InfoCatólica / Tal vez el mundo es Corinto / Categoría: Iglesia

26.04.14

El verdadero rostro de Juan XXIII

Uno de los inmensos bienes que trae la canonización de Juan XXIII es la recuperación de su perfil espiritual y pastoral. Bien sabido es que numerosos progresistas han querido tomar como apoyo a sus posturas una especie de caricatura del Papa Bueno. Se ha querido sistemáticamente usar su lenguaje de caridad y misericordia como una especie de complicidad bonachona ante el pecado, o como licencia para despreciar los mandamientos de Dios y las leyes de la Iglesia. Semejante engaño va a ser más difícil de sostener a medida que la estatura y la reciedumbre espiritual del Papa Roncalli alcancen su genuina dimensión.

El ecumenismo de Juan XXIII no es negación de la verdad de la fe; la compasión de este gran Papa no es aprobación de mediocridad ni permiso para pecar; su anhelo de paz no se disuelve en irenismo ni en pura diplomacia o negociación de contrarios.

Sólo el amor nos hace verdaderos pero sólo la verdad preserva la pureza del amor, y lo defiende de los numerosos ídolos que tratan de suplantarle. He aquí una lección que tendremos que recordar muchas veces, ahora que la Providencia de Dios nos ha concedido al Papa Francisco, en tantas cosas semejante al humilde Papa de Sotto-il-Monte.

24.04.14

Carta de la Pascua 2014

La Pascua invita al creyente a beber de la fuente misma de la que mana toda su salvación y su alegría. El Evangelio, la “Buena Nueva,” despliega en la Pascua sus mejores galas, su mejor perfume, su más preciosa música, sus más elocuentes palabras.

La alegría de la Pascua es a la vez profunda y sencilla. Se condensa en el gozo del encuentro con la gracia, es decir, el regalo precioso e inmerecido del amor transformante de Dios, que en Cristo nos ha revelado su rostro y nos ha concedido su herencia.

Gracia, encuentro y alegría forman una hermosa unidad que no envejece ni se gasta; unidad que el cristiano saborea en la comunión con los otros creyentes, en la verdad de los sacramentos, en la luz inagotable de la Palabra, y también en la esperanza del Cielo.

Los extintores de la alegría

¿Cómo es que esa alegría permanece tan distante de tantas vidas? Podemos dar una primera respuesta, de tipo general, y luego otra respuesta más detallada.

De modo general, diremos que, si la alegría de la Pascua es un fuego admirable, hay que saber que existen “extintores” para ese fuego. Podemos mencionar especialmente tres extintores que de manera general apagan o impiden la genuina alegría pascual.

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5.03.14

Para empezar bien la Cuaresma

En el lenguaje de los tuits:

  1. Entre tantos descubrimientos que hacen falta a nuestra generación, ninguno más urgente que el verdadero arrepentimiento.
  2. Justificar todo lo que uno ha hecho para decir que uno “no se arrepiente de nada” es declararse en guerra perpetua contra la Verdad.
  3. El “complejo de inocencia,” que bloquea la capacidad de reconocer los pecados, es más dañino que el llamado “complejo de culpa.”
  4. Sencilla lógica de la cuaresma: No hay paz sin reconciliación. No hay reconciliación sin perdón. No hay perdón sin arrepentimiento.
  5. Para darle una oportunidad a la paz hay que darle muchas oportunidades a la verdad.
  6. No olvides que la primera frase de Cristo en el Evangelio de Marcos es un llamado a la conversión: por ahí empieza la Buena Nueva.
  7. Si no te arrepentiste de tu pecado, sigues en Egipto, y el Faraón sigue siendo tu dueño.
  8. La forma más insidiosa del relativismo moral es la banalización, que no le ve problema a nada.
  9. Si un papá o una mamá no le enseñaron al hijo a decir “Me equivoqué” y “Perdóname” le causaron dos graves daños para toda la vida.
  10. Cristo en el sacerdote te dice: YO TE ABSUELVO. Su dulzura supera del todo la amargura del YO ME ARREPIENTO que al fin pudiste decir.

Y he aquí LA GRACIA del Miércoles de Ceniza:

3.01.14

Lumen Fidei no ha perdido un gramo de su interés y actualidad

En Octubre del año pasado tuve una serie de conferencias, en los Monasterios de las Dominicas Contemplativas de Murcia y de Lerma (España), sobre la encíclica Lumen Fidei, suscrita por el Papa Francisco, aunque con la clara y reconocida autoría del Papa Benedicto para muchas de sus páginas. Como además sucede que algún lector de este blog comentó sobre la necesidad de dar la debida relevancia a este documento señero, me permito compartir con todos la serie íntegra de estudios que realicé sobre Lumen Fidei. Puedo decir, jugando un poco con las palabras, que las palabras de nuestros pontífices me han dejado saludablemente deslumbrado.

