5.08.10

Quemadmodum desiderat cervus ad fontes (y III)

13 [v.8]. Un abismo llama a otro abismo con el sonido de tus cataratas. Quizá podré terminar el salmo ayudado por vuestro deseo, pues advierto vuestro interés. No me preocupo gran cosa de la fatiga que sintáis al oír, puesto que a mí que os hablo me veis también esforzarme en este trabajo. Viéndome cómo trabajo, sin duda colaboráis, pues no trabajo para mí, sino para vosotros. Luego oíd, pues veo que lo deseáis. El abismo llama al abismo con el sonido de tus cataratas. Aquel que dijo a Dios que se acordó de él desde la tierra del Jordán y del Hermón, dijo también admirándose: Un abismo llama a otro abismo con el sonido de tus cataratas. ¿Qué abismo llama? ¿A qué abismo invoca? Ciertamente que este conocimiento es un abismo. Pues abismo es cierta profundidad impenetrable e incomprensible. De modo particular suele llamarse abismo a la inmensidad de las aguas. En ellas hay hondura y profundidad, de tal suerte que no puede llegarse hasta el fondo. En efecto, en un salmo se dijo: Tus juicios son como profundo abismo. La Escritura quiere recordar por esto que los juicios de Dios son incomprensibles. ¿Cuál es el abismo que llama a otro abismo? Si la profundidad es un abismo, ¿juzgaremos que el corazón del hombre no es un abismo? ¿Qué cosa hay más profunda que este abismo? Podemos hablar a los hombres, podemos verlos en el ejercicio de sus miembros y oírles en la conversación; pero ¿quién penetra en su pensamiento, quién ve su corazón? ¿Quién conoce lo que lleva dentro, lo que puede, lo que hace en su interior, lo que ordena, lo que quiere y no quiere en su corazón? Creo entender, no sin razón, que el hombre es el abismo del que se dijo en otro lugar: Se aproxima el hombre al corazón profundo y Dios es exaltado. Si el hombre es un abismo, ¿cómo un abismo llama a otro abismo? ¿El hombre invoca a otro hombre? ¿Pero le invoca al estilo como Dios es invocado? No. Invoca significa llamar hacia sí. Se dice de un hombre que invoca a la muerte; es decir, que vive de tal manera, que llama hacia sí a la muerte. Nadie hay que orando pida la muerte; pero, viviendo mal, los hombres llaman a la muerte. Un abismo llama a otro abismo, un hombre a otro hombre. Así se aprende la sabiduría, así se comprende la fe llamando un abismo a otro abismo. Los santos predicadores de la palabra de Dios invocan a un abismo. ¿Acaso no son ellos también un abismo? Para que sepáis que también son ellos un abismo, dice el Apóstol: En nada tengo el ser juzgado por vosotros o en dia de audiencia humana. Oídle más claro cuan grande sea este abismo: Ni yo me juzgo a mi mismo. ¿Creéis que hay tanta profundidad en el hombre que se oculte al mismo hombre en el cual existe? ¡Qué inmensa profundidad de flaqueza se ocultaba en Pedro cuando, ignorando qué había en su interior, prometía temerariamente que había de morir por el Señor o con el Señor! ¡Qué profundísimo abismo había en él! Sin embargo, este abismo estaba patente a los ojos de Dios. Porque Cristo le predice lo que Pedro en sí mismo ignoraba. Luego todo hombre, aunque sea santo, aunque sea justo, aunque se halle adelantadísimo en la virtud, es un abismo; y un abismo que invoca a otro abismo cuando anuncia al hombre la fe o la verdad en torno a la vida eterna. Pero es útil el abismo al abismo invocado cuando esta invocación o llamamiento se ejecuta “por la voz de tus cataratas". Un abismo invoca a otro abismo, un hombre gana o conquista a otro hombre; mas no con su voz, sino con la voz de tus cataratas.

