Dedicación de la Basílica de Letrán

Rito extraodinario.

Las palabras de Jacob, ante la visión de Betel, proporcionan a la misa un canto de entrada de majestuosa belleza.

Introito

Gen 28,17 ; Salm 83, 2-3

Terribilis est locus iste: hic domus Dei est et porta cæli: et vocábitur aula Dei. (T.P. Allelúia, allelúia.) Ps. 83, 2-3. Quam dilécta tabernácula tua, Dómine virtútum! concupíscit et déficit ánima mea in átria Dómini. Glória Patri…

¡Cuán temible es este sitio! Ésta es la casa de Dios y la puerta del cielo; se la llamará la morada de Dios. (T.P. Aleluya, aleluya) S. ¡Cuán amables son tus moradas, Dios de los ejércitos! Mi alma, desfallecida, languidece por los atrios del Señor. Gloria al Padre.

Colecta.

Deus, qui nobis per síngulos annos huius sancti templi tui consecratiónis réparas diem, et sacris semper mystériis repræséntas incólumes: exáudi preces pópuli tui, et præsta; ut, quisquis hoc templum benefícia petitúrus ingréditur, cuncta se impetrásse lætétur. Per Dóminum nostrum.

¡Oh Dios!, que todos los años nos hacer revivir el día de la consagración de este santo templo, y nos conservas en vida para asistir a los santos misterios, escuhca las preces de tu pueblo, y haz, que todo el que entre en este templo para pedir tus veneficios, tenga la alegría de haberlos conseguido. Por nuestro Señor.

Epístola

Apoc 21,2-5

«He aquí la morada de Dios entre los hombres…». Lo que se realizará plenamente en la Jerusalén celeste, se verifica ya en la Iglesia, figura y anticipación aquí abajo de la ciudad de los cielos.

In diébus illis: Vidi sanctam civitátem Ierúsalem novam descendéntem de cælo a Deo, parátam sicut sponsam ornátam viro suo. Et audívi vocem magnam de throno dicéntem: Ecce tabernáculum Dei cum homínibus, et habitábit cum eis. Et ipsi pópulus eius erunt, et ipse Deus cum eis erit eórum Deus: et abstergét Deus omnem lácrimam ab óculis eórum: et mors ultra non erit, neque luctus, neque clamor, neque dolor erit ultra, quia prima abiérunt. Et dixit qui sedébat in throno: Ecce nova fácio ómnia.

Deo grátias

En aquellos días: Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios, compuesta como novia engalanada para su esposo. Y oí una gran voz que venía del trono y decía: He aquí la morada de Dios entre los hombres; y el Señor habitará con ellos, y ellos serán su pueblo. El mismo Dios estará con ellos. Él enjugará toda lágrima de sus ojos; y no habrá ya muerte, ni llanto, ni gemido, ni dolor alguno, porque el primer mundo habrá pasado. Y dijo el que estaba sentado en el trono: He aquí que renuevo todas las cosas.

Gradual.

Locus iste a Deo factus est, inæstimábile sacraméntum, irreprehensíbilis est. Deus, cui adstat Angelórum chorus, exáudi preces servórum tuórum.

Dios ha hecho de este lugar el inestimable sacramento de su presenica, templo de santidad. ¡Oh Dios!, a quien asiste el coro de ángeles, oye las plegarias de tus siervos.

Aleluya

Salm 137,2

Allelúia, allelúia. Adorábo ad templum sanctum tuum: et confitébor nómini tuo. Allelúia.

Aleluya, aleluya. Me postraré cara a tu santo templo, y rendiré homenaje a tu nombre. Aleluya.

Evangelio

Luc 19, 1-10

Nosotros buscamos a Cristo; pero Él nos busca todavía más; quiere fijar entre nosotros su morada y derramar sin medida sobre todos los creyentes, hijos de Abraham, sus gracias redentoras.

In illo témpore: Ingréssus Iesus perambulábat Iéricho: et ecce vir nómine Zachǽus: et hic princeps erat publicanórum, et ipse dives: et quærébat vidére Iesum, quis esset: et non póterat præ turba, quia statura pusíllus erat. Et præcúrrens ascéndit in árborem sycómorum, ut vidéret eum; quia inde erat transitúrus. Et cum venísset ad locum, suspíciens Iesus vidit illum, et dixit ad eum: Zachǽe, festínans descénde; quia hódie in domo tua opórtet me manére. Et festínans descéndit, et excépit illum gaudens. Et cum vidérent omnes, murmurábant, dicéntes, quod ad hóminem peccatórem divertísset. Stans autem Zachǽus, dixit ad Domínum: Ecce dimídium bonórum meórum, Dómine, do paupéribus: et si quid áliquem defraudávi, reddo quádruplum. Ait Iesus ad eum: Quia hódie salus dómui huic facta est: eo quod et ipse fílius sit Abrahæ. Venit enim filius hóminis quǽ rere, et salvum fácere, quodperíerat.

Laus tibi, Christe.

En aquel tiempo: Habiendo entrado Jesús en Jericó, atravesaba la ciudad. Y he aquí que un hombre, llamado Zaqueo, jefe de los publicanos y rico, trataba de ver quién era Jesús. Y no lo lograba a causa del gentío, por ser de pequeña estatura. Se adelantó, pues, corriendo, y subióse a un sicómoro para verle, porque había de pasar por allí. Y en llegando al lugar, alzó Jesús los ojos y le dijo: Zaqueo baja de prisa, porque hoy he de parar en tu casa. Bajó a toda prisa y le recibió gozoso. Todos, al ver esto, murmuraban diciendo: Ha entrado a hospedarse en casa de un hombre pecador. Mas Zaqueo, puesto en presencia del Señor le dijo: Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres, y si en algo hubiere defraudado a alguien, le devuelvo cuatro veces más. Díjole Jesús: Éste ha sido día de salvación para esta casa, porque también éste es hijo de Abraham. Porque el hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que había perecido.

La fundación de la basílica de Letrán se remonta a la época de Constantino, al tiempo de terminarse las persecuciones. El palacio de los Laterani, en el monte Celio, pertenecía entonces a Fausta, mujer de Constantino. Después de su conversión, el emperador la donó al papa para que fuera su mansión particular, y allí edificó la iglesia de Letrán, que vino a ser de este modo la catedral de Roma y la madre de todas las iglesias del mundo. Fue consagrada a Cristo Salvador por el papa san Silvestre el 9 de noviembre del 324. En el siglo XII se le añadió como segundo titular a san Juan Bautista, cuyo nombre llevaba el antiguo bautisterio adjunto a la basílica; de ahí su denominación actual de San Juan de Letrán. Destruída la primera basílica, Sergio III la reconstruyó en el siglo X, y Benedicto XIII la consagró en 1.726.

En esta basílica y palacio de Letrán tenían lugar los concilios romanos, muy frecuentes en algunas épocas; allí se celebraron también cinco grandes concilios ecuménicos. En los días más solemnes del año litúrgico, la estación tenía lugar en San Juan de Letrán. Allí también se conferían las órdenes sagradas y los bautismos de Pascua. El ser mansión papal y el ritmo de la vida cristiana en Roma han hecho de la basílica de San Juan de Letrán el centro de la cristiandad.

Misal diario y vesperal. XV edición.Dom Gaspar Lefebvre y los monjes benedictinos de la Abadía de San Andrés.Tr: P.Germán Prado y los monjes de la Abadía de Silos.

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