Son diez temas, que aquí ofrezco en su orden. Además, los archivos de audio, en MP3, pueden escucharse o bajar en esta dirección. El texto oficial de la encíclica está aquí, y quien se interese solamente en los diez videos de este servidor, los encuentra en esta lista de reproducción.

Tema 1 de 10: Contexto de la Encíclica

* Como expresión del Año de la Fe, la carta encíclica Lumen Fidei quiere enviar un mensaje perdurable que sitúa el don de la fe como cimiento mismo de todo aquello que sucede en la Iglesia.


* Pero de un modo más directo, este documento quiere responder a dos desafíos propios de la Modernidad, a saber, el racionalismo y el existencialismo de corte subjetivista.

* El racionalismo tiene sus raíces en el tiempo de la Ilustración, que pretende exaltar a la razón humana como única luz válida y certera. En esa línea vendrán después el positivismo y el cientificismo.

* La falta de una sólida fundamentación metafísica llevó a Blas Pascal a ver la fe como una especie de apuesta. La intención de Pascal es probablemente muy buena pero el daño que causa es enorme: si la fe es apuesta del corazón, la fe queda entendida como un acto desconectado de la razón, carente de valor público y ajeno a todo control o influencia de la comunidad, y eso excluye también a la Iglesia.

* De ahí el título de la encíclica: “luz de la fe.” ¿En qué sentido ilumina la fe? A ello se quiere responder.

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9.12.13

La Inmaculada, Buena Noticia de Dios

De las cosas interesantes que trae Evangelii Gaudium es un renovado aprecio por la piedad del pueblo, o como se suele llamar, la religiosidad popular. Y un hecho que puede parecer paradójico a quienes observan las expresiones de fe de los sencillos es cómo se dan dos fenómenos que parecen contradecirse: por una parte, la alegre exaltación de la Virgen María con todos sus privilegios y dones singulares: maternidad divina, inmaculada concepción, asunción al cielo, impecabilidad, virginidad perpetua; por otro lado, la certeza de que esa misma creatura, tan prodigiosa por sus prebendas y altísimas virtudes, es a la vez tan cercana, tan próxima a la realidad y vida de los más humildes.

InmaculadaLa arrogancia hace imposible entender esa contradicción, y por eso, algunos creen que disminuyendo a María la “acercan” al pueblo. Pretenden disminuirla, por ejemplo, negando que sea perpetuamente virgen. Creen que al referirse a un modo de concebir como el de las demás mujeres la hacen más próxima a las demás mujeres, y de ese modo, más “normal.” Pero el truco no funciona. Cuando se declaró oficialmente a María como “Madre de Dios,” es decir: como Madre de Uno, Cristo, que es Dios, antes que la presión de grupos de teólogos hubo la presión, o mejor, la expresión multitudinaria de la fe en los más sencillos. Ellos no sentían que declarar a María Madre de Dios la alejara de ellos. Más bien lo contrario: negar la maternidad divina, sobre la base de complicadas distinciones como las que hizo Nestorio, dejaba a María como juguete intelectual de una élite de estudiosos. ¡La muy alta y bella Madre de Dios es próxima, y quitarle ese título no la acerca sino que la aleja!

Otro tanto pasó con la Inmaculada Concepción: una vez más, fue el pueblo, hermosamente acompañado por sacerdotes y religiosos, sobre todo franciscanos, quien se sostuvo obstinadamente en la afirmación de que ella era y es Inmaculada. ¿Eso la hace distante por hacerla tan única? Hubo teólogos que lo pensaron. Hubo quienes pensaron que afirmar que fue concebida con la mancha de pecado original, como todos nosotros, la “acercaba;” pero el pueblo fiel sintió otra cosa: sintió que su corazón era traicionado y que María quedaría reducida a un objeto de especulación de la élite de los grandes pensadores. Para ellos, como pueblo, todo era más sencillo: si Dios quiere hacer una estrella, la hace; si Dios quiere hacer una flor, la hace; si Dios quiere una creatura Inmaculada, la hace, para gloria de su amor y bien de todos nosotros.

En este sentido, y con estos ejemplos, aprendemos algo importante: la teología y la fe son inseparables de la adoración. Sólo el que perpetuamente admira perpetuamente entiende, hasta donde es posible entender, al Dios que supera toda comprensión.