En esta hora trágica, qué nos puede decir con su cruz el Verbo encarnado?
Creo que a este momento de la semana y considerando las noticias que venimos leyendo, en particular sobre el rechazo del Concilio Vaticano II de parte de los lefebvristas y por otro lado la descarnada intervención de algunos excépticos en diferentes blogs, viene bien echarle un vistazo a este texto que traslado de la Revista Huellas en su versión digital sobre lo que ha mencionado el filósofo y ensayista Fabrice Hadjad en el recién pasado Meeting en Rimini.

He tenido muy mala pata viviendo en este lugar encantador en las faldas de una cordillera en la periferia del Valle Central y saben por qué? Porque es un suburbio que, primero, permaneció hasta hace muy poco siendo una filial olvidada de una parroquia lejana y, segundo, porque desde que es parroquia hace apenas unos años, han pasado como párrocos innumerables sacerdotes y sobre el último, quien es el que por más tiempo ha permanecido, caray, solo puedo decir: ¡Qué el Señor lo ampare!
Yo no se cómo algunos desprecian (o hemos despreciado) la oración de repetición si es con frecuencia tan evidente la gracia que se recibe siempre a través suyo.
Continuando con la plática sobre el martirio he pensado desde la última entrada que quizá desde mi juventud he venido escuchando el llamado hacia esa vocación.
Pues bien, en vista del nuevo obstáculo que se nos ha presentado para poder celebrar la misa según la forma extraordinaria en nuestro país el grupo de la Misa en Latín en Costa Rica anda en busca de un cura valiente -o más de un cura de ser posible- que no tema morir a los planes que tiene para si mismo como clérigo de la arquidiócesis de San José y que nos facilite un espacio en su parroquia para que nuestro grupo pueda reunirse por lo menos una vez al mes sin verse en la necesidad de tener que llegar a que, en vez de pedir prestado un saloncito parroquial, para la próxima nos veamos solicitando una catacumba de alquiler o en estado de abandono para la reunión.





