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4.07.10

Monseñor Basulto a los altares

Artículo publicado hoy en el Diario Ideal, edición de Jaén, página 27

Con el eco de la presentación del libro La Persecución Religiosa en
la provincia de Jaén 1936-39, firmada por don Manuel López Pérez, nos
ha llegado desde Roma, por medio de un blog que se títula Temas de
Historia de la Iglesia, que dirige un sacerdote de la diócesis de
Getafe, llamado Alberto Royo Megía,que está en el portal www.infocatolica.com, la información de que el obispo de Jaén don Manuel Basulto Jiménez está más cerca de ser elevado
a los altares.

El citado blog anuncia lo siguiente:

“El pasado martes 21 de junio, en la vaticana Congregación para las
Causas de los Santos, se reunieron un grupo de 8 Consultores Teólogos
presididos por el Promotor General de la Fe (el que antes se conocía
popularmente por el “Abogado del diablo”) para valorar la Causa de
beatificación, por vía de martirio, del que fue obispo de Jaen,
Monseñor Manuel Basulto Jiménez, asesinado en el madrileño pueblo de
Vallecas el 12 de agosto de 1936. Junto a él, se valoraba también el
martirio de otros 5 compañeros de la misma suerte trágica: El entonces
Vicario general de Jaen, dos sacerdotes, un seminarista y un laico de
la Acción Católica. Por si a alguien le pudiera caber alguna duda, ya
digo desde el principio que el parecer de todos los presentes fue
unánime.”

En la misma sesión de trabajo se habló de las hermanas trinitarias y
clarisas de Martos que tienen abierto su proceso de beatificación. El autor del
blog nos siguen informando así:

“Dicha unanimidad de parecer deja las puertas abiertas al estudio de
estas Causas por parte de los Obispos y Cardenales pertenecientes al
dicasterio de las Causas de los Santos, cosa que ocurrirá en los
próximos meses, sin duda después del verano o “post aquas”, pues ya en
estas fechas, los Prelados van a “las aguas”, expresión curial para
expresar que se van de vacaciones veraniegas. Después de pasar por
dicho grupo, las Causas serían presentadas al Santo Padre para que,
aprobándolas, les abra el camino de la Beatificación.”

Esta interesante noticia nos lleva a pensar que en pocos meses
podemos ver a nuestros mártires por la fe en Cristo en los altares,
encabezados por el obispo don Manuel Basulto Jiménez. Según informa
nuestro compañero los peritos romanos han catalogado su martirio de la
siguiente forma: “Su muerte ha sido valorada por los Teólogos vaticanos
como un verdadero martirio porque la actuación de quienes intervinieron
fue claramente in odium fidei..

Dios quiera que todo se cumpla según su voluntad y la diócesis de
Jaén vuelva a tener a más personas de nuestra historia reciente en los
altares.

Tomás de la Torre Lendínez

Control C y Control V : en la Iglesia

Desde la antigüedad clásica, cuando el ser humano usa la piedra, el papiro, la piel animal, la arena…..para dibujar o escribir, siempre ha habido otros seres humanos que han copiado lo que han visto ya realizado.

Los copistas
En la antigua Grecia y Roma la figura del copista es muy meritoria. Las obras clásicas nos han llegado gracias a la función del copista, quien con buen oído, excelente letra y algunas abreviaturas, nos han transmitido todo el saber antiguo.

Cuando la Iglesia alcanza la libertad con el emperador Constantino, acepta una serie de costumbres. Entre ellas está la de asumir a los copistas como elementos necesarios en la trascripción de las obras de los Santos Padres, en las constituciones de los primeros concilios ecuménicos y comarcales, en depositar la doctrina de las homilías y sermones que hoy disponemos de los primeros escritores eclesiásticos.

Algunas de estas obras eran corregidas por sus propios autores, en otros casos nacieron los correctores que eran la herramienta esencial de la función de los copistas, para que las obras patrísticas pasaran a las siguientes generaciones de cristianos.

Los monasterios
De modo particular, San Benito con su Regla monacal marca a sus monjes una de sus obligaciones: la misión intelectual de copiar los viejos papiros manuscritos de obras profanas o eclesiásticas a los primeros libros o tomos de hojas creando las primeras bibliotecas en sentido moderno del término.

En esta misión nacen los ilustradores, quienes con su ingenio llenaban las páginas de pequeñas escenas referentes al texto. Así nacerán los códices tan imprescindibles en la vida de la Iglesia cuando crea las universidades y custodia en los amplios archivos toda la documentación producida.

La imprenta
Al llegar la imprenta, es cuando se plantea la moral de la propiedad intelectual, porque hasta ese momento las obras eran copias manuscritas que cualquier ignorante podía apropiárselas como suyas con el consiguiente embuste al lector.

La Iglesia, es victima, por ejemplo en la reforma luterana, de su falta de claves jurídicas y morales sobre las publicaciones. El concilio tridentino comenzará a legislar sobre la moralidad de la propiedad intelectual y sobre los propios contenidos de los libros que van saliendo del gran invento de la imprenta.

El Santo Oficio, la creación del índice de libros prohibido, la invención de los “infiernos” dentro de las propias bibliotecas y archivos eclesiales, irán dando cuerpo jurídico y moral tanto a la ortodoxia de la doctrina como a la propiedad intelectual del firmante de la obra.

En los obispados se crea la figura del censor y la vigilancia de las publicaciones se encomienda a que lo publicable lleve siempre el “imprimátur” del obispo local.
Así hemos llegado hasta las puertas del Concilio Vaticano II.

Internet
La llegada de la red ha cogido a muchos fuera de juego. En estos años la moral de la propiedad intelectual se ha ido por el sumidero del relativismo que vivimos.

Algunos ignorantes, que no pasarían de ser conocidos solamente en el pueblo de origen, ahora gracias a la posible posesión gratuita de una web o un blog, alojados en un portal gratis, se creen que son como Gómez de Avellaneda publicando la segunda parte del Quijote, antes que la sacara de la imprenta don Miguel de Cervantes.

Muchos compañeros y amigos me dicen que estoy haciendo el tonto con escribir en un blog, porque me encuentran artículos firmados por mí aquí publicados en diversos sitios del ciberespacio o en hojas volanderas, firmadas por el “avellaneda” de turno.

Siempre respondo que no me importa. Sé que ocurre esto. Afirmo que la propiedad intelectual en la red no existe, desde que se inventó el copia y pega. Pero que esto es lo que hay, mientras no se cree un corpus jurídico sobre este asunto dentro de la red, algo que veo difícil a medio y largo plazo.

Me parto de risa cuando cualquiera pide a los demás lo que él no hace, porque Dios no le ha dado más facultades que la de copiar y pegar.

Personalmente, aquí seguiré sirviendo a los lectores, aunque esto que escribo y firmo hoy, aparezca mañana firmado por el “avellaneda” de turno en otro lugar sin citar su procedencia. Me da igual. Solamente miro el bien que estoy haciendo pastoralmente a muchas personas que ponen sus ojos sobre estas líneas que están en la pantalla de su ordenador. A todos muchas gracias y que Dios les pague el tiempo y la paciencia de haber llegado hasta aquí leyendo este primer domingo de julio.

Tomás de la Torre Lendínez