InfoCatólica / Remedios Falaguera / Archivos para: Agosto 2017

28.08.17

Santa Mónica: mi gran aliada

Ayer celebramos la festividad de Santa Mónica, modelo de mujer, esposa y madre a la que tengo gran devoción, y a la que trato como mi gran aliada, en las alegrías y tristezas de mi familia.

Nunca se ha apartado de mi lado¡!!!! Es más, todo lo que le pido, si es la Voluntad de Dios, siempre me lo concede. Y no me extraña: Doy fe de que quiere a mis hijos, nuestros hijos, como suyos propios y desea lo mejor para ellos. Venerada como santa patrona del hogar y de las madres de familia conoce bien mis anhelos y preocupaciones y me brinda sus beneficios con efectividad. “Mujer inquieta era esta mujer, que al final dice esa bella palabra: cumulatius hoc mihi Deus praestitit! [superabundantemente me ha concedido esto mi Dios] (Las Confesiones, IX, 10, 26). ¡Aquello por lo que ella lloraba, Dios se lo dio abundantemente! Y Agustín es heredero de Mónica, de ella recibe la semilla de la inquietud. He aquí, entonces, la inquietud del amor: buscar siempre, sin descanso, el bien del otro, de la persona amada, con esa intensidad que lleva incluso a las lágrimas…La inquietud del amor impulsa siempre a salir al encuentro del otro, sin esperar que sea el otro quien manifieste su necesidad.”, nos dice el Papa Francisco

Es más, como mujer piadosa, paciente, justa, prudente y sabia, es un modelo de mujer cristiana, no solo para crecer en amor conyugal y materno, sino para mejorar en las virtudes necesarias de la mujer en nuestro papel esencial, activo y reconocido tanto en la Iglesia como en la sociedad.

 San Agustín, con amor filial, nos relata de su madre algunas de ellas en Las Confesiones.:

“Educada púdica y sobriamente, y sujeta más por ti a sus padres que por sus padres a ti, luego que llegó plenamente a la edad núbil fue dada {en matrimonio} a un varón, a quien sirvió como a señor y se esforzó por ganarle para ti, hablándole de ti con sus costumbres, con las que la hacías hermosa y reverentemente amable y admirable ante sus ojos…Igualmente a esta tu buena sierva, en cuyas entrañas me criaste, ¡oh Dios mío, misericordia mía!, le habías otorgado este otro gran don: de mostrarse tan pacífica, siempre que podía, entre almas discordes y disidentes, cualesquiera que ellas fuesen, que con oír muchas cosas durísimas de una y otra parte, cuales suelen vomitar una hinchada e indigesta discordia, cuando ante la amiga presente desahoga la crudeza de sus odios en amarga conversación sobre la enemiga ausente, que no delataba nada a la una de la otra, sino aquello que podía servir para reconciliarlas…Tal era aquélla, adoctrinada por ti, maestro interior, en la escuela de su corazón.

Por último, consiguió también ganar para ti a su marido al fin de su vida, no teniendo que lamentar en él siendo fiel lo que había tolerado siendo infiel.

Era, además, sierva de tus siervos, y cualesquiera de ellos que la conocía te alababa, honraba y amaba mucho en ella, porque advertía tu presencia en su corazón por los frutos de su santa conversación.

Había sido mujer de un solo varón, había cumplido con sus padres, había gobernado su casa piadosamente y tenía el testimonio de las buenas obras, y había nutrido a sus hijos, pariéndoles tantas veces cuantas les veía apartarse de ti.

Por último, Señor, ya que por tu gracia nos dejas hablar a tus siervos, de tal manera cuidó de todos nosotros los que antes de morir ella vivíamos juntos, recibida ya la gracia del bautismo, como si fuera madre de todos; y de tal modo nos sirvió, como si fuese hija de cada uno de nosotros.” (IX, 9, 22)

Dios mío, escucha, como ya hiciste con Santa Mónica, nuestras inquietudes, y no desprecies nuestra oración, nuestras lágrimas, que como ella “derramaba á torrentes en vuestra presencia, siempre y en todos los lugares en que os ofrecía su oración”.

 

ORACIÓN A SANTA MÓNICA

 

Gloriosa Santa Mónica, modelo de madres. Tu vida la admiramos en los vaivenes de tu hogar y, sobre todo, siguiendo a tu hijo Agustín. Supiste atraer a tu esposo hacia Dios e igualmente a aquel hijo que había perdido la fe. Le seguías llamándole, orando, llorando… Consíguenos que comprendamos el papel sagrado de las madres y su influencia en el hogar. Confiamos nuestra familia a tu protección.