InfoCatólica / Remedios Falaguera / Categoría: Genio femenino

19.07.12

A ti, madre de sacerdote… ¡Gracias, muchas gracias!

“Después de Dios, se lo debo a mi madre. ¡Era tan buena! La virtud viértase fácilmente del corazón de la madre al corazón de los hijos…Jamás un hijo que ha tenido la dicha de tener una buena madre tendría que mirarla y pensar en ella sin llorar” (Sto.Cura de Ars)

Tengo entre mis manos un pequeño libro titulado La madre del Sacerdote escrito por Juan de Yepes. Se publicó en 1941 con motivo de la Semana de la Madre celebrada por la Unión Diocesana de Mujeres de acción Católica de Ávila para contribuir “en esta siembra menuda de bien. Quiera la Virgen María, Madre Sacerdotal, bendecirlas, dándoles una fecundidad insospechada”.

A pesar de que muchas de ellas consideran que no han hecho nada extraordinario están predestinadas desde la eternidad para vivir el privilegio de tener un hijo sacerdote y custodiarlo para que sea fecundo y santo. Los que tenemos el privilegio de tenerlas cerca, de conocerlas y de tratarlas, descubrimos las grandes virtudes que Dios puso en ellas.

“La Sagrada Familia se convirtió en el primer modelo de amor de muchas otras familias santas. Y María, Madre de Jesucristo, Sumo y Eterno sacerdote y Madre de todos los sacerdotes es el modelo a seguir del valor trascendente que puede alcanzar una vida en apariencia sin relieve”(San Josemaría Escrivá de Balaguer)

De hecho, la “historia del cristianismo está llena de innumerables ejemplos de padres santos y de auténticas familias cristianas que han acompañado la vida de generosos sacerdotes y pastores de la Iglesia”, como afirma Benedicto XVI, tomando el ejemplo de santa Mónica, madre de san Agustín.

Ser mujer-madre ya es algo que comporta admiración y magnificencia. Pero ser madre de un sacerdote, rezar, acompañar y servir con amor de madre, de hermana, a un “Ministerio santo que requiere santidad” para que el ministro pueda ocuparse de ser “servidor de todas las almas, ejemplo del Divino Maestro”(1), es un orgullo, el privilegio más grande que Dios nos puede conceder.

Alguien me dijo una vez que “una madre no es una autopista pero te puede guiar por el mejor camino, con paciencia, entrega, sacrificio, perdón, compañía, amor, bendición, protección, cuidado y demás etc…”.

“Para nosotros los sacerdotes nuestras madres son el familiar más cercano, el más allegado. En los momentos de dolor, aparte de la oración, nuestras madres son el oasis en donde enjugamos nuestras penas, la piedra en la cual recostamos la cabeza en los momentos de cansancio, la luz que nos alegra el alma cada vez que nos sonríen. Es por eso que nosotros los sacerdotes sufrimos profundamente la muerte de nuestras madres. Cuando ellas nos dejan para irse a Dios, nosotros nos sentimos perdidos, hay un gran sentimiento de vacío en nuestro corazón. Pero en ese momento comprendemos también que nuestras santas madres están al lado del Sumo Sacerdote, de su Madre Santísima y que desde allí velan por nuestro sacerdocio.(2)

Tengo en mente un nuevo proyecto. Con el propósito de darles las gracias a las madres de los sacerdotes me gustaría que vosotras- madres, hermanas y demás familia de sacerdote-, aportarais vuestro testimonio. Vosotras sois las grandes protagonistas. Tenéis tantas cosas que enseñarnos…

A partir de ellos, de vuestras experiencias y reflexiones, podremos deleitarnos y considerar la necesaria y privilegiada participación en la vida de la Iglesia de todas las madres de sacerdotes. Mujeres – muchas de ellas han pasado desapercibidas a lo largo de la historia-, que por su valentía, compromiso y generosidad, son un ejemplo para las mujeres del Siglo XXI.

Estoy segura que con la ayuda de Nuestra Madre Santísima nos ayudará a todos a reconocer y agradecer a todas las madres- si, también a tu madre que siempre se mantuvo en la sombra-, su amor, piedad, comprensión, dulzura, seguridad, libertad, coraje, ejemplo, alegría…difícil de superar. Ellas, como nadie, y poniéndose al servicio de Dios, de su familia y de sus hijos, se han puesto al servicio de toda la humanidad.

Gracias por vuestra ayuda.

(1)Monseñor Javier Echevarría, Homilía Ordenación Diaconal, Torreciudad, 1997
(2)P. Rafael Méndez Hernández, La madre del sacerdote,El visitante, año 36, núm. 19; 2010

17.05.12

Contestando al artículo de José Sols Lucia “La dignidad de la mujer católica”

Ufff! Acabo de leer el artículo La dignidad de la mujer católica de José Sols Lucia, publicado en La Vanguardia, y estoy, cuanto menos, perpleja. (La Vanguardia,16/V/2012,pag.21)

Resulta que el profesor Sols , Doctor en Teología y director de la cátedra de Ética y Pensamiento Cristiano del IQS de la Universitat Ramón Llull, sostiene que “la sociedad moderna occidental se identifica plenamente con la declaración Universal de Derechos Humanos, un documento que arranca , ya en sus primeros párrafos, con la afirmación de que el hombre y la mujer tienen la misma dignidad.(…)Y esta misma afirmación hace que resulte incomodo aceptar que , en la Iglesia católica, a las mujeres se les niegue el derecho a ejercer el diaconato o el presbiterado, a pesar de que en las primeras comunidades cristianas hubiera diaconisas, y de que, actualmente, en algunas iglesias hermanas, como la anglicana o las evangélicas, no haya distinción de sexo a la hora de ejercer un ministerio eclesial, siguiendo el espíritu de la mencionada Declaración Universal de Derechos Humanos”.

