La supresión de los orfanatos: más ingeniería social

La supresión de los orfanatos es una cuestión de para lógica.

El primer misil a la línea de flotación de la destrucción de la moral social, fue la introducción del divorcio. El Estado, de golpe y porrazo, se erigía con autoridad para disolver un matrimonio religioso, al reconocer el matrimonio religioso como una forma de celebración del matrimonio.

Después vino la introducción de la pornografía a mansalva, los anticonceptivos y, finalmente, la despenalización del aborto en tres supuestos. Tras años de ingeniería social, finalmente, se pone negro sobre blanco lo que ya se estaba haciendo de facto, es decir, se reconoce el aborto como un derecho.

La cuestión ahora es otra, es la supresión de los orfanatos. Con el sometimiento de la especie al cálculo (métodos anticonceptivos y aborto) y al laboratorio (inseminación artificial, FIVET), junto con la disolución del matrimonio (divorcio y unión homosexual) y el vaciamiento/desleimiento de las figuras del padre y de la madre, la institución del orfanato ha perdido todo su sentido.

Es un problema de programación lineal: sabiendo el número de familias adoptantes – aquí el concepto de familia es cualquiera – y el número de niños a adoptar, distribuir los mismos de manera eficiente.

El Estado se ahorra unas perras y todos contentos, ¿cierto? No hablamos de moral - ¿es que las leyes las va a hacer el Papa? –, no hablamos de los niños, de sus derechos, si está bien o mal que los homosexuales adopten, si el aborto es bueno o mal, ni el divorcio, ¡esto ya ha sido decidido por el método democrático! Estamos hablando de la venida de un cielo nuevo y de una tierra nueva. El mundo feliz de los políticos. Porque todos los grupos están de acuerdo en el que hay que derribar la moral social.

La supresión de la institución del orfanato no ha llegado por la aplicación del bien común, al cual el político debe servir, por crear condiciones para que los hombres y mujeres se puedan casar, recibiendo los hijos como un don, en una sociedad donde el aborto sea un delito y el divorcio no exista, debido a que la sociedad apoye a los matrimonios en problemas y ayuden a los que tienen problemas económicos. Lejos de esto, la supresión del orfanato no es más que el producto de la ingeniería social y la destrucción de la virtud.

Lo próximo que vendrá, en un tiempo no muy lejano vista la velocidad con el que se han venido desarrollando e imponiendo los cambios sociales – con una oposición mínima y de escasa difusión, con lo que el mensaje, por desgracia tampoco llega -, será la eutanasia.

La pregunta que brota es, ¿estaremos dispuestos a aceptar la persecución y el desprecio?; ¿antepondremos la fe al resto de cosas, o más bien seremos atrapados por el mundo?

¡Qué el señor nos de su Gracia para resistir el mal!

3 comentarios

  
Miguel
No sé cómo verlo. Yo he hecho voluntariado casi cinco años en centros de menores (orfanatos), con niños de 0 a 6 años, y te puedo asegurar que las más de las veces era muchísimo mejor ver a los niños en familias de acogida (mejor, claro, si podía ser adopción) que en un centro donde por muy bien que se les trate, el 'cariño' de funcionarios (1x3 turnos al día, más los de fin de semana, más rotaciones = más de 8 personas que 'te cuidan') es en el mejor de los casos un buen trato y ya.
Acaban siendo niños de tócame roque, sin referencia moral alguna (los centros de menores del estado no van a hacer eso) y con poco futuro (pasar a un centro de no tan menores donde se convertirán en pequeñas bestias). Salvo que tengan la suerte de acabar en esas familas de acogida/adopción.

Yo lo de derivar a niños a familias lo veo bien (por supuesto, la familia tiene que estar bien seleccionada). Otra cosa es que lo contraste con un orfanato donde el cuidado sea siempre por las mismas personas (p.e., monjas que sean siempre las mismas).

Luego lo de la definición de familia es otro tema. En ese coincidimos a pleno. Pero vamos, siendo los homosexuales menos del 2% de la población, creo que incluso con esas son peores los resultados actuales que los que se podrían conseguir con la medida.

En fin... que me he liado. Es que no consigo ver bien tu argumentación al respecto. Ni veo la relación entre el aborto y la inseminación artifical con los orfanatos.
17/11/10 12:50 AM
  
gringo
Pues no, la supresión de los orfanatos viene porque los niños se crían mejor en una familia que en una institución regentada por funcionarios.
Y esto que digo, lo podría decir cualquier católico y cualquier persona razonable, menos aquellos que están tan carcomidos por el odio que son incapaces de reconocer que el gobierno aunque sea por casualidad puede hacer algo bueno.
También podría añadir que no se trata realmente de una decisión del gobierno, sino de una norma aprobada en el Senado por sorprendente unanimidad, a pesar de que la oposición también acostumbra a llevarle la contraria al gobierno por sistema.
Pero a veces por el bien de los más pequeños algunos son capaces de aparcar diferencias.
Aunque otros tienen un cacao mental de campeonato.

Respecto al divorcio ¿ud. qué quiere? ¿Que solo exista en la sociedad su modelo de vida? ¿Que solo nos podamos casar por la Iglesia y que no nos podamos divorciar?
El estado no rompe ningún matrimonio religioso, el estado rompe el vínculo civil. La culpa la tiene la Iglesia española, muy cómoda arrimándose siempre al poder y convirtiendo siempre a los curas en funcionarios. Por eso si te casas aquí por la Iglesia automáticamente se te reconoce también casado por el estado.
En países laicos de verdad como Francia, el estado solo reconoce los matrimonios civiles, y el que quiere que el estado le reconozca su matrimonio y sus derechos correspondientes, se casa en el juzgado o el ayuntamiento. Y si es creyente y lo desea se casa por la Iglesia que tiene su legislación aparte, y así no hay confusiones y cada cual sabe a lo que atenerse.
17/11/10 11:18 AM
  
Abigail
¿Van a impedir también ahora que las monjas cuiden a niños huérfanos en los hogares que tienen para ellos?
17/11/10 12:22 PM

Los comentarios están cerrados para esta publicación.