Un libro para Reyes: San Jerónimo, Comentario al Evangelio de San Mateo

Obras completas de San Jerónimo. II: Comentario a Mateo y otros escritos: Prólogos y prefacios a diferentes tratados. Vida de tres monjes. Libro de los claros varones eclesiásticos

BAC. ISBN: 978-84-7914-546-0

¿Qué mejor manera de leer la Biblia que hacerlo con los Padres de la Iglesia? En los Santos Padres se contiene las enseñanzas de la Sagrada Tradición. Esa fue la razón por la que decidí continuar mi crecimiento espiritual de la mano de ellos, ya que es una buena forma de leer la Sagrada Escritura con la Iglesia y desde la Iglesia.

En la antigüedad, para la explicación de la Biblia se hacía uso de tres tipos de comentarios: los skhólia, o comentarios puntuales al texto sagrado sobre tramos del mismo (commentarius commaticus), las homilíai o sermones pastorales (tractatus populares quos Graece homolias uocanta, San Agustín, De haeresibus 4 praef.), y los tómoi, comentarios extensos donde primaba lo filosófico y lo teológico.

Dice San Jerónimo que su Comentario a San Mateo es «una explicación histórica (…) y de cuando en cuando he entremezclado en ella algunas flores de interpretación espiritual».

Al contrario que los modernos exégetas, que buscan su propio servicio y no el servicio a la Fe y que, por ende, han provocado la ruptura entre el Jesús histórico y el Cristo de la Fe, mostrándolos como dos personas distintas, contradictorias.

Si el método histórico – crítico cae precisamente al someterlo a un estudio crítico, mostrando precisamente lo poco crítico que resulta y lo mucho de ideológico que contiene. Y más todavía cuando se le contrasta con las fuentes.

Esto no ocurre con San Jerónimo. ¿Podríamos encontrar hoy en los libros de exégesis, afirmaciones como éstas sobre la omnisciencia divina de Jesús?:

«Se paró Jesús y los llamó y les dijo» (20,32). Eran ciegos, ignoraban adónde dirigirse, no podían seguir al Salvador: hay muchos hoyos yendo a Jericó, muchas rocas y derrumbaderos que llevan al abismo. Por eso se detiene el Señor, para que puedan venir, y ordena que se les llame para que no se lo estorben las multitudes, y les pregunta como si ignorara qué es lo que quieren, con el fin de que con la respuesta de los ciegos aparezca manifiesta su invalidez y por el remedio se conozca su poder

Hoy una parte importante de los exégetas, más que al servicio de la Fe, están en la disolución de ésta.

De este volumen en concreto me gustaría resaltar tres cosas. En primer lugar, la libertad con la que el Santo cita las Escrituras. Lo que para nosotros es un problema, como la formación del texto, la antigüedad, la búsqueda de la palabra original, etc., para San Jerónimo no lo es. De hecho el Santo no duda en utilizar para su explicación tanto códices latinos, como griegos, el texto hebreo o el texto de la Septuaginta, como ocurre por ejemplo cuando comenta en Mt 6,11 el significado del adjetivo supersubstantialis, aplicado al sustantivo panis, utilizando para ello los adjetivos perioúsios, de la Septuaginta, y exaíteros, de la versión de Sínmaco, con los que se traducía el hebreo sogolla del Antiguo Testamento.

Segundo, la virulencia con la que San Jerónimo ataca a los herejes y las herejías, que muestran su celo en lo concerniente a la Fe, como cuando, por ejemplo, comenta Mt 15,14:

Esto es lo que el Apóstol había ordenado: «Al hombre hereje, después de una y otra amonestación, evítalo, sabiendo que está de tal manera pervertido y condenado por sí mismo» (Tit 3,10-11). En este sentido, el Salvador ordena también que los malos maestros deben ser abandonados a su albedrío, sabiendo que difícilmente se les puede traer a la verdad, que son ciegos y que arrastran al error al pueblo ciego.

o Mt 24,5 15,14:

Yo creo que todos los heresiarcas son anticristos y que, bajo el nombre de Cristo, enseñan las doctrinas que son contrarias a Cristo, y no es maravilla si vemos que algunos son seducidos por éstos, cuando el Señor dijo: y engañarán a muchos.

