InfoCatólica / Javier Tebas / Categoría: Iglesia hoy

16.11.10

¿He llegado al paraíso?

Llego abriéndome paso entre nubes humeantes. Apenas puedo ver dos metros más allá de mi nariz, pero la monodia de un coro de voces blancas me orienta. Esa es la dirección que debo tomar. Hace un frío húmedo, de montaña, y cada bocanada de aire en mi paso apresurado me lo recuerda. Esto es aire puro y no el de la ciudad.

Pero no importa el frío cuando uno camina buscando a un señor barbudo, que con una gran llave que te dé la bienvenida al paraíso. Al menos esa idea fue la que me hipnotizó por una fracción de segundo. No se preocupen, son delirios oníricos y los estoy tratando. Esto es el Valle de los Caídos, y llevo varios kilómetros andando porque miles de coches han desbordado toda previsión, y han venido a volcarse en apoyo a la comunidad Benedictina, frente al cierre injusto y sectario de la magnífica basílica que custodian.

Adelanto a unas señoras mayores que marchan estoicas cuesta arriba, con paciencia, “china-chana” cogidas del brazo. Qué valor. A unos metros de distancia escucho la voz de una de ellas ¡Sois nuestra esperanza! ¿Se referirá a mí? Sí, me doy la vuelta y no cabe duda, soy yo la esperanza de la señora, somos los jóvenes que vamos goteando por los últimos metros de la pista antes de llegar a la explanada. Habría preparado con tiempo una frase épica con la que contestarle. Qué menos cuando alguien afirma que eres su esperanza. Pero entre la sorpresa y el orgullo solamente sé decir: ¡Gracias!. Y continuar a mi ritmo atlético, no me puedo perder lo que está pasando.

Y en el césped de la explanada, entre el misticismo de la niebla, el silencio en torno a la celebración de la Misa, el coro de los muchachos de la escolanía, y bajo la intuición de una gran cruz que no se ve, pero que está. Tengo la completa certeza de que está allí. Me siento más espíritu que cuerpo. ¿Seré un iluminado?, ¿Estaré loco?. Debo estarlo, porque creo escuchar a cada uno de los que estamos aquí. Nos mueve lo mismo. Nuestra fe. Esa que ahora, por alguna extraña razón, es más resuelta y convencida que antes de llegar.

Es de día y el cielo no puede estar más encapotado, pero no puedo dejar de pensar en las palabras de un hombre que descansa aquí. Nuestro puesto está fuera, bajo la noche clara.

Javier Tebas

13.04.10

Clerofobia

Conocemos la xenofobia, como el temor y el odio a lo extranjero. Conocemos la homofobia, y toda una lista de términos que definen multitud de rechazos, miedos y odios infundados. Quizás entre estas “fobias sociológicas”, tan manoseadas últimamente por la demagogia barata, olvidaron apuntar una recalcitrante, extendida y visceral fobia, que sin embargo parece no preocupar demasiado: La “clerofobia”.

El anticlericalismo militante es un posicionamiento que no suele atender a razones. Lejos de ser fruto de un planteamiento racional, suele fundamentarse en impulsos meramente pasionales contra el clero y contra la Iglesia. Y es natural que en una sociedad existan variedad de criterios, pero habitualmente el tono de los “clerófobos” se aleja de una discrepancia normal, para entrar en el terreno de los odios viscerales.

Es difícil de entender porqué una institución que no funciona con la coacción, que propone un modelo de vida en positivo y se dedica como nadie a la caridad, levante odios irracionales tan extremos. Todavía no lo puedo entender. Lo que sí es cierto, es que el anticlericalismo es más viejo que el hilo negro, y como si se tratase de una patología inherente al hombre, ha acompañado a la Iglesia desde el principio de los tiempos.

Cuando el anticlericalismo ha alcanzado sus cotas más altas, la historia nos ha llenado de mártires. Cuando, como ahora, las circunstancias no permiten pasar por los leones o los paredones a la Iglesia, vale toda difamación, vale todo insulto, vale toda forma de tirar mierda sobre sus sacerdotes y su jerarquía.

Bastó con que entre los cientos de miles de personas que han ejercido el ministerio sacerdotal durante la segunda mitad de siglo, cuatro fueran repugnantes pedófilos de comportamiento execrable, para que se desate una persecución donde la mesura, la razón y la lógica quedan apartadas. Esto sólo consiste en repartir a troche y moche contra la Iglesia.

