"La doctrina que enseñan son preceptos humanos"

Esta es la acusación permanente que lanza Jesucristo contra los pastores devenidos en mercenarios. Algo que, estando presente en la Iglesia, de un modo u otro, desde siempre, quizás nunca como en estos tiempos de una apostasía galopante, y perfectamente orquestada desde hace ya bastantes años. 

La cita es más larga, y completa a la perfección la denuncia divina. Copio:

Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de Mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos". Dejáis a un lado el Mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres.

Será una perogrullada sabiendo Quién está hablando; pero es que lo clava. Para entonces, en su época de vivir entre nosotros; no digamos para estos crueles tiempos que vive la Iglesia hoy y, con Ella, sus almas más fieles, que son las que más lo sufren, con Ella y con Él.

Porque, si entonces podría caber la excusa de que Cristo, el Mesías esperado y ya presente, cierto, no se había manifestado como lo ha hecho ante nosotros en la Tradición que hemos recibido durante más de 2000 años; a día de hoy, ¿a qué excusa podríamos agarrarnos?

Sabiendo lo que sabemos, tanto por las Escrituras Santas como por el Magisterio Indeleble de la Iglesia, ¿cómo hemos podido rechazar la Palabra de Dios y mudarla, a porfía y dolosamente, injustamente y con pecado, por ‘la tradición de los hombres’?

¿No es realmente incomprensible? ¿No es una auténtica traición malvender y, en definitiva, rechazar la Palabra de Dios por ‘la tradición de los hombres’? Que ni siquiera es “tradición", pues son unas modernidades -la progrez-, que estragan estómago y conciencia, todo de vez.

Es que, incomprensiblemente, en lugar de ir a por la perla preciosísima y a por el tesoro escondido, como nos enseña Jesucristo y recogen los Evangelios -parábolas que nos muestran dónde está nuestra ganancia sí o sí-, ¿preferimos quedarnos acaso con nuestra personal miseria y perdición, por el único ¿criterio? de que son “nuestras"? No tiene ningún sentido…

Porque este agarrarse a banderías humanas, por una parte importante de la Jeraquía, pretendiendo además que ellos son, no sólo la única iglesita “posible", sino también la única “verdadera” a tenor de los “signos de los tiempos” y del “soplo del Espíritu Santo", es grandísimo desatino y seguro fracaso.

Banderías humanas que les ocupan cuerpo y alma. Y les encandilan. Y les pierden.

Porque “tradición de los hombres” son el calentamiento global; el cuidado y la veneración de la madre tierra; Davos y el NOM; el mundillo en general, y el lobby gay ¿eclesial? en particular: ¡acabemos con el celibato sacerdotal, que ya está bien con tanto celibato!; la ideología de género; las madres-conejas; los sacerdotes “libres de idologías"…, formados por ideólogos con máster y pedigrí; la persecución contra los “disidentes", a los que no se les deja ni pensar en voz alta; la “pastoral” que,  enloquecida al independizarse de la Teología y la Moral, se reconvierte en una bandería más; el “carrierismo eclesial", que se denuncia ilógica y perversamente, no queriendo ver la viga en el ojo: es fruto directo de estar sometidos, todos y en todo en la Iglesia, al dedazo del jerarca de turno: así se encumbra al personal eclesiástico de cardenales a abajo, o, por el contrario, searrincona: “¡ojito, que te la juegas!".

Por no hablar de las “nuevas tradiciones pastorales” que, impuestas desde arriba con calzador y contra Ley, arrasan con Doctrina y Teología, enconan las relaciones eclesiales, impugnan la Unidad, destrozan la confianza en la Jerarquía, inquietan a las conciencias más sensibles al querer de Dios y al honor de su Iglesia, y traen el desprestigio de la Iglesia ante el mundo y los hombres.

Desde Amoris laetitia hasta Fiducia Suplicans, por señalar dos de los nuevos documentos; pasando por lo que ha habido que tragar…, o a lo que ha habido que oponerse, en conciencia, desde hace tiempo: que son años, y son ruedas de molino.

¡No nos caben ya más en el alma! De ahí la CONTESTACIÓN, clamorosa, que está teniendo lugar contra Roma y sus representantes en el seno de la Iglesia Católica: ¡Ésto sí es algo NUEVO en la Historia de la Iglesia! Y positivísimo, gracias a Dios. Ha habido contestación en otras épocas: pero nunca como ahora, que es a dos bandas: los que denuncian ls aberraciones -hay Cardenales que hablan ya sin tapujos de auténticas herejías-, y los que se quejan de que todo va lento, y no acaba de desbordarse el cauce: y piden, insaciables, ¡MÁS!

Me planto aquí, sabiendo que me quedo corto. Vendra más, si Dios quiere. Con todo, no me resisto a traer a san Pablo en esta auténtica “guerra". Copio:

Me maravillo de que tan pronto os estéis pasando a otro evangelio, abandonando a Dios, que os convocó por la gracia de Cristo. Y no es que exista otro evangelio, sino que hay algunos que siembran la confusión entre vosotros y quieren volver de arriba abajo el Evangelio de Cristo. (…) Os lo dijimos antes y os lo repito ahora: Si alguno os predica un evangelio distinto del que os hemos anunciado, tened por anatema al que tal cosa hiciere. ¿Es que trato ahora con esto de congraciarme con los hombres o con Dios? ¿Busco agradar a los hombres? Si todavía buscare agradar a los hombres, no sería siervo de Cristo.

Sin comentarios. Que se podrían hacer, por supuesto. Y con la Palabra de Dios en la mano.