InfoCatólica / Santiago de Gobiendes / Archivos para: Diciembre 2019, 15

15.12.19

Con mi Madre no os metáis, malditos

Dice el Papa Francisco que «Si alguien dice una palabrota sobre mi madre puede esperarse un puñetazo». Yo puñetazos no doy. No recuerdo haberle dado nunca un puñetazo a nadie y tampoco creo que nunca se lo vaya a dar a nadie. Pero con mi Madre no os metáis, malditos herejes.

Yo les confieso que me pongo muy nervioso cada vez que se refieren a mi Madre de manera inapropiada. Muy nervioso. Y yo sé que lo hacen adrede para provocarnos… para que salgamos violentamente arremetiendo contra ellos y así poder pintarnos como esa caricatura que tanto les gusta dibujar para despreciar y denigrar a los verdaderos creyentes: fundamentalistas intolerantes fariseos con cara de pepinillos en vinagre, rigoristas pelagianos, etc., etc., etc..

Los modernistas tienen sobre todo dos objetivos a batir (no necesariamente en este orden): el primero, la Virgen María; el segundo, el Santísimo Sacramento y el dogma de la transubstanciación. A los modernistas, todo lo sobrenatural les molesta sobremanera porque ellos no tienen fe: no creen que haya nada metafísico; no creen en los milagros; no creen en el más allá; no creen en la vida eterna; no creen en el cielo ni en el infierno… No creen en Dios.

Los modernistas creen que Jesús de Nazaret es un personaje histórico excepcional, como Napoleón o Fidel Castro: pero solo un hombre excepcional. Para ellos, Cristo es una persona meramente humana: no creen que Cristo sea una Persona Divina. Creen que Jesús era un hombre excepcional, un verdadero revolucionario, un adelantado a su tiempo, un modelo de persona; si quieren, una persona ideal, un ejemplo a seguir; pero solo persona humana a fin de cuentas.

Por eso esta banda de herejes sin vergüenza interpretan todos los milagros de manera puramente naturalista: la multiplicación de los panes y los peces fue en realidad una especie de picnic donde cada uno de los allí presentes compartió con el resto lo que llevaba en sus cestitas y, así, sobró comida para todos: el milagro del compartir y de la fraternidad. Y así interpretan también la santa misa: una metáfora, un signo de la fraternidad universal, en la que todos alegres compartimos el mismo pan de manera igualitaria y sin exclusiones: sin descartados. Todos pueden comer del pan de la eucaristía: da igual que estés en pecado mortal que en gracia de Dios. Esos conceptos son propios de rígidos fariseos sin compasión y elitistas que piensan que el pan de la misa es solo para unos pocos escogidos, para unos santitos sin pecado, pero que en realidad son sepulcros blanqueados que aparentan ser buenecitos pero esconden un alma corrupta y llena de odio y de maldad. Por eso dicen que los ateos son mejores que los creyentes que se creen superiores y descartan a los que no son como ellos. Por eso los herejes pretenden que todos pueden comulgar: incluidos adúlteros y corruptos, defensores del aborto, luteranos y toda clase de infieles, impíos y desgraciados.

¡Malditos sacrílegos y blasfemos!

Leer más... »