7.12.16

Y III: Más sobre la nueva edición del Misal

Llegamos al final con esta tercera entrega sobre la nueva edición castellana del Misal Romano. Hemos tratado varios aspectos de esta edición para valorarla mejor y vivirla más intensamente. ¿Y ahora qué?

Tareas espirituales y pastorales pendientes:

La recepción de una nueva edición del Misal Romano no puede reducirse a un cambio o sustitución del libro.

Sería bueno aprovechar para dar un nuevo impulso a las celebraciones, superar el cansancio y la atonía e ir a lo esencial, prescindiendo de tanta creatividad mal entendida, del uso inadecuado de tantos subsidios, guiones, moniciones, etc. ¡Una limpieza general para entrar en lo esencial del Misal!

Es ocasión para suscitar una mejor formación litúrgica integral para todos (incluyendo el saber estar y presidir del obispo y del sacerdote en la sede y en el altar…)

Considerar el Misal como fuente, por ejemplo, para preparar la homilía (no sólo mirar el Evangelio…), una catequesis, etc., y también para la piedad personal, orando los textos litúrgicos de cada día.

El Misal es un auténtico monumento de la espiritualidad litúrgica.

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3ª Edición castellana del Misal Romano (II)

Ya en el primer artículo vimos qué era esta nueva edición típica latina, de 2002, qué contenía de nuevo y algunas modificaciones en la Ordenación General del Misal Romano. Así podremos conocer mejor esta edición castellana que por fin ha salido a la luz. Continuemos con otros aspectos más.

La traducción más fiel y literal

Pero había una tarea por delante muy amplia: este Misal en su tercera edición había que traducirlo entero y por completo; y lo mismo pasaba con los leccionarios y su traducción. ¿Por qué? Una Instrucción de 2001, «Liturgiam authenticam», de la Cong. para el Culto divino, pedía que se revisaran todos los Misales y leccionarios en todas las lenguas y se buscase una traducción que no interpretase, sino que fuese lo más literal posible al original en latín.

Esta Instrucción «Liturgiam authenticam» ofrece normas para la traducción litúrgica; las traducciones deben tutelar cuidadosamente la naturaleza sagrada de la liturgia –sin usar palabras o giros coloquiales, por ejemplo-; pide un criterio de fidelidad y exactitud en la traducción del texto latino a la lengua vernácula –castellano, en nuestro caso- y no un ejercicio de creatividad. Además siempre se debe partir de la edición típica latina aprobada para una nueva traducción. Las traducciones bíblicas para el Leccionario deben también hacerse con estos criterios partiendo de la versión oficial de la Biblia Latina (llamada Neo-Vulgata).

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3ª Edición castellana del Misal Romano (I)

El Misal es de toda la Iglesia y para todos los fieles también; el mejor libro para orar. El Misal nos enseña a orar y cómo ora y celebra la Iglesia. Es un instrumento pedagógico (mistagógico) que nos introduce en el misterio de Dios y es la fuente de la vida cristiana que alimenta la espiritualidad litúrgica.

En tres artículos intentaremos exponer todo el contenido e importancia de esta edición que es más, mucho más, que el cambio «pro multis» como se ha destacado de manera unánime en las noticias eclesiales.

En este mes de octubre de 2016 ya está disponible la tercera edición del Misal romano en castellano, aprobada por la Santa Sede en diciembre de 2015, y que entra obligatoriamente en uso el I domingo de Cuaresma de 2017. Veamos qué implica y qué es esta nueva edición.

La edición típica latina

El Misal Romano en latín, la edición típica, es el resultado de un largo proceso de revisión y puesta al día iniciado en 1991. No es una simple reimpresión corregida, sino una verdadera edición típica, oficial, actualizada, destinada a la celebración en lengua latina, y que constituye la base inmediata para la traducción a las distintas lenguas vernáculas, tarea que corresponde a la Conferencia Episcopal y requiere la aprobación (que se llama «recognitio») de la Congregación para el Culto divino, una vez que la revise.

La 3ª edición del Misal Romano latino es de 18 de marzo de 2002. ¿Qué elementos nuevos incluye? ¿Por qué se hizo?

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Novedades y rúbricas en el Misal (y IV)

El Capítulo VI de la Ordenación General del Misal Romano se titula «Requisitos para la celebración de la Misa».

Ninguno de los cambios introducidos son sustanciales, sino algunas modificaciones, adiciones y supresiones. Veámoslo para ajustarnos, con fidelidad, a lo que la Iglesia determina.

El pan para la Eucaristía es descrito en OGMR 320-321: El pan eucarístico ha de ser de trigo tal como Cristo lo empleó. La Iglesia considera esto de institución divina y, por tanto, inmutable. La Iglesia latina, además, emplea pan ázimo, pan sin levadura.

Por la forma, color, e incluso grosor, se pide que «aparezca como verdadero alimento», porque esta característica pertenece a la esencia del sacramento. Debe confeccionarse de modo y tamaño que pueda realmente partirse en varios fragmentos. Dice entero este número 321 de la OGMR:

«La naturaleza del signo exige que la materia de la celebración eucarística aparezca verdaderamente como alimento. Conviene, pues, que el pan eucarístico, aunque sea ácimo y elaborado en la forma tradicional, se haga de tal forma, que el sacerdote en la Misa celebrada con pueblo, pueda realmente partir la Hostia en varias partes y distribuirlas, por lo menos a algunos fieles. Sin embargo, de ningún modo se excluyen las hostias pequeñas, cuando lo exija el número de los que van a recibir la Sagrada Comunión y otras razones pastorales. Pero el gesto de la fracción del pan, con el cual sencillamente se designaba la Eucaristía en los tiempos apostólicos, manifestará claramente la fuerza y la importancia de signo: de unidad de todos en un único pan y de caridad por el hecho de que se distribuye un único pan entre hermanos».

La OGMR 322 señala que el vino ha de ser de uva, natural y puro, sin mezcla de sustancias extrañas.

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Novedades y rúbricas en el Misal (III)

El capítulo V de la Ordenación General del Misal Romano repasa y ofrece la normativa eclesial vigente sobre la «Disposición y ornato de las iglesias para la celebración eucarística». También aquí, más que grandes novedades y cambios, hay precisiones, matices, que hemos de asumir.

La estructura del capítulo es más clara y simple ahora:

  1. Enuncia los principios generales sobre una iglesia
  2. Aborda la disposición del presbiterio: altar, sede y ambón
  3. El resto de la iglesia: lugar de los fieles, la Schola, la reserva de la Eucaristía y las imágenes sagradas

En la mayor parte de los casos se han realizado añadidos o supresiones respecto a la OGMR 2ª edición. A lo que hay que sumar algunos números completamente nuevos que se han introducido.

En OGMR 303 se afirma que en una iglesia nueva se debe erigir un único altar; en las ya construidas se debe sustituir el antiguo altar si su colocación dificulta la participación del pueblo y no puede trasladarse sin detrimento de su valor artístico. ¿Por qué el altar único, no varios altares también laterales revestidos con manteles? Da la explicación: el altar único significa «ante la asamblea de los fieles al único Cristo y a la única Eucaristía de la Iglesia».

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