InfoCatólica / Germinans germinabit / Categoría: La Misa Romana

20.10.08

La Misa Romana: Historia del Rito. Capítulo 5º: La liturgia de la Palabra o lecturas. Parte 1ª: La epístola


El primer testimonio de un acto de oración previo a la celebración eucarística lo debemos a San Justino, que hacia el año 150 escribió lo siguiente en el capítulo 67 de su Apología: “…en el día que se llama del sol, se reúnen en un mismo lugar tanto los que habitan en las ciudades como en el campo y se leen los comentarios de los Apóstoles, o los escritos de los profetas por el tiempo que se puede. Después, cuando ha terminado el lector, el que preside toma la palabra para amonestar y exhortar a la imitación de cosas tan insignes. A continuación nos levantamos todos a la vez y elevamos preces y cuando dejamos de orar se traen pan, vino y agua”.

Por otro texto de Tertuliano del siglo II (De anima cap. 9) sabemos que ya entonces se añadía a estos actos de oración otro elemento: el canto o recitación de los salmos. Desde entonces vuelven siempre los mismos elementos en las descripciones que poseemos del culto cristiano en los primeros siglos, por ejemplo en las Constituciones Apostólicas, donde se encuentra la primera noticia de un solo cantor recitando el salmo entero.

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6.10.08

La Misa Romana: Historia del rito. Capítulo 4º: La Colecta


La colecta es la primera oración exclusivamente sacerdotal que encontramos en la Misa. Oración que el celebrante debe decir no en nombre propio, sino en el de toda la comunidad, de toda la Iglesia. En el modo tradicional del rito romano (Edición del Misal de 1962) esa oración es introducida con el saludo litúrgico del “Dominus vobiscum” (o el “Pax vobis” del obispo) volviéndose hacia el pueblo con las manos abiertas, como insinuando un abrazo. El beso del altar que lo precede y que data del siglo XIII adquiere su simbolismo en el tomar la paz de Cristo para darla a la comunidad y es muy propio de la explicación alegórica de la Misa que tan en boga estuvo en la Edad Media.

Acto seguido y habiendo saludado a la comunidad, la invita a la oración diciendo o cantando “Oremus”. Esta fórmula se ha convertido en una invitación a adherirse mentalmente a la oración que reza o canta el sacerdote, pero antiguamente era sencillamente una exhortación a orar en voz baja y suponía por tanto, siempre una pausa más o menos larga entre la invitación y la colecta. Esto aparece con claridad en las oraciones más antiguas de esta clase, en las “orationes sollemnes” del Viernes Santo que primitivamente eran comunes a todas las misas. Pues en estas oraciones a la invitación de la intención… pro dilectissimo Papa nostro, etc.… seguía el aviso del diácono: flectamus genua (arrodillaos), palabras con las que se invitaba al pueblo a orar durante algunos momentos de rodillas, para después de sugerirles que se levantasen (levate), proceder a la oración sacerdotal con su Oremus. Esta antigua costumbre se restauró en el “Ordo Sabbati Sancti” por Pio XII en el año 1951.

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29.09.08

La Misa Romana: Historia del rito. Capítulo 3º: Gloria


En el año 799 Carlomagno va a Roma para recibir de manos del Papa la corona del renovado Imperio Romano. Al acercarse a la Ciudad Eterna, el papa León III sale a su encuentro, le saluda con el “Gloria in excelsis Deo”, cantado por todo el clero que le acompaña. Terminado el canto, el Papa reza una colecta como oración final. Era el modo litúrgico de recibir fuera de las murallas de Roma al futuro emperador. Por este ejemplo, tomado de una época que debe considerarse aún el periodo clásico de formación de la liturgia romana, aparece que también el Gloria, cantado con toda solemnidad, exigía como conclusión una oración sacerdotal.

El Gloria no fue creado para la Misa. Su primer destino fue el de servir a los cristianos de oración matutina, o más en general, como himno de alabanza a Dios. Lo podemos comparar con el “Te Deum” que tiene el mismo origen y las mismas características. Son los dos himnos más antiguos, no sacados de la Sagrada Escritura, sino nacidos del fervor de los primeros siglos; restos de los llamados “psalmi idiotici”, es decir compuestos por los mismos cristianos. Creaciones en general sin arte, pero de un encendido fervor, datan de los tiempos más primitivos. En el siglo IV se levantó una fuerte corriente contraria a tales himnos. Testimonios de esa oposición quedaron reflejado en las actas del Concilio de Laodicea del siglo IV y del IV Concilio de Toledo del siglo VII, que prohibieron se cantasen himnos no inspirados por el Espíritu Santo. De esta prohibición se salvaron el Gloria, el Te Deum y el “Te decet laus”, así como algún que otro himno griego.

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22.09.08

La Misa Romana: Historia del rito. Capitulo 2º: Los Kyries


El Introito o canto de ingreso es la primera y más antigua pieza del rito de entrada. Es la salmodia que abre la función religiosa, y como tal, lo mismo que las lecturas y las letanías, exige que se la cierre con una oración sacerdotal. Pero esta conclusión no es tan rotunda y hermética como para que no se le puedan añadir otros elementos litúrgicos, como de hecho sucedió con los que ahora vamos a estudiar: los kyries.

Kyrios (Señor) era el título que se daba a personas de quienes se creía habían llegado a dioses y cuyo culto podía hacer partícipes a los hombres de una felicidad semejante. San Pablo utiliza esa denominación para hacer ver a los neocristianos que el verdadero Kyrios (el hombre también verdaderamente Dios) es Cristo.

Los kyries (Señor, ten piedad) constituyen el único elemento griego del ordinario de la Misa, no porque sea un resto de la época en la que la liturgia romana se celebraba en griego sino porque se tomó posteriormente de ritos orientales tras la impresión que había causado entre los occidentales este nuevo modo de orar en común usado en Oriente. Por eso lo adoptaron sin apenas cambiarlo.

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14.09.08

La Misa Romana: Historia del rito. Capitulo 1º: Las oraciones preparatorias


Comienza hoy, tras el periodo vacacional, una larga serie de artículos en los que, a manera de síntesis teológica e histórica de la Liturgia Eucarística Romana, trataré de explicar todas y cada una de las partes esenciales de la Misa. Incluyo no sólo las particularidades del Misal Romano de 1969 que constituye hoy en día el modo ordinario de la celebración de la Misa si no también del Misal Romano de 1962 que tras la promulgación del Motu Proprio de Benedicto XVI “Summorum Pontificum”, es el texto litúrgico en vigor para la celebración de la Santa Misa en su modo extraordinario.

Espero satisfaga a cuantos, más allá de la curiosidad, buscáis un conocimiento más profundo y riguroso de la Liturgia católica.

Entre las oraciones privadas de preparación del celebrante, introducidas en el ordinario de la Misa por los francos, podemos distinguir tres grupos:

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