Si San Jerónimo se presentase hoy en carne mortal y aplicase este su criterio, posiblemente le sería más fácil redactar la lista de los fieles ortodoxos, que la de los anticristos; aparte de, claro está, tener múltiples problemas por la utilización de un lenguaje tan políticamente correcto.

Tercero, un tema que me parece hoy de total actualidad: el celibato. Aunque no es dogma de Fe, tiene una imbricación tan fuerte con el sacerdocio que no se le puede tratar como algo baladí. En este sentido, son esclarecedoras las palabras de este Santo Padre de la Iglesia cuando comenta Mt 19,12:

Triple es el género de los eunucos : de los dos carnales y del tercero espiritual. Unos son los que nacen así del vientre de su madre, otros a los que los hace la cautividad o bien los placeres de las matronas. Los terceros son «los que se castraron a sí mismos por causa del reino de los cielos» y que, aunque pueden ser hombres, se hacen eunucos por amor a Cristo. A éstos se promete el premio, mas a los anteriores, que tienen necesidad de castidad, pero no voluntad, nada en absoluto se les debe. Podemos también decirlo de otra manera: Hay eunucos desde el vientre de su madre que son de naturaleza frígida y no apetentes de placer, y otros que son hechos por los hombres o los hacen los filósofos o se enmollecen con mujeres por causa del culto a los ídolos o por persuasión herética simulan castidad para mentir la verdad de la religión. Pero ninguno de ellos consigue los reinos de los cielos, sino el que se ha castrado a sí mismo por amor a Cristo. Por lo que dice: «El que pueda entender, que entienda» para que cada cual considere sus fuerzas y crea si puede cumplir los preceptos del pudor virginal y de la honestidad, porque la castidad es suave y capaz de atraer hacia sí a cualquiera. Pero han de considerarse las fuerzas para que «el que pueda entender, que entienda». Como voz del que arenga es la voz del Señor y del que incita a sus soldados al premio del pudor: «El que pueda entender, que entienda», el que pueda luchar, que luche, que venza y triunfe.

Y dos detalles. Por un lado el sentido escatológico de la Pascua, hoy tan velado, por decirlo de alguna manera. ¿Realmente estamos alerta y pendientes de que el Novio puede venir en cualquier momento?.

«Y a medianoche se oyó un griterío: ¡Mirad que viene el esposo! ¡Salid a su encuentro» (Mt 25,6). De repente, pues, casi a una hora intempestiva de la noche y estando todos descuidados, cuando el sopor es más pesado, resonará la venida de Cristo con el clamoroso vocerío de los ángeles y el sonido de las trompetas de las potestades que vendrán delante. Digamos algo que quizá sea útil al lector. Es tradición entre los judíos que el Mesías tienen que venir a media noche, a semejanza de los tiempos de Egipto, cuando se celebró la Pascua y vino el exterminador y pasó el Señor sobre las tiendas y fueron consagradas con la sangre del cordero las jambas de nuestras puertas (cf. Ex 12, 1-30). Por eso creo que se ha mantenido la tradición apostólica de que el día de la Vigilia de la Pascua no se debe despedir antes de la medianoche a los fieles que esperan la venida de Cristo, para que después de pasado ese momento, recobrada ya la seguridad, celebren todos juntos el día de fiesta. Por eso también decía el Salmista: «A medianoche me levantaba para confesarte por causa de los juicios de tu justicia» (Sal 118,62)

Por otro, la necesidad de que quede solucionado el tema del pro multis en la consagración. En Mat 20,28, comenta San Jerónimo:

Tomarás nota de que a menudo hemos dicho que el que sirve se llama Hijo del hombre. «Y a dar su alma como redención de muchos» (Mt 20,28), «cuando asumió la figura de siervo» (Flp 2,7) para derramar su sangre por el mundo. Y no dijo: «dar su alma como redención de muchos» «para todos», sino «para muchos». Esto es, por los que hayan querido creer.

¿Cuándo corregirán el pro multis nuestros obispos?

Finalmente añadir que la edición está muy cuidada, como todas las de la BAC dedicada a este tipo de obras; el texto, bilingüe, accesible a todo tipo de público, desde el erudito que quiera leer directamente del latín, hasta el menos versado. Notas, las justas, con lo que evita distracciones en la lectura del libro. Introducción, suficiente. Y en cuanto al precio, asequible, teniendo en cuenta la calidad de la edición (32,21 €, sin IVA).

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