Creo en Internet porque cabemos todos
Leo la transmisión de un partido entre un sector y otro de la Iglesia: “El balón lo lleva Pagola, que lo pasa a Vidal, éste se lo piensa, mira la portería contraria defendida por Luís Fernando y pega un chute que da en la escuadra. Los lectores aplauden y vitorean a sus ídolos. Ahora toma el balón el portero, citado antes, a quien se acerca el entrenador Paco Pepe dándole consejos técnicos. Con una gran bolea el balón llega a terreno contrario y se sale por la línea de corner, porque los defensas son dorados jubilados que por mucho correr no llegan a detener el balón. El silencio en la grada es sintomático.”
Es sintomático del miedo a la libertad de expresión existente dentro de la Iglesia que está implantada en Internet, donde estamos gente que no soñamos con volver a las nostalgias de tiempos idos, ni a ideologías quemadas en el altar de la historia más oscura del siglo pasado. Estamos gente normal que no metemos miedo a nada ni a nadie y que creemos en la Iglesia de siempre, nunca en otra imposible con los pies del barro marxista que está caducado y huele a podrido.
