libre DE LOS DOS. en mi opinión, bajo condiciones concretas no hay homicidio. Si acaso, asistencia al suicidio y eso puede perfectamente ser despenalizado.
Luego tú, lo empleas o no.

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Como dije, es indiferente si el Estado es confesional o no, el homicidio debe ser penalizado.

La eutanasia es homicidio porque es quitar voluntariamente la vida a un ser humano inocente. No es asistencia al suicidio, porque en la asistencia al suicidio, como su nombre lo indica, el que mata al paciente es el paciente mismo, el otro solamente ayuda. Por ejemplo, en la asistencia al suicidio se le alcanza al paciente la jeringa con el veneno para que se lo inyecte, en la eutanasia se lo inyecta el médico o el enfermero o alguien en general.

Saludos cordiales.
21/10/25 12:02 PM

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