InfoCatólica / Santiago de Gobiendes / Archivos para: Abril 2016

29.04.16

Ser Cristiano Hoy (III)

 

Vía Iluminativa

Consolación, desolación, encuentro con Cristo… Todos estos conceptos que acabamos de explicar tienen que ver con la oración. Pero, ¿Qué tengo que hacer para rezar? ¿Cómo se reza? ¿Qué es la oración para un cristiano?

La oración es diálogo, es relación con el Otro, con Alguien que está dentro de mí y me trasciende. Orar es conversar con Cristo, que es una Persona. ¿Y cómo puede ser eso? Pues porque Jesús vive, Dios vive y está cerca de nosotros. Nuestro Dios no es un juez lejano y distante que no se preocupe por nosotros: es un Padre bueno que nos quiere y nos protege y se preocupa por nosotros. Dios nos quiere. Y está esperando a que le dejemos un hueco en nuestra vida para mimarnos, orientarnos, aconsejarnos. Él es la Luz que puede iluminar nuestra vida para enseñarnos el camino que conduce a la plenitud, que es Él mismo. El Señor es la Luz que ilumina las tinieblas:

En la noche dichosa
en secreto que nadie me veía,
ni yo miraba cosa
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.

Aquésta me guiaba
más cierto que la luz de mediodía
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía
en parte donde nadie parecía.

La luz que arde en el corazón me guía en el camino hacia el encuentro con Dios: “nadie viene al Padre, sino por mí”, dice Cristo.

La mística es una experiencia de encuentro con el Señor a través de la oración, de los signos de los tiempos y de los sacramentos.

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25.04.16

Ser Cristiano Hoy (II)

 

Vía Purgativa

En una noche oscura”. ¿Qué es la “noche oscura”? Porque todo empieza ahí…  

Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. [2] Al principio estaba junto a Dios. [3] Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe. [4] En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. [5] La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la recibieron” (Evangelio según san Juan, 1)

La oscuridad del pecado

La luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la recibieron”. Luz y oscuridad serán símbolos recurrentes en San Juan de la Cruz. La influencia del Evangelio de Juan resulta más que evidente. La luz es Cristo. Las tinieblas, la oscuridad, es el pecado que nos aleja de Dios. En las tinieblas no se ve nada. Por eso quienes viven alejados de Dios están ciegos y no entienden nada. “Señor, que vea”, le suplica el ciego Bartimeo a Jesús. El ciego comenzó a dar voces. “¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!”Vivimos en la oscuridad porque vivimos en un mundo depravado donde la virtud es objeto de burla y el vicio es exaltado. El grito de Bartimeo es el grito del místico que, en medio de la oscuridad, busca la luz de Dios.

Nuestro mundo vive en la oscuridad del pecado. El mal nos rodea por todas partes. Todos los días leemos noticias de corrupción, de asesinatos, violaciones, terrorismo, guerras, hambrunas… Hemos cambiado la Verdad de Dios por la mentira; ya no se distingue el bien del mal; todo es relativo y subjetivo. El adulterio y el divorcio; la depravación y toda clase de perversiones son vistas con normalidad, como si fuera lo más natural. Se mata a niños inocentes en el vientre de sus madres y al mundo le parece normal. Se predica la necesidad de la eutanasia y el mundo lo ve muy bien. Se eleva a los altares a científicos que practican la eugenesia y la experimentación con embriones y al mundo le parece fantástico. Ladrones, asesinos; drogas, botellones, sinsentido, náusea: son los signos de nuestros días. Nada tiene sentido y la vida sólo puede resultar soportable desde planteamientos nietzscheanos: la borrachera dionisíaca y el hedonismo más nauseabundo. La vida es una mierda: disfrutemos a tope del sexo sin reprimirnos, del alcohol, de las drogas. Es feliz quien más dinero tiene, quien más viajes de placer realiza, quien tiene el coche más lujoso o la casa más grande. Y así llegamos al nihilismo materialista y ateo de hoy.

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23.04.16

Ser Cristiano Hoy (I)

En las próximas entradas de este Blog voy a publicar en varias entregas un ensayo sobre la mística que ya se ha publicado en la Revista de la Razón Histórica hace unos años. Será una revisión corregida y actualizada.

Estoy absolutamente seguro de que no se puede ser un verdadero cristiano, un discípulo de Cristo, si uno no es místico. Porque ser cristiano no es seguir una ideología política ni una filosofía ni una determinada moral. Ser cristiano es encontrarse con Cristo, escuchar sus palabras, dejarse transformar por la gracia y tratar de cumplir su voluntad hasta entregar y desgastar la propia vida en ese camino hacia la santidad. Y eso es la mística: vivir unido a Cristo, al Amado; dejarse santificar por Él, cargar con la Cruz, olvidarse de uno mismo y seguirlo hasta las últimas consecuencias. Gran lección nos dan los mártires que entregan su vida y derraman su sangre por el Señor en Oriente Medio, en África, en China, en Corea del Norte. Que ellos intercedan por nosotros para que, siguiendo su ejemplo, seamos dignos discípulos de Cristo, Nuestro Señor.

“Dios no se muda", decía Santa Teresa. Las ideas filosóficas cambian; las ideologías nacen y mueren; las leyes se pueden cambiar. Pero Dios no cambia. El mundo quiere hacerse un dios a su medida, un diosecillo siempre bueno, dulzón y bobalicón. Un dios que nos perdone sin necesidad de que nos convirtamos. Un dios que nos deje pecar a gusto y que bendiga nuestros vicios y nuestras vergüenzas. Queremos un dios que no moleste. Pero ese no es el Dios de Jesucristo. ¿Quieren ustedes encontrarse con Cristo? Les aseguro que ese encuentro les puede complicar la vida. Pero también les puedo garantizar que merece la pena porque sólo Él tiene palabras de vida eterna, sólo Él puede dar sentido a nuestra vida. Arriésguense. 

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9.04.16