Peregrinar

Con el transcurso del verano pasé de “pilgrim”(en inglés) a peregrino. De “pilgrim” por Sydney, en las Jornadas Mundiales de la Juventud, y de peregrino a Santiago, caminando desde Oviedo por el “Camino primitivo”, para venerar los restos del apóstol de Jesús patrón de nuestra Patria.

Estas peregrinaciones me han permitido descubrir la esencia real del peregrinar, el fenómeno místico del camino interno de reflexión y reconducción, que se complementa inexorablemente con el hecho material que te ha motivado a peregrinar, para así ser y suponer un firme punto de inflexión de la persona en sus aspectos vitales.

Han sido dos peregrinaciones sobre la apariencia muy diferentes, aunque al final no lo son tanto. Reconociendo que ambas abarcan todas las inquietudes, y aunque en distintas medidas, lo que tiene una, no lo dejó de tener la otra.

Sydney me planteó una propuesta de reflexión especialmente sobre yo y mi entorno en el contexto social de la juventud. Mientras que Santiago ha sido más bien un camino interior en aspectos espirituales, digamos que la soledad del caminar, el tiempo para pensar y rezar a solas, o el día a día de albergue en albergue, hacen que el camino de Santiago sea sobre todo algo más personal. Cuando por otra parte la esencia de Sydney consistía en rezar en común con jóvenes de otros lugares, convivir y conocer.

El fenómeno social del Camino de Santiago no deja de llamar la atención en un mundo tan paganizado. Podría pensarse que detrás solo hay una afición senderista común a miles de personas, pero se plantea absurdo, ¿porqué no caminan a cualquier otro sitio entonces? Sin duda caminar a Santiago proporciona una llama espiritual a todos los peregrinos, incluso de otras creencias. El poder del Espíritu Santo extiende una mano sobre el caminante, una mano que hace que inconscientemente muchas personas no creyentes no encuentren otra forma de encontrarse a sí mismos y al sentido de la vida que recibiendo la fuerza del Espíritu Santo a través del peregrinaje a Santiago. Que como buen discípulo no ha dejado de cumplir la misión que Cristo les encomendó, y cada día sigue llevando al mundo la Buena Nueva.

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