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2.09.22

¿Qué nos aconseja san Fructuoso?

Redactó Fructuoso una Regla de monjes para los jóvenes que deseaban desprenderse de todo y entregarse totalmente al servicio de Dios. Probablemente lo hizo antes de ser ordenado obispo. Con gran fortaleza impone rigor y decisión sin reservas para los que quisieran entregarse con generosidad a la vida de virtud en el monasterio. Incluso prescribía castigos y duras sanciones para aquellos hombres recios de todas las clases sociales que eran atraídos por la santidad de este monje visigodo. Se inspira en textos de Pacomio, Jerónimo, Casiano, Agustín e Isidoro, e influyó notablemente en la vida monástica del noroeste peninsular.

Algunos consejos de san Fructuoso, que son válidos para nuestra vida espiritual…:

Regla de monjes de San Fructuoso de Braga

23.08.22

Padre de monjes

San Fructuoso de Astorga o de Braga

Es la principal figura del monacato visigodo. Nació a finales del siglo VI en una familia de la nobleza goda que tenían grandes posesiones en la comarca de El Bierzo. Al quedar huérfano en su juventud, ingresó en la escuela episcopal de Palencia, bajo la protección del obispo Conancio. Junto a este gran prelado, recibió una sólida formación en la Sagrada Escritura y en música, preparándose para la vida clerical.

Terminada su formación, la vocación a una vida de total entrega a Dios en la oración y la penitencia hizo que Fructuoso marchara a vivir en una cueva del valle de Compludo, cerca de Astorga. Muchos penitentes, atraídos por su fama de santidad, se le fueron uniendo, y así se fundó el primero de sus monasterios. Escribió para ellos una regla con el fin de inculcar en sus monjes el mismo fervor que le movía a él.

San Fructuoso de Montelios, cerca de Braga.

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10.08.22

Sinodalidad visigoda

El concilio de AgdaBuscando en estos días información sobre ciertas cuestiones, he tenido la oportunidad de leer un trabajo del profesor Ramón Gonzálvez Ruiz sobre el concilio de Agda del año 506 y su relación con los concilios posteriores de la época visigoda.

Al desplazarse los visigodos hacia la península Ibérica no abandonaron los territorios del sur de Francia (la Narbonense), y todo ello formó el reino visigodo de Hispania durante más de dos siglos. Los obispos de muchas de las ciudades de esa zona asistieron a los concilios toledanos de los siglos VI y VII, la catedral de Narbona está dedicada a los santos Justo y Pastor, niños mártires hispanos, y en estas tierras se asentaron después muchos cristianos que huían de la invasión musulmana.

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26.07.22

Evangelizando a todo un pueblo

San Martín de Dumio o de Braga, apóstol de los suevos.

San Martín de Braga o de Dumio

Nacido en la región de Panonia, en la actual Hungría en el año 520, leyó mucho en su juventud al estoico Séneca, relacionando su filosofía con la doctrina de san Pablo. Ordenado sacerdote se trasladó a Palestina para visitar los Santos Lugares, y allí residió durante varios años, entrando en contacto con el floreciente monacato que se desarrollaba en las montañas de Judea. Se cree que por entonces aprendió el griego, algo que en occidente ya empezaba a ser raro, y tradujo del griego al latín las Sentencias de los Padres Egipcios.

Impulsado por el Espíritu Santo en el deseo de anunciar el Evangelio hasta los confines de la tierra llegó como misionero hasta Galicia, donde influyó mucho en la cristianización y romanización de los suevos allá por el año 560. Su santo paisano, también llamado Martín, obispo de Tours en el siglo IV, había asumido la misma misión de evangelizar a los suevos, tribu originaria de su lugar de nacimiento.

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11.07.22

Un obispo valiente (2)

Convocados ambos obispos de Mérida, católico y arriano, ante el jurado del rey para determinar el destino de la Basílica de Santa Eulalia, Masona se preparó con ayuno y oración.

Santa Eulalia, Mérida.

Su aparición ante el tribunal disipó las angustias y preocupaciones de los fieles.

—No dudéis un momento de la victoria. Confiad en Dios y rezad mucho —dijo a los suyos.

Sunna, el obispo arriano, habló de modo violento y a grandes voces, insultando a sus enemigos, y exponiendo su doctrina. Respondió Masona con suavidad y moderación; fue acalorándose la disputa; se cruzaban textos de la Sagrada Escritura y de los Padres, argumentos teológicos y comentarios bíblicos. La sabiduría divina y la ciencia del Espíritu Santo estaban en los labios de Masona, hasta que el obispo arriano se quedó sin saber qué contestar; algunos de su campo salieron en su defensa, pero fueron también refutados. Los mismos arrianos se hacían lenguas de la elocuencia de Masona. Aplaudido y aclamado por la muchedumbre fue llevado triunfalmente hasta la Basílica de la mártir, entre vítores y cánticos sagrados, para dar gracias a Dios por la victoria.

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