Preservar la Fe de muchas familias "Olivé"
En el transcurso de este mes de septiembre han sido catorce las cartas que hemos recibido de feligreses de la parroquia de San Ramón de Collblanch. Con diferentes estilos y enfoques todos coinciden en lo mismo: el actual párroco con sus arbitrarias decisiones y sus escandalosos comportamientos está sometiendo a esa comunidad a una durísima prueba.
La narración de tan siquiera un solo hecho para nada anecdótico sino sintomático, nos revela la dimensión del problema. El pasado Jueves Santo, durante la concelebración de la Misa de la Cena del Señor, Brustenga desoyó con soberbia y altanería la sugerencia de su vicario Mn. Muñoz de consagrar en la misa más formas para el Reservado que sirve de comunión para el Viernes Santo. Y efectivamente llegada la Acción Litúrgica del Viernes Santo las hostias consagradas faltaron. En los lugares cercanos a la puerta de la sacristía se encontraban un grupo de feligresas habituales y de religiosas que no aún no dan crédito a lo que vieron sus ojos: ante la falta de hostias, Brustenga entró en la sacristía, abrió una bolsa de formas sin consagrar (no había ningún tipo de sagrario en ella) y llenando una patena las distribuyó como si de la sagrada comunión se tratase. Brustenga es un hombre que ha perdido la fe y como tal, no puede estar al frente de una comunidad cristiana y ser para ésta un obstáculo. No se trata aquí de una cuestión de formas o estilos. El “affaire Brustenga” tiene otra dimensión. Son fieles normales, de una parroquia popular, de un barrio trabajador, de una comunidad como tantas otras de nuestra Diócesis: una comunidad que se encontraba a gusto con su anterior párroco Mn. Portabella, un hombre para nada sospechoso de conservador o reaccionario, de carca o de integrista, al contrario un sacerdote más bien de tendencia progresista. Esa no es la cuestión aquí.

En el culto estacional
Hubo un tiempo en que las élites catalanas (léase: nobleza y burguesía) eran católicas de tradición y convicción. Las grandes familias tenían sus capellanes y oratorios privados (de éstos se ven todavía algunos de valor artístico en las masías). Enviaban a sus hijos a educarse en los colegios (en régimen de internado o externado) de las grandes órdenes y congregaciones religiosas de enseñanza, entre las cuales destacaban: los jesuitas, los escolapios, los lasalianos y los maristas para los muchachos, y las religiosas de la Compañía de María, las dominicas de la Enseñanza, las adoratrices y otras de fundación francesa. Frecuentaban la amistad de prelados y de religiosos ilustres y tenían conexiones estrechas con los principales centros monásticos catalanes (Montserrat, Poblet, Pedralbes). Pertenecían a asociaciones y círculos católicos y se asesoraban y hacían dirigir por sacerdotes y religiosos de prestigio. Eran benefactoras de instituciones, promovían obras de caridad, establecían fundaciones piadosas.
Hemos recibido una nueva carta de la castigada y atormentada feligresía de Collblanch, ahora completamente indignada porque el aún párroco y líder de la Unió Sacerdotal ha conseguido deshacerse del vicario de la parroquia que había empezado a ganarse las simpatías de todo el mundo a diferencia de su desagradable párroco.
Con anterioridad al advenimiento de Turull al frente del Seminario barcelonés, fueron sus rectores el Doctor Ramón Corts Blay (1997-1998) y Mossèn Francisco Prieto Rodríguez (1998-2005). No es motivo de este artículo analizar sus mandatos al frente de aquella institución, aunque un día les explicaré, con calma y tranquilidad, la repugnante maniobra que la alianza U-progresía urdió para apartar al doctor Corts del Seminario. Traigo a colación a estos dos sacerdotes, que en su día fueron bestias negras de las huestes que hoy mandan en la archidiócesis, para significar la extraordinaria labor que desempeñan en sus actuales parroquias.