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4.08.10

Quemadmodum desiderat cervus ad fontes (II)

8 [v.5]. Busco a mi Dios entre las cosas visibles y corporales, y no le encuentro. Busco su sustancia en mí mismo, como si fuese algo igual a mí, y no la hallo. Siento que es algo que está por encima del alma. Para percibirle medité estas cosas y derramé mi alma dentro de mí. ¿Cuándo percibirá mi alma lo que se busca por encima de ella si no es cuando se vuelque sobre sí misma? Si permaneciese inactiva, no se vería más que a sí, y al verse no vería a su Dios. Digan ya mis mofadores: ¿Dónde está tu Dios? Hablen. Yo mientras no veo, en ranto que no sea arrebatado, me alimento día y noche con mis lágrimas. Digan todavía: ¿Dónde está tu Dios? Yo busco a mi Dios en todo lo corpóreo, ya terrestre, ya celeste, y no le encuentro; busco en mi alma su sustancia, y no la encuentro; me entregué a la búsqueda de mi Dios, y por las cosas que han sido hechas deseé ver las cosas invisibles de mi Dios. Derramé mi alma sobre mí, y ya no me queda a quién llegar a percibir sino a mi Dios. Sobre mi alma está la casa de mi Dios; allí habita, desde allí me mira, desde allí me creó, desde allí me gobierna, desde allí mira por mí, me anima, me llama, me dirige, me guía y me conduce.

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3.08.10

Quemadmodum desiderat cervus ad fontes (I)

Ordinariamente, nuestra alma desea alegrarse con vosotros en la palabra de Dios y manteneros en él, porque es nuestra ayuda y nuestra salud. Oíd por mí lo que Dios da y alegraos conmigo en él, en su palabra, caridad y verdad. Hemos emprendido la exposición de un salmo apto a vuestro deseo. Comienza este salmo por un santo deseo, y dice así el cantor: Como desea el ciervo el manantial de las aguas, así te desea mi alma, ¡oh Dios! ¿Quién dice esto? Si queremos, nosotros. ¿A qué buscas fuera de ti quién sea éste, cuando está en tu poder ser lo que buscas? Sin embargo, no es un hombre, sino un cuerpo, y el cuerpo de Cristo es la Iglesia. Tampoco se encuentra este deseo en todos los que entran en la Iglesia. Sin embargo, quienes gustaron la suavidad del Señor y percibieron el contenido del cántico, no piensen que son solos, sino crean que tales arbustos se hallan plantados en el campo del Señor, que ocupa toda la tierra, y que de cualquier unidad cristiana es esta voz: Como desea el ciervo el manantial de las aguas, así te desea mi alma, ¡oh Dios! Por tanto, se entiende correctamente que esta voz es la de aquellos que, siendo aún catecúmenos, corren a la gracia del santo bautismo. De aquí que se cante solemnemente este salmo en tal acto, para que así anhelen la fuente de la remisión de los pecados del modo que desea el ciervo el manantial de las aguas. Acontezca esto, y se entienda veraz y habitualmente por la Iglesia. Sin embargo, hermanos, me parece que en el bautismo de los fieles aún no queda saciado tal deseo, pues si conocen dónde se hallan peregrinando y hacia dónde han de encaminarse, se inflamarán más ardientemente.

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1.08.10

Asociación de Sacerdotes Católicos en Irlanda: el enemigo interior

Fuente: Catapulta

Original: The Irish Catholic

Sean Mc Donagh (en la foto), Tony Flannery, y Brendan Hoban quieren:

Plena implementación de la visión y enseñanzas del Concilio Vaticano II,con especial énfasis en:

La primacía de la conciencia individual

La activa participación de todos los bautizados.

Dar igualdad de trato a todos los creyentes

Rediseño del ministerio en la Iglesia,para desarrollar los dones,sabiduría y experiencia de hombres y mujeres

Reestructuración del sistema de gobierno de la Iglesia,basado desde ahora en el servicio y no en el poder ,requiriendo consulta y transparencia en los nombramientos de los líderes de la Iglesia

Conceder igual lugar a las mujeres,tanto en el gobierno como en las varias formas de ministerio

Revaluación de la enseñanza sexual católica que reconozca el profundo misterio de la sexualidad y la experiencia y sabiduría del pueblo de Dios

Celebraciones litúrgicas cuyos ritos y lengua sean entendibles por todos

Reforzar las relaciones con los otros cristianos y demás creyentes

Plena aceptación de que el Espíritu habla a través de todo el pueblo,cualquiera sean las creencias

¡Señor, ten misericordia de nosotros!

30.07.10