Basta una camiseta impresa para la ocasión y una rueda de prensa, para que cualquier anónimo pase a la primera plana de todos los telediarios exigiendo al Papa una audiencia privada para que le pida disculpas.

Insinúan tras todo esto, que el celibato reprime a los sacerdotes y les convierte en pedófilos. La falsedad de esa afirmación es totalmente demostrable, claro que hace falta ver como se pone el frente mediático cuando el Cardenal Bertone pone los puntos sobre las íes.

Ya decían los profesionales del anticlericalismo en la segunda república que las monjitas repartían caramelos envenenados, y la turba quemó el convento. Difamen, vuelvan a difamar, ¿acaso su rabia será la impotencia de saber que nunca acabarán con la Iglesia?.

Javier Tebas
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18.02.09

La decadencia de la Iglesia en Austria

Cuando visité la Catedral de San Esteban (Stephansdom) en Viena el pasado verano, sentí que lo majestuoso del gótico europeo revestía un extraño aire discotequero. Todo eran focos y pantallas de proyección tapando verdaderas obras de arte, como si por alguna razón se avergonzasen de los púlpitos, retablos o capiteles que por siglos han decorado las naves de la Catedral. En un principio pude achacarlo a la ignorancia hortera de quien había sido encargado de la iluminación para un momento determinado. Pero cuando al día siguiente todo el mecanismo de luces estaba en funcionamiento en un show televisivo con música rock en directo y un guapo presentador haciendo chistes a cámara, aquél montaje comenzó a rayar lo irreverente.

Cuando el pasado diciembre circuló por Internet el video de una “Misa para jóvenes” oficiada por el Cardenal de Viena, me di cuenta finalmente de que la afinidad por convertir las iglesias en discotecas no era un detalle accidental que coincidió con mi visita a esa ciudad, sino que era toda una tendencia al uso por parte del episcopado austriaco, el mismo que ahora para colmo “viene con las rebajas” y rechaza el nombramiento por parte de SS Benedicto XVI de un Obispo auxiliar para Linz, por no ser éste muy afín a sus tendencias.

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17.12.08

Agenda navideña, en casa y en la calle

Recuerdo que todos los años cuando empezaba el Adviento, mi tía me regalaba un calendario especial de “cuenta-atrás” que tras el número de cada día guardaba una chocolatina y un pequeño texto que contaba poco a poco la historia del nacimiento de Jesús. La virtud estaba en no comerse el chocolate del día siguiente para cumplir metódicamente con la idea inicial de comer solamente el que corresponde, uno diario. Confieso que por estas fechas tan próximas a la Navidad mi flaqueza humana me había perdido, y vencido por la tentación de aquel chocolate mediocre el calendario solía encontrarse ya totalmente vacío.

Tan avanzado el Adviento, y terminado el último apretón de exámenes previo a las fiestas navideñas, me doy el primer respiro - que ya es vacacional- para retomar “Gaudeamus” al que he tenido un poco abandonado esta última semana, supongo que para alegría de algunos.

La agenda de estos próximos días, que como estudiante me brindan unas semanas de descanso universitario, no solamente viene marcada por las reuniones en el calor y la intimidad familiar de las cenas y comidas de Nochebuena o Navidad. Sino que también nos encontramos ante varias ocasiones para poner en común nuestra fe y nuestros valores en la calle.

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21.11.08

La poesía es un arma para evangelizar

No es solamente un género literario. La poesía encuentra la dimensión espiritual del autor y la transmite así al lector, de un modo trascendental, que supera las aparentes formas. A quién menos le gusta la poesía, habrá dado alguna vez - por poco que haya buscado- con una que le haya creado una sensación de sintonía especial, que haya leído repetidas veces sin importarle cuantas más lo hiciera.

Como sentimiento profundo e intenso, la Fe ha sido siempre musa de muchos versos. Estrofas preciosas cuya profundidad hace que al leerlas podamos incluso despertar desde la esencia de la persona la Fe que a nuestra ignorancia el alma guardaba en nosotros.

Así como la oración nos ofrece un contacto íntimo con Dios, la poesía también lo hace ofreciéndonos además un contacto con nosotros mismos en la dimensión espiritual, muy necesario en una vida de poca reflexión en la que el yo termina muchas veces siendo un extraño para sí mismo.

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