No hay Dolor como el Suyo

He visto dos imágenes de la JMJ de Lisboa. Y me he horrorizado. Una, que muestra a unos “curas rokeros": así parece que se identifican los tales. Y otra, de unos cuencos de patatas fritas, en los que se ve cómo se ha distribuido la Sagrada Comunión al personal. Algo que roza lo blasfemo, si no entra de lleno en ese ámbito.

Doy por supuesto que las dos reflejan la verdad de lo que está pasando por allí. Y entro al trapo, natural y sobrenaturalmente hablando, o escribiendo. Que soy cura yo también. Modestamente. Y por la Gracia de Dios, que me llamó.

Empezando por señalar: esto les pasa a los que fueron allí con toda su buena fe. Que se la han clavado, cual navajazo trapero y a traición. Claro que, insisto, eso les pasa por ir.

Es el buenismo que no cesa, aunque se convierta -porque se convierte- en lo “malismo” que se instala; y se reproduce, y crece, y lo inunda todo. Un buenismo fuera de toda lógica humana y sobrenatural, y que contribuye y agranda el mal que ya se ha instalado en una parte de la Iglesia.

A la vista está para el que quiera ver, oir y entender: algo a lo que nos estimula Cristo para que dejemos de ser vacas, sepamos con quién nos jugamos las perricas, seamos más sagaces que los hijos de las tinieblas -y no al revés, como casi siempre, y sí nos lo denuncia Jesucristo-, y vivamos como hijos suyos en la Iglesia en medio del mundo, en plenitud de Vocación.

Con el panorama que había trazado el señor arzobispo colocado al frente del evento (porque no va más allá de eso lo que está pasando por allí, aunque vaya incluso el Santo Padre y todo), con unas aspiraciones más propias de un activista de saraos de ínfimas ínfulas, han montado la que han montado: ¡a conciencia! Un horror de conciencia: bien echada a perder, claro; podrida, pero conciencia. 

Por si alguien aún no se ha acabado de enterar de qué va la fiesta en una parte de la iglesia oficial y oficialista: que todo parece que va contra la que tiene a Cristo como Fundador, y como Dios y Señor; al Espíritu Santo como su Valedor por los siglos de los siglos; y a la Santísima Virgen Maria como su Señora y Maestra, además de ser su Modelo hasta el fin de los tiempos.

La desgraciada y sacrílega “fiesta” -ahi está lo de Lisboa- va de desmantelar todo lo que ha salido de Cristo, y ha defendido la Iglesia por más de dos milenios. Aún a costa de persecuciones, de martirios, de anatemas, de ir contra corriente frente al mundo, y en defensa de Dios y de las almas todas.

Nada de eso le había importado a la Iglesia, en el hacer conjunto de alguno de sus Jerarcas y de sus hijos: el Honor de Dios estaba por encima de cualquier suceso que tuviesen que sufrir, por malhadado que fuese en sí mismo: éste, y no otro, era su honor y su gloria. Y daban gracias a Dios por haber sido hallados dignos de sufrir por Él y con Él y en Él.

Igualito que ahora. Donde, desde una parte de sus jerarcas y sus hijos, todo es poco para el mundo y los mundanos -ellos mismos-, y todo es demasiado para Dios y sus hijos…, y hay que ir recortándoselo: ¡que ya está bien…!

Porque nada de esto es casual: no hay “casualidad” que se instale durante sesenta años en una sociedad, civil o eclesial, y con éxito desbordante. Como es el caso.

El Sufrimiento del Corazón de Jesús es desgarrador. No hay Dolor como el Suyo. Máxime, sabiendo que proviene de sus hijos más queridos: sus Obispos, sus Sacerdotes. Sus Cristos. Por eso mismo son los que más le hacen sufrir. Y, para mayor burla, con espectáculo -con escarnio- público…

Porque, como rezamos en el Salmo 55 (54), 12-14: Si un enemigo me hubiera afrentado, yo lo habría soportado. Si el que me aborrece se hubiera levantado contra mí, yo me habría ocultado de él. Pero fuiste tú, un hombre igual a mí, mi compañero, mi íntimo amigo; que juntos compartíamos dulcemente los secretos, y con afecto nos paseábamos en la casa de Dios.

¿Alguien puede entenderlo?

Una aclaracion: Cierto que esta expresión -no hay Dolor como su Dolor- se refiere a la Madre de Dios al pie de la Cruz, testigo especialísimo de la Pasión y Muerte de su Hijo Bendito: stabat Mater! Pero con mayor motivo puede aplicarse al Corazón y al Alma de Jesucristo. Y por eso la uso. Seguimos.

Hemos de desagraviar al Señor, fuertemente. Hemos de reconvertirnos. Hemos de endurecernos, y dejar de hacer el tonto: que ni se entera ni quiere enterarse… Hemos de ser lo que Dios nos ha hecho -hijos suyos-, y hacer aquello para lo que nos ha llamado: ser sal, ser levadura, ser luz.

En efinitiva: ser santos. Incluso contra la parte de la Jerarquía que nos quiere bailando…, como única misión posible -vocacional, eclesial, voluntad de dios (con minúscula, que esto no da para más): no te lo pierdas-, a día de hoy.

Por cierto: lo de “jóvenes” va a haber que ir repensándolo. Sociológicamente, y por lo que se refiere a España, una media de treinta y tantos años, profesionales en su mayoría, y de Misa dominical. Son los que están de vuelta. O han aguantado a pie de cañon contra viento y marea, y con la Gracia de Dios.

Pero…, ¿jóvenes? Los menos, oigan. ¡Buena cosecha llevamos! Y claro: son la esperanza de futuro, porque presente no hay… El mismo lenguaje de la progrez por lo civil. Tal cual. Ya no hay otro, al parecer, dentro de la “nueva iglesita", muy progre y sandunguera, muy en diálogo, muy abierta al mundo, sin ideas preconcebidas de verdad o mentira, de bueno y malo, de ser o no-ser -lo recibido de Dios y lo acuñado en la Iglesia son el pasado, y ya no sirve para nada-; y, por supuesto, sin pretender evangelizar, ni hacer apostolado ni, mucho menos, convertir a nadie: no vaya a ser que crea y se salve, como dice Cristo.

Que los Evangelios se siguen editando, aunque sean en la edición de la cee…, y ahí están todavía.