Para ello, propone a los obispos “iniciar un dialogo eclesial (público y abierto, cultural con el mundo moderno de manera adulta y fraterna) a dos bandas acerca de la posible conveniencia de abrir el servicio del diaconato, del presbiterado y del obispado a las mujeres: por un lado con el Papa, y por otro, con los fieles de sus diócesis”.

No soy una experta en el tema , simplemente soy una mujer católica, apostólica y romana que, como otras muchas mujeres, de hoy y de siempre, me siento protagonista esencial y necesaria en la Iglesia.

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7.03.11

¡Houston, tenemos un problema!



¡Houston, tenemos un problema!

Esta expresión, utilizada por los astronautas del Apolo XIII ante un grave problema tecnico, se ha convertido en un grito de desasosiego para muchas madres. Ser astronauta es complicado, pero tener que hacer equilibrios todos los días para conciliar tu trabajo profesional con el orden en tu casa, las labores domesticas, atender a tus hijos y a veces –cada vez más frecuente- a tus padres, ayudar en las tareas escolares, mantener reuniones con profesores, … o simplemente conseguir meter a los niños a tiempo en la cama…es casi heroico.

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15.10.10

Una mujer, una voz

Las mujeres son: “portadoras de amor, maestras de misericordia y constructoras de paz, comunicadoras de calor y humanidad a un mundo que con frecuencia juzga el valor de la persona con fríos criterios de explotación y provecho"( Benedicto XVI)

Hace tiempo que quiero escribir sobre una página web que ha sido creada por un grupo de mujeres de todos los continentes, algunas de renombre como Jutta Burggraf, Wendy Shalit, Natalia López Moratalla, o Cecilia Deustua. Y otras, mujeres sencillas y anónimas que “expresan su talento femenino en el servicio de los demás en lo ordinario de cada día” como la madre de familia hindú, el Nóbel africano, la abuelita heroica mexicana. En pocas palabras, una web de todas las mujeres, de todas las que aparecen en la web.

Su finalidad es “dar voz a todas las mujeres que no tienen voz, o que creen no tenerla”. Y a través de artículos, vídeos, y testimonios nos llevan a considerar temas tan preciados para una mujer como el feminismo, la dignidad humana, la maternidad, y todas aquellas cualidades propias del genio femenino.

Se trata de Una mujer, una voz

Como ellas mismas dicen en su página, las creadoras de la web son “mujeres individuales que quieren expresar su grandeza; orgullosas de su maternidad, celosas de no perder la perspectiva de su dignidad y de la verdad de la feminidad, aunque los movimientos sociales sean potentes y destructores de su ser mujer. La finalidad de este blog, no es política, ni económica, ni de ninguna confesión religiosa concreta.

Pretende dar voz a las mujeres que sientan no tener voz: no estamos solas. Somos muchas las que sabemos que la feminidad es maternal en todas sus dimensiones, y en todos y cada uno de los estados en los que haya decidido desarrollarse y la vida le haya propuesto. Esta ventana y estas letras pertenecen a todas las mujeres: pescadoras o doctoras, sencillas o eruditas. Solteras, casadas y comprometidas. Por tanto cualquier persona que desee resaltar la maravilla de la dignidad de la mujer puede escribir una opinión, transmitir un testimonio, colgar un video, presentarse con su fotografía, o incluso enviar documentación”.

En fin, parafraseando aquel anuncio mítico que ronda por nuestra memoria y que se ha convertido “casi casi” en una frase popular muy utilizada: Búsquela, pasee por ella, lea, compárela con otras de temática similar, y le aseguro que no dudará en añadirla a sus favoritos.

19.04.10

“Mujeres silenciadas”… permiso para llorar

“Es más fácil sacar al niño del útero de su madre que sacárselo de su pensamiento"(J.C. Willke)

Cuando la editorial Sekoita me pidió que redactara una breve sinopsis sobre Mujeres silenciadas: Como se explica el sufrimiento de la mujer que aborta, de Theresa Burke y David C. Reardon, me pareció una tarea rápida y sin complicaciones. Unicamente , me dije, era cuestión de leer el libro y escribir un breve resumen para atraer la atención del lector a su lectura.

Pero, reducir a unas líneas el mensaje valiente y desgarrador de esta obra, su profundo valor, su desdichada novedad, y su planteamiento, no me ha resultando tan fácil como me imaginaba.

En primer lugar, porque, como mujer y madre, la sobrecogedora verdad del aborto que muchos intentan silenciar,y que gracias a Mujeres silenciadas conocemos de primera mano, no me deja indiferente. Es más, gracias a ellos, comprender el dolor y el desasosiego que sufren mis congéneres tras un aborto, sus emociones silenciadas por miedo o confusión, sus depresiones, los pensamientos suicidas, la ingesta de drogas, alcohol para tratar de olvidar , o incluso, los trastornos alimentarios con los que pretenden distraer este acto traumático, perturba mi mente y estremece mi corazón.

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