¿Busca la ciencia la verdad?
En la Suma contra los gentiles escribe Santo Tomás que:
«El último fin del universo es, pues, el bien del entendimiento, que es la verdad. Es razonable, en consecuencia, que la verdad sea el último fin del universo y que la sabiduría tenga como deber principal su estudio».
Hace mucho tiempo que la ciencia se alejó de la búsqueda de la verdad en sentido fuerte. Ahora se conforma con pequeñas verdades, débiles, variables.
Para el cristiano, la ciencia, en sentido pleno, ha sido muy importante. Dice la sabiduría: «Veritatem meditatibur guttur meam, et labia mea detestabuntur impium» (Mi boca pronuncia la verdad y mis labios aborrecerán lo impío). El que busca la verdad no puede dejar nada atrás, por eso cultiva la ciencia. Pero no la ciencia como la concebimos hoy en día –prácticamente reducida a la Física y lo físico –sino la Ciencia, con mayúsculas; de ahí que figuras como San Alberto Magno lo investigaran y escudriñaran todo: sabían hasta de jardinería.