La Modernidad, el Anticristo y la Libertad Luciferina
[1]Autonomía, autodeterminación, autolegislación, autodominio, autoposesión, autorregulación…Todos estos términos apuntan a una misma cosa: la libertad como poder predicado de los individuos o de los grupos humanos; la libertad como la potencia que constituye a los individuos como hacedores de sí mismos y a los Estados como autoconstruidos.
La autodeterminación es el poder de determinar las cosas por uno mismo, de decidirlas y resolverlas por uno mismo. Es lo que uno hace por sí mismo, sin el auxilio de nadie, independiente de los otros y de Dios. Se nos invita a ser autónomos, a ejercer la autolegislación, a tener dominio y propiedad sobre nuestro propio ser, a decidir por nuestra cuenta, a tomar voluntariamente la dirección de nuestras vidas.
Lo característico y diferenciador de la Modernidad es la autodeterminación. Los tiempos premodernos fueron los de la vigencia de una autoridad exterior al hombre: la de Dios. Pero ahora, la Modernidad no concibe otra autoridad que la ley de los sujetos autónomos. El derecho y la moralidad se fundan para los modernos en la voluntad del hombre: no en la ley de